Wednesday, August 26, 2009

LA ECONOMÍA DEL FUTURO

Memorandum para Científicos en Economía (1985)

ASOCIACIÓN INTERNACIONAL PARA UN ORDEN ECONÓMICO NATURAL

Distinguidas damas y caballeros:

En los años “de oro” de los cincuenta y los sesenta, su colega estadounidense Paul A. Samuelson, profesor y famoso autor del tratado sobre ciencias económicas que mayor éxito obtuvo en el tiempo de postguerra, además de hacerse acreedor a recibir el Premio Nobel de Ciencias Económicas, con convicción sustentó el parecer de que la moderna “economía mixta” tenía firmemente dominado al problema de las coyunturas y las crisis. Según él, era imposible que se repitiera una gran crisis económica mundial.

La evolución económica de unos pocos años bastó, sin embargo, para destruir esta fe en el poder de la ciencia económica y en la viabilidad de una coyuntura libre de oscilaciones críticas. El prolongado desempleo masivo conmovió la seguridad del mundo científico y dañó su prestigio ante la opinión pública. La destrucción del medio ambiente, la carrera armamentista y el conflicto pendiente entre las naciones industrializadas del Norte y las subdesarrolladas del Sur hicieron lo propio.

En la vida pública y también entre sus propias filas a menudo se alzan manifestaciones de descontento hacia el estado actual de la economía, por su incapacidad para impedir el surgimiento de dichos problemas. Por ello su famosa y recientemente fallecida colega inglesa, la profesora Joan Robinson, llegó incluso al extremo de diagnosticar una “evidente quiebra de la teoría económica”. Aunque dicho juicio posiblemente sea algo exagerado, no puede negarse que las ciencias económicas atraviesan una profunda crisis, proyectando hacia el exterior una imagen de desorientación y de discordia.

Estos inesperados desafíos han echado a andar, dentro de su especialidad, un proceso de reordenación conceptual y de reorientación, que entre otras formas se ha manifestado mediante el súbito surgimiento de un número relativamente elevado de innovaciones teóricas como la “nueva economía política”, la “nueva microeconomía”, la “nueva macroeconomía” y el concepto de “economía alternativa”. Es posible observarlo también en los congresos especializados, donde los planteamientos teóricos existentes son sometidos a un examen crítico, y en los que se buscan soluciones a la crisis del momento.

Compartimos esta preocupación acerca de los apremiantes problemas de nuestros tiempos y con gran interés y respeto nos hemos mantenido al tanto de su búsqueda de posibles soluciones. No obstante, hemos advertido que hasta el momento el proceso de reordenación conceptual no ha llegado a abarcar los fundamentos orgánicos generales de los sistemas económicos vigentes. No se perfila aún una concepción capaz de vencer los contrastes propios de la confrontación estancada entre los sistemas económicos de Occidente y del bloque socialista, del Norte y del Sur, y que pudiera dar abasto a las exigencias de libertad personal y justicia social, de compatibilidad con el medio ambiente y de paz. Por lo tanto queremos dirigir a ustedes en calidad de especialistas competentes el más encarecido ruego de encausar el foco de sus investigaciones en mayor medida hacia la elaboración de un modelo que trascienda las fronteras entre los sistemas actuales.

La petición particular que mediante el presente deseamos someter a su consideración es, además, la de tener en cuenta, al indagar nuevos senderos económicos, las propuestas que hace ya varias décadas expusiera el reformador social Silvio Gesell para una revisión de las suposiciones generales acerca de las condiciones y los nexos estratégicamente importantes dentro del sistema teórico de la economía.

En el pasado casi nunca se ha llevado a cabo, por desgracia, un intercambio intensivo de ideas entre los economistas académicos y los discípulos no académicos de Gesell. Es posible que la incursión en su obra se haya dificultado a los especialistas debido a la actitud a menudo exageradamente mesiánica de sus adeptos. Así los economistas dedicados a la ampliación de la teoría neoclásica no la tuvieron en cuenta en absoluto o no la tomaron en serio, cosa que sucede frecuentemente al haber ideas que se salen de las convenciones establecidas.

No obstante, en el curso de los años ha habido aislados economistas de relieve que pese a ciertas reservas llamaron la atención de los especialistas sobre la trascendencia de Gesell. Sus declaraciones, que recopilamos en el apéndice, nos han infundido ánimos para mediante estas palabras hacer presente ante ustedes, distinguidas damas y caballeros, la obra de Silvio Gesell, y para hecerles un llamado a la revisión crítica de sus planteamientos con miras a su posible contribución para vencer las tensiones sociales, ecológicas y politícas cada vez más graves que han surgido entre los hombres y los pueblos.

Dado el estado actual de las cosas es posible que resulte algo difícil abordar la obra de Gesell, no sólo debido a prejuicios incidentales, sino también a causa de su antigüedad y su terminología, ajena a la ciencia y arraigada en su época. Con el propósito de eliminar toda barrera potencial, presentamos a continuación un breve resumen de la vida y la obra de Gesell.

ASOCIACIÓN INTERNACIONAL PARA UN ORDEN ECONÓMICO NATURAL
(Internationale Vereinigung für Natürliche Wirtschaftsordnung)


Algunos datos biográficos sobre Silvio Gesell

Silvio Gesell nació en 1862 en St. Vith, en la parte oriental de Bélgica, como hijo de madre valona y padre alemán. En 1886 emigró a Argentina, donde prosperó como comerciante, importador e industrial, y donde las profundas crisis económicas lo incitaron a deliberaciones teóricas.

En el año 1900 Gesell se retiró de la vida comercial activa y se radicó en Suiza. En una granja de las inmediaciones de Neuchátel se dedicó a la agricultura y a extensos estudios autodidácticos en economía. Integró sus experiencias prácticas y conclusiones teóricas en numerosas publicaciones. En 1916 se editó en Berna su obra principal, Un orden económico natural mediante libretierra y libremoneda, de la que hasta la fecha se han publicado nueve ediciones en idioma alemán y que ha sido traducida, además, al inglés, al francés y al español.

En abril de 1919 Gesell casi tuvo la oportunidad de poner su teoría a prueba en la práctica. Por iniciativa del filósofo cultural Gustav Landauer fue elegido Ministro de Finanzas en la Primera República de Consejeros de Baviera. Estuvo en funciones durante sólo una semana, sin embargo, antes de que la primera junta ‑liberal‑ de consejeros fuera derrocada por la segunda ‑comunista‑. Al finalizar ésta Gesell fue acusado de alta traición, pero posteriormente se le absolvió del cargo.

En virtud de su participación en la Revolución de Munich las autoridades suizas le negaron el derecho de regresar a su finca en el Jura de Neuchátel. A consecuencia de ello Gesell se instaló temporalmente en los alrededores de Potsdam y después en la cooperativa de Eden-Oranienburg al norte de Berlín, de la que un fundador era Franz Oppenheimer, donde siguió escribiendo hasta su muerte en 1930.


Una historia dogmática de la economía desde el punto de visto de Silvio Gesell

El núcleo orgánico general de la obra de Silvio Gesell queda al descubierto al relacionarla con las tres grandes eras de la economía moderna y con las doctrinas que respectivamente las han dominado: el capitalismo del ,,laissez faire” y la economía clásica y neoclásica; la revolución keynesiana y la era por ella introducida del intervencionismo de Estado; la contrarrevolución de Friedman y el actual surgimiento del mercado.

Significó sin duda un magno adelanto histórico cuando el liberalismo clásico logró superar el feudalismo y mercantilismo medievales y allanó el camino para una economía regulada automáticamente de manera descentralizada. A partir de la idea de un orden natural y libre para la economía y la sociedad, los economistas clásicos y posteriormente los neoclásicos desarrollaron un sistema teórico que debía probar la superioridad de la economía libre de mercado sobre un mercantilismo basado en la minoría de edad individual y dirigido desde arriba.

Dicha teoría clásica y neoclásica estaba fundada en la convicción de que la “riqueza de las naciones” (Adam Smith) crecería si el curso de la economía no fuera ya regido por el Estado, sino por individuos libres y responsables de sus propias acciones. Otra razón por la que las atribuciones económicas podrían ser legadas por el Estado a los individuos era que el mercado libre, según esta doctrina, con “mano invisible” establecía el equilibrio entre los intereses particulares, y daba mejor garantía al bienestar común que el Estado. De acuerdo con este principio del “laissez faire” la producción y la distribución de las mercancías serían orientadas de manera descentralizada por la alternación de ganancias y de pérdidas, que en los mercados se regulaba automáticamente. Puesto que según el teorema de Say toda oferta una vez producida creaba su propia demanda y permitía una venta sin contratiempos, dicha economía libre de mercados automáticamente tenía que mantener siempre, aun sin la intervención directriz de una instancia superior, un equilibrio estable (dinámico).

La realidad no cumplió, como es sabido, con las expectativas clásicas y neoclásicas. Algunos vicios de construcción se habían introducido, por lo visto, en los fundamentos teóricos, pues el dominio del hombre sobre el hombre celebró a la brevedad su resurgimiento en forma de concentraciones de poder económico privado, tales como monopolios y oligopolios. A medida que crecían fueron manifestándose disonancias, en proporciones cada vez mayores, que no concordaban con el modelo clásico‑neoclásico de un orden económico natural y armonioso.

El prototipo de la economía libre de mercado degeneró, en la práctica, hacia una economía capitalista de mercado en la que la producción no se ajustaba sólo a las necesidades humanas sino fundamentalmente a los intereses de las concentraciones de poder privado; dicho de otra manera, la capacidad de la economía para regularse automáticamente y de manera descentralizada estaba restringida de tal forma que la asignación de los recursos no lograba alcanzar su nivel óptimo. En cuanto a la distribución del producto social la moneda resultó ser no un medio de trueque neutral puesto meramente al servicio de la economía, sino también un instrumento de poder sumamente parcial. En lugar de hacer posible un intercambio justo de servicios y contraprestaciones, permitió la concentración de ingresos y de bienes a un grado tal como no podía ya ser remitido a razones de diferencias individuales de rendimiento y capacidad. Una expresión palmaria de este desbarajuste interno de la economía capitalista de mercado, fue, por último, su inestabilidad crónica acompañada de fluctuaciones alternativamente deflacionistas o inflacionistas en el poder adquisitivo de la moneda, así como del paro forzoso periódicamente recurrente.
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En vista de la crasa contradicción entre la teoría clásico‑neoclásica y la realidad económica no es de sorprender que surgieran dudas respecto de la teoría. Correspondió al profesor John Maynard Keynes poner en tela de juicio la existencia de una “mano invisible” y con ello iniciar el “fin del laissez faire”.

Keynes fue también el que puso los cimientos teóricos para ‑según él mismo lo expresara en una ocasión‑ una “dirección inteligente del capitalismo por el Estado“. Su obra más importante no integra, sin embargo, una teoría general, en cuanto que excluye los problemas fundamentales, respecto de la teoría de precios y de distribución, de una deficiente asignación de los recursos así como de la distribución desigual de ingresos y de bienes. Keynes se ocupó principalmente con el problema del paro forzoso y creía posible resolverlo mediante la intervención estatal en el mercado, aunque subsistieran la falta de neutralidad de la moneda y las concentraciones de poder económico privado.

En lugar de buscar las causas de la inestabilidad del mercado capitalista en la existencia de concentraciones de poder ajenas al sistema, Keynes únicamente comprobó que dejaba mucho que desear el funcionalismo de las fuerzas espontáneas de curación en el mercado deformado por el capitalismo. En el mercado de trabajo el mecanismo de los salarios no marchaba tal como hubiera sido necesario para su estabilización en un equilibrio de pleno empleo, porque los sindicatos no resistían con éxito a la reducción de los salarios. Además, advirtió que el automatismo de los intereses no bastaba ya para encauzar la totalidad de los ahorros hacia la inversión cuando tras un período de incremento continuo del capital real su rentabilidad - denominada por Keynes “rendimiento marginal del capital”- disminuía en beneficio de los salarios. El dinero no encontraba entonces, según Keynes, posibilidades de inversión suficientemente lucrativas y se ausentaba temporalmente, en calidad de demanda efectiva, de los mercados (de bienes de inversión). El teorema de Say, de acuerdo con el que toda oferta creaba una demanda correspondiente, había resultado falso. Los huecos en la demanda privada se traducían en una paralización de las ventas, que a su vez provocaba despidos y paros forzosos.
La receta propuesta por Keynes contra el desempleo era a primera vista muy simple. Consistía esencialmente en la exigencia de cerrar, haciendo caso omiso de consideraciones de asignación y de distribución, o sea microeconómicas, los huecos en la demanda privada por medio de una demanda estatal sustitutiva financiada con créditos, para así restablecer la concordancia entre la oferta y la demanda en cuanto a factores macroeconómicos. De esta manera se haría posible volver a un equilibrio estable de pleno empleo.

Esta recomendación encontró cabida en la política económica de muchos Estados después de la Segunda Guerra Mundial. Un extenso aparato estadístico fue creado a fin de observar la evolución coyuntural y de auxiliar las decisiones respecto de la aplicación de la demanda estatal sustitutiva. Se hizo el intento de dominar la inestabilidad de la economía capitalista de mercado por medio de “inyecciones a la coyuntura” y programas laborales.

Los resultados de dichos esfuerzos, así y todo, no convencen. Dejando aparte los problemas de operación, tales como determinar el alcance de este tipo de programas, fijar el momento de su aplicación y los imprevisibles efectos secundarios y retrasos en los resultados, al poco tiempo surgió la dificultad de que en una coyuntura sostenida de esta manera el rendimiento marginal del capital real no volvía a incrementarse en la medida deseada, incluso tendía más a la baja. Los sucesores de Keynes ampliaron, por lo tanto, la política laboral del Estado hasta abarcar la promoción estatal del crecimiento económico, cuyo objetivo era proporcionar a la oferta privada de dinero, mediante proyectos civiles y militares en gran escala subvencionados por el Estado, nuevas posibilidades de inversión lucrativa y con ello atraerla al mercado en calidad de demanda efectiva.

De esta manera fue ciertamente posible mitigar temporalmente los contrastes sociales, puesto que las capas bajas y medias pudieron también participar de los “frutos” del crecimiento. No obstante, poderosas razones desmienten que la respuesta dada por Keynes y sus discípulos al primer gran desafío dirigido a la economía por la hasta entonces más grave crisis del capitalismo del “laissez faire”, represente una solución permanente a los problemas de nuestros tiempos.

En lo que respecta a la economía, el intervencionismo de Estado no puede corresponder a las esperanzas puestas en él ni suprimir el desempleo. Ha provocado la trampa inflacionista y el inmenso endeudamiento de Estado, haciendo subir el tipo de interés, lo cual con frecuencia vuelve más atractivas las inversiones financieras que las reales y así ejerce una influencia diametralmente opuesta a la política laboral. Las equivocaciones en la asignación de los recursos y en las estructuras económicas, así y todo componentes esenciales del desbarajuste de la economía capitalista de mercado, se ven incrementadas, además, por las consecuencias de los desaciertos en la planificación estatal de los diferentes sectores, por ejemplo el de la energía.
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En lo que a las relaciones dentro de la sociedad se refiere, la solución ofrecida por el intervencionismo de Estado es sólo engañosa, puesto que se limita a disfrazar las desigualdades de ingresos y de bienes mediante su redistribución, sin suprimirlas realmente. En la medida en que exista siquiera una conciencia acerca de la problemática creada con la sumisión del mercado al poder del capital, dicha conciencia se equivoca al suponer que el Estado será capaz de dominar al poder privado. Los dos bloques de poder se colignan en lugar de neutralizarse recíprocamente.
Esta engañosa “solución“ para la problemática social perjudica cada vez en mayor grado al medio ambiente. Puesto que el estado desigual de la propiedad sigue vedado al cambio, la atenuación de las tensiones sociales requiere la transformación constante de materias primas y de energía a fin de logar un incremento repartible de la producción. Esto conlleva al creciente agotamiento de los recursos naturales y el trastorno del equilibrio ecológico.

Independientemente de la promoción estatal del crecimiento económico fundado en conceptos poskeynesianos, la economía capitalista de mercado ‑ según lo enfatiza la teoría neoclásica del crecimiento económico ‑ también tiende, ciertamente, a una expansión inmanente. Dicha tendencia no deriva, sin embargo, de la magnitud ilimitada de las necesidades humanas, ni se debe a que el progreso técnico caiga constantemente como maná del cielo. La moneda parcial, o sea, el capital monetario en cuanto instrumento disfuncional de dirección y de distribución, lleva implícita, más bien una tendencia al crecimiento exponencial espontáneo mediante el interés y el interés compuesto. Asimismo, debido a que el capital monetario se enlaza de múltiples maneras con la economía mercantil y no puede crecer por separado de la misma, ejerce sobre el capital real una verdadera coacción circunstancial para crecer a la par de los intereses y los intereses compuestos.

Esta tendencia hacia el crecimiento exponencial propia del mercado capitalista sólo se interrumpe cuando disminuyen las oportunidades para la inversión lucrativa del capital monetario. Llegada tal situación ‑ benéfica para el medio ambiente‑, el intento de intervenir la tendencia decreciente por medio de la intervención estatal en la promoción del crecimiento, significa persistir en el error central del mercado, o sea, el dinero disfuncional, y equivale a “luchar“ contra sus inevitables consecuencias, tales como la inestabilidad y la tendencia al crecimiento, por medio de la multiplicación de las mismas consecuencias; es decir que se pretende “corregir” un error existente cometiendo otro.

Dado que el crecimiento exponencial de la economía entra en conflicto con sus limitaciones ecológicas, no hay justificación posible para continuar esta estrategia político‑económica errada desde su misma concepción.

El impulso del dinero disponible para la inversión hacia la producción de artículos de armamento, cuya rentabilidad es garantizada por el Estado, promueve la carrera armamentista. En el año en curso se invertirá en la producción de armamento la suma inimaginable de un billón de dólares. La paz mundial está en peligro, y amenaza la destrucción atómica de toda forma de vida.
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El desencanto producido por los fracasos económicos del intervencionismo de Estado ha provocado un renacimiento del mercado. El profesor Milton Friedman le ha dado un fundamento teórico con su nueva articulación de la teoría cuantitativa de la moneda, misma que ha sido ampliada, además, con la consideración de que, para mejorar las condiciones de rentabilidad de las inversiones, hay que mejorar las condiciones de la oferta para las empresas por medio de exenciones tributarias, la reducción de las trabas burocráticas, etcétera.

Para rehabilitar las fuerzas espontáneas de regulación y curación del mercado, ya no se recurre filosóficamente a la “mano invisible”, sino a la convicción de que el Estado debe fijar una reglamentación orgánica a manera de orientación general, así como velar por su acatamiento en calidad de árbitro imparcial y sin intervenir directamente en el proceso económico. Esta renovada reflexión sobre las aptitudes del mercado y el reconocimiento de la necesidad de sujetarlas a un ordenamiento orgánico básico establecido por el Estado, sin duda no son erradas. Pero en su forma vigente representan sólo una reversión algo modificada a un capitalismo de “laissez faire”. La reglamentación estatal según Friedman muestra todavía grandes imperfecciones, puesto que no se ocupa en absoluto de la deformación del mercado libre como mercado sometido al poder del capitalismo privado por la moneda disfuncional.

De esta manera ha subsistido hasta la actualidad el problema de la merma en la demanda particular, o sea, de la alternación imprevisible entre la disponibilidad y la indisposición de partes considerables de la cantidad de dinero, problema discernido pero no resuelto por Keynes, y ni siquiera tocado por Friedman. La llamada velocidad de circulación monetaria durante períodos cortos y medianos no se mantiene tan constante como en un principio dieran por probado Friedman y los monetaristas. Sus fluctuaciones, que se sustraen a todo cálculo de probabilidades, desbastaran los intentos de lograr una firme dirección de la cantidad de dinero y conducen, ahora tanto como antes, a trastornos en el equilibrio económico global en forma de paros forzosos y oscilaciones en el valor monetario.

Es posible que por el momento sea aún algo prematuro tratar de formar un juicio concluyente acerca del giro tomado más recientemente por las tendencias de la política económica. No obstante, ya se entrevé que los monetaristas y los teóricos de la demanda probablemente no logren estabilizar la economía ni crear las condiciones para una coyuntura permanentemente libre de crisis. Basamos esta suposición en el hecho de que ellos tampoco han reparado en el vicio de construcción fundamental de la economía de mercado ‑la moneda parcial y disfuncional‑, en los trastornos causados por aquél respecto a la asignación y la distribución, ni en la presión consecuente del sistema hacia el crecimiento exponencial. Dicho crecimiento cuantitativo y exponencial es precisamente lo que también ellos consideran esencial para la estabilización de la economía, aun cuando en realidad se trate ya de una consecuencia del desbarajuste interior en la economía capitalista de mercado.

La teoría monetarista está concebida totalmente con miras hacia un incremento permanente de la cantidad de dinero y del potencial de producción. La posibilidad de una economía sin crecimiento no cabe dentro de su alcance teórico. No está en situación de especificar las condiciones de estabilidad para tal contingencia. Los objetivos planteados anualmente en cuanto a la ampliación de la “capa de dinero”, a la que debe “ajustarse” el crecimiento del potencial de producción, representan la expresión teórica más evidente de la presión ejercida por el capital monetario sobre el capital real a fin de promover el crecimiento de éste.

Asimismo, la política de la demanda no es en el fondo otra cosa que el intento, también motivado por aspiraciones de crecimiento, de mejorar las condiciones económicas globales en beneficio del crecimiento proporcionado del capital real; así como para lograr, recurriendo entre otros medios a una llamada “política salarial razonable”, que la oferta de dinero adquiere renovadas perspectivas de un “servicio adecuado” por el trabajo y que, de acuerdo con esta expectativa, resurja espontáneamente en cuanto demanda eficaz. Se trata exactamente de lo contrario, por lo tanto, de la reglamentación orgánica estatal necesaria para la regulación automática del mercado, misma que garantizaría la disponibilidad del dinero para los trabajadores como medio de trueque eficaz y neutral. Exagerando un poco es posible decir, pues, que la política de la demanda es una política capitalista de intereses encubierta con la clasificación “economía de mercado”.


La aportación de Gesell al desarrollo futuro de una teoría económica base

Esta breve mirada retrospectiva a la historia dogmática y económica probablemente no haya planteado informaciones nuevas en esencia, puesto que los hechos como tales son conocidos. Es posible que resulte inusitada, sin embargo, la interpretación que desde el punto de vista de Silvio Gesell hemos hecho de los nexos casuales, así como la propuesta original de Gesell para superar las contradicciones sociales y políticas y para crear un orden económico estable. La cuestión ecológica no tenía aún importancia en esos tiempos, pero es posible ampliar las deliberaciones de Gesell para abarcar la misma.

De la anterior ojeada retrospectiva sobre las tres grandes eras de la economía moderna ya se desprende que Gesell consideraba como la causa más profunda de las contradicciones sociales y políticas así como de la inestabilidad económica al poderío de la moneda, que restringía la competencia económica de mercado. No atribuía la degeneración de la economía de mercado en el capitalismo de “laisser faire“ al propio mercado (en términos ecológicos el principio, constituido por toda la naturaleza, de la autoregulación descentralizada de un sistema entrelazado de circuitos reguladores), al contrario de como antes de él lo había hecho Marx. Era completamente ajena a él la idea de suprimir otra vez el mercado para reemplazarlo con una planificación estatal central. Gesell pretendía crear, más bien, una reglamentación orgánica estatal más consecuente que la propuesta por Friedman y que superaba el poder de la moneda sobre el mercado asegurando en todo momento su disponibilidad como demanda particular. Dicha reglamentación orgánica, de acuerdo con esta línea de pensamiento, debía garantizar que la moneda estuviera al servicio de la economía en calidad de medio de trueque realmente neutral, y que como tal no ejerciera ya un influjo autónomo sobre la asignación de los recursos, la distribución de los ingresos y de los bienes ni sobre la dinámica del desarrollo económico.

Al eliminar el defecto monetario de la economía de mercado, Gesell quería crear las condiciones necesarias para el desarrollo pleno de las hasta entonces restringidas fuerzas espontáneas de regulación y curación del mercado. A manera de contraste con la doctrina del “laissez faire” ­indudablemente se requiere, por lo tanto, la acción estatal, pero no en el sentido de compensar las mermas en la demanda privada por medio de una demanda estatal sustitutiva, ni mucho menos en el sentido del encausamiento estatal directo de las inversiones. El estado debe crear, más bien, una reglamentación orgánica en torno al orden monetario como su punto central, un orden monetario que por un lado respete la libertad de decisión empresarial, pero que garantice indirectamente que no se prescindirá de la inversión real del capital monetario disponible debido a razones de rentabilidad.

Como es sabido, en el sexto apartado del capítulo XXIII de su Teoría general Keynes se ocupa de Gesell calificando su base conceptual como un “socialismo antimarxista“, lo cual señala su trascendencia potencial como una alternativa del capitalismo y del comunismo que zanje las contradicciones entre Occidente y el bloque socialista. De igual manera sería posible clasificar la concepción de Gesell como “liberalismo anticapitalista“; y una economía estructurada en forma correspondiente, como una “economía poscapitalista de mercado“. Dicha caracterización alude principalmente a su papel como alternativa de las doctrinas predominantes en Occidente, el poskeynesianismo y el monetarismo. De hecho es posible que en el sentido de las deliberaciones aquí expuestas surjan posibilidades para vencer el cisma entre la teoría neoclásica, de fundamentos microeconómicos, y el poskeynesianismo, de fundamentos macroeconómicos.

El análisis hecho por Gesell sobre el poderío de la moneda sin duda presenta todavía algunos puntos débiles, lo cual posiblemente pueda atribuirse a la época de su creación. Bajo la impresión del patrón oro entonces vigente fundamentó su argumentación en la superioridad material de la moneda apoyada por el oro, por encima de los bienes perecederos por naturaleza. De esta manera su análisis quedó incompleto y no pudo desarrollar una mayor fuerza de convicción. Apenas en tiempos muy recientes el profesor Dieter Suhr lo ha ampliado para abarcar deliberaciones relacionadas con la teoría de la liquidez, colocándolo así sobre un fundamento más sólido.

A causa de algunos “notorios defectos en su argumentación“ ‑según escribiera Keynes sobre Gesell y sus pensamientos- “me resultó totalmente imposible descubrir sus méritos“. Sólo después de haber elaborado su propio concepto acerca de la intervención del Estado, Keynes reconoció la trascendencia de los “afanes extremadamente originales“ de Gesell, aunque dicho juicio no lo incitara a corregir su propio derrotero económico‑político. El hecho no pasó, pues, de la admisión de Keynes de que la obra de Gesell, pese a sus defectos analíticos, estaba “lo bastante desarrollada para llevar a una conclusión práctica que posiblemente contenga el núcleo de lo que es necesario“.

Dicha “conclusión práctica“ consiste en la consideración de sustraer a la moneda su poderío basado en las ventajas de liquidez, gravándola con los llamados “derechos de retención” en caso de verse anulada la oferta de capital. La ventaja de liquidez que hasta la fecha conserva la moneda frente al trabajo humano y respecto a los bienes de todo tipo, se vería de este modo neutralizada por una desventaja de liquidez. En esta forma la moneda, sobre todo en su calidad de capital monetario, es motivada a participar en el mercado como demanda eficaz (de bienes de inversión), aunque una tendencia descendente o, en un caso extremo, acercándose a cero, del rendimiento marginal del capital real no le proporcione ya un “servicio adecuado“.

En el pasado el capital monetario se retiraba de la inversión real en cuanto su servicio ascendía aproximadamente a menos del 3%. Tras la introducción de los derechos de retención sobre la moneda sería posible mantener cerrado el ciclo económico también en dicho caso, lo cual significaría un paulatino descenso hacia cero del rendimiento marginal del capital real y de los intereses comerciales, así como la conversión de la economía capitalista de mercado a una economía poscapitalista de mercado. Tal desarrollo provocaría diversas repercusiones deseables.
Las fuerzas espontáneas de regulación y curación del mercado, que hasta la actualidad han quedado anuladas en el tope inferior de intereses, de 3% aproximadamente, por la retirada del capital del mercado monetario, podrán imponerse también debajo de dicho tope. No se suprimirán los intereses, sino que observarán cierto margen de oscilación alrededor de cero como el centro de equilibrio, y como indicadores de escasez se encargarán del encauzamiento óptimo de las corrientes de capital monetario hacia una inversión adecuada a la demanda. La conservación de esta función directiva por parte de los intereses no requiere aproximadamente un tipo mínimo de 3%, sino tan sólo el dinamismo en el movimiento de los intereses.

En estas circunstancias la moneda se vuelve un medio de trueque efectivamente neutral en cuanto a su asignación, el cual concilia un intercambio justo de servicios y contraprestaciones en los distintos mercados. Puesto que las desviaciones positivas y negativas del interés desde cero se anulan mutuamente, la moneda asume un carácter neutral también en cuanto a su distribución; es decir, las desigualdades existentes de ingresos y de bienes no pueden seguir aumentando. Con ello se establece una condición elemental para el dominio y la reducción de las contradicciones sociales. Tal abaratamiento de los créditos resultaría, asimismo, en una oportunidad para que muchos de los hasta la fecha empleados dependientes o parados pudieran fundar empresas independientes, de manera que la introducción de los derechos de retención sobre la moneda también favorecería la descentralización empresarial. No conduce forzosamente, por cierto, a la disolución de todas las estructuras de poder de la economía privada; para ello se requiere medidas laterales adicionales, que todavía falta concebir.

Esta economía poscapitalista de mercado, descrita sólo someramente en el presente texto, promete ser un orden estable también respecto a la situación del empleo y al poder adquisitivo de la moneda. Con un tipo de interés equilibrado del 0% y bajo la presión de los derechos de retención sobre la moneda, la totalidad de los ahorros afluye nuevamente a la inversión, de modo que no puede haber más estancamiento del mercado ni paros forzosos. Así se cumplen las condiciones para el teorema de Say: la oferta y la demanda mantienen, tanto en los mercados individuales como en el conjunto de ellos, un permanente equilibrio con una ocupación total. Este equilibrio es estable no sólo desde los puntos de vista macroeconómicos, sino también en lo referente a los factores microeconómicos.

Una vez que la velocidad de circulación de la moneda no esté ya sujeta, como en la actualidad, a fluctuaciones imprevisibles, sino que se estabilice bajo la influencia de los derechos de retención sobre la moneda, los bancos centrales dispondrán de mayores posibilidades para acoplar la cantidad de dinero circulante al potencial de producción, evitando así cambios inflacionistas y deflacionistas en el poder adquisitivo de la moneda.

En la medida en que se lleve a cabo la transición a tal economía poscapitalista de mercado se efectuará, además, una transición del crecimiento cuantitativo exponencial a un crecimiento cualitativo, produciéndose así una atenuación del conflicto entre la economía y la ecología.

El tipo de interés descendente, estabilizado cerca de cero, hace posible asimismo, a saber, que se domine y reduzca el impulso destructor hacia el crecimiento exponencial sin trabas del capital monetario y consecuentemente también del capital real. El dinero adquiere en última instancia, pues, neutralidad en cuanto al crecimiento

Los derechos de retención sobre la moneda hacen posible la estabilización de la economía con un rendimiento marginal descendente del capital real, incluso sin impulsos al crecimiento por medios poskeynesianos o relacionados con la política de la oferta. Refuerzan, más bien, la tendencia a la limitación espontánea del crecimiento cuantitativo que se ha manifestado en las crisis económicas producidas hasta la actualidad. Al impedir la retirada del capital monetario de la demanda, logran simultáneamente que los ahorros, tras satisfacción de algunos y finalmente de varios mercados de bienes de inversión, afluyan a los sectores social y cultural y provoquen un crecimiento cualitativo ahí donde hasta la fecha han faltado por razones de rentabilidad.

No obstante, también a este respecto es indispensable tomar medidas adicionales, como por ejemplo disposiciones dirigidas a proteger el medio ambiente que a la vez guarden conformidad con el mercado.

En una economía poscapitalista de mercado con moneda neutral en cuanto al crecimiento, el impulso al crecimiento o a la contracción puede derivar sólo de los deseos del hombre y ya no de los intereses del capital monetario. Y debido a la condición de que la oferta de dinero puesta en circulación lo haga en su totalidad como demanda efectiva, la economía puede ser estabilizada por medio de adaptaciones correspondientes en la oferta de dinero independientemente de su medida de crecimiento.

Por último, el descenso del tipo de interés y del rendimiento marginal del capital real requiere también decisiones políticas comple­mentarias que impidan la evasión del capital monetario del sector de la producción civil hacia la producción de artículos de armamento.
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Todas las repercusiones positivas de los derechos de retención sobre la moneda que aquí tocamos sólo someramente, no son realizables, sin embargo, en la forma originalmente sugerida por Gesell (fijar en los billetes de banco timbres o sellos de pago obligado). Estos métodos no son practicables. En este sentido era justificado que Keynes agregara a su aprobación de los derechos de retención la siguiente reserva: “La idea que deriva en el dinero sellado es sana, ... si bien no se puede realizar de la manera propuesta“. Entre tanto, los discípulos de Gesell han desarrollado mejores métodos para llevar esta “idea sana“ a la realidad. Hace algún tiempo ellos prefieren el llamado “dinero en serie”, lo cual no excluye, sin embargo, que en la práctica pueda descubrirse una forma todavía mejor para recaudar los derechos de retención sobre la moneda.

No pasaremos por alto, finalmente, el temor de Gesell a que como consecuencia de tal modificación de la moneda se produjera el fenómeno característico de los períodos de inflación de una fuga hacia los valores materiales, sobre todo los bienes raíces. A fin de impedir toda especulación con la tierra, sugirió que la comunidad volviera paulatinamente a comprarla a los particulares y que la cediera en enfiteusis contra la mejor oferta a quienes estuvieran dispuestos a cultivarla. También a este respecto cabe buscar alternativas para la realización de una idea en sí “sana”. Además, se requiere una solución no sólo para el problema de la especulación con la superficie, sino también al problema de la explotación abusiva de las riquezas del subsuelo.
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Está fuera de toda duda que el orden de las ideas de Silvio Gesell, brevemente resumido aquí, deja pendientes numerosas cuestiones a las que todavía no han respondido Gesell ni sus discípulos. No es esto razón, sin embargo, para prescindir de un análisis más detenido de sus ideas y volver a los pisados caminos del pensamiento neoclásico o poskeynesiano, sino un reto a la investigación especializada. A ésta corresponde aclarar si las preguntas pendientes pueden ser contestadas con base en los planteamientos de Gesell.

Las declaraciones aprobatorias sobre la teoría de Gesell por parte de economistas de relieve que presentamos a continuación, confirman la presunción de que en sus conceptos posiblemente se halle el germen de una nueva teoría económica base. Dicha suposición justifica la entrega de las autoridades científicas para primeramente verter las reflexiones de Gesell a la terminología especializada moderna, enlazarlas con el estado actual del desarrollo teórico, y elaborar con ellas, finalmente, una plataforma sobre la que pueda proce­derse también a solucionar los muchos detalles problemáticos que no tocamos aquí.


Apéndice

“Gesell ha creado conceptos originales en el campo de las ciencias de la economía y sociales pese a ser autodidacta (¿o debido a ello?). Precisamente por no tratarse de un teórico que haya cursado una escuela económica formal, hay que valorar más en alto sus logros. Los escritos de Gesell contienen muchos aspectos científicamente valiosos y fértiles, que no volverán a desaparecer del cuerpo de la teoría monetaria.”

Dr. Oskar Stillich, economista en la Universidad Humboldt de Berlín, en Das Freigeld ‑ eine Kritik, Berlín, 1923, pp. 6‑8.

“La libremoneda pudiera ser el mejor regulador de la velocidad de circulación del dinero, la cual es el factor más desconcertante para la estabilización del nivel de precios. Al aplicarse correctamente de hecho podría ayudarnos a salir de la crisis en un plazo de pocas semanas... Soy un humilde discípulo del comerciante Gesell.“

Prof. Dr. Irving Fisher, economista en la Universidad de Yale, New Haven, E.U.A., en Stamp Scrip, Nueva York, 1933, p. 67, y en Mail and Empire, Toronto, del 21.11.1932.

“La obra más importante de Gesell está escrita con un lenguaje científico y frío, aunque en su totalidad se vea inundada con una entrega más fervorosa y encendida a la justicia social de lo que algunos juzgan conveniente para un erudito. ... Opino que el futuro sacará mayor provecho del espíritu de Gesell que del marxista.“

Prof. Dr. John Maynard Keynes, economista en la Universidad de Cambridge, Inglaterra, en “General Theory on Employment, Interest and Money“, Berlín, 1936, p. 300.

“La postura de Gesell es a la vez anticlásica y antimarxista. ... La unicidad de la investigación teórica de Gesell se debe a su actitud ante la reforma social. Sólo al tomar en consideración su perspectiva general como reformador se llega a comprender su teoría. ... En lo referente a algunos puntos importantes el desarrollo de su análisis muestra aún ser incompleto, pero en términos generales su planteamiento no admite mejoría.“

Prof. Dr. Dudley Dillard, economista en la Universidad de Maryland, E.U.A, en “Gesell’s Monetary Theory of Social Reform“, American Economic Review (AER), vol. 32 (1942), p. 348.

“Ante todo deseamos hacer constar aquí nuestra más alta estima para los pioneros como Proudhon, Walras y Silvio Gesell, quienes lograron la magna conciliación del individualismo y del colectivismo sobre la que estriba el orden económico al que nosotros aspiramos.“

Prof. Dr. Maurice Allais, economista en la Universidad de París, Francia, en Économie et Intérét, París, 1947, p. 613.

“La ciencia de la economía debe a Silvio Gesell adelantos profundos respecto a la naturaleza de la moneda y del interés, pero Gesell siempre ha sido considerado como un excéntrico por parte del gremio económico. No era profesor, hecho que ya resulta sospechoso. ... Decisivo es que las ideas fundamentales de Silvio Gesell, las ideas de un orden económico‑político, sean acertadas y ejemplares. De importancia también ejemplar es que para él la creación de un orden monetario capaz de funcionar haya sido el ‘nervus rerum’ de un ordén económico y social practicable.”

Prof. Dr. Joachim Starbatty, economista en la Universidad de Tubinga, en “Eine kritische Würdigung der Geldordnung in Silvio Gesells utopischem Barataria (Billigland)”, Fragen der Freiheit, Año 21 (1977), número 129, pp. 6 y 30s.

“Silvio Gesell sabía escribir enforma clara e inteligible, don del que en su mayoría carecen los meros teóricos y reformadores e incluso muchos prácticos en la actualidad. El orden económico natural merece ser leído aún hoy día. ... ‑ Gesell desarrolló concepciones geniales y fue olvidado, en tanto que sus coetáneos menos geniales... deslumbraron a varias generaciones antes de que también en estos casos se impusiera la impresión de una falsificación de las ideas.”

Prof. Dr. Oswald Hahn, economista en la Universidad de Erlangen-Nuremberg, en “In memoriam Silvio Gesell“, Zeitschrift für das gesamte Kreditwesen, Año 33 (1980), número 6, p. 5.

“Gesell es un ‘outsider’ juicioso... quien se.. ha ocupado en forma muy original con la moneda y el interés, con el derecho al producto total del trabajo y con sugerencias para la corrección. ... Sus concepciones respecto a esta problemática y acerca de los recursos funcionalmente aptos para las situaciones de crisis de aquel entonces, merecen una consideración también con miras a la mejoría fundamental del acontecer monetario en general.“

Prof. Dr. Dieter Suhr (+), jurista en la Universidad de Augsburgo, en Geld ohne Mehrwert ‑ Entlastung der Marktwirtschaft von monetären Transaktionskosten, Frankfurt, 1983, pp. 17 y 51.

“Gesell es el fundador de la ‘teoría de una economía libre’, un economista ‘outsider’ quien no obstante fue reconocido en cierta forma como antecesor por Keynes. Por lo tanto aún hoy en día se le interpreta sobre todo como keynesiano, es más, como una suerte de ‘hiperkeynesiano’: como el representante de una escuela que en beneficio de la evasión de las crisis propaga un interés (nominal) lo más bajo posible. Pero Gesell también comprendió que el problema de la crisis no puede ser solucionado tan sólo mediante la reducción de los tipos de interés. ... Gesell señala, por lo tanto, la necesidad de introducir, como medida correlativa a la introducción de la ‘libremoneda’.... la ‘libretierra’... La obra más importante de Gesell en consecuencia se titul “Un orden económico natural mediante libretierra (!) y libremoneda“. Así hace constar que nunca debe perderse de vista el aspecto real de la economía ‑o sea, la demanda de tierra o de los recursos‑, aunque la importancia primaria sea atribuida a los factores monetarios. Esto fue comprendido con mayor claridad por Gesell que por Keynes.“

Prof. Dr. Hans C. Binswanger, economista en la Escuela Superior para Ciencias Económicas y Sociales (Academia), St. Gallen, Suiza, en Arbeit ohne Umweltzerstörung - Strategien einer neuen Wirtschaftspolitik, Frankfurt, 1983, pp. 246‑248.



Literatura para profundizar

Silvio Gesell, Die Natürliche Wirtschaftsordnung durch Freiland und Freigeld, 1. Auflage Bern 1916 – 9. Auflage Zitzmann Verlag Lauf bei Nürnberg 1949.

T. Christen, Das Geldwesen ‑ Ein dynamisches System, 2. Auflage Genossenschaft Verlag Freiwirtschaftlicher Schriften Bern 1932.

Karl Walker, Das Buchgeld ‑ Ein Beitrag zur theoretischen Klärung, Vita-Verlag Heidelberg 1951.

Karl Walker, Die Technik der Umlaufsicherung des Geldes, Vita-Verlag Heidelberg 1952.

Ernst Winkler, Theorie der Natürlichen Wirtschaftsordnung, Vita-Verlag Heidelberg 1952.

Karl Walker, Neue Europäische Währungsordnung, Zitzmann Verlag, Lauf bei Nürnberg 1962.

Jobst von Heynitz, Votum für eine nutzer‑ und eigentumsfreundliche Reform des Bodenrechts, in: Zeitschrift für Rechtspolitik ZRP Nr. 9/1977.

Dieter Suhr, Geld ohne Mehrwert ‑ Entlastung der Marktwirtschaft von monetären Transaktionskosten, Fritz Knapp Verlag Frankfurt 1983.

Dieter Suhr, Auf Arbeitslosigkeit programmierte Wirtschaft ‑ Diagnose und rechtstechnische Behandlung des Mehrwertsyndroms, in: Zeitschrift für Rechtspolitik (ZRP) Nr. 9/1983.

S. Wolf, Silvio Gesell ‑ Eine Einführung in Leben und Werk eines bedeutenden Sozialreformers, Fachverlag für Sozialökonomie Hann. Münden 1983.

Hans Hoffmann, 75 Jahre Schweizerische Nationalbank in Konzeptions ‑ und Zielkonflikten (75 años del Banco Nacional Suizo Banco Central, en conflictos con su concepción y sus metas)

Zeitschrift für Sozialökonomie
(Periodico sobre Economia Soeial)

Fragen der Freiheit
(Cuestiones sobre la Libertad)
*
T. Christen, Gesells Monetary and Social Reform ‑ Free Economy (Translation by Philip Pye), Neo‑Verlag Berlin 1930.

J. Büchi, Free Money ‑ A Way out of the Money Maze, Search publishing Company London 1933.

Silvio Gesell, The Fundations of Peace (Translation by Philip Pye, with a preface by Hugo Fack), San Antonio Texas 1937.

Dudley Dillard, Gesell`s Monetary Theory of Social Reform, in: American Economie Review (AER) Vol. 32 (1942), Nr. 2, S. 348.

Wise, Great Money Reformers ‑ Silvio Gesell, Arthur Kitson, Frederic Soddy, London 1949.

Silvio Gesell, The Natural Economic Order (Translation by Philip Pye), Peter Owen Ltd. London 1958.
*
T. Christen, Economic franche ‑ Ni Capitalisme, ni Etatisme, Edition de la Ligue pour le Sol franc et la Monnaie franche Berne et Paris 1923.

J. Barral, La Revolution économique, Nouvelles Editions Latines Paris 1935.

F. Swinne, L’Estampillage des Billets de Banque, Bruxelles 1944.

Silvio Gesell, L’order économique naturel (Trad. de Félix Swinne), Berne ‑ Paris ‑Bruxelles 1948.
*
Silvio Gesell, El Sistema Monetario Argentino ‑ Sus Venatajas y su Perfeccionamiento, Buenos Aires 1893.

Silvio Gesell, La Cuestión Monetaria Argentina, Buenos Aires, 1898.

Silvio Gesell, El Orden Económico Natural por Libretierra y Libremoneda (Editado por Ernesto F. Gesell), Buenos Aires 1936 (Tomo 1 y 2) y 1945 (Tomo 3).

Friday, August 21, 2009

Como masificar al soberano

por Manfred F. Schieder

“El deseo del niño por alcanzar la meta que se ha propuesto lo lleva a actuar correctamente. NO es la maestra quien le advierte sobre sus errores y le enseña a corregirlos, sino una compleja actuación de la propia inteligencia del niño la que lo lleva al resultado que se propuso.’
(María Montessori en "Ideas Generales sobre el Método")

Es el primer día de clase.
Para los más pequeños en el jardín de infantes, para los mayorcitos el primer grado. Impecables en sus delantales, “cual inocentes palomitas", dirá la Sra. Directora o el Sr. Director en su alocución. En sus uniformes o, simplemente, en raídas zapatillas, formarán, cual soldados (la comparación es inevitable y no menos amedrentadora), fila tras fila, columna tras columna, la nueva dotación de mentes que aguardan recibir nuevos conocimientos.
Al sonar el timbre o la campana, en las regiones modestas, caminan hacia el aula, se ubican, preparan sus útiles de escritura, el cuaderno y prestan atención, anhelantes y no sin temor, a lo que dirá la maestra. Aún no lo saben y muchos no lo sabrán jamás, pero se encuentran en un laboratorio, en una sala de torturas indoloras, dirigida desde el Ministerio de Educación y sus dependencias, donde se amoldará sus cerebros a lo que quienes gobiernan dispongan.
Ha comenzado el proceso oficial de sometimiento del soberano, el lento pero preciso operativo de masificación.
Es el Día del Control Total.
Esa filósofa suprema que inició y terminó en una sola labor la totalidad de la filosofía - Ayn Rand - expresó graves palabras sobre la educación al comparar al sistema educacional vigente en el mundo con esa ocupación horrorosa de los siglos pasados que Víctor Hugo describe en su obra “El Hombre que Ríe”: Los Comprachicos.
Los Comprachicos negociaban con niños. Los compraban, los desfiguraban de mil espantosas maneras para convertirlos en gnomos bufonescos y los vendían a reyes y príncipes como objetos de diversión. En la China, por ejemplo, tomaban una criatura de dos o tres años, la colocaban en una vasija de porcelana y la dejaban crecer, durante años, dentro de tan bizarro corsé. Esto comprimía las carnes y retorcía los huesos. En cierto momento, cuando el daño ya era irreparable, se rompía la vasija y se obtenía un hombre moldeado como el recipiente.
Anticipándome al contenido de este artículo quiero recordar al lector que el daño no se transfería a los genes.
La práctica misma, empero, no ha desaparecido. Ahora es más sutil, menos evidente.
Los colectivistas han descubierto que es menos riesgoso y de todas formas muchísimo más redituable retorcer los cerebros. Fieles a sus malvados propósitos fabrican aquello que responde a su meta de uniformar a la población mundial: robots, seres descerebrados programados pare obedecer al Stalitler de turno, a quien complace explotarlos y enviarlos a su temprana muerte, por lo cual, incluso, aun es vitoreado. Si el lector no lo creyese puedo remitirlo a leer la historia mundial.
La educación en manos del Estado es, de por si, una inmoralidad y defender a la misma a partir de la aseveración que con ello se asegura una igualdad en la oportunidad educativa de toda la población, equivale a no entender la raíz misma de la cuestión.
No se trata de una cuestión de economía, como permanentemente insiste la educación estatal. Hasta el más lego en la materia ha de entender que una educación privada es SIEMPRE menos onerosa que la estatal, encarecida por un inevitable exceso burocrático. Pero por más importante que pueda ser este aspecto del tema para la totalidad de la población, no puede su consideración afectar de manera alguna lo que la educación en manos gubernamentales - o de sectores protegidos por el Estado - significa filosófica y psicológicamente.
La idea fundamental es adoctrinar al “soberano” para que actúe a partir de ahí como un títere programado. La meta evidente es la de bloquear aun la mínima posibilidad de desarrollar ideas distintas, quizá nuevas, a partir de la observación personal de los hechos, sin la influencia de imbuídos conceptos.
Ludwig von Mises, economista gigantesco, expresa en su “Acción Humana”: “La enseñanza primaria fácilmente deriva hacia la adoctrinación política… El partido en el poder controla siempre la instrucción pública y puede, a través de ella, propagar sus propios idearios y criticar los contrarios.”
Incluso Bertrand Russell, a quien mal se le puede aplicar mote alguno de defensor del liberalismo, reconoció la maldad contenida en la educación pública al decir: “La educación estatal produce una manada de fanáticos ignorantes, prestos a iniciar una guerra o una cacería de brujas si así se les ordena hacerlo. Tan grande es este mal que el mundo sería mejor si nunca se hubiese iniciado la educación estatal.”
Ayn Rand menciona en su articulo “La Doctrina de la Igualdad de Oportunidades en la Educación” un punto particularmente inmoral: “El gobierno,” dice allí, “no tiene derecho alguno de imponerse como árbitro de ideas y, en consecuencia, sus establecimientos - las escuelas públicas y semipúblicas - no tienen tampoco el derecho de enseñar un único punto de vista, con exclusión de todos los demás. No tiene derecho de ponerse al servicio de las creencias de ningún grupo de ciudadanos en particular e ignorar y silenciar a los demás. No tiene el derecho de imponer desigualdad alguna sobre ciudadanos que llevan por igual el lastre de su sustento. Al igual de lo que ocurre con los subsidios estatales para las ciencias, es viciosamente errado forzar a un individuo a pagar por la enseñanza de ideas diametralmente opuestas a las suyas; es una violación profunda de sus derechos. Esta violación se vuelve monstruosa cuando son sus ideas las que se excluyen de tal enseñanza pública, ya que significa que está obligado a pagar por la propagación de aquello que considera falso y malvado y la supresión de aquello que entiende ser verdadero y bueno.”
La masificación de la especie, propósito declarado de todo colectivista, lleva a la humanidad a su segura destrucción. El hombre no comparte con las demás especies la característica que permite sobrevivir a éstas: adaptarse al medio ambiente. Por lo contrario, su naturaleza determina como método de supervivencia lo opuesto: debe acomodar al medio ambiente a sus propias necesidades. Este fin, diametralmente opuesto al dejarse llevar, al adaptarse, exige, claro está, una actividad compleja que sólo el ser humano es capaz de realizar: entender la realidad, comprender sus leyes resultantes y aplicar la imaginación para adaptar los materiales de la realidad - los elementos físico-químicos - a sus necesidades, siendo la imaginación la facultad de reordenar los elementos de la realidad para alcanzar valores humanos. La imaginación no funciona en un vacío: requiere del conocimiento de los elementos que se desean reordenar.
La compulsiva educación colectivista es la culpable directa del estado de neurosis permanente que hoy en día predomina en el mundo. La desindividualización no logró ni logrará jamás cambiar al ser humano hasta el punto de dejar de ser lo que es: Hombre-Individuo. Solamente logra aplastar esa característica esencial con toneladas de miedo político y social que incluyen la adoctrinación del ser humano para transformarlo en aquello que no es: masa informe. El resultado es la desintegración social (un proceso de reversión: la bestialización del hombre), el desatado odio hacia los demás expresado en el terrorismo (explosión directa de quienes han sido privados, sin saberlo, de su individualidad y su racionalidad), la falta de toda creatividad artística (barbudos y desaliñados “artistas” produciendo la injustificable y repugnante expresión adulta de las manchas con las cuales los niños tratan de representar la realidad que los rodea), las manadas de hippies y sectarios cínicos y amargados que retornan a las épocas cavernarias, la universalización de la drogadicción como única pero horrorosa válvula de evasión de un mundo que el colectivismo produjo, como evidencia de su malevolencia metafísica, a su imagen y semejanza, y cuyo único resultado posible es una acelerante degradación de la especie.
El proceso de masificación, que se encuentra en el origen de los resultados arriba descritos, comienza ya en los primeros años de vida del niño, A decir verdad, son éstos los años decisivos. Lo son tanto que han permitido decir a los jesuitas: “Dadnos un niño durante siete años y después podréis hacer lo que queráis con él." O sea, lo habrán deformado - como Comprachicos - en un obediente robot, Es en estos años que se le niega al niño el contacto directo con la realidad. Se le enseña - o sea, se lo compele - a adaptarse a lo que “la sociedad” demande. De hecho, se lo compulsa a ajustarse a lo que la sociedad - el grupo dirigente - determine; no a conocer la realidad. Esta es presentada como algo cambiante, inseguro, en lo que no se puede fiar. Se provoca así un estado de confusión permanente en un cerebro que es una hoja en blanco y que necesita desesperadamente datos informativos, y se obtiene el resultado apetecido: una mente insegura que se adhiere fácilmente a lo que dicten los mayores: los maestros primero, los conductores espirituales después, finalmente el estado dictatorial. La religión participa en forma permanente y activa de este proceso. A lo largo del mismo, la mayoría se somete; en una minoría el clima de rebelión - el individuo que intenta reafirmarse frente a un orden que no le es propio y que quiere destruirlo - es constante.
Pero si el hombre quiere sobrevivir como especie depende de una individualización cada vez mayor de cada uno de sus componentes. Cada hombre debe sobrevivir y progresar POR SI MISMO. Existe una estructura social - el Capitalismo - donde se dan las condiciones exactas para esta meta, pero en este artículo deseo llamar la atención a otro aspecto de la cuestión: PARA SOBREVIVIR. El. SER HUMANO NECESITA INFORMACIÓN, NO UNIFORMACIÓN.
Existe un solo método de enseñanza basado en el respeto de la individualidad de cada niño y es el que creó la Dra. María Montessori (1870-1952) en su nativa Italia. El método ha sido ideado para los niños en sus primeros años de vida y es tan evidente en su propósito de lograr Hombres-Individuos que los colectivistas lo reconocieron de inmediato como enemigo insoslayable. Cuando los fascistas llegaron al poder en Italia ordenaron la clausura de todas las escuelas donde se aplicaba el sistema creado por María Montessori. En Alemania y Austria - en los años que fueron regidos por el nazismo - se quemaron efigies de la pedagoga sobra piras de sus propios libros, en parques públicos en Berlín y Viena.
El sistema Montessori hace hincapié en lograr que el niño comprenda, en primer lugar, conceptos elementales tales como altura, espesor, forma, textura, color, sonido, etc. y que tome conciencia de que la realidad no es caprichosamente cambiante sino que cada cosa tiene un lugar adecuado, que el mundo que lo rodea es comprensible e inteligible, que las cosas no desaparecen inexplicablemente y que él está capacitado para tratar con ellas. Esto quita el factor "miedo" de una mente que se está formando, lo cual, a su vez, brinda una plataforma de seguridad sobre la cual puede, confiadamente, adquirir nuevos conocimientos. El resultado es una consciente sensación de auto-suficiencia (son los materiales quienes le indican el proceso de ordenamiento objetivamente correcto y no necesita, por ello, depender de la "autoridad de los adultos”) y una creciente individualización. Este es el origen mismo de hombres capaces de sobrevivir y progresar por sus propios medios.
Ayn Rand explicó así el proceso: ‘Dado que el propósito de los materiales de Montessori es ayudar al niño en el desarrollo de su conciencia, o sea entender la naturaleza de la realidad y aprender a tratar con ella - la rigidez de los problemas que debe resolver provee la lección más importante que aprenderá jamás: le enseña la Ley de Identidad (A es A). Aprende que la realidad es un absoluto que no puede ser alterado por caprichos y que si quiere tratar adecuadamente con ella debe hallar la única respuesta correcta. Aprende que un problema tiene una solución y que él tiene la habilidad de resolverlo, pero que debe buscar la respuesta en la naturaleza de las cosas con las que trate y no en sus sentimientos. Esto lo prepara, desde sus primeros pasos cognitivos, para el momento en que, siendo adulto, entienda el principio de que “la Naturaleza, para ser comandada, debe ser obedecida" - momento éste en que tal principio se habrá automatizado en su mente. Todo intento de “educar al soberano” con inseguridad, caprichos y atemorización produce los pobres neuróticos que claman contra "la tiranía de la realidad’” (de "The Montessori Method", por Beatrice Hessen - The Objectivist/Julio de 1970).
Son los padres - especialmente aquéllos que no lograron superar individualmente el proceso oficial de uniformación - quienes deberían considerar con especial dedicación esta cuestión en relación con sus hijos. El mundo que produjo el colectivismo podrá ser el “ideal” de intelectuales y políticos pusilánimes y malvados, pero no podrá serlo jamás para hombres que, aun educados en la colectivización, todavía retienen en sí la capacidad, no importa cuán vagamente, de desear un mundo mejor para sus hijos. Tal mundo mejor no se logra aferrándose a lo que yo llamo “La Noria del Arroró”, el obstinado canto de sirena de que las cosas son así y no pueden ser rectificadas, sino tomando la decisión de repensar la situación, de no aferrarse a lo que los hipnotizantes Comprachicos quieren hacernos creer. El hombre no es masa informe sino Individuo. La repetitiva deformación física no tiene efectos genéticos (la circuncisión es una de las tantas pruebas de ello). No menos cierto es el efecto de la deformación mental inducida por los colectivistas. Miles de años de obligar a los hombres a comportarse como masa informe jamás logró ni logrará jamás un engendro semejante. Los hombres nacen como Individuos. Pero es la misión de su vida afirmarse como tales.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Nota: El original en inglés del presente artículo fue publicado en las páginas del Web de "Rebirth of Reason" (http://rebirthofreason.com/Articles/Schieder/ALIGNING_the_CITIZEN.shtml). Traducción al castellano del autor.

Monday, August 17, 2009

Capitalismo, Gobierno Limitado y Cristianismo

El Profesor Alberto Mansueti es abogado graduado por la Universidad Nacional del Litoral y Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Nacional del Rosario, Argentina. Es el vicepresidente del movimiento Rumbo Propio, de Venezuela y director académico del Instituto de Libre Empresa, en Perú. Mansueti es conocido como uno de los más destacados maestros del Liberalismo Clásico y ha escrito numerosos libros y artículos sobre el pensamiento liberal.
Para acceder a algunos de sus escritos escoja uno de los siguientes enlaces:
La Derecha Boba o Porqué la Izquierda manda
Porqué Murió el Gobierno Limitado?
Las Leyes Malas (y el Camino de Salida)
Los Impuestos
Mediciones, Parcelamientos y Deslindes
Religión y Asuntos Públicos
Entrevista al Dr Alberto Mansueti en la Universidad Francisco Marroquín

Sunday, August 16, 2009

El ajedrez imperial de Hugo Chávez

por Alvaro Vargas Llosa en la página de la Fundación Atlas 1853

El venezolano Hugo Chávez nunca ha escondido sus planes imperiales. Lo que empezó como el eje Cuba-Venezuela incluye hoy a Ecuador, Bolivia, Nicaragua y las islas caribeñas de Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas, y Dominica. Pertenecen a la (rebautizada) Alianza Bolivariana de las Américas (ALBA). Argentina y Paraguay son íntimos del grupo. El partido del gobierno en El Salvador responde directamente a Chávez.

El hecho de que gobiernos de la izquierda moderada presten apoyo a Caracas y los dirigentes de centroderecha anden en puntas de pie por temor a consecuencias internas da al autócrata venezolano un amplio margen de maniobra. Empleando a Petrocaribe, un mecanismo para suministrar petróleo subvencionado a trece de las quince islas del CARICOM más Cuba y Guatemala, la mano larga de Chávez trasciende el ALBA. Los beneficiarios del soborno venezolano retribuyen el petróleo dando apoyo a Chávez en la Organización de Estados Americanos (OEA) y Naciones Unidas. Fueron determinantes en la elección de José Miguel Insulza como Secretario General de la OEA en 2005 y tienen capacidad para reelegirlo en 2010.

Los ojos del caudillo venezolano se fijan ahora en el Perú, donde la pobreza ha caído a un tercio de la población gracias a la democracia liberal y la empresa privada. El 29 de mayo, el boliviano Evo Morales envió una carta a una reunión de comunidades indígenas en la región peruana de Puno convocando a una rebelión abierta. Durante un reciente alzamiento nativo contra los decretos gubernamentales que buscaban relajar las restricciones sobre la minería y la agricultura privada en la selva amazónica, el gobierno de Nicaragua concedió asilo político a Alberto Pizango, el agitador acusado por las autoridades peruanas de ser responsable de la muerte de docenas de policías.

La estrategia de Chávez reposa en una red de franquicias políticas repartidas por la región: les vende a sus potenciales aliados el derecho a explotar su marca “Socialismo del Siglo 21” a cambio de servilismo político. Cada franquicia adapta el producto a las circunstancias locales, que pueden consistir en exacerbar tensiones étnicas (los Andes), remover fondos nacionalistas contra países vecinos (Sudamérica), o convocar fantasmas antiamericanos (México y el Caribe). El Socialismo del Siglo 21 está tácticamente aliado con autocracias no latinoamericanas, como Irán y Rusia.

Para consolidar la revolución chavista, fueron necesarios una implacable deslegitimación ideológica de los valores republicanos y la propiedad privada, y el establecimiento de un método para entronizar una dictadura con medios aparentemente democráticos. Tras su llegada al cargo en 1999, Chávez utilizó referendos y comicios para deshacerse del sistema de pesos y contrapesos. Pergeñó una nueva Constitución que proporcionó el entramado “democrático” para reemplazar a la Asamblea Nacional, el Consejo Nacional Electoral y los tribunales.

Cada institución actúa con el fin de controlar e infligir temor en la población. El sistema electoral está diseñado para crear el espejismo de la mayoría. Según “Súmate”, una respetada organización, el padrón de votantes ha crecido 52 por ciento en diez años. Ninguna institución independiente ha podido verificarlo. Las máquinas “captahuellas” que registran las impresiones dactilares en los centros de votación permiten a las autoridades rastrear la identidad de quienes votan en contra de Chávez.

Otras formas de control “democrático” incluyen la colosal expansión del Estado. Casi 5 millones de venezolanos —el 28 por ciento del padrón electoral— dependen de él para su subsistencia. Si sumamos a sus familias y las fuerzas armadas, hablamos de la mayoría de los votantes.

Chávez ha obtenido el manejo de tres cuartas parte de los medios de comunicación. A comienzos de julio, 285 estaciones de radio y TV fueron clausuradas. Los tribunales son otra pieza clave de la dictadura “democrática”. De todos los cientos de jueces que se encontraban en funciones cuando Chávez llegó al poder, sólo tres permanecen. Los nuevos jueces provisionales están persiguiendo a los alcaldes y gobernadores de la oposición elegidos en 2008.

Estas son, pues, la ideología y el método que Chávez ha convertido en franquicia. El ecuatoriano Rafael Correa ha sustituido los pesos y contrapesos por instituciones subordinadas a él a través de elecciones y referendos; una nueva Constitución le permitió este año conseguir la reelección. Mediante acusaciones fraudulentas, asumió el control de las estaciones de TV de la familia Isaías y ahora tiene cercada a Teleamazonas. En Bolivia, Evo Morales será reelegido en diciembre porque modificó las reglas mediante una nueva Constitución aprobada en un referendo; también utiliza el armazón “democrático” para concentrar poder mediante la intimidación y de masivas expropiaciones rurales. Daniel Ortega, que se robó los comicios locales del año pasado en Nicaragua, anhela una nueva Constitución para buscar la reelección permanente.

La cataléptica economía de Venezuela, la caída de la producción de petróleo en ese país debido a la corrupción y la ineficiencia, y el hartazgo con la revolución en otros países sugieren que Chávez podría enfrentar grandes obstáculos en el futuro. Pero si los propios latinoamericanos no responden a ese desafío antidemocrático con una vigorosa y desacomplejada defensa de la libertad, la región perderá el siglo 21 tal como perdió el 20.

Autogolpe en Honduras

Por: Jaime Raúl Molina en la Página de Fundación Libertad

En Honduras, el Presidente Manuel Zelaya intentaba subvertir el orden constitucional, pero la institucionalidad fue preservada por valientes hombres que se negaron a permitirle a Zelaya constituirse en tirano.

Zelaya pretendía violentar la Constitución haciendo un referéndum sobre la posible convocación en noviembre a una Asamblea Constituyente. El problema es que la Constitución hondureña no permite la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente como método para reformar la Constitución, de modo que el tal referéndum es ilegal desde su concepción. Así se lo hizo saber el Tribunal Supremo Electoral. Entonces Zelaya decidió proseguir de todos modos, y por eso llamó al ejercicio 'encuesta' y no referéndum, y pretendía llevarlo a cabo con el Instituto Nacional de Estadísticas (controlado por el Ejecutivo), entidad a la que claramente no le corresponde una consulta popular como ésta. Pretendía además hacerlo de tal manera que las fuerzas armadas colaboraran en el ejercicio, y cuando el jefe de las Fuerzas Armadas conjuntas Romeo Vásquez Velásquez se negó a cooperar, alegando (correctamente) que se trata de un acto inconstitucional, el Presidente Zelaya decidió destituirlo. El Ministro de Defensa, Edmundo Orellana, renunció en protesta, y así lo hicieron también los jefes de las tres ramas militares, Naval, Aérea y Ejército.

Entonces, Vásquez recurrió contra la decisión ante la Corte Suprema de Justicia y ésta resolvió de forma unánime (5-0) declarar nula la destitución y por tanto restituir a Vásquez.

Ante la advertencia de parte del Tribunal Supremo Electoral sobre la ilegalidad de la encuesta, posición ratificada por la Corte Suprema de Justicia, garante de la Constitución, el Presidente Zelaya decidió proseguir de todas maneras. La llamada 'encuesta' tendría lugar el pasado domingo 28 de junio. Ante este evidente rompimiento del orden constitucional de parte de Zelaya, el Fiscal General Luis Rubí ordenó a las fiscalías bajo su mando, a acudir hoy a los centros de votación ilegales para tomar evidencia del delito. Así se hizo y paralelamente las F.F.A.A. fueron ordenadas por la propia Corte Suprema de Justicia, a detener al Presidente. Esto se hizo y en efecto el Presidente fue detenido y puesto en un avión hacia San José, Costa Rica.

Análisis: En una República, gobierna la Constitución y la Ley, no los hombres. Ningún hombre, ni siquiera el Presidente en funciones, está por encima de la Constitución y las leyes. Cualquier acto de insubordinación contra el orden constitucional establecido, es en sí un golpe de estado. En este caso, es harto claro que ha sido el Presidente Manuel Zelaya quien ha violentado el orden constitucional, con un acto consumado (al iniciar los actos para el referéndum declarado ilegal por todas las instancias judiciales y autoridades electorales de Honduras).

Ante esto, ¿qué debían hacer las demás autoridades del país (Órgano Judicial, Ministerio Público, Tribunal Supremo Electoral y F.F.A.A.)? ¿Debían quedarse de brazos cruzados viendo cómo el Presidente violentaba la Constitución? ¿No es acaso el deber de todo ciudadano (y con mayor razón, la de los ciudadanos investidos con funciones de guarda de la Constitución y las leyes), el usar los medios que estén a su alcance para proteger la República, la Constitución y las Leyes?
A mi modo de ver, la Corte Suprema de Justicia, el Tribunal Supremo Electoral, la Fiscalía General y los demás fiscales bajo su mando, al igual que las F.F.A.A. hondureñas, han actuado cívicamente para proteger la Constitución el día domingo. Actuaron con valentía para proteger a su República del intento golpista de su Presidente Manuel Zelaya.

Sin embargo, veo con tristeza cómo todos los gobiernos del mundo corren a condenar dichas actuaciones, y en cambio a respaldar al golpista Zelaya. ¿Qué clase de diletantes nos gobiernan a todos, que corren a defender a un Presidente que tan abiertamente pretendía subvertir el orden constitucional de su país?

Proporciones guardadas (y ni tanto), el abandono que los gobiernos actuales de todo el mundo le están dando hoy al pueblo hondureño y a sus instituciones, me recuerdan el abandono que del pueblo checoslovaco hicieron las potencias europeas en 1938 en Munich. En esto, lamentablemente debo incluir al gobierno saliente de mi país Panamá, del Presidente Martín Torrijos, que ha corrido también a respaldar a Zelaya y a desconocer la actuación del resto de las instituciones republicanas hondureñas.

Saturday, August 08, 2009

Mientras estuvo en Ecuador, la base de Manta –que sí era completamente gringa– no representó ningún riesgo o amenaza para la estabilidad de algún país de la región. A lo sumo, el bombardeo del número dos de las Farc le sirvió de pretexto a Rafael Correa para acusar a los gringos de una supuesta participación en esos hechos, usando aviones basados en Manta. Esto, luego de que Fidel Castro opinara que las bombas inteligentes que se emplearon, eran de uso privativo de los norteamericanos.



Avión AWAC en Manta


Avión AWAC en Manta


Por supuesto que eso no deja de ser mera especulación. Los aviones Tucano y Súper Tucano, de fabricación brasileña, han demostrado plena efectividad y precisión en otras operaciones, como la que dio cuenta del ‘Negro Acacio’ en las selvas del Vichada –en septiembre de 2007–, y a Ecuador le consta que en Manta sólo había aviones de inteligencia y rastreo electrónico tipo AWAC, no bombarderos, como tampoco los habrá en Colombia.













'Pedro el Grande'. Parece un juguete pero mide 253 metros y desplaza 26.000 toneladas



Hace bien el canciller Bermúdez al recordarle a Hugo Chávez que el gobierno colombiano no interfirió en sus ejercicios navales con la flota rusa en noviembre último, los cuales no fueron una reunión de niños exploradores. Para esta exhibición de bandera por el Caribe, los rusos enviaron su más preciada joya, el acorazado nuclear ‘Pedro el Grande’, provisto de misiles supersónicos que pueden llevar carga convencional o nuclear, así como también el buque ‘Almirante Chabanenko’, especializado en la caza de submarinos.










RUSSIA-VENEZUELA/


Bombardero estratégico TU-160 en la base El Libertador (Venezuela)



Esta demostración de fuerza estuvo precedida, en junio, por un ejercicio de lanzamiento de misiles en la base de La Orchila –uno desde un Sukhoi y otro desde una fragata–, y en septiembre, por la presencia en Venezuela de dos bombarderos estratégicos TU-160, con capacidad para portar doce cohetes de crucero con ojivas nucleares o convencionales y 40 toneladas de bombas. En ese entonces, Chávez declaró que la visita de los dos bombarderos rusos era un “gesto de fraternidad y apoyo” que debe darle “más seguridad” a Venezuela (El Mundo [España], 15/09/2008).




Pero eso no es todo, Chávez suscribió un acuerdo para que las aeronaves de guerra rusas reposten combustible en territorio de su país, y ofreció las bases de Cuba y Venezuela para estacionar bombarderos estratégicos rusos con el fin de que operen permanentemente en la región.






Tanque AMX-30 de las Fuerzas Armadas de Venezuela




Tanque AMX-30 de las Fuerzas Armadas de Venezuela



Tiempo atrás, el gobierno colombiano fue respetuoso cuando Chávez decidió emprender una carrera armamentista que rompió el equilibrio regional y derivó en constantes intimidaciones a Colombia, con la amenaza reiterada de enviarnos sus mortíferos aviones Sukhoi si no hacemos lo que él diga. En cambio, Chávez se opuso a que España nos vendiera 40 tanques AMX-30 de segunda mano, de los que Venezuela tiene más de 100 cumpliendo una misión estratégica en el sector fronterizo de Paraguachón.










Dos Sukhoi-30 sobrevolando el río Orinoco




Dos Sukhoi-30 de Venezuela, sobrevolando el río Orinoco



A lo dicho por el canciller colombiano, Chávez replica que Rusia no es un enemigo para Colombia pero que Estados Unidos sí lo es para Venezuela. Hay tres razones básicas que demuestran que el sátrapa vecino está equivocado: 1) A diferencia de Bush, Obama no alentará invasiones, provocaciones ni ataques preventivos, aunque eso no significa que no le dé su merecido al que se lo busque; 2) EE.UU. y Venezuela tienen excelentes relaciones comerciales que trascienden las fanfarronadas de Chávez, puesto que “el imperio” es el destino natural de casi todo su petróleo; y 3) si los gringos quisieran invadir a Venezuela no necesitarían lanzar ataques desde Colombia, pues les bastaría con desplegar una pequeña parte de su poderío naval.


Por todo lo anterior, la verdad es que el riesgo, por estos lados, no son Rusia ni EE.UU., cuyos presidentes se estrecharon las manos hace poco, ni los pueblos de Venezuela o Ecuador. La amenaza real se llama Hugo Chávez Frías. Parafraseando al dictador venezolano, habría que señalar que la presencia de gringos en nuestras bases –que más que soldados son técnicos y analistas– es un gesto de fraternidad y apoyo que debe darnos más seguridad a los colombianos. Para Chávez el asunto es una complicación que dejará al descubierto sus vínculos con el narcotráfico y las Farc, y un duro escollo en su obsesión de apoderarse de Colombia, donde cunde la aversión por ese desvarío de la tal ‘Patria Grande’, embeleco que huele a pútrido comunismo y despótica tiranía.




Publicado en el periódico El Mundo, el 27 de julio de 2009 (www.elmundo.com)