Wednesday, March 13, 2019

PERSEGUIR

Por Jaime Galvis

Un reciente y ridículo episodio, la multa de $833.000 pesos a un ciudadano por comerse una empanada en la calle, pone en evidencia una maniática tendencia del Gobierno de Colombia de perseguir, por cualquier motivo banal al ciudadano común y corriente. Muchas veces estas persecuciones se deben a fobias enfermizas de algunos gobernantes nacionales o locales. En otros casos el acoso tiene inspiración internacional como es el caso del cigarrillo, al fumador se le segrega como si fuera un enfermo de peste.

Unos buenos ejemplos de esas persecuciones maniáticas se presentan en los casos del automóvil particular y de la motocicleta. Estos dos vehículos son objeto de ojerizas muy enconadas. Esto ha llevado a imposiciones odiosas tales como el día sin carro (y sin motocicleta). Las multas para los conductores de automotores por cualquier contravención, así sea un mal estacionamiento, son exageradamente altas. Disposiciones tales como el uso “obligatorio” del cinturón de seguridad en el asiento trasero de los taxis son sencillamente ridículas y abusivas.

Para el motociclista, no solamente hay las mismas multas, además es visto con desdén por lo cual no hay facilidades ni señalización para su desplazamiento. Mientras construyen flamantes “ciclovías” por las que circulan 2 o 3 ciclistas, decenas y cientos de motociclistas tiene que zigzaguear entre el tráfico automotor arriesgando la vida (frecuentemente perdiéndola).

Las pequeñas ladrilleras y las tenerías son empresas que generan fobias incontroladas en determinados mandatarios y funcionarios por lo cual frecuentemente son objeto de cierres y multas abusivas.

Los vendedores ambulantes son unos de los blancos favoritos de los perseguidores maniáticos, con frecuencia aparecen alcaldes obsesionados por el “espacio público” y vienen las andanadas policíacas contra humildes vendedores de golosinas o frutas. 

Otro tema de los inquisidores es la contaminación visual por lo cual se prohíben los avisos de neón y otros adornos lumínicos. 

La pretendida defensa de la naturaleza es un semillero de abusos. Pobre de aquel que lo sorprendan transportando material vegetal, a veces simples semillas de plantas silvestres, pueden hasta encarcelarlo, esto en un País donde el Censo Agrario determinó que más del 50 % del territorio está cubierto de selva. Don José Celestino Mutis en la época actual estaría en un calabozo. No solamente se persigue al que colecte plantas, también al que introduzca especies foráneas. ¿Ignoran que el café, el arroz, la caña de azúcar, las naranjas y mil plantas más, son foráneas? 

La minería es otra actividad perseguida y satanizada con saña, cualquier accidente sirve de pretexto para proponer la prohibición de la explotación del subsuelo. Además la actividad minera está regida por una legislación absolutamente absurda. Naturalmente se olvida que la explotación del subsuelo es actualmente el principal soporte económico del País.

Otra forma de acosar al ciudadano es la creación de exacciones absurdas, para obras innecesarias, generalmente contra la voluntad la ciudadanía esto es relativamente frecuente en los alcaldes. Quizáel mejor ejemplo de esto es la insistencia en crear una línea de Transmilenio por la Carrera Séptima en Bogotá. 

El caso más aberrante que se está presentando en Colombia, es la persecución a los militares. Humildes soldados rasos que arriesgaron la vida por un pago miserable, aparecen condenados por presuntos crímenes que frecuentemente han sido inventados por círculos de abogados tramposos y con un marcado sesgo político. Esta clase de persecuciones también ha llegado a altos círculos de las Fuerzas Armadas, juicios amañados que les han costado la vida profesional a muchos oficiales sin un acervo probatorio real. Todo esto parece diseñado para minar la voluntad de combate del personal militar, en medio de una situación de orden público bien delicada.