Saturday, December 11, 2010

La Sociedad “Propiedad y Libertad” – Reflexiones después de cinco años

9 de junio de 2010

Por Hans-Herman Hoppe

Cuando por primera contemplé la idea de esta Sociedad, hace más de 10 años y en esa época era aún una sociedad sin nombre, sólo había tenido experiencia directa con otras dos sociedades de las cuales aprender.

Mi primera experiencia fue con la Sociedad Mont Pelerin, la cual había fundado Friedrich Hayek en 1947.

Durante la década de 1990, asistí tres veces, como orador invitado, a las reuniones de la Sociedad Mont Pelerin en las ciudades de Cannes, Ciudad del Cabo y Barcelona. Cada vez, con documentos atacando la democracia y el igualitarismo, defendiendo las monarquías vs democracias, eviscerando la idea liberal clásica del estado mínimo como contradictorio en sí mismo, y propagando un orden natural anarco-capitalista sin estado, mi aparición era considerada como algo escandaloso: demasiado irreverente, demasiado conflictivo, y también demasiado sensacional.

Fuera cual fuera la función que la Sociedad Mont Pelerin pudiera haber tenido en el período inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial, en el momento de mi encuentro con ella, no la sentí especialmente de mi gusto.

Por cierto, conocí muchas personas brillantes e interesantes. Pero, en esencia, las reuniones de la Sociedad Mont Pelerin fueron giras de empleados del Think Tank del “mercado libre” y del “gobierno limitado” y empleados de la Fundación, varios de sus profesores afiliados y protegidos, y los principales donantes financieros de todo esto, sobre todo de los EE.UU., y más específicamente, de Washington DC. Durante mucho tiempo la Fundación Heritage, fue el principal Think Tank del Partido Republicano y cómplice intelectual de la política del Estado de Bienestar y de Guerra de cada administración del gobierno republicano, desde Reagan hasta Bush Jr, y de manera característica, el Presidente de la Fundación, Ed Feulner, quien además fuera ex-presidente de la Sociedad Mont Pelerin y, más significativamente, su tesorero por largo tiempo.

Desde el principio hubo escepticismo sobre la Sociedad Mont Pelerin. Ludwig von Mises, maestro y amigo de Hayek, expresó dudas graves sobre su plan, simplemente al ver la lista de los invitados iniciales de Hayek: ¿cómo una sociedad llena de intervencionistas de estado, certificados, podría promover el objetivo de una comunidad libre y próspera?

A pesar de sus reservas iniciales, sin embargo, Mises se convirtió en miembro fundador de la Sociedad Mont Pelerin. Sin embargo, su predicción resultó correcta. En un hecho famosamente conocido, en una reunión en la etapa inicial de la Sociedad Mont Pelerin, Mises se retiró del recinto denunciando a oradores y panelistas como a una caterva de socialistas.

En esencia, ésta también fue mi primera impresión cuando entré en contacto con la Sociedad Mont Pelerin y esta impresión se ha confirmado desde entonces. La Sociedad Mont Pelerin era una sociedad en la que todo social-demócrata de derecha podía sentirse como en casa. Cierto, de vez en cuando unas pocas aves extrañas eran invitadas a hablar, pero las reuniones estaban dominadas, y el rango del discurso aceptable era definido, por intervencionistas de estado certificados: directores de Fundaciones o Think Tanks capitalizados por, o conectados con el gobierno, por burócratas en la nómina del banco central, por entusiastas del papel-dinero, y por un surtido internacional de “edúcratas” y “cienciócratas” dentro y fuera del gobierno. Nunca se han discutido, en los sagrados recintos de la Sociedad Mont Pelerin el imperialismo de los EE.UU. ni los crímenes de guerra de Bush, por ejemplo, ni los crímenes financieros cometidos por el Banco de la Reserva Federal -y , por supuesto no ha habido discusión alguna sobre cualquier asunto racial sensible.

De nada de todo esto se puede culpar a Hayek, ni que decir. Había perdido cada vez más el control de la Sociedad Mont Pelerin ya mucho antes de su muerte en 1992.

Pero también: Hayek tuvo mucho que ver con la evolución de la Sociedad Mont Pelerin. Porque, como Mises podía haber sabido en ese entonces, y como finalmente se pudo observar, en 1960 con la publicación de la Constitución de la Libertad, Hayek mismo demostró ser un probado intervencionista. En la tercera parte de este famoso libro, Hayek había presentado un plan para una sociedad “libre” tan plagada de diseños intervencionistas que cualquier socialdemócrata moderado – de la variedad escandinava y alemana – fácilmente podía haber suscrito. Cuando, con motivo del cumpleaños número 80 de Hayek en 1979, el Social Demócrata, y entonces Canciller de Alemania Occidental, Helmut Schmidt, envió a Hayek una nota de felicitación proclamando que “todos somos Hayekianos ahora”, no se trataba de una frase vacía. Era cierto, y Schmidt hablaba en serio.

Me di cuenta, entonces, de lo siguiente: El desarrollo deplorable – juzgado desde el punto de vista del libertario clásico – de la Sociedad Mont Pelerin no fue un accidente. Más bien, fue la consecuencia necesaria de una falla teórica fundamental cometida no solamente por Hayek, sino, en última instancia, también por Mises, con su idea de un Estado mínimo.

Esta falla no se limitó a afligir a la Sociedad Mont Pelerin. Afectaba todo el Think Tank industrial del gobierno limitado que había surgido como su heredero desde la década de 1960 en todo el mundo occidental, dominado por los EE.UU., y por lo que la Sociedad Mont Pelerin había asumido la función de “Internacional”.

La meta de “gobierno limitado” o “constitucional“, que Friedrich Hayek, Milton Friedman, James Buchanan y otros grandes de la Sociedad Mont Pelerin habían tratado de promover y que cada Think-Tank del mercado libre de hoy proclama como su objetivo, es una meta imposible, tanto como lo es la meta imposible de intentar la cuadratura del círculo. En primer lugar, no se puede establecer un monopolio territorial de ley y orden y luego esperar que este monopolio no haga uso del poderoso privilegio de legislar a su favor. Del mismo modo: no se puede establecer un monopolio territorial de producción de papel moneda y esperar que el monopolio no utilice su poder de imprimir siempre más y más dinero.

Limitar el poder del Estado, una vez que se le ha concedido un monopolio territorial de legislación, es una meta imposible, auto-contradictoria. Creer que es posible limitar el poder del gobierno- en forma distinta a someterlo a la competencia, es decir, a no permitir ningún tipo de privilegios monopolísticos que surjan, en primer lugar – es asumir que la naturaleza del hombre cambia como resultado del establecimiento de un gobierno (muy parecido a la milagrosa transformación del Hombre que los socialistas creen que sucederá con la llegada del socialismo).

Esto es todo: un gobierno limitado, es una meta ilusoria. Creer que sea posible es creer en milagros.

La estrategia de Hayek y de la Sociedad Mont Pelerin, tenía entonces que fracasar. En lugar de ayudar a reformar – a liberalizar – el Estado (occidental), como era su intención (o su pretensión?), la Sociedad Mont Pelerin y el Think Tank industrial internacional del “gobierno limitado” se convertirían en parte integrante de un sistema estatal de bienestar y de guerra en continua expansión.

Los indicios de este veredicto abundan: La ubicación típica de los Think Tanks dentro o cerca de la capital, prominentemente Washington, DC., ya que su destinatario principal era el gobierno central. Reaccionan a las medidas y a los anuncios del gobierno y proponen y formulan propuestas al mismo gobierno. La mayoría de los contactos de los think-tankers fuera de su propia institución son políticos, burócratas del gobierno, grupos de presión, y una variedad de empleados y auxiliares. Junto con los periodistas relacionados, estos también asisten regularmente a sus conferencias de prensa, sesiones, recepciones y cocteles. Hay un constante intercambio de personal entre Think Tanks y gobiernos. Y los líderes de la industria del gobierno limitado son, con frecuencia, por sí mismos, miembros prominentes de la élite del poder y de la clase dominante.

La más indicativo de todo: Durante décadas, la ideología del gobierno limitado ha sido una industria en crecimiento. Sus gastos anuales en ejecución actualmente llegan a los cientos de millones de dólares, y en total probablemente se han gastado miles de millones de dólares. Al mismo tiempo, los gastos del gobierno, nunca, en ninguna parte, ni una sola vez siquiera, han caído, sino que siempre, y sin interrupción, han aumentado en forma cada vez más vertiginosa.

Y, sin embargo, este evidente fracaso de la industria del gobierno limitado al no entregar el bien prometido, no es castigado, sino que, contra toda lógica, es recompensado con fondos cada vez más amplios. Cuanto más fallan los Think Tanks, más dinero reciben.

El Estado y el Think Tank de la industria del gobierno limitado viven por lo tanto, en perfecta armonía, el uno con el otro. Crecen juntos, al unísono.

Para los defensores del gobierno limitado, como Hayek y toda la industria del Think Tank del mercado libre, esto es una vergüenza. Tienen que explicarlo de alguna manera, o se trata de un accidente o de una coincidencia. Y simplemente lo explican con el argumento de que sin la financiación y la operación continua de ellos, el asunto sería aún peor.

Así excusada, entonces, la industria continúa como antes, sin alterarse por ningún hecho o acontecimiento pasado o futuro.

Pero los embarazosos hechos no son accidentes o coincidencias y podrían haberse previsto de forma sistemática, si solamente uno hubiera comprendido mejor la naturaleza del Estado, y no creyera en milagros.

Como monopolio territorial de legislación y de impresión de dinero, el Estado tiene una tendencia natural a crecer: a utilizar sus leyes “fiat” y su dinero “fiat” para hacerse a un creciente control de la sociedad y de las instituciones sociales. Con sus leyes “fiat”, el Estado tiene el poder especial de amenazar y castigar o incentivar y premiar a quien quiera que le venga en gana. Y con su dinero “fiat”, puede comprar apoyo, sobornar y corromper con mayor facilidad que cualquier otro.

Ciertamente, una institución tan extraordinaria como ésta contará con los medios a su alcance, legales y financieros, para hacer frente al desafío planteado por la industria del gobierno limitado. Históricamente, el Estado ha afrontado con éxito oponentes mucho más formidables – como la religión organizada, por ejemplo!

A diferencia de la Iglesia o las iglesias, sin embargo, la industria del gobierno limitado está ubicada o concentrada convenientemente cerca, o en el centro, del poder del Estado, y la única razón de ser de la industria es la de hablar con, y tener acceso, al Estado. Eso es lo que sus donantes financieros normalmente esperan.

Sin embargo para el Estado, así ha sido mucho más fácil, entonces, señalar y efectivamente controlar esta industria. El Estado sólo tuvo que desplegar su propia burocracia para que estuviera a cargo de las relaciones con el “mercado libre” y atraer a las ONGs del “gobierno limitado” con conferencias, invitaciones, patrocinios, subvenciones, dinero y perspectivas de empleo. Sin tener que recurrir a amenazas, estas medidas por sí solas fueron suficientes para garantizar acatamiento por parte de la industria del Think Tank del mercado libre y de sus intelectuales asociados. La demanda del mercado de servicios intelectuales es baja e inconsistente y, por tanto los intelectuales se pueden comprar a bajo precio!

Por otra parte, a través de su cooperación con la industria de mercado libre, el Estado podría aumentar su propia legitimidad y respetabilidad intelectual como una institución “económicamente progresista“, abriendo así aún más espacio de crecimiento para el Estado.

En esencia, como con todas las llamadas ONG [organizaciones no gubernamentales], el Estado logró transformar la industria del gobierno limitado justo en un vehículo más para su propio engrandecimiento.

Lo que aprendí de mi experiencia con la Sociedad Mont Pelerin, entonces, fue que había que elegir una estrategia completamente diferente si se quería limitar el poder del Estado. Para los socialistas o los social-demócratas, es perfectamente racional hablar y buscar acceso al Estado y tratar de “marchar a través de sus instituciones “, ya que la Izquierda quiere aumentar el poder del Estado. Es decir, la Izquierda quiere lo que el Estado esta dispuesto a hacer de todos modos, en virtud de su carácter de monopolio territorial de ley y orden.

Pero la misma estrategia es ineficaz o incluso contraproducente si se quiere reducir el poder del Estado – independientemente de si uno quiere reducirlo totalmente y establecer un orden natural sin estado, o sólo reducirlo, rápida o drásticamente, hasta lograr el statu quo de una época “gloriosa” o “dorada” anterior.

En cualquier caso, este objetivo sólo puede alcanzarse si, en vez de hablar y solicitar acceso al Estado, abiertamente lo ignoramos, lo evitamos y lo repudiamos; y sus agentes y propagandistas son explícitamente excluidos de nuestros procedimientos. Hablar al Estado, incluyendo a sus agentes y propagandistas, es dar legitimidad y fuerza al Estado mismo. El ignorarlo, evitarlo y repudiarlo ostentosamente, y excluir a sus agentes y propagandistas como indeseables, es restarle autoridad al Estado y debilitar su legitimidad.

En agudo contraste con la Sociedad Mont Pelerin y su múltiple descendencia, que quiso reformar y liberalizar desde adentro el sistema estatal de bienestar y de guerra siguiendo una estrategia de cambio “inmanente” al sistema, como dirían los marxistas – y la cual falló precisamente por esta razón y fue, en cambio cooptada por el Estado como parte del establecimiento político, en mi imaginada sociedad, la Sociedad “Propiedad y Libertad” iba a perseguir una estrategia que “trascendiera” el sistema.

Es decir, trataría de reformar, y en última instancia, revolucionar, desde afuera, el cada vez más invasivo sistema del Estado de bienestar y guerra, a través de una contracultura anti-estatista que podría atraer a un número cada vez mayor de desertores – intelectuales, laicos educados e incluso al tan citado “hombre de la calle” – alejándolos de la cultura dominante e instituciones del Estado. La Sociedad Propiedad y Libertad iría a ser la punta de lanza internacional, el avant-garde, de dicha contracultura intelectual.

Como eje de esta contracultura estaba el concepto de la perversidad de la institución del Estado: Un monopolio territorial de ley y orden que puede hacer y cambiar las leyes a su favor no protege ni puede, sin hacer milagros, proteger la vida y bienes de sus subordinados (clientes), en cambio para ellos es, y será siempre, un peligro permanente – el más seguro camino a la servidumbre y a la tiranía.

Basado en esta idea, entonces, la Sociedad "Propiedad y Libertad" tenía que tener un doble objetivo.

Por un lado, positivamente, tenía que explicar y aclarar las exigencias y requerimientos jurídicos, económicos, cognitivos y culturales y las características de un orden natural libre, sin participación del estado.

Por otro lado, negativamente, se quería desenmascarar al Estado y mostrarlo como lo que realmente es: una institución manejada por grupos de asesinos, saqueadores y ladrones, rodeado de ávidos verdugos, propagandistas, aduladores, malhechores, mentirosos, payasos, charlatanes, majaderos e idiotas útiles – una institución que ensucia y mancha todo lo que toca.

A efecto de divulgar la verdad completa debo añadir lo siguiente: Ante la insistencia de mi amigo Jesús Huerta de Soto, – quien había sido reclutado a una edad temprana, por Hayek, personalmente, – con cierta reluctancia, solicité ser miembro de la Sociedad Mont Pelerin en cierto momento, a mediados de la década de 1990. Además de Huerta de Soto, había apoyado mi membresía el difunto Arthur Seldon, quien era entonces Presidente Honorario de la Sociedad Mont Pelerin. Sin embargo, fuí rechazado y, tengo que admitir que, merecidamente, porque simplemente no encajaba en tal sociedad.

De fuentes confiables me han dicho que fue, particularmente, Leonard Liggio, un antiguo amigo de Murray Rothbard, quien al haberse dado cuenta de ello se opuso vigorosamente a mi membresía; apoyado por Christian Watrin, del contingente de líderes y activistas alemanes de la Sociedad Mont Pelerin. Ambos, Liggio y Watrin, más tarde se convertirían en presidentes de la Sociedad Mont Pelerin.

Mi segunda experiencia con sociedades intelectuales fue con el Club John Randolph [CJR], que había sido fundado en 1989 por el libertario Murray Rothbard y el conservador Thomas Fleming.

Desde el principio, esta sociedad fue mucho más de mi gusto. Durante un tiempo, jugué un papel preponderante en el Club John Randolph. Pero también desempeñé un papel importante en su ruptura, que se produjo poco después de la muerte de Rothbard en 1995, y que esencialmente resultó en la salida del ala rothbardiana de la sociedad.

Sin embargo, mi recuerdo de los primeros años del John Randolph Club es de grata evocación. Así, no es de extrañar que un buen número de mis viejos compañeros del Club John Randolph también hayan aparecido aquí en Bodrum, en las reuniones de la Sociedad "Propiedad y Libertad": Peter Brimelow, Tom DiLorenzo, Paul Gottfried, Walter Block, Justin Raimondo, Yuri Maltsev, David Gordon. Además, debo mencionar a mi amigo Joe Sobran, quien habría querido aparecer en nuestra reunión inaugural, pero no pudo asistir debido a problemas de salud.

En contraste con la internacional Sociedad Mont Pelerin, el Club John Randolph fue una Sociedad americana. Esto no significa sinembargo que el CJR fuera más provinciano. Por el contrario. No sólo tenía numerosos miembros “extranjeros” el CJR, sino también, mientras que la Sociedad Mont Pelerin estaba dominada por economistas profesionales, el Club John Randolph representaba un espectro mucho más amplio, interdisciplinario y trans-disciplinario, de intereses y esfuerzos intelectuales.

En promedio, el número de miembros del Club John Randolph con conocimiento de idiomas extranjeros era bastante mayor de lo encontrado en el círculo de la Sociedad Mont Pelerin. En sus hábitos y maneras, la Sociedad Mont Pelerin era multi-cultural, igualitaria y no discriminatoria, si bien era altamente restrictiva e intolerante con respecto a la variedad admisible de temas y tabúes intelectuales. En marcado contraste, el CJR era decididamente una sociedad burguesa, anti-igualitaria y discriminatoria, pero al mismo tiempo una sociedad mucho más abierta y tolerante intelectualmente, sin ningún tipo de tabú.

Además, mientras que las reuniones de la Sociedad Mont Pelerin eran grandes e impersonales – podrían superar los 500 participantes – en las reuniones del Club John Randolph rara vez había más de 150 asistentes y eran reuniones pequeñas e íntimas.

Me gustaban de todos estos aspectos del Club John Randolph. (No me importaban tanto las sedes de las reuniones: por lo general algún hotel de negocios en las afueras de una gran ciudad. En este sentido, las reuniones de la Sociedad Mont Pelerin tenían claramente más que ofrecer, aunque a un precio muy elevado.)

Pero, como he indicado, no todo estaba bien con el Club John Randolph, y mi encuentro con él también me enseñaron unas cuantas lecciones sobre aquello que no se debe imitar.

La desintegración del Club John Randolph, poco después de la muerte de Rothbard, había sido provocada en parte por razones personales. Tom Fleming, el sobreviviente principal del Club, era, para decirlo diplomáticamente, un hombre difícil, como pueden dar testimonio todos los que han tratado con él. Además, hubo disputas dentro de la organización. Las reuniones del Club John Randolph se organizaban anualmente alternativamente por el Centro de Estudios Libertarios, que representaba a Murray Rothbard y sus hombres, y por el Instituto Rockford, que representaba a Thomas Fleming y los suyos. Este acuerdo había quizás inevitablemente conducido a varios cargos de gorreo. En última instancia, sin embargo, la ruptura tuvo razones más fundamentales.

El John Randolph Club fue una coalición de dos grupos distintos de intelectuales. Por un lado había un grupo anarco-capitalista de austro-libertarios, encabezados por Rothbard, en su mayoría economistas, pero también filósofos, juristas, historiadores y sociólogos (en su mayoría mentes del tipo analítico-teórico). Yo era miembro de este grupo. Por otro lado había un grupo de escritores relacionados con la conservadora Revista mensual Crónicas: Una Revista de la Cultura Estadounidense y su editor, Tom Fleming. Paul Gottfried era un miembro de ese grupo. El grupo conservador no tenía ningún economista de nota y, en general revelaban un tipo más empírico de mente. Aparte de los historiadores y sociólogos, incluía también en particular, hombres de letras: filólogos, escritores literarios y críticos culturales.

Por el lado libertario, la cooperación con los conservadores fue motivada por la idea de que mientras el libertarismo puede ser lógicamente compatible con muchas culturas, sociológicamente requiere una cultura de núcleo burgués conservador. La decisión de formar una alianza intelectual con los conservadores suponía para los libertarios una doble ruptura con el “Libertarianismo del Establecimiento”, representado, por ejemplo, por el Instituto CATO del “mercado libre“, de Washington DC.

Este Libertarianismo del Establecimiento no sólo estaba teóricamente en un error, por su compromiso con el objetivo imposible de un gobierno limitado (y gobierno centralizado, además): también estaba sociológicamente errado, con su mensaje cultural “cosmopolita” anti-burgués, sin duda adolescente: de multiculturalismo e igualitarismo, de “no respeto a ninguna autoridad”, de “y vivir y dejar vivir”, de hedonismo y de libertinaje.

Los austro-libertarios anti-establecimiento trataron de aprender más del lado conservador acerca de los requisitos culturales de una comunidad libre y próspera. Y en general así lo hicieron y aprendieron la lección. Al menos, creo que yo lo hice.

Por el lado conservador de la alianza, la cooperación con los anarco-capitalistas Austríacos significó una ruptura total con el llamado movimiento neoconservador, que había llegado a dominar el conservadurismo organizado en los EE.UU. y el cual estaba representado, por ejemplo, por Think Tanks tales como el American Enterprise Institute y la Fundación Heritage en Washington DC. Los paleo-conservadores, como llegaron a ser conocidos, se opusieron a la meta neo-conservadora de un Estado de bienestar y de guerra cada vez más centralizado y “eficiente económicamente”- como incompatible con el núcleo de los valores conservadores tradicionales de propiedad privada, de familia y hogares familiares, y de comunidades locales y su protección. Había algunos puntos de la discordia entre los paleo-conservadores y los libertarios: sobre cuestiones de aborto e inmigración y sobre la definición y la necesidad del gobierno. Sin embargo, estas diferencias podrían acomodarse al acordar que su resolución no se debía intentar a nivel de Estado central o incluso de alguna institución supra-nacional tal como la ONU, sino siempre al menor nivel de organización social: a nivel de familias y comunidades locales.

Para los paleo-conservadores, la secesión de un Estado central no era un tabú, y para los austro-libertarios la secesión tenía la condición de ser un derecho natural de los seres humanos (mientras que los libertarios del Establecimiento normalmente lo tratan como un tema tabú), por lo cual la cooperación era posible. Por otra parte, la cooperación con los austro-libertarios iría a proporcionar a los conservadores la posibilidad de aprender economía sana (la de la escuela austríaca), que reconocían como un déficit y una debilidad en su armadura intelectual, especialmente frente a sus oponentes los neo-conservadores. Sin embargo, con algunas excepciones notables el grupo conservador no estuvo a la altura de estas expectativas.

Esta fue, pues, la razón última de la ruptura de la alianza libertaria-conservadora lograda con el Club John Randolph: que mientras los libertarios estuvieron dispuestos a aprender su lección cultural los conservadores no quisieron aprender la suya de economía.

Este veredicto, y la consiguiente lección, no fueron claros de inmediato, por supuesto. Fue tomando forma sólo en el curso de los acontecimientos. En el caso del Club John Randolph, el evento tuvo un nombre. Fue Patrick Buchanan, personalidad de la televisión, comentarista, columnista, autor de libros best-sellers, incluyendo trabajos serios sobre la historia revisionista, un hombre muy carismático, ingenioso y con gran encanto personal, pero también un hombre con una larga y profunda implicación en la política del Partido Republicano, primero como escritor de discursos de Nixon y luego como Director de Comunicaciones de la Casa Blanca en tiempos de Ronald Reagan.

Pat Buchanan no participó directamente en el Club John Randolph, pero tenía vínculos personales con varios de sus principales miembros (en ambos lados del Club, pero especialmente dentro del grupo de Crónicas, que incluía algunos de sus asesores más cercanos) y él era considerado parte prominente del movimiento contra-cultural representado por el Club John Randolph.

En 1992, Buchanan desafió al entonces presidente George Bush por la nominación republicana a la presidencia. (Él lo haría de nuevo en 1996, desafiando el senador Bob Dole para la nominación republicana, y en 2000 se postularía como candidato presidencial por el Partido de la Reforma.) El reto de Buchanan fue impresionante al principio, casi sacando a Bush en las primarias de Nueva Hampshire, y en un principio causó gran entusiasmo en los círculos del Club John Randolph. Sin embargo, en el curso de la campaña de Buchanan, y en reacción a ella, estalló la discordia abierta entre los dos campos del Club John Randolph en cuanto a la estrategia “correcta”.

Buchanan siguió una campaña populista con su “America Primero”. Quería dirigirse y atraer al llamado “Estadounidense Medio”, quien se sentía traicionado y desamparado por las élites políticas de ambos partidos. Tras el colapso del comunismo y el fin de la guerra fría, Buchanan quería traer todas las tropas estadounidenses de vuelta a casa, disolver la OTAN, dejar las Naciones Unidas, y llevar a cabo una política exterior no-intervencionista (que sus enemigos-neo conservadores le refregaban como “aislacionista”). Quería cortar todos los vínculos económicos con Israel en particular, y criticaba abiertamente la influencia “anti-estadounidense” del lobby judío-americano organizado, algo que requería considerable coraje en la América contemporánea.

Quería eliminar toda “acción afirmativa “, las leyes de no-discriminación y de cuotas que había impregnado todos los aspectos de la vida americana, y que eran leyes esencialmente anti-blanco y especialmente leyes anti-blanco-masculino. En particular, prometió poner fin a la política no-discriminatoria de inmigración que había dado lugar a la inmigración masiva de personas del tercer mundo de clase baja y la correspondiente integración forzada o, eufemísticamente, “multiculturalismo.” Además, él quería terminar con toda “la podredumbre cultural” que sale de Washington DC cerrando el Ministerio de Educación y una multitud de otras agencias federales de adoctrinamiento.

Pero en lugar de enfatizar esas inquietudes culturales “derechistas” ampliamente populares, Buchanan, en el curso de su campaña, discutía, cada vez más, otros asuntos y preocupaciones económicas, sin importar que su conocimiento sobre la economía fuera más bien escaso.

Concentrándose en la que era su peor faceta, entonces, cada vez más abogaba por un programa económico “izquierdista” de nacionalismo económico y social. Abogaba por aranceles para proteger industrias “esenciales” de América y salvar empleos en los Estados Unidos de la “desleal” competencia extranjera, y proponía “proteger” al estadounidenses medio salvaguardando e incluso ampliando los programas existentes del Estado-Benefactor como las leyes de salario mínimo, el seguro de desempleo, el Seguro Social, Medicaid y Medicare.

Cuando expliqué, en un discurso ante el Club, que el programa de derecha-cultural y de izquierda-económica de Buchanan era teóricamente inconsistente y que su estrategia consecuentemente tenía que fallar en alcanzar la meta propuesta, que nadie podía traer de regreso a América a la cordura cultural y al fortalecimiento de familias y comunidades y al mismo tiempo, mantener los pilares institucionales que eran la causa central del malestar cultural, que los aranceles proteccionistas no podían lograr que los estadounidenses fuesen más prósperos, sino menos, y que un programa de nacionalismo económico tenía que alienar a la indispensable burguesía intelectual y cultural mientras atraía al (para nosotros y para nuestros propósitos) “inútil” proletariado, casi llegó a un éclat. El grupo conservador se levantó en armas a consecuencia de esta crítica a uno de sus héroes.

Tenía la esperanza de que, pese a los sentimientos de amistad o de lealtad personal, después de algún tiempo de reflexión la razón prevalecería, sobre todo después de que había quedado claro por los acontecimientos subsiguientes que la estrategia de Buchanan también había fracasado numéricamente en las urnas. Yo creía que los conservadores del Club John Randolph, tarde o temprano vendrían a darse cuenta de que mi crítica a Buchanan era una crítica “inmanente”, es decir, que no había criticado, ni que yo mismo me había distanciado, del objetivo del Club John Randolph, y presumiblemente tampoco del de Buchanan, de una contrarrevolución cultural conservadora, sino que, sobre la base de elementales razones económicas, yo había encontrado simplemente que los medios – la estrategia – escogidos por Buchanan para lograr este objetivo eran inadecuados e ineficaces. Pero no pasó nada. No hubo ningún intento de refutar mis argumentos. Tampoco hubo ninguna señal de que uno estaba dispuesto a expresar cierta distancia intelectual con Buchanan y su programa.

De esta experiencia aprendí una lección doble. En primer lugar, se reforzó la lección que ya había aprendido en mi encuentro con la Sociedad Mont Pelerin: No pongas tu confianza en los políticos y no te dejes distraer por la política. Buchanan, a pesar de sus muchas y atractivas cualidades personales, era todavía, de corazón, un político que creía en el gobierno, sobre todo como medio para propiciar el cambio social. En segundo lugar y, más en general, sin embargo, he aprendido que es imposible tener una asociación intelectual duradera con gentes que, o bien, no están dispuestas o, son incapaces de captar los principios de la economía. La Economía – la lógica de la acción – es la reina de las ciencias sociales. No es de manera alguna suficiente para comprender la realidad social, pero es necesaria e indispensable. Sin un conocimiento sólido de los principios económicos, por ejemplo al nivel de Henry Hazlitt en Economía en Una Lección, uno se ve obligado a cometer errores graves de explicación e interpretación histórica.

Así, llegué a la conclusión de que la Sociedad "Propiedad y Libertad" no sólo tenía que excluir a todos los políticos, y agentes y propagandistas del gobierno como objetos de burla y desprecio, como a emperadores sin ropa y blanco de todas las bromas, en lugar de objetos de admiración y de emulación, sino que también tenía que excluir a todos los ignorantes en economía.

Cuando el Club John Randolph se disolvió, esto no significó que las ideas que habían inspirado su creación se hubieran extinguido o que ya no encontraran una audiencia. De hecho, en los EE.UU., había crecido un Think Tank dedicado a las mismas ideas e ideales. El Ludwig von Mises Institute, fundado en 1982 por Lew Rockwell, con Murray Rothbard como su cabeza académica, había comenzado como cualquier otro Think Tank del gobierno limitado, a pesar de que Rothbard y todos los demás socios principales del Instituto Mises eran anarco-capitalistas austríacos. Sin embargo, a mediados de la década de 1990-y me enorgullece haber desempeñado un papel importante en este desarrollo-Lew Rockwell había transformado el instituto, significativamente localizado lejos de Washington DC, en la provinciana Auburn, en Alabama, en el primer y único Think Tank del mercado libre que había renunciado abiertamente, por imposible, al objetivo de un gobierno limitado y salía en cambio, como defensor imperturbable del anarco-capitalismo, desviándose por lo tanto de la interpretación estrecha, “literal” de su nombre y, sin embargo manteniéndose fiel a su espíritu en la búsqueda del método riguroso, praxeológico misesiano, hasta sus últimas consecuencias. Este movimiento fue financieramente costoso al principio, pero bajo la brillante e inteligente dirección de Rockwell eventualmente se convirtió en un enorme éxito, al sobrepasar a sus rivales, mucho más ricos, – los Libertarios del Gobierno Limitado - tales como los del Instituto CATO, en términos de alcance e influencia. Por otra parte, además del Mises Institute, que se centraba más estrechamente en los asuntos económicos, y a raíz de la decepcionante experiencia con el Club John Randolph y su ruptura, Lew Rockwell había creado, en 1999, una página web anti-estado, anti- guerra, pro-mercado,- http://www.lewrockwell.com/ – la cual agregó una dimensión interdisciplinaria, cultural, a la empresa austro-libertaria y resultó ser aún más popular, preparando el terreno intelectual para el actual movimiento de Ron Paul.

La Sociedad "Propiedad y Libertad", por supuesto, no tenía que competir con el Instituto Mises o con LewRockwell.com. Ni tampoco que fuera un Think Tank, ni un canal más de publicación. Más bien, era para complementar sus esfuerzos, y los de otros, al adicionar otro componente importante para el desarrollo de una contracultura intelectual anti-estatista. Lo que había desaparecido con la desintegración del Club John Randolph original fue una Sociedad intelectual dedicada a la causa. Sin embargo, todo movimiento intelectual requiere una red de amistades personales, de amigos y compañeros de armas para tener éxito, y para que este tipo de red se establezca y crezca, se necesita un lugar de encuentro permanente, una sociedad. La Sociedad "Propiedad y Libertad" se supone que es dicha sociedad.

Quise crear un lugar donde personajes de todo el mundo con ideas afines pudieran reunirse periódicamente para estímulo mutuo y disfrute de un radicalismo intelectual sin censura y sin rival. La sociedad se supone que es internacional e interdisciplinaria, burguesa, sólo por invitación, exclusiva y elitista: para unos pocos “elegidos”, que puedan ver a través de la cortina de humo levantada por nuestras clases dirigentes de delincuentes, estafadores, charlatanes y payasos.

Después de nuestro primer encuentro, hace 5 años, aquí mismo, en el Princesa Karia, mi plan llegó a ser más específico todavía. Inspirado por el encanto del lugar y su hermoso jardín, decidí adoptar el modelo “salón” para las reuniones de la Sociedad "Propiedad y Libertad". El diccionario define “salón” como “un encuentro de intelectuales, de élites sociales, políticas y culturales bajo el techo de una anfitriona de inspiración, en parte para divertirse entre sí y en parte para refinar el gusto y aumentar los conocimientos mediante la conversación”. Saque la palabra “política” de esta definición - y ahí tiene lo que he tratado de lograr durante los últimos años, junto con Guelcin, mi esposa y colega misesiana, sin cuyo apoyo nada de esto sería posible: ser anfitriona y dar acogida a un salón anual grande y extenso, y convertirlo, con la ayuda de ustedes, en el más atractivo e ilustre salón que pueda existir.

Espero – y de hecho estoy seguro – que ésta, nuestra quinta reunión, marcará un paso más hacia tal fin.

Hans-Hermann Hoppe, Economista de la Escuela Austriaca y filósofo libertario/anarco-capitalista, es Profesor Emérito de Economía en la Universidad de Las Vegas, Miembro Distinguido en el Ludwig von Mises Institute, Fundador y Presidente de la Sociedad "Propiedad y Libertad", y ex-editor de la Revista de Estudios Libertarios.


TRADUCCIÓN DE RODRIGO DÍAZ

Comentario de Mario Vargas Llosa sobre Venezuela

Mario Vargas Llosa afirmó hoy que el mundo debe sentirse “alarmado” por los retrocesos en la libertad de expresión en países como Cuba, Venezuela o Bolivia y advirtió de que este derecho estará “siempre amenazado” desde  “todas las formas de poder”

El Nobel de Literatura hizo estas reflexiones tras recibir el Premio a la Defensa de la Libertad de Expresión y de los Valores Humanos de manos del vicepresidente del Gobierno y ministro del Interior español, Alfredo Pérez Rubalcaba, en un acto celebrado en el Real Teatro de las Cortes de San Fernando (Cádiz, sur de España).

La entrega de este premio, el tercero que concede en sus 64 años de historia la Asamblea Internacional de Radiodifusión, coincidió con la celebración del doscientos aniversario de la aprobación del IX Decreto de Libertad de Imprenta, que las Cortes Extraordinarias de la Isla de León redactaron y promulgaron el 10 de noviembre de 1810 en este mismo escenario.

Una coincidencia que, según Vargas Llosa, multiplica la “gran significación” del este premio, con el que se lleva, según comentó, el “tremendo mandato” de continuar con la lucha por la libertad de expresión, una lucha en la que “sólo se pueden ganar batallas, no la guerra”.

El escritor recordó que el mundo ha vivido en los últimos años “indudables progresos” en el respeto a la libertad de expresión, pero insistió en su preocupación por los “retrocesos” que se experimentan en este terreno en algunos países latinoamericanos.

Vargas Llosa se refirió especialmente a Cuba, donde desde “hace 50 años” este derecho no es respetado y no hay “indicio alguno”, insistió, de que la situación vaya a cambiar, y a Venezuela, donde hay “ataques feroces” contra medios de comunicación y periodistas que resisten “el apagón definitivo” pese a las intimidaciones.

“Es fundamental que denunciemos los atropellos a los periodistas venezolanos independientes”, subrayó el escritor, que continuó alertando de que en otros países hispanos con gobiernos “nacidos de elecciones legítimas” también la libertad de expresión está sufriendo retrocesos.

Bolivia, Ecuador, Argentina, y “más recientemente” Brasil, son los países que citó, junto a Colombia y México, donde “la industria criminal del narcotráfico” ha atentado contra periodistas que han ejercido su libertad de expresión, un principio “básico” sin el que no puede existir la Democracia.

Y es que para Vargas Llosa las amenazas a la libertad de expresión no vienen sólo del ámbito político o económico porque “siempre habrá peligros emboscados detrás de los poderes”.

“No debemos ser tolerantes ni complacientes”, subrayó, para destacar que los escritores “estamos obligados a situarnos a la vanguardia de la defensa de la libertad de expresión” y, en este sentido, se comprometió a hacer “todo cuanto esté” a su “alcance” para no defraudar en esta tarea.

El vicepresidente del Gobierno español definió a Vargas Llosa como “el escritor de la libertad” y apuntó que al escribir “hace nuestro mundo más habitable, más humano y mucho más libre”, mientras que el presidente de la Asociación Internacional de Radiodifusión, Luis Pardo Saenz, destacó que este premio reconoce la “coherencia y valentía” que ha caracterizado su trayectoria.

Esta es la tercera vez que esta entidad que agrupa a más de 17.000 emisoras de radio y televisión de Europa y América entrega este premio, que en su primera edición recogió el Rey Juan Carlos I y en la segunda el Papa Juan Pablo II.

(Madrid , 30 de Octubre del 2010)

Comentario de Mario Vargas Llosa sobre Argentina

Vargas Llosa analizó a la Argentina.

Fuente:Cedoc

El escritor y ganador del Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, participó a comienzos de 2009 de un encuentro de líderes liberales en Caracas, Venezuela. Allí fue entrevistado por los periodistas. El escritor peruano no se guardó nada y realizó un análisis crítico de la situación en Argentina.

Consideró que le parecía "un país indescifrable" que pasó de ser próspero a "caótico y empobrecido". Además, criticó duramente al peronismo, movimiento que llamó "el error". Por último, guardó un momento dedicado al matrimonio presidencial: "¿Cómo puede estar una pareja como los Kirchner gobernando ese país?", se preguntó.

De próspero a pobre. "Siempre entro en la confusión cada vez que me preguntan por Argentina. Para mi Argentina es indescifrable. Un país que era democrático cuando tres cuartas partes no lo eran. Un país que era próspero, una de las sociedades más prósperas del mundo cuando América Latina era un continente de hambrientos, de atrasados. El primer país que acaba con el analfabetismo en el mundo no es Estados Unidos, no es Francia, es Argentina. Crea un sistema educativo que es un ejemplo para el mundo, que es un instrumento extraordinario de creación de igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos", analizó.

Vargas Llosa se preguntó luego cómo sucedió que este "país de vanguardia es el país subdesarrollado, caótico, empobrecido que es. ¿Qué pasó? ¿Alguien los invadió? ¿Estuvieron enfrascados en alguna guerra terrible? No, los argentinos eligieron a lo largo de medio siglo las peores opciones y siguieron eligiéndolas a pesar de todas las experiencias. Y ese es el peronismo. El peronismo es elegir el error, perseverar en el error, entecarse en el error a pesar de las catástrofes tras las catástrofes que ha sido la historia argentina moderna. Entonces, ¿cómo se entiende? Un país de gente culta, absolutamente privilegiado, una pequeña minoría de habitantes en un enorme país que es un continente dotado de todos los recursos naturales del mundo, ¿por qué no son el primer país de la tierra? ¿Por qué no tienen los mismos niveles de vida que Suiza?", se preguntó.

Al momento de encontrar una respuesta, el peruano señaló: "Porque los argentinos no han querido. Han querido ser pobres, vivir bajo dictaduras, han querido vivir dentro del mercantilismo más espantoso. Hay una responsabilidad del pueblo argentino en lo que ha ocurrido. Es lo que tendría que reconocer Argentina. Nadie les hizo lo que tienen. Lo hicieron ellos, lo construyeron ellos. A mí me espanta lo que ha ocurrido en Argentina. Porque yo me acuerdo la primera vez que fui a Argentina me quedé maravillado con el nivel de cultura que tenía la Argentina, era un país de clase media, practicamente no había pobres en el sentido latinoamericano de la pobreza".

Luego de esas palabras, Vargas Llosa no ocultó su enojo contra el matrimonio K al preguntarse "¿cómo puede estar una pareja como los Kirchner gobernando ese país? Que degradación: política, intelectual ¿Cómo es posible? Por eso para mí es un galimatías indescifrable".

Monday, December 06, 2010

Bogotá Colonial y de finales del siglo XIX

Para ver un extraordinario video sobre la Bogotá de principios del Siglo XX haz click aquí:  Centenario Bogotá 1910

Friday, December 03, 2010

El hombre que supo escuchar

Tomado de RevistaArcadia.com

Humberto Moreno ha estado a la cabeza de las compañías discográficas más importantes de Colombia.

Música - La nueva música colombiana vive un momento estelar. Pero detrás de todos los fenómenos artísticos siempre hay alguien que tomó el riesgo de creer en los grupos, grabar su música y lanzarlos al mercado; que nos sacó del tedio de la música comercial y nos puso a bailar al ritmo de otros sonidos. Helo aquí.

Por: Luis Daniel Vega
 

No es una coincidencia que la oficina de Humberto Moreno se caracterice por la austeridad. No estaba de trasteo, ni había señas de una remodelación reciente. Es simplemente así, discreta y apacible como ese hombre silencioso que responde con amabilidad correos y que, cara a cara, se abstrae de su celular para atender la visita de un periodista impertinente.

No hay afiches, tampoco esas odiosas placas con discos de oro, ni diplomas con títulos universitarios. Se destaca la ausencia de fotos con personajes importantes pero sí es posible ver por allí, ordenados con afecto y respeto, los demos de artistas incipientes que a diario le hacen llegar sus maquetas.

En un ambiente donde la vanidad está a la orden del día, el caso de Moreno es una excepción. Aunque sea difícil de creer, este hombre que durante cuarenta años ha estado detrás de algunas de las compañías discográficas más importantes de Colombia y cuya intuición ha marcado tendencias y estilos de la música popular local, no contesta con libretos premeditados, mira a los ojos, charla con generosidad y cuenta con familiaridad su historia, una de tantas, atrapada en los surcos de los discos.

Y este tipo, ¿quién es?

Para muchos de los que andamos pescando información acerca de la música colombiana, Humberto Moreno es un coloso. Para otros, es un perfecto desconocido, dado que muy cauteloso ha permanecido en la retaguardia de algunos de los fenómenos más trascendentales de nuestra música: editó gran parte de la raspa en los setenta; se involucró con hitos de la música bailable como Los Hispanos y Los Graduados; tuvo la osadía de grabar por primera vez a Jorge Velosa y los Carrangueros; sacó del olvido a Totó La Momposina, a Petrona y a Sofronín Martínez; cuando nadie daba un peso por el jazz en Colombia entre 1994 y 2000, editó cinco discos de Antonio Arnedo; tuvo la delicadeza de reimprimir el disco con el que los Gaiteros de San Jacinto ganaron el Grammy en 2008 y, actualmente, se ha dado la pela por nuevos sonidos como La Cumbiamba eNeYe, Mojarra Eléctrica, Toño Barrio, Banda La República y Puerto Candelaria.

Revisar su carrera es ver pasar frente a los ojos gran parte de la historia musical reciente de un país desmemoriado.

La escala musical

En los sesenta media humanidad andaba enloquecida por el rock; solo para algunos el asunto no fue la simple banda sonora de la vida: era la vida misma la que se rompía en mil pedazos en el momento en que Bill Haley o Elvis Presley tronaban roncos, como por un tubo, tanto en las emisoras de onda corta como en los traganíqueles de los cafés que pululaban en Bello, la pequeña ciudad antioqueña donde el futuro productor nacería en 1942.

Cuando mira para atrás, parece que todo lo que le ha pasado hubiese salido de la chistera de un mago. Pero no fue de repente. No heredó ningún emporio discográfico y en su familia no existió tradición musical alguna, salvo su padrino quien lo persuadió para cantar en el coro de la iglesia.

Tocado por el rock y la música tropical colombiana, Humberto Moreno, con tan solo 20 años, no quedó embelesado con el baile y junto a un viejo amigo de infancia, decidió abrir una tienda de discos.

En 1962, año de apertura del local, Bello albergaba un poco más de 95.000 habitantes, coyuntura demográfica aprovechada con ingenio por los jóvenes promotores. “Nos fue muy bien pues era la única que existía”, dice con risa al recordar La Escala Musical, un pequeño e incómodo local que regentaron durante dos años hasta el día que se la vendieron a Jaime Rincón, el mismísimo compositor de “La cuchilla”.

Apostada en las escaleras de un edificio que nunca se terminó de construir (de allí su nombre), en La Escala Musical aprendieron del negocio. Atendieron, escogieron los repertorios y promocionaron los artistas en las heladerías, además de enviar esporádicos informes de prensa que comenzó a publicar el periódico El Colombiano.

Sin tener idea de los terrenos que estaban pisando, presenciarían el surgimiento de grupos como los Teen Agers, los Falcons, los Golden Boys, los Be Bops, los Bobby Soxers y los Black Stars, entre muchos otros que darían origen a la raspa, estilo desdeñado por intelectuales y puristas, quienes vieron con malos ojos el hecho de que a grupos citadinos de rock se les diera por tocar música tropical.

De promotor a gerente: Codiscos y Discos F.M

La radio fue el siguiente paso y fue el lugar idóneo donde pudo asimilar secretos y estrategias del enrevesado universo de la industria discográfica. En Medellín, Radio Ritmos y Radio Armonía le cedieron sendos espacios, también presentó el programa “Juventud aquí estamos” (que llegó a tener 36.000 afiliados), viajó a Manizales para hacerse cargo en la Transmisora Caldas de la versión manizalita del famoso “Club del Clan”, y en Todelar fue, además del narrador de la legendaria radionovela “La ley contra el hampa”, conductor del programa “Discos Mundo”.

Si bien fue uno de los periodistas musicales más renombrados de su tiempo, ingresó a Codiscos donde empezó de cero en el papel de promotor.

En una escalada meteórica de doce años, Moreno pasó de convencer a los programadores de las emisoras a vicepresidente Artístico de esa empresa por donde pasaron leyendas de la talla de Fausto, Jimmy Salcedo, Pablus Gallinazo y Alfredo Gutiérrez a quien Humberto le guarda un respeto particular: “Innovador, versátil, creativo y único. Es el mejor exponente del artista integral que se ha proyectado desde el pasado hasta estos días”.

Así, como con Alfredo Gutiérrez, la perspicacia del productor ha sido tan afilada que por encima del simple propósito comercial, siempre ha existido en él un ánimo estético muy depurado y de buen gusto que lo ha hecho tomar riesgos como sucedió a finales de los setenta cuando fundó Discos F.M.

Como gerente de esta discográfica, Moreno se atrevió a editar a Jorge Velosa y los Carrangueros, la Orquesta Filármónica de Bogotá y Macumbia de Francisco Zumaqué, tres momentos estelares de la música colombiana del siglo XX y un acto de ?desobediencia ejemplar si tenemos en cuenta que por esa época Discos F.M se la jugaba toda por Los Bukis y maquinaba el andamiaje mediático de Menudo.

La peripecia final: MTM

Después de Discos F.M. Humberto Moreno se preparó para montar una empresa que le permitiera hacer unos discos poco usuales, dirigidos a un público más especializado, pero no por eso aburridos y crípticos.

En 1991 MTM inició labores; pero no sería sino hasta 1993 cuando de nuevo la astucia de Moreno se pondría del lado del talento local reeditando “La candela viva” de Totó La Momposina y produciendo a la banda local EX 3 con su éxito “Mi verdad”.

“Lo innovador siempre ha tenido obstáculos”, dice con la tranquilidad de haber confrontado los paradigmas mercantilistas de una industria colombiana más bien mediocre. De esta manera se ha dado el lujo de ofrecer extravagancias como “Chapinero Gaitanista” (de Eduardo Arias y Karl Troller), rock de avanzada con Catedral, la bellísima colección “Cien años de vallenato”, la voz de Liliana Montes y, recientemente, una espectacular reedición de la extinta banda bogotana Hora Local.

Casualidad o no, en los 19 años de actividad con MTM Humberto Moreno ha perfilado de alguna manera novedosas formas de asumir la música colombiana y en eso también ha sido visionario al marcar con el rótulo “Nueva Música Colombiana” (NMC) una serie de seis compilaciones donde el rock, el jazz, la música andina, la salsa y la electrónica evidencian lo que él considera es el mejor momento que vive la música colombiana en su historia.

Coda

A pesar del tiempo, su memoria es minuciosa, pero se le escapan algunos nombres y llama a algún viejo amigo para que le recuerde cuál fue el primer disco que compró. Parece que fue uno de los Teen Agers o uno de Elvis Presley; la verdad, no está muy seguro. Por lo pronto, mientras no piensa en ellos, en esos discos que son su vida, prefiere otras aventuras: retorna a la inocencia y relee con pasión a Verne y a Salgari.

Wednesday, December 01, 2010

A view of Professor Fekete by Hugo Salinas Price, President, Mexican Civic Association Pro Silver, A.C., Mexico City, Mexico

I first met Antal Fekete at a meeting of the “Committee for Monetary Research and Education”, CMRE, whose general secretary then was, and still is, the indefatigable Elizabeth E. Currier, well-known and loved by all who are interested in monetary and financial affairs.

The week-end meeting of CMRE in 1976 was at Arden House, the huge mansion built by Wall Street magnate and politician Averell A. Harriman, overlooking the Hudson river.

Antal was then tall, dark and handsome and I was immediately captivated, not only by his remarkably clear understanding of the problems of money and finance, but by his perception of important flaws in the economic thinking of Ludwig von Mises. This was something surprising to me; up to that time, I had never heard a valid criticism of von Mises’s work. My position was: “until such time as I hear a valid criticism of von Mises’s work, I regard his work as the last word in economics.”

Much to my surprise, Antal dissected von Mises’s theory of interest – commonly understood as the difference in value between an apple today and an apple one year from now – and demonstrated the logical error implied in the comparison. I think that he has elaborated a theory of interest that is superior in logical structure to that of von Mises – a very important achievement, indeed.

Antal’s thinking is dynamic, through his focus on arbitrage – each of us does arbitrage every time we perform an economic action; it is an omnipresent phenomenon. His other seminal focus is on the marginal actor in the determination of asked and bid prices, the discount rate, the floor and ceiling to interest rates, doing this arbitrage.

Antal has also pointed out that bond speculation was non-existent when all bonds were payable in gold. Bond speculation has been the source of enormous concentration of power in the hands of speculators, and he has identified the mechanism which has made that possible. A lot of newsprint bears witness to the damage that speculation in bonds is causing. Fekete tell us that “a man-made risk is not a valid matter for speculation; only speculation on risks caused by Nature is valid.”

Antal opened my eyes to the truth about the much-disparaged Real Bills Doctrine of Adam Smith, which even von Mises rejected. This has further discomfited those who insist on idolizing von Mises. I knew von Mises personally and I have no doubt that he would have generously welcomed the refreshing ideas of Antal E. Fekete, a Hungarian by birth. Von Mises, a Viennese Austrian, was not a vain man; he was a kind man who would never have disparaged or rejected a thinker who was at least his equal.

Another point on which Antal differs from von Mises, is in the latter’s consideration of a redeemable bank note as a present good. Antal is surely correct in considering that only the gold coin, for which the bank note can be exchanged, is a present good. “Indubitably!”, I say.

His first essay published as a Monograph in the CMRE series, “Borrowing Short and Lending Long” was a masterpiece. It gave me my first impulse and inspiration to think of silver as the best possible money for popular use by the Mexican nation. Reading over this essay today, it is the best primer for understanding the financial fragility now reigning in the world, a condition that has yet to run its inevitable course.

When we met, Antal E. Fekete was hardly known. Today, he is read around the world, as he fully deserves to be. I am proud to call this man my friend. His thinking is as fresh and profound as ever; his erudition is classic, hard to be found in economic circles today.

Hugo Salinas Price
October 4, 2007