Tuesday, March 13, 2018

MAMA BUROCRACIA

Colombia ha experimentado un serio estancamiento en los últimos años. Pero hay algo que sí ha crecido desmesuradamente, la burocracia. El aparato burocrático se ha convertido en un freno al progreso y un promotor de la corrupción. Basta analizar los complicados procedimientos y trámites que afectan cualquier actividad humana, hasta morir tiene protocolos engorrosos. 


Asuntos tales como denunciar un delito se tornan tan difíciles que la ciudadanía prefiere evitarlos ante la pérdida de tiempo que implican las diligencias inherentes. Un buen ejemplo de las complicaciones burocráticas es el ejercicio de alcanzar la nacionalidad. Los comentaristas de prensa frecuentemente se refieren a las dificultades que tienen los inmigrantes en países tales como los Estados Unidos, la Unión Europea o varios países asiáticos, jamás se toman el trabajo de analizar el viacrucis  de papeleos que implica adquirir la nacionalidad en Colombia.  ¡Es un proceso que dura  a veces decenas de años! Esto sin mencionar el trato que reciben los inmigrantes en tránsito.


Tramitar una concesión minera es un proceso no solamente kafkiano sino impregnado de perversidad. El solicitante tiene que pasar por una serie de costosos trámites absolutamente inútiles, tales como póliza de seguros, apoderado, estudios ambientales, PTO, consulta a comunidades y muchas más talanqueras absurdas. Pero además debe someterse a una perversa exacción, el “canon superficial” por la cual debe pagar grandes sumas de dinero mientras dure la “exploración” lo cual hace que el empresario pague sin tener producción, no tanto por el tiempo exploratorio sino por las infinidad de trabas que implican las comunidades, los caprichos de los alcaldes, el interminable proceso de la licencia ambiental, el orden público etc., naturalmente si la exploración fracasa, el empresario queda endeudado de por vida con el Estado, porque esa exacción no prescribe. La exploración y explotación de hidrocarburos tiene tal cantidad de procesos burocráticos  que muchas compañías evitan ingresar al País.


En Colombia el estorbo burocrático ha llegado al extremo que el mismo gobierno, tiene que sobrellevar una cantidad de trámites engorrosos con  ministerios y agencias oficiales para realizar obras públicas y en todo eso campea la corrupción. El medio ambiente es un tema que no protege las especies vegetales o animales, sino una serie de entidades corruptas en las cuales la extorsión y el soborno le hacen la vida imposible al ciudadano, son verdaderas guerrillas burocráticas.


Actividades tales como la fundación de empresas industriales, la construcción de toda clase de edificios, la obtención de patentes de invenciones, el transporte de carga y pasajeros, la industria de alimentos, el comercio en general tienen tal cantidad de papeleos y trámites que alimentan la corrupción en proporciones increíbles. Las industrias permanecen en continuo peligro de multas y exacciones ruinosas porque algún burócrata las acuse de cartelización u otros cargos absurdos, en todo ello el gasto en defensas jurídicas es impresionante.    


Si se examina todo lo referente al Poder Judicial, el cuadro llega a extremos que no pudo imaginar Franz Kafka, cualquier montaje de cargos falsos puede arruinar no solamente a ciudadanos sino a grandes empresas, porque los procesos judiciales en Colombia son absurdos, complicados y generalmente eternos. Naturalmente en lo referente al poder judicial y sus Cortes, la corrupción ha alcanzado proporciones increíbles.  


En aspectos tales como la educación y la salud la burocracia tiene un imperio casi absoluto, entidades tales como el Sena son focos de clientelismo y favoritismo político. Las universidades actúan como ruedas sueltas sin control real de sus gastos y cuentas.  Las entidades prestadoras de salud ocupan diariamente los titulares de los periódicos con sus escándalos, pero el acceso del ciudadano a esos servicios es complicadísimo.  


¡Colombia necesita una Perestroika!


Jaime Galvis Vergara