Sunday, February 27, 2011

Aún sin noticias de la Revolución de Islandia en la Gran Prensa

 La censura informativa es tan fuerte que ningún medio se ha hecho eco de la mayor noticia desde la toma de la Bastilla en París en 1789. Pero esta ha sido una REVOLUCIÓN PACÍFICA. El pueblo islandés, unido, con flores, huevos, pancartas y cacerolas ha tomado el camino hacia la libertad. Asumiendo su soberanía popular han rodeado al congreso y han hecho dimitir al gobierno completo.

Han nacionalizado la banca, han decidido que van a dejar de pagar la deuda abusiva a UK y Holanda, están rehaciendo la constitución, han dicho no al gobierno oculto de la banca internacionalizada que sabemos que rige en el resto del mundo.

Difundir esta información.

http://www.youtube.com/embed/kGB4nUjZK-A

https://teatrevesadespertar.wordpress.com/2011/01/28/la-revolucion-de-islandia-ejemplar/

Hace ya unos días de esto y sinembargo ningún medio de comunicación, radio y televisión, ha informado de ello. Pero que no hayan informado no nos impedirá transmitirlo a todos los confines del mundo. Islandia fue primero, y luego vendrán los demás.

Saturday, February 19, 2011

Cómo y por qué el estado destruye la sociedad

 Por Frank Chodorov. (Publicado el 22 de noviembre de 2010)

El artículo original se encuentra aquí http://mises.org/daily/4835
Traducido del Inglés al Español por EUribe
[Tomado de The Rise and Fall of Society]

No le corresponde a un diagnosticador prescribir un remedio y sería charlatanería por su parte tener recelos respecto de su valor curativo. Puede ser que la lucha entre Sociedad y Estado sea inevitable: puede estar en la naturaleza de las cosas que la lucha continúe hasta que la destrucción mutua allane el terreno para la aparición de una nueva Sociedad, a la que se asocie un nuevo establishment político para dar lugar a un nuevo destino.

Quizá la malignidad sea propia del hombre. Sería absurdo sugerir que los machos cuadrúpedos, acuciados por la urgencia reproductiva, tendrían que conocer mejor a las hembras en lugar de dedicarse a batallas mortales por su posesión y es posible que la lucha histórica entre la organización social y la organización política signifique lo mismo.

El apoyo a esta conclusión se encuentra en el terreno que hemos cubierto.

Empezando por el hombre (¿dónde si no podemos empezar?), le encontramos impelido por un impulso interno a mejorar sus circunstancias y ampliar su horizonte: una capacidad autogeneradora de deseos le lleva de una gratificación a otra. Cada gratificación representa un gasto de trabajo que, como produce un sentimiento de cansancio, encuentra desagradable. Su inclinación es evitar el trabajo tanto como sea posible, pero sin sacrificar su mejoramiento.

Ejerce presión sobre este modus operandi natural un don humano peculiar: la facultad de razonar. (Es esta facultad la que sugiere una posible solución del conflicto Sociedad-Estado, que explicaremos más adelante). Su razón le dice que el negocio de multiplicar satisfacciones se alcanza mejor en cooperación con sus congéneres.

Así aparece la Sociedad y sus técnicas: especialización e intercambio, acumulaciones de capital, competencia. La Sociedad es un dispositivo de ahorro de trabajo, inventado instintivamente; no es un acuerdo institucional más de lo que lo es la familia, sino que igual que la familia germina en el composición del hombre.

El método del mercado produce más por menos trabajo que la autosuficiencia individual, aunque el precio que siempre demanda es el trabajo. No hay manera de evitarlo. Aún así, es un precio que se paga con reticencias y de este conflicto interno entre costes y deseos aparece el drama del hombre organizado.

La imposibilidad de obtener algo de la nada, el summum bonum, no destierra la esperanza o intimida la imaginación y en su esfuerzo por alcanzar el sueño, el hombre recurre frecuentemente a la depredación: la transferencia de la posesión y el disfrute de las satisfacciones del productor al no productor. Como los hombres trabajan sólo para satisfacer sus deseos, su transferencia induce un sentimiento de dolor y en respuesta a ese sentimiento el productor establece un mecanismo protectivo.

Bajo condiciones primitivas, confía en su propio poder de resistencia al robo, en su fortaleza personal más las armas que tiene a su disposición. Ése es su Gobierno. Como esta ocupación protectora interfiere con su interés principal de producir satisfacciones y es frecuentemente ineficaz, está bastante dispuesto a encargársela a un especialista cuando el tamaño y opulencia de la Sociedad reclama un servicio así. El Gobierno ofrece el servicio social especializado de salvaguardar el mercado.

La característica distintiva de este servicio es que disfruta de un monopolio de la coerción. Ésta es la condición necesaria para que funcione el negocio: cualquier división de la autoridad acabaría con el propósito para el que se establece el Gobierno.

Aún así, se mantiene el hecho de que el Gobierno es una organización humana, compuesta de hombres que son exactamente como los hombres a los que sirve. Esto es, ellos también buscan satisfacer sus deseos con el mínimo de esfuerzo y también son insaciables en sus apetitos. Además de los deseos comunes que poseen todos los hombres, el personal del Gobierno adquieren uno propio de su ocupación: la adulación que reciben porque sólo ellos ejercitan la coerción. Son gente aparte.

Los honores que deriven del ejercicio del poder hacen aparecer una pasión por éste, particularmente en hombres cuyas capacidades no serían advertidas en el mercado y es fuerte la tentación de expandir el área de poder; la función negativa de protección es demasiado limitada para hombres con ambición. Así que la tendencia en el mundo del funcionariado es asumir una capacidad para funciones positivas, para invadir el mercado, para asumir regular, controlar, gestionar y manipular sus técnicas.

A decir verdad, no hace nada parecido, pues las técnicas operan por sí mismas y todo lo que puede lograr el poder político con sus intervenciones es controlar el comportamiento humano: consigue el cumplimiento por la amenaza del castigo físico. Ése es de hecho todo el ser y el fin del poder político. Aún así, tal es el carácter del humano que admira y a veces adora al congénere que domina su voluntad y es tal este adquirido sentido de superioridad que es el principal beneficio del funcionariado.

La transición del Gobierno negativo al Estado positivo viene marcada por el uso del poder político para fines predatorios. En su búsqueda de poder, el funcionariado tiene en consideración la ineluctable pasión del algo por nada y procede a obtener el apoyo de segmentos de la Sociedad inclinados a emplumar sus nidos sin recoger plumas.

Es un acuerdo de quid pro quo, por el que el poder de compulsión se cede a individuos o grupos favorecidos a cambio de su aceptación de la adquisición de poder. El Estado vende privilegios, lo que no es sino una ventaja económica obtenida por unos a expensas de otros.

En tiempos más antiguos, el grupo privilegiado era una clase terrateniente, que proporcionaba apoyo militar para el poder político, o un grupo mercantilista, que contribuí a las arcas imperiales a partir de sus beneficios generados por monopolios políticos; con la llegada del sufragio popular, al hacer el ascenso político dependiente de un favor más amplio, tuvo que extenderse el negocio del soborno y así se produjo la subvención de granjeros, inquilinos, mayores, usuarios de electricidad y así sucesivamente. Sus intereses creados en el Estado les hacen dóciles para sus fines.

Es esta participación en la depredación lo que caracteriza al Estado. Sin el apoyo de grupos privilegiados, el Estado se desmoronaría. Sin el Estado, los grupos privilegiados desaparecerían. El contrato se basa en la ley de la parsimonia.

El instrumento que pone al Estado en posición negociadora con sus favoritos son los impuestos. Al principio, cuando la simple comunidad establece el Gobierno, se admite que sus operaciones puedan no ser productivas y por tanto tengan que ser apoyadas por el mercado. Deben pagarse los servicios.

Pero la manera de pagar por el servicio del Gobierno genera un problema: los impuestos son cargas obligatorias, no pagos voluntarios y su recaudación se confía a la misma gente que vive de ellos; el poder coactivo que se les otorga se emplea para recaudar sus propios salarios.

Es comprensible que esta función se aplique con vigor. Aún así, allí donde el poder político está bajo la supervisión constante de la Sociedad, la urgencia por aumentar los impuestos para agrandar el poder político puede estar bajo control. Pero esta restricción pierde fuerza a medida que la Sociedad crece en tamaño y complejidad de sus intereses: la preocupación de sus miembros por las empresas productivas diluye su interés en los asuntos públicos, que tienden a convertirse en asunto privado de los funcionarios.

Se produce la centralización del poder político, que es simplemente su separación de las restricciones de las sanciones sociales, y los tipos impositivos crecen al mismo tiempo. El establishment político (la corte de Luis XIV o la igualmente improductiva burocracia del moderno estado “de bienestar”) adquiere así autosuficiencia: tiene los medios para pagar sus nóminas por fuerza e invertir en empresas para acumular poder.

Siempre hay razones buenas y suficientes para más y más impuestos. El templo de Salomón, las vías de Roma, la protección de las “industrias nacientes”, la disposición militar, la regulación de la moral, la mejora del “bienestar general”, todas piden su parte en el mercado y el producto final de cada parte es un aumento en el poder del Estado.

Algunas de las apropiaciones se filtran a algunos miembros de la sociedad, satisfaciendo así el deseo de algo por nada, al menos temporalmente, y así estimulan una disposición a tolerar la institución y a eliminar el entendimiento de su carácter depredatorio. Hasta que el Estado no alcanza su objetivo final, el absolutismo, su respuesta a las quejas sobre impuestos es que “el otro” paga todo lo recaudado y eso parece satisfacer.

Pasando rápido por la biografía de las instituciones políticas, la práctica de comprar el apoyo de los grupos privilegiados y subvencionados cambia cuando el Estado se hace autosuficiente, es decir, cuando el mercado esta completamente bajo su dominio. Entonces el Estado se convierte en la única clase privilegiada. La costumbre y la necesidad reducen a la Sociedad a una condición servil a la burocracia y la policía, los componentes del Estado.

Esta condición se conoce actualmente como totalitarismo, pero en realidad no es sino conquista, la conquista de la Sociedad por el Estado. Así que, sea o no el Estado originado en la conquista, como sostenían algunos historiadores, el resultado final de las instituciones políticas no controladas es el mismo: la Sociedad se esclaviza.

Esto no es el final. El tamaño del Estado crece con la depredación, el tamaño de la Sociedad se encoge en proporción. Para una explicación de esta antítesis, volvemos a la composición del hombre. Descubrimos que sólo trabaja para satisfacer sus deseos, de los que tiene una plétora, y que el resultado de sus esfuerzos está en proporción a su ingesta de satisfacciones.

Si esta inversión de trabajo no genera beneficios o si la experiencia le dice que no puede esperarse ninguno, su interés por el trabajo decae. Es decir, la producción disminuye por la cantidad de expropiación que debe soportar: si la expropiación es demasiado severa y la evasión se hace imposible, de forma que aprende a aceptarla como una forma de vida y olvida lo que realmente es, su producción tiende al mínimo de la mera existencia.

Pero como el Estado prospera a partir de lo que expropia, la disminución general de la producción a la que induce su avaricia anuncia su propia condena. Su fuente de ingresos se seca. Así, al derribar a la Sociedad, se derriba a sí mismo. Su desmoronamiento final normalmente lo ocasiona una guerra desastrosa, pero precediendo a ese acontecimiento hay una historia de aumentar gravámenes descorazonadores en el mercado, generando una disminución de las aspiraciones, esperanzas y autoestima en sus víctimas.

Cuando hablamos de la desaparición de una civilización, no queremos decir que se haya extinguido un pueblo. Todo holocausto deja supervivientes. Lo que implica la caída de una civilización es la desaparición de la memoria de una acumulación de conocimiento y de valores que en un tiempo obtuvo un pueblo.

Las artes y ciencias prevalentes, la religión y los modales, las formas de vivir yd e ganarse la vida se han olvidado. Han sido arrumbadas no por una pila de polvo sino por una falta general de interés en las satisfacciones marginales, en las cosas que los hombres tratan de lograr cuando se gana la lucha por la existencia. Podemos arreglárnoslas sin cuchillos y tenedores cuando obtener comida es bastante problema y el primer objetivo del vestido es ofrecer calor, no adorno.

Por el contrario, cuando se acumulan los productos primarios, el ser humano empieza a soñar con nuevos mundos a conquistar, incluido el mundo de la mente: cultura, ideas, valores. Las conquistas acumuladas se convierten en indicios de una civilización. La pérdida de una civilización es el reverso de ese proceso de acumulación cultural. Es la renuncia, por razones de necesidad, a aquellas satisfacciones que no son esenciales para la existencia. Es un proceso de olvidar a través de las fuerza de la circunstancia: es la abstinencia impuesta por el entorno.

A veces la voluntad de la naturaleza impone la abstinencia por un tiempo, pero la historia muestra que el hombre es bastante capaz de superar esos obstáculos a sus ambiciones. El obstáculo que no parece se capaz de superar es su inclinación a la rapiña, que da lugar a la institución del Estado; es esta institución la que en definitiva induce a un clima de utilidad o falta de interés en esforzarse y así destruye la civilización que alimenta. O como muestra la historia: toda civilización que declinó o se perdió llevaba a la espalda un Estado todopoderoso.

El colapso de un Estad significa un debilitamiento de los instrumentos de coacción por medio de los cuales la propiedad de los frutos del trabajo propio se transfieren a gobernantes improductivos o sus cómplices. A partir de entonces, tal vez durante siglos, la libertad prevalece, los hombres aprenden de nuevo a soñar y esperar y la consecución de cada sueño mediante trabajo anima a otras fantasías y genera más esfuerzo; así la riqueza se multiplica, el conocimiento se acumula, los modales toman forma y los valores inmateriales adquieren importancia en la jerarquía humana. Ha nacido una nueva civilización.

Aunque se recupere por accidente algo de la civilización perdida, lo que se ha enterrado tiene que volverse a aprender: la nueva civilización no crece a partir de su predecesora, sino que deriva de los esfuerzos de los vivos. En todo caso, la historia nos dice que en cuanto empieza una civilización se asocia a ella una institución política que se alimenta de ella y acaba devorándola. Y el estribillo empieza de nuevo.

Frank Chodorov fue un defensor del libre mercado, el individualismo y la paz. Empezó apoyando a Henry George y editó la revista georgista The Freeman antes de fundar su propio periódico, que fue el influyente Human Events. Después fundó otra versión de The Freeman para la Foundation for Economic Education y dio clases en la Freedom School en Colorado.

Tuesday, February 15, 2011

El Tirano

Juan de Mariana* describe el tirano de la siguiente manera:

"Se apodera de la propiedad de las personas y la despilfarra, ya que es impulsado por los vicios, indignos de un rey, de la lujuria, la avaricia, la crueldad y el fraude .... El tirano, de hecho, trata de perjudicar y arruinar a todo el mundo, pero sobretodo dirige sus ataques contra los ricos y los hombres de bien de toda la comarca. Considera más sospechoso el bien que el mal, y la virtud que en él mismo falta es, para él, la más formidable .... Expulsa a los mejores hombres del reino bajo el principio de que todo lo que es exaltado en sus dominios debe ser vilipendiado ...."

"Agobia a los demás para que no se puedan unir, exigiendo de ellos nuevos tributos todos los días, promoviendo peleas entre los ciudadanos, y enlazando guerra con guerra. Construye grandes obras a costo y sufrimiento de los ciudadanos. ¿Y si no de dónde nacieron las pirámides de Egipto .... El tirano necesariamente teme que aquellos a los que aterroriza y mantiene como esclavos intenten derrocarlo .... Así que prohíbe a los ciudadanos a congregarse, a reunirse en asambleas, y a discutir la república en conjunto, quitándoles, con métodos de policía secreta, la oportunidad de hablar y escuchar libremente, así que ni siquiera tienen la libertad de quejarse".

Párrafo citado por Rothbard en El Pensamiento Económico antes de Adam Smith, pp 118-19. y tomado de Quince grandes Economistas Austríacos, de Randall Holcombe.

* Juan de Mariana, uno de los más destacados pensadores del Siglo de Oro español, nacido en Talavera de la Reina en 1536 y fallecido enToledo en 1624. En 1554 ingresó en la Compañía de Jesús. Escribió muchisimas obras por encargo. Sinembargo su primera obra, escrita por voluntad propia, fue "Historia general de España" (1601), la primera y única historia de España durante más de dos siglos y medio.

Su obra Siete Tratados (publicada en Colonia en 1609), especialmente en la cuarta parte, "De Monetae mutatione", "Sobre la alteración de la moneda", hace una dura denuncia de robo contra aquellos gobernantes que usaban el recurso que hoy llamaríamos inflación para financiar los gastos del estado. De Mariana, no sólo explica la nefasta procedencia de esta política económica, sino que la denuncia como una aberración desde el punto de vista del derecho. La publicación de esta obra le costó la cárcel y las críticas de sus superiores eclesiásticos por mostrarse hostil a la política monetaria del gobierno.

Desarrolló la doctrina del tiranicidio, extensamente aceptada entre los autores escolásticos, ampliando el derecho de matar al tirano, a un individuo cualquiera.

Datos biográficos tomados del website "Sitio Escolástico" de la Universidad Francisco Maroquín.

Saturday, February 12, 2011

Santurban: Se le está buscando un problema a una solución?

por Jaime Galvis Vergara, Geólogo.

Quiero hacer unas observaciones acerca de la polémica referente a los proyectos mineros de California (Santander).

En primer lugar cabe anotar que en la zona de California y Vetas se presenta el único verdadero yacimiento aurífero en la Cordillera Oriental de Colombia, es además el único gran yacimiento minero en el departamento de Santander. Este departamento presenta un relieve topográfico muy accidentado y unos suelos pobres, por lo cual las tierras con potencial agrícola son muy limitadas. La actividad industrial es reducida en su mayor parte, las empresas manufactureras son semi-artesanales.

Se presentan compañías internacionales dispuestas a crear un verdadero complejo minero moderno en California y automáticamente empieza una verdadera campaña ambientalista de desinformación, aseverando insensateces tales como que los proyectos mineros van a envenenar el agua del acueducto de Bucaramanga. La pseudo-ciencia ambiental sostiene que los páramos son los grandes productores de agua en Colombia, algo completamente falso, basta comparar el caudal de un río alimentado por grandes extensiones de páramos, como el Chicamocha con el caudal del río Carare cuyas aguas provienen de zonas topográficamente situadas por debajo de 2600 metros sobre el nivel del mar. La verdadera cota de máxima precipitación pluvial en Colombia, se halla a los 2.000 metros sobre el nivel del mar. Más aún, en los medios ambientalistas se ha impuesto el criterio que todas las áreas situadas por encima de 3000 metros sobre el nivel del mar son páramos y por lo tanto unos paraísos de flora y fauna. Esto es absolutamente falso y sofístico, por encima de esa cota topográfica hay toda clase de ambientes, según variables tales como temperatura promedia, características edáficas y geológicas, pluviosidad promedia, forma del relieve etc. Más aun ¿quién ha definido que es un páramo? El diccionario de la Real Academia de la Lengua presenta estas dos definiciones: 1-“Terreno yermo, raso y desabrigado”. 2-“Lugar sumamente frío y desamparado”. En Colombia, en forma empírica se le ha atribuido a lo que llaman páramos una serie de características tales que los asimila a paraísos terrenales intocables. La realidad es otra, quienes hemos recorrido la región de California y Vetas sabemos que se trata de unos riscos inhóspitos y estériles, donde ha habitado desde la Colonia una población paupérrima arrancando mineral de menas muy duras, con métodos de extracción en extremo rudimentarios. Los precarios túneles de esa minería de subsistencia han sido la tumba de muchos trabajadores. Esto lo dice con conocimiento de causa alguien que recorrió esas galerías de espanto.

Ante esto, unos ecólogos de salón pretenden frustrar proyectos de minería tecnificada que permitan elevar el nivel la vida de esa región y que puede ser una redención económica para el departamento de Santander. En el Perú a lo largo de la cuenca hidrográfica del río Rimac hay numerosas minas grandes y dicha corriente fluvial abastece de agua a la ciudad de Lima con más de diez millones de habitantes y no se conocen casos de envenenamiento. Las minas de hierro de Itabirita son vecinas del área urbana de Belo Horizonte en Brasil, con cuatro millones de habitantes no se sabe de problema alguno. ¿Solamente a Colombia le hace daño el progreso?

Los múltiples dogmas del ambientalismo, tales como aseverar que la etapa de calentamiento global es causada por la actividad humana, carece de fundamentos serios. En la historia de la Tierra ha habido épocas de calentamiento y de glaciaciones por causas en general debidas a la actividad solar. En la Edad media tuvo lugar un calentamiento que permitió la colonización del Sur de Groenlandia por los Vikingos, cabe anotar que la palabra Groenlandia en lenguas escandinavas significa Tierra Verde, dicho calentamiento no es factible que se pueda atribuir a actividades de la humanidad, a menos que consideren que lo causó la caída del Imperio Romano. Estas y otras “verdades” ecológicas tienen tanta sustentación como las Profecías Mayas y pretender que el desarrollo de Colombia esté supeditado a ellas es absolutamente delirante y absurdo.

Frases pronunciadas en la Primera Reunión de la Sociedad “Propiedad y Libertad”

Bodrum, Turquía, mayo de 2006
[Notas compiladas por Robert Grözinger]

Al comienzo de su discurso de clausura, Hans-Hermann Hoppe afirmó que la respuesta a la pregunta “cómo triunfar?” significa responder a la pregunta: ¿cómo conquistar a los jóvenes?

Él admite que no puede decir si vamos a triunfar, pero sí como se verá la sociedad cuando triunfemos – y esta es una visión que él cree que conquistará muchos jóvenes.

En un mundo de escaseces como el nuestro significa que habrá conflictos. Por lo tanto las reglas deben hacerse en cuanto a cómo utilizar estos recursos, y así resolver los conflictos.

Las reglas que la humanidad ha reconocido desde el principio son:

1. Cada persona se posee a sí misma.
2. La propiedad de algo vale para el primero que la utiliza.
3. El que usa su cuerpo para producir es dueño del producto.
4. La transferencia voluntaria de productos cambia la propiedad.

Seguir estas reglas conduce a la riqueza y a la vida civilizada.

¿Cómo hacemos cumplir estas reglas? Cómo mantener a raya a aquellos que no adhieren a estas reglas?

La respuesta liberal clásica: Esto, y solamente esto, es la tarea del Estado.

El estado tiene dos poderes singulares: el monopolio territorial de la toma de decisiones, y el monopolio territorial de los impuestos.

En general se acepta que los monopolios son malos para el consumidor. Pero casi nadie resuelve estas preguntas: ¿Porqué monopolios para la toma de decisiones y el cobro de los impuestos?

El estado puede producir no sólo “bienes” de calidad inferior, sino también “males”. Decisiones a su propio favor, y a un precio fijo.

Resultado: por ejemplo, los gastos para la defensa aumentarán continuamente. El estado es un protector expropiante de la propiedad.

Los liberales clásicos permitieron que esto sucediera, ya que se sumaron a los demócratas. Debido a que al momento todos los gobiernos eran monarquías, los Reyes tenían privilegios.

Los demócratas decían: cualquiera puede ser rey, presidente etc. De lo que no se daban cuenta es que esto no elimina los privilegios. En lugar de ser personales, son funcionales.

Ahora tenemos derecho público y derecho privado.

Las cosas son peores bajo una democracia. Un rey consideraba su país como su propiedad privada. Un cuidandero temporal, por otro lado, querrá maximizar sus ingresos a expensas del capital.

El argumento en contra es: la democracia es competencia. Sin embargo, la competencia es buena cuando se aplica a la producción de bienes. Pero no cuando se aplica a la producción de “males”, como es el caso en una democracia.

Los reyes llegan al poder por accidente de nacimiento, y pueden ser malos. Pero pueden ser buenos también. Sin embargo, los políticos consiguen llegar a los escalones más altos de la democracia si son malos, mentirosos o ladrones, o tienen mal carácter, etc.

Entonces, ¿cuál es la alternativa?

La alternativa debe ser una sociedad de derecho privado.

Tal sociedad haría uso de servicios especializados: seguros, arbitraje, y protección. Agencias privadas de defensa.

El precio de la protección tendería a caer y la calidad tendería a aumentar.

Ya no habría más sobre-producción de protección, etc.

El Seguro le indemnizará cuando algo le suceda a usted. Esto conduce a una mayor eficiencia en la prevención del crimen, en la recuperación de los bienes robados, y a que los autores del crimen paguen a las víctimas.

Las compañías privadas de seguros fomentarían el porte de armas, ofreciendo primas más bajas a aquellos que porten armas.

Las compañías de seguros son, por su misma naturaleza, defensivas. También insistirán en que sus clientes adhieran a una conducta defensiva. No habrá justicia por mano propia.

No habría “delitos sin víctimas” perseguidos como delitos.

No habrían cambios unilaterales y arbitrarios de las reglas.

Habrán regímenes jurídicos distintos. Un orden de agradable cordialidad con las compañías de seguros en el cual las agencias de arbitraje, arbitran.

Entre los jóvenes, ideas tales como estas tienen gran atractivo.


TRADUCCIÓN DE RODRIGO DÍAZ