Monday, December 10, 2018

ESCLEROSIS ESTATAL


Por Jaime Galvis V.
 
En el  Siglo XXI  el Mundo civilizado se está moviendo a gran velocidad el progreso en las comunicaciones es asombroso, pero en Colombia, el aparato gubernamental se presenta casi totalmente anquilosado, todo es absurdamente lento. El Estado Colombiano es una máquina oxidada.

Un Congreso bicameral, necesita  8 debates para aprobar una ley, esto generalmente toma los cuatro años de un período presidencial. Las dos cámaras de dicho congreso no se distinguen por su eficiencia, su organización está saturada de reglamentos, procedimientos y ceremonias absurdas. A esto se agregan las tretas tramposas “micos” en el argot popular. ¡Luego de ese viacrucis burocrático alguna de las “cortes” puede vetar la ley y todo fue tiempo perdido!

Esto es solamente el primer síntoma de un sinnúmero de procedimientos lentos y engorrosos que están afectando el funcionamiento de la economía nacional.  

En las obras públicas la pachorra ha sido patética, ferrocarriles tales como Medellín-Puerto Berrio y Cali-Buenaventura duraron en construcción más de cincuenta años cada uno. La construcción de carreteras ha tenido un atraso tal que nos superan los países vecinos y unos cuantos países asiáticos y africanos que se independizaron a mediados del Siglo XX. En esto hay ejemplos grotescos: ¡La variante de San Francisco en la vía Pasto-Mocoa lleva más de diez años en la construcción de 45 kilómetros y nada! ¡El Túnel de La Línea se inició hace nueve años y nada! La carretera de Colombia  (Huila) a La Uribe (Meta) lleva décadas en obras sin culminación. En esto hay episodios ridículos, en la década de los años cuarenta, el presidente de la República prometió que antes de terminar su gobierno estaría construida la vía Quibdó- Bahia Solano. ¡No se ha iniciado!  

Más que a construir el Estado Colombiano se dedica a hacer costosos “estudios” de los cuales no sale nada. ¿Qué tal la historia del Metro de Bogotá? ¿Los del Tapón del Darién? ¿La canalización del río Magdalena? ¿La canalización del río Meta? ¿Cuantos “estudios” se han hecho para proyectos que nunca se ejecutan?

Por otra parte la inercia oficial y su cúmulo de trámites, paraliza las actividades privadas, frustrando toda clase de iniciativas. Las licencias ambientales, las consultas a las “comunidades”, son procesos que duran años y cuestan dinerales. Las licencias de construcción, los trámites para adquirir derechos de exploración petrolera o minera, las licencias del Invima, las diligencias para ingresos de capital, las talanqueras de la Superintendencia de Industria y Comercio son todo un viacrucis burocrático que está espantando la inversión en Colombia. A todos esos inconvenientes se agregan unos funcionarios que desconocen las actividades que “controlan”  y la corrupción que ha anidado en toda esa maraña burocrática.

Para completar ese cuadro de ineptitud y pereza, cabe mencionar un Poder Judicial hipertrofiado y prepotente que se ha arrogado facultades para intervenir en todos los aspectos de la actividad humana. Tradicionalmente el Poder Judicial ha sido refractario a los cambios  y conserva atavismos de la época virreinal. Por ello la modorra judicial ha sido proverbial. Los juicios duran años. Entidades tales como el Consejo de Estado siempre se han caracterizado por su lentitud y esto afecta en gran medida la actividad económica. Cualquier pleito se puede demorar varios años y causar grandes perjuicios pecuniarios  Actos legales como las sucesiones implican no solamente el congelamiento de bienes y empresas sino la ruina de éstas.  

A raíz de la Constitución de 1991, el Poder Judicial pasó a intervenir en casi todos los aspectos de la administración pública creando un verdadero caos institucional. 
Cualquier proyecto del ejecutivo puede ser vetado por la Corte Constitucional y esto agrega incertidumbre en el manejo de la economía.