Monday, December 28, 2015

¿Existe hoy día una alternativa a la democracia?

Saturday, 18 January 2014

Tomado de El Austroliberal, Birmingham 10 de Enero de 2014, 
por Jorge A. Soler Sanz

Nos gustaría reconocer al lector el hecho de que este autor siempre ha sido anarquista de una forma más o menos coherente a lo largo de toda su vida. Pero lo nuestro ha venido a ser una toma de consciencia paulatina sobre algo que de alguna manera siempre ha estado presente en nuestras vidas aunque haya sido de forma latente. De jóvenes (no implique el lector aquí que ya no lo somos) no éramos muy conscientes de este hecho, pero siempre nos hemos comportado ante el Estado como si se tratara de un enemigo declarado. Recuerdo en una ocasión, allá por 1999, donde me negué a pagar la tasa de mi DNI, frente a la estupefacción e incredulidad del funcionario que en ese momento sostenía en la mano nuestro carnet, por no tratarse de un pago voluntario. En aquel entonces no alcance a comprender la idea de estar obligado por ley a pagar por algo que todo el mundo sabe es obligatorio. La idea de que el Estado podía obligarme por un lado a poseer un carnet y pagarlo por el otro me pareció una contradicción imperdonable. El agravio fue tal, que me fui de la comisaria sin carnet y, para decirlo todo, la verdad es que sigo sin él desde entonces. La ofensa de exigirme por ley que pagara por algo me pareció tan grave que en verdad todavía me dura. ¿Qué sentido tiene obligar a alguien a pagar por algo frente a lo cual no se da ninguna alternativa? O expresado de otro modo, ¿Tiene sentido obligar por ley que un ciudadano pague por algo o que contrate un servicio? Y si esto es así, ¿Qué fuente del derecho lo justificaría?


Decía Almudena Negro el otro día en el Instituto Juan de Mariana que el IRPF debería de abolirse por poner éste en el punto de mira al individuo, que siempre será "sospechoso" frente al Estado de producir riqueza. Aquí no se trataba de quitar importancia a la parte económica del asunto (penalizar la producción, recordaba Almudena), sino en señalar su aspecto político (un ciudadano que no ha roto la ley no debe de ser sospechoso de nada, como tampoco se puede exigir de él que declare contra su voluntad). Esto me hizo recordar un encontronazo que tuve aquí en Inglaterra con la policía hace ya un tiempo por bajar una cuesta de noche con la bici haciendo manual mientras regresaba a casa de casa de unos amigos. De verdad que no somos unos imprudentes (la calle estaba desierta), pero cómo sabemos que no hay nada en el manual contra este tipo de actividades, me negué a darle mi nombre al agente al objeto de que no me multara. El policía, por su parte (un poco desde el descrédito) me informó que no tenía derecho a reservarme esta información y me ordenó de inmediato que se la comunicara. Ante esto yo le pregunté ¿pero agente, si como hombre privado de libertad tengo derecho a permanecer en silencio, no le parece a usted que como hombre libre también lo debería de tener y con más razón?, pero tras decir esto me arrestaron y acabé en la comisaría. Al final me tuvieron que soltar sin multa ni cargos, pero, todo hay que decirlo, en el entretanto me pasé unas horitas en el calabozo acusado de "negarme a declarar contra mí mismo." Y después de todo, la verdad es que se podrían haber ahorrado el trabajo, pues ya les advertí de entrada que no era posible multarme en base a la presente normativa (ni siquiera tengo carnet de conducir), pero entiendo que para la policía un ciudadano que se niega a declarar contra sí mismo ha de ser de lo más sospecho.

Almudena Negro tiene toda la razón al pedir que se extinga este impuesto, pero para mí, no por una razón política, o una razón económica, sino por una cuestión ética de fondo. Los impuestos, sean del tipo que sean, atentan contra el axioma de no agresión, y no tiene mucho sentido postular una agencia protectora de la propiedad privada que se ve ella misma obligada a expropiarla para poderla proteger. Esto no tiene mucho sentido. Ningún impuesto debería estar permitido. Si el IRPF obliga a declarar a los productores, el IVA obliga a declarar a los comerciantes. La apariencia nos parecería indicar que en verdad es el cliente el que abona este impuesto de forma voluntaria tras comprar el producto, pero una factura sin IVA es una factura donde el comerciante se queda en verdad con el supuesto valor añadido que este impuesto impone en el producto vendido. Pero incluso si se admite que esto no es así, todavía tiene que verse claro el hecho de que el comerciante aún se encuentra en una situación donde se le obliga a declarar frente a hacienda. El cliente podrá comprar o no un producto, pero nunca se le pide declarar nada por hacerlo o no hacerlo.

"Claro," dirán algunos, "pero si no se paga ningún tipo de impuesto tampoco habrá gobierno." Y, sin embargo, gobierno si habría; lo que no habría sería Estado. Aquí tampoco se trata de cortar por lo sano y hacerse impopular de la noche a la mañana, pero toda propuesta política que se presente como alternativa a la opción demócrata debería ser "pro recorte paulatino," pues votando pero siguiendo financiando no se elimina la raíz de este problema. Después de todo, la única función legítima de gobierno es la judicial (la legislativa y ejecutiva es propia de los propietarios) y es fácil mostrar cómo la financiación en este ámbito repercute positivamente en la calidad de la justicia impartida cuándo ésta es privada y no pública. Hoy día, tal y como reconoce Almudena Negro, sólo existe una opción política de fondo, es decir la social-democracia, luego el ciudadano sólo vota para determinar qué partido cumplirá mejor este proyecto, y la idea de que la justicia debe ser pública es parte de ese programa unívoco de pensamiento. Si realmente se quieren separar los poderes de gobierno, la tarea primordial ha de consistir en restituirlo a su tarea legítima originaria, es decir, a la protección de la vida, la propiedad privada y los contratos, y dejar que sean los individuos los que legislen y ejecuten en sus terrenos alodiales inalienables.


Creo que la charla de Almudena Negro tiene un eco inconsciente de resonancia en la población que, sin saberlo muy bien, también tiene esa impresión, tal y como yo mismo la tuve hace años, de que el político (el funcionario) le está tomando a uno el pelo, que el ciudadano tampoco tiene en verdad una opción real de elegir nada, que todo parece como si los políticos ya lo hubieran decidido todo de antemano y sólo contaran con nuestro voto para poder implementar sus programas de partido y, en el fondo, que de nada sirve negarse frente a este hecho. Sin embargo, creo que aquí el pueblo es también responsable de esta dinámica (por más inconsciente que éste sea o lo parezca ser), pues de una manera o de otra se ha dejado seducir por la idea de que resulta posible hacer un uso partidista de las funciones de gobierno. Esto nos ha llevado a una situación donde el ciudadano de a pie considera que el político puede representarle en relación con derechos que son "irrepresentables" en el mundo real por tratarse de meros privilegios; es decir, de excepciones a la norma. Desencantado, como ningún individuo puede exigir de su vecino que le pague la factura del médico, o la del colegio de sus hijos, votamos a un político con la expectativa de que éste lo pueda hacer por nosotros. Y, sin embargo, resulta del todo incorrecto decir que uno tiene derecho a la salud económica de otra persona aunque se use a un político como comodín para justificarlo. La única manera que tiene un Estado no productor para dar a unos consiste en quitar primero a otros. Y es obvio que ese que recibe los privilegios y excepciones los ha de tomar con buen gusto, pero lo mismo no puede decirse de ese que renuncia de forma involuntaria a parte de sus ingresos para poderlo financiar. Para poder contar con una alternativa clara a la social-democracia actual, hay que eliminar los dos componentes del binomio y no sólo uno, es decir, se trata de eliminar tanto el socialismo como la democracia. Si robar, asesinar y faltar a los contratos son actividades contrarias al derecho, votar o no votar carece de sentido; pues ¿Para qué se vota?

Friday, December 11, 2015

ABSURDO IDEOLÓGICO

Mientras el Mundo se distancia totalmente de las ideas marxistas, en Colombia, toda una serie de ideólogos trasnochados pretenden revivir  ese catecismo que fracasó en todas partes. Ante la bancarrota de todos los gobiernos izquierdistas quieren hacerle creer a los colombianos que aquí esa clase de régimen es la gran solución para el atraso.

Luego de haber mostrado su ineptitud en el ejercicio del poder en países de todos los continentes la izquierda mundial creó el Foro de Sao Paulo, allí como siempre hubo ríos de verborrea, proclamas y discursos a rodo, todo bajo la inspiración de el régimen de Cuba.

Con la inspiración de los hermanos Castro empezaron  a llegar al poder mandatarios izquierdistas plenos de ideología y dogmatismo pero carentes totalmente de sentido común. Estos regímenes del “Socialismo del Siglo XXI” financiados por el petróleo de Venezuela empezaron a formar asociaciones económicas y políticas muy especiales. Surgió el Alba, una especie de mercado común de bolsillo. Apareció Unasur, una especie de OEA sin anglosajones y bajo la dirección no disimulada del mandatario de Venezuela. Se amplió Mercosur para permitir la entrada de Venezuela. Los hilos del tinglado se manejaron desde La Habana, pero la voz cantante e insultante la llevó el Gobierno Venezolano.

A medida que creció la megalomanía y arrogancia del mandatario de Venezuela y su corte, el Gobierno de Colombia se sumió en un complejo de inferioridad, adoptando una actitud servil hacia su vecino. Mientras el señor Chaves regalaba petróleo y sonrisas para sus satélites, llovían los denuestos y amenazas para Colombia. Esto continuó y se acentuó al llegar al poder el heredero al trono, Nicolás Maduro. Por tener alojados en Venezuela a los dirigentes subversivos, el Gobierno de Colombia se volvió un mandadero sumiso, el Estado garante también actuaba como un cómplice de sus huéspedes. Tanto subieron el abuso y la sumisión, que en alguna ocasión el Mandatario de Colombia, un petimetre de clima frio, tuvo que irle a rendir pleitesía al Presidente de Venezuela en el bochorno de Puerto Ayacucho.

Como respuesta a los insultos, el Presidente de Colombia y su canciller se volvieron más obsecuentes, extraditar culpables e inocentes a Venezuela se tornó una rutina. Además el Gobierno de Colombia  promovió el nombramiento de Ernesto Samper como Presidente de Unasur para que sirviera de alcahueta en los desafueros de la dirigencia venezolana. Para rematar la humillación se presentó la expulsión de colombianos y el cierre de la frontera, ante esto el Gobierno de Colombia tuvo  la habitual actitud pusilánime.

Después del terremoto electoral ocurrido en el vecino país, cabe preguntarse ¿qué puede pasar si Venezuela expulsa a los señores de las Farc y renuncia a ser “garante” de la comedia de la Habana? Surgen algunos candidatos para llenar ese papel, pueden ser Nicaragua, Zimbabue, Erítrea o Corea del Norte, probablemente la mejor opción la tiene Nicaragua, por el idioma, sería traumático que tener que traducir órdenes y agravios de idiomas tales como el Swahili, el Tigrinya o el Coreano. 

En medio de todas las agresiones y ofensas, hay que considerar la responsabilidad del mandatario de Colombia, ante la arrogancia de los Líderes del Socialismo del Siglo XXI, mostró más dignidad el Jefe de Estado de Guyana, un pequeño país que escasamente supera el millón de Habitantes.

Con el desplome del Foro de Sao Paulo, parece que éste va a quedar reducido a los hermanos Castro, los hermanos Santos y Piedad Córdoba.   

Jaime Galvis V.

Sunday, December 06, 2015

DICTADURA MEDIÁTICA

Los medios de comunicación son un poder poco controlado y frecuentemente abusivo. Desde el Siglo XIX, los periódicos tuvieron una influencia muy grande en la opinión pública. En Europa y Norteamérica fueron un factor determinante en el manejo del poder.

La gran pugna entre Randolph Hearst y Joseph Pulitzer tuvo como cuadrilátero a los Estados Unidos de Norteamérica, allí mediaron toda clase de trampas y suciedades, la obsesión por acaparar la opinión pública y la influencia en el Gobierno los llevaron a usar armas muy poco limpias. Esto llegó a influir en las mismas relaciones internacionales del País, la guerra de Cuba fue una verdadera idea fija de Hearst. Además del conflicto de los más poderosos, menudearon los periódicos sensacionalistas y banales. La política menuda la manejaron los medios de comunicación.

En Gran Bretaña también grandes magnates periodísticos manejaron los hilos de la alta política, dos personajes emblemáticos de una prensa poderosa y muy poco limpia, fueron Robert Maxwell y Rupert Murdoch. El primero de ellos estuvo implicado en asuntos muy poco limpios que incluyeron casos de espionaje. Ha sido el único magnate de los medios que recibió un inesperado castigo su extraña muerte en altamar tiene todos los vestigios de una ejecución. Murdoch extendió los hilos de su telaraña periodística desde su nativa Australia, hasta Gran Bretaña y posteriormente hizo metástasis en los Estados Unidos de Norteamérica. Se hizo famoso por sus métodos de espionaje periodístico y su torcida manera de obtener noticias, en lo cual resultaron implicados muchos de sus subalternos.

Además de los más notorios piratas mediáticos, la prensa frecuentemente es tendenciosa en favor de determinados intereses políticos, es una actividad sucia pero no ilegal. En Estados Unidos de Norteamérica, diarios de gran poder económico y amplia difusión, tales como New York Times y Washington Post, favorecieron amplísimamente a mandatarios tales como Roosevelt y Kennedy multiplicando sus cualidades y ocultando sus carencias, al mismo tiempo, satanizaron a presidentes tales como Nixon y Reagan resaltando sus errores. En Francia también los medios han sido muy tendenciosos, casi pueden calificarse de sectarios. La Prensa en los países comunistas no tuvo mayor influencia, fue un simple transmisor de los actos de gobierno. Periódicos tales como Pravda e Izvestia siempre se distinguieron por su absoluta aridez.

En Latinoamérica, los medios de comunicación, tradicionalmente fueron empresas de familia y generalmente tuvieron un carácter notablemente parroquial.  Sin embargo la politización de los diarios siempre fue muy acentuada y la objetividad ha brillado por su ausencia. Esto ha sido muy notable en Colombia, donde los más importantes periódicos han sido órganos de difusión al servicio de las dinastías criollas. Es muy triste ver a los diarios más importantesdel país dedicados a inventarle méritos a personajes ineptos, a hacerle propaganda a obras y realizaciones no iniciadas, a pintar una situación de prosperidad cuando todos los indicadores económicos presagian una bancarrota. Naturalmente quienes no pertenecen a las castas de “gente bien” son criticados y ridiculizados con verdadera saña.

Además de la desorientación política, los medios se volvieron jueces de toda clase de actividades, pueden arruinar una empresa acusándola de afectar el medio ambiente o de perjudicar a los consumidores y si eso no es cierto, no hay rectificación. Pueden atribuirle delitos a cualquier persona y arruinarle la vida mientras demuestra que eso no era verdad. Cualquier locutor o gacetillero se torna en un omnipotente juez de la conducta ajena. Además gozan del privilegio de divulgar toda clase de barbaridades pseudocientíficas acerca de temas de los que no conocen ni el forro. 

Jaime Galvis V.