Friday, November 30, 2007

La esperanza, al congelador

Por Saúl Hernández Bolívar

Publicado en el periódico El Tiempo, el 27 de noviembre de 2007

Nada bueno podía salir de una mediación entre el Gobierno colombiano y las Farc, a cargo de personajes tan desprovistos de neutralidad como el presidente Chávez y la senadora Córdoba, antípodas y enemigos del presidente Uribe.Pero era inimaginable un desenlace tan absurdo, que implicara el congelamiento de las relaciones entre países y el resquebrajamiento de la química que había entre los mandatarios, mancillada por las injurias de un Chávez iracundo por un asunto que ni siquiera es de su competencia, que atañe solo a la soberanía de Colombia.

Chávez no tenía derecho a embejucarse. Era potestad del Gobierno colombiano terminar la mediación cuando lo considerara pertinente, máxime cuando había razones de sobra. En tres meses no se avanzó un centímetro en el tema humanitario por mucho que asegure ahora la señora Córdoba que algunos de los secuestrados iban a comer pavo con sus familias en Navidad y que, en enero, las Farc se iban a sentar a firmar la paz. Por otro lado, todo estuvo girando en torno de la idea de un despeje, esta vez en el Yarí, para Chávez conversar con un 'Marulanda' que muchos presumen muerto y que aunque viviera, esa reunión solo tendría por objeto deshacer la tenaza con que las Fuerzas Armadas de Colombia están triturando a los subversivos de las Farc. Finalmente, las cosas estaban tomando un tinte insospechado con esa llamada al general Montoya, que por mucho que doña Piedad jure que era casual, inocente y rutinaria, no lo era.

El chasco fue de tal magnitud que en los tres meses no se consiguieron pruebas de supervivencia sin las cuales hasta el mismo Fabrice Delloye -ex esposo de Íngrid- opinaba que no se podría proseguir la mediación. A pesar de que a los campamentos de la guerrilla llega cualquiera (desde periodistas hasta la misma señora Córdoba, o la madre de la guerrillera holandesa), es inverosímil que no haya sido posible sacar las pruebas por supuestos bombardeos y presión militar. Más con lo fácil que es subir videos, fotografías y documentos escaneados a Internet, o enviarlos por correo electrónico. Y deja muy mal sabor el intento último de la Córdoba por tratar de hacer ver el video trasnochado del capitán Solórzano como una muestra de buena voluntad de los guerrilleros.

Dada la afinidad política entre Chávez y los facinerosos y la admiración mutua que ambos se han expresado en incontables ocasiones, se presumía que era imposible el escenario de una negociación empantanada porque a casi nadie le cabía en la cabeza que las Farc dejaran a Chávez como novia vestida. Sin embargo, a estas horas no se sabe a ciencia cierta si el Presidente de Venezuela fue víctima de las Farc o si, simplemente, estaba en la tarea de oxigenarlas. De todas maneras, persiste la sensación de que los subversivos desecharon la oportunidad de interlocución con cinco gobiernos del más alto turmequé, como si no tuvieran el más mínimo interés en absolutamente nada.

En el fondo, lo más triste de todo es que ahora sí los secuestrados parecen una simple mercancía. Y no hay certeza alguna de su estado. La necesidad de aferrarnos a una esperanza nos ha llevado a los colombianos a inducir al Gobierno a caer en la trampa de hacer lo que sea para devolverles la libertad a los secuestrados políticos de las Farc, cosa que solo depende de la voluntad de los guerrilleros o de un golpe de gracia de las fuerzas del Estado.

Si a las Farc les interesara la libertad de estas personas, bastarían una delegación de la Cruz Roja y un par de días de 'tregua' para devolverles sus vidas, pero en los estertores de una agonía ya inevitable de esa guerrilla, la carta de los secuestrados parece ser su única alternativa y, como tal, se la van a jugar. Quiera Dios que los colombianos no caigamos en la trampa de hacer acuartelar las tropas para revivir la esperanza y menos que estas terminen ocupadas en asuntos fronterizos por obra de un vecino bocón.

Thursday, November 22, 2007

LA VIDA ES UNA ANTORCHA ESPLÉNDIDA

Palabras del Canciller Fernando Araujo Perdomo

Colegio Jorge Washington, Cartagena, Mayo 25 de 2007.

Quiero presentarles unas ideas, una visión de los elementos que considero que son esenciales para continuar en el proceso de construcción de un presente y de un futuro promisorio para Colombia, para ustedes, para nuestros hijos, para los colombianos, todos. Me voy a centrar en la construcción del hombre, del ser humano moderno, del nuevo hombre, voy a hablarles del desarrollo y compromiso personal.

El primer concepto que quiero presentarles está aquí, en el ambiente, la LIBERTAD.

Todos creemos ser libres, todos queremos sentirnos libres, pero muchas veces pensamos que la libertad es la posibilidad que tenemos de elegir entre diferentes alternativas, de escoger lo que queremos.

Muchas veces esta manifestación no es sino la expresión de un sentimiento egoísta, que básicamente lo que quiere expresar es que nadie se meta en mi vida y que me dejen hacer las cosas que yo quiero; y pensamos que de esta manera vamos a ser felices, pensamos que la felicidad es esa expresión de una libertad sin límites y creo que esto quizás los lleva por el camino equivocado.

Creemos que ser libres es no tener ataduras, es no estar sometidos a ninguna autoridad, cuando la verdadera libertad requiere de principios, requiere orden, requiere de respeto.

Además pensamos que la libertad depende de las condiciones exteriores, creemos que para poder ser libres necesitamos casi el mundo plegado a nuestros pies. ¡Cuando la verdadera libertad reside en nuestro interior! Tenemos la impresión normalmente de que lo que limita nuestra libertad son las circunstancias que nos rodean, las normas y obligaciones que nos impone la sociedad, las limitaciones físicas que tenemos, cuando tenemos problemas de salud, esas son las cosas que nos coartan la libertad. Muchas veces nos sentimos agobiados realmente por nuestras responsabilidades familiares, responsabilidad por ejemplo, en el caso de los muchachos(as) de estudiar, de tener que hacer algunas cosas, de entregar algún trabajo, de presentar un examen y creemos que eso realmente está limitando nuestra libertad, pero la verdad es que dentro de nosotros es donde reside realmente la libertad de cada uno.

También quiero decirles que somos más libres si reconocemos que los derechos son menos importantes que las obligaciones. Aquí tengo que hacer una reflexión adicional, ligar nuevamente la libertad con el amor, solamente cuando amamos somos libres porque el acto del amor, de verbo amar significa una entrega a los demás y allí es donde radica la verdadera libertad del ser humano, ¡si nuestro corazón es egoísta y queremos todo para nosotros, en lugar de ser libres, lo que hacemos es construir ataduras! ¡La verdadera libertad consiste en nuestra posibilidad de crecer, de esperar, de amar en cualquier circunstancia!. Esas circunstancias, inclusive, significan en muchos casos, aceptar lo que nosotros no hemos elegido, es decir, hay circunstancias que la vida nos impone y que sólo cuando las aceptamos somos libres.

Quien desea acceder a una verdadera libertad interior, debe entrenarse en la serena y gustosa aceptación de multitud de cosas que parecen ir en contra de nuestra libertad, aceptar nuestras limitaciones personales, nuestra fragilidad y nuestra impotencia en las situaciones que la vida nos impone.

La verdad es esta, las situaciones que nos hacen crecer de verdad, son precisamente aquellas que no dominamos. No seremos capaces de transformar eficazmente nuestras vidas si no comenzamos por acoger la vida en su integridad y en consecuencia, por aceptar cualquier acontecimiento exterior al que nos enfrentemos.

Pensamos que es muy difícil aceptar las cosas que nos causan dolor, pero desde mi experiencia personal les puedo dar fe, de que sólo cuando aceptamos la realidad de nuestra vida, comenzamos a ser felices. Cuando a mi me secuestraron tuve unos primeros días de mucha zozobra, de mucha angustia, pero solamente logré superar esa situación cuando acepté mi situación de secuestrado.

Un día me levanté de la hamaca en la que dormía y me hice esta reflexión, ¡estoy secuestrado, tengo que aceptar mi realidad y zafarme de mis recuerdos, de mis expectativas, de la vida que venía desarrollando, de mis deseos, de mis ansiedades, de mi deseo de estar con mis hijos, con mi esposa, con mis padres, de mis deseos de poder trabajar en las actividades que me gusten y aceptar que la realidad que estaba viviendo era diferente a lo que yo deseaba y cuando acepté esa realidad comencé a superar el inmenso dolor que me producía el secuestro y eso a pesar de estar secuestrado, ¡fue una expresión de libertad!

Por eso llegué a la conclusión de que todos podemos ser libres a pesar de las circunstancias que nos rodean. Yo he sido un atento estudiante de Stephen Covey, un autor muy reconocido norteamericano, autor entre otros de un libro muy famoso, que se llama Los Siete Hábitos de la Gente Altamente Efectiva.

Libro que ha sido para mí un norte en la vida, en este encontré el ejemplo de Víctor Frankl, un señor que estuvo preso en los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, y que estuvo sometido a una serie de pruebas inhumanas, porque fue utilizado como conejillo de indias, para hacer experimentos en seres humanos y a pesar de encontrarse en esa situación y de estar siendo torturado, tomó la decisión de que bajo ninguna circunstancia iba a perder su capacidad interior de elegir una respuesta ante un estímulo que recibiera y así pudiera ser maltratado por sus captores él no perdería la calma, no perdería la fe, no perdería la esperanza.

Allí radica la verdadera libertad humana, hay un instante entre el momento en que yo recibo un estímulo y en el momento en que doy una respuesta. En ese instante que hay entre el estímulo y la respuesta radica mi libertad de ser humano, de escoger cómo respondo. La verdadera libertad está dentro de nosotros en nuestros corazones. Tengo la esperanza, tengo la experiencia, de que en cualquier circunstancia, si hacemos una planificación adecuada podemos superar las dificultades, pero creo, que lo más importante es aceptar la realidad que estamos viviendo plenamente.

Yo recuerdo también que estando secuestrado, en una oportunidad me llevaron un ejemplar del periódico ‘El Tiempo’, y en la parte superior de la columna donde aparecen las cartas de los lectores leí una frase que escribí en uno de mis cuadernos que decía: “¡El dolor cuando no se convierte en verdugo es un gran maestro!”

Me tomé esta frase como propia y aprendí que a través del dolor se puede crecer y en el sufrimiento que padecí, durante mis seis años de secuestro aprendí a crecer, aprendí a ser una mejor persona, aprendí a ser más humano, aprendí a entender el dolor de mis semejantes y eso me humanizó, porque hoy cuando veo una persona que está sufriendo, entiendo mucho mejor ese dolor.

Naturalmente NO estoy haciendo con esto una invitación a sufrir, porque todos tenemos en la vida la ilusión de ser felices, pero si reconocemos el dolor como un elemento que nos conduce a la felicidad, vamos a encontrar que ese es el camino adecuado, y el dolor nos libera.

La naturaleza se halla en total equilibrio, existe la ley de la causa y el efecto. Lo que se siembra se cosecha.

Los problemas de la vida surgen cuando sembramos una cosa y esperamos cosechar otra totalmente diferente, si sembramos mangos recogeremos mangos, no limones, si sembramos odio recogeremos odio, si sembramos amor recogeremos amor. Como dice el proverbio “siembra vientos y recogerás tempestades ”

También quiero hacer una reflexión sobre un concepto de Covey, que es la proactividad. Hoy en día se habla mucho de proactividad y la gente lo entiende como el acto de tomar la iniciativa. Pero para Covey y para mí, la proactividad realmente significa asumir la responsabilidad de nuestras propias vidas.

Tenemos la tendencia natural de responsabilizar a las demás personas de las cosas que nos suceden.

Cuando hacemos eso somos reactivos y pensamos que nuestra infelicidad es producto del ambiente o de los demás y por ese camino, pensamos que el mundo tiene que cambiar para que nosotros podamos ser felices, pero realmente la situación es la contraria, ser proactivo significa yo soy responsable de lo que me pasa, así esté secuestrado.

En mi secuestro soy responsable de mí.

No puedo cambiar la realidad de mi secuestro, ¡bueno sí la pude cambiar porque a los seis años me fugué!, pero tuve que esperar el tiempo para poderla cambiar, mientras esa oportunidad se me presentaba, me preparé para aprovecharla lo mejor que pude.

Me preparé para vivir cada día de mi secuestro de la mejor manera posible, asumí la responsabilidad de mis actos y me dije, si pierdo mi tiempo mientras esté secuestrado después no voy a poder echar el tiempo para atrás y esto no lo voy a recuperar, tengo que aprovechar cada instante de mi vida, sin importar las circunstancias en que me encuentre.

Entonces me propuse enriquecerme, y pensé, cómo puedo ser una mejor persona en estas circunstancias y me dije ¡bueno yo puedo aprender a ser generoso! Y me propuse practicar la generosidad; ustedes me preguntarán, “¿Pero Cómo puede ser uno generoso estando secuestrado?, si uno no tiene nada”, pues sí, a veces me regalaban un pan, y como yo había decidido ser generoso, lo partía por la mitad y le daba la otra mitad al guardia, y esto lo practicaba para todo.

Para el 24 de Diciembre último me regalaron cuatro manzanas y una bandejita de uvas, cada vez que me iba a comer una manzana la partía por la mitad y le daba la mitad al guardia y yo me comía el resto. Las uvas, ¡una para ti, una para mí!, como me cambiaban de guardia cada dos horas entonces las compartía con varios de mis captores y esa misma generosidad la practiqué durante los seis años de secuestro con cualquier detalle que tuviera.

También decidí ser paciente, esto quiere decir ser conciente del momento, vivir el presente, no vivo mañana ni vivo el ayer. Lo que pasó ayer ya no lo puedo cambiar, lo que pasará mañana tengo alguna forma de planearlo, pero finalmente es tan incierto. Si alguien lo puede decir soy yo que mientras trotaba el 4 de Diciembre de 2006, mientras escuchaba el radio sucedía el ataque al campamento donde me encontraba, el que me permitió fugarme. En Febrero de 2007 en recuperación de una operación, recibí la llamada del Presidente Uribe para ofrecerme la Cancillería. Es decir planear el futuro es realmente difícil, la vida da tantas vueltas que un realmente no sabe lo que va a pasar. Sólo viviendo el presente aprendemos a ser pacientes, la paciencia se refleja finalmente en tranquilidad espiritual, en serenidad.

También decidí ser fuerte. ¿Qué significa ser fuerte? Todos tenemos miedos y a mí, al igual que a todos, me daban miedo muchas cosas, eso es humano. Ser fuerte significa enfrentar el miedo, no dejarse vencer por el miedo.

Yo me acuerdo que mi hijo Manuel, cuando tenía seis años, que estaba en clases de karate, cada vez que había un combate me decía: “¡Papi tengo miedo!”, yo le decía “¡es natural que lo tengas, lo importante es superarlo!”

Resulta fácil pensar en ser valiente con respecto a circunstancias especiales y extraordinarias, como sobreponerse a un secuestro o escaparse a sus captores; pero les quiero hacer una reflexión, ¡hace falta mucha valentía para actuar íntegramente cada día, para ser sinceros cada día, para liberarnos de las excusas que nos impiden ser leales con nosotros mismos, para actuar con base en principios a pesar de que muchas veces estos no sean populares o comprensibles para los demás!

El mejor modo de lograr calidad de vida es escuchar a nuestra conciencia y seguir sus dictados sin permitir que ninguna voz suene más fuerte en nuestros oídos que la voz propia de la conciencia. Sean cuales sean las circunstancias de la vida, guiarnos por ellas.

Estando secuestrado aprendí también a no desfallecer, aprendí que por muy duras que sean las circunstancias, hay que seguir adelante, por eso desde que salí, desde que me fugué y fui rescatado por la Armada he tratado de llevarle un mensaje a los colombianos, que hay que hacer siempre un esfuerzo adicional frente a las dificultades de la vida, para salir adelante.

Cada uno de nosotros, de una u otra manera enfrenta retos, unos más definitivos, unos más duros, por eso los invito a desarrollar una actitud personal proactiva, constructiva, optimista y responsable para poder superar las dificultades. Estoy convencido de que la espiritualidad y los valores le dan sentido a nuestras vidas.

La observación de nuestras actitudes e intereses y el reconocimiento de nuestros gustos y pasiones nos ayudan a encontrar la paz y el sosiego que tanto buscamos, y por supuesto la felicidad que anhelamos. Quiero agregar que el verdadero secuestro, es el secuestro en el que las personas en lugar de cultivarse, de tratar de ser mejores cada día; nos dejamos llevar por las cosas mundanas y por los vicios, nos dejamos llevar por el rencor y el odio. Sólo el que vive a través del amor se libera plenamente.

Ustedes son jóvenes y les ha tocado vivir en un mundo de alta tecnología, son expertos en aparatos digitales y computadores, en video juegos. Les tocó además un mundo interconectado y globalizado con grandes ventajas y con problemas y consecuencias para todos como el calentamiento de la tierra o el problema mundial de las drogas ilícitas, que tanta tragedia, dolor y violencia ha generado en nuestro país.

Estos retos y realidades exigen actitudes proactivas y responsables, exigen tomar posición y actuar como sociedad civil organizada, para contribuir a la solución.

Algunas personas me dicen, que después de mi secuestro volví a nacer, eso no es cierto, después de mi secuestro yo me siento más fuerte y más vivo que nunca, le doy gracias a Dios, le doy gracias a la vida, porque durante los seis años de mi secuestro pude continuar en mi proceso de crecimiento.

Quiero compartir con ustedes algunas reflexiones que me hice cuando estaba secuestrado, sólo como un testimonio. Unos apuntes que hice el primero de Enero del año 2003 en mi diario, dicen así:

“estamos en año nuevo, estoy lleno de nostalgias, tristezas y pesares, lleno de ausencia, pero doy gracias a Dios porque gozo del don principal: ¡la vida!, además ¡salud, amor esperanza, fe, fortaleza e ilusiones!.

Cuento con toda mi familia, con su amor, su apoyo, su entrega, su trabajo, su energía, los extraño con toda mi alma, los adoro con todo mi ser, confío en que Nuestro Señor nos permita reunirnos pronto, he escuchado muchos mensajes bellísimos y llenos de esperanza y fortaleza, hecho de menos a Moni y a Ferni a quienes no he escuchado desde finales de octubre, pero tengo la seguridad que pronto les escucharé.

Estoy a la expectativa de que en estos próximos días reciban el video que grabé el 18 de diciembre y la carta para Mónica, también a la espera de que algunas gestiones de facilitación comiencen a dar frutos y se encienda de verdad una luz de esperanza para todos los secuestrados, para este año me propongo mantener la línea de acción que he conservado durante mi secuestro: primero, vivir el presente día a día; segundo, cuidarme, mantenerme saludable; tercero, ser siempre positivo sin importar las dificultades, superando el miedo y el dolor, superar mis sentimientos de abandono, sentir plenamente el amor de toda mi familia, de todos mis amigos, conservar siempre la esperanza de mi liberación; cuarto, aprender todo lo que pueda y fortalecer mi espíritu”

El primero de Enero del año 2006, escribí lo siguiente: “Feliz año nuevo, me levanto con la ilusión de regresar este año a mi hogar, a mi libertad, a mi vida y mientras tanto repito mis propósitos para el año, similares a los que me he hecho cada año y en todos los momentos de mi cautiverio, ser siempre positivo, vivir día por día, aprender todo lo que pueda, acrecentar mi fe, practicar el amor, la bondad, la gratitud, la humildad, la paciencia, el valor, la fortaleza, la tranquilidad, aumentar mis esperanzas, mi serenidad, mi alegría y la sabiduría que me permita aceptar vivir el presente”

Citando nuevamente a Covey, debo decir, ¡lo que nos quiere o daña no es lo que nos sucede, sino nuestra respuesta a lo que nos sucede!, desde luego, las cosas pueden dañarnos físicamente o perjudicarnos económicamente y producirnos dolor por ello, pero nuestro carácter, nuestra identidad básica en modo alguno tiene que quedar herida, de hecho, nuestras experiencias más difíciles se convierten en los crisoles en donde se moldea nuestro carácter y se desarrollan las fuerzas internas, la libertad para abordar las circunstancias difíciles en el futuro y para inspirar a otros la misma conducta.

Insisto, no somos el producto de nuestro pasado, sino de nuestras elecciones.

Nuestra condición humana nos permite vivir conforme a nuestra imaginación y no a nuestra memoria. Como dijo Mahatma Gandhi, no me cabe ninguna duda de que cualquier hombre o mujer, es capaz de obtener lo que yo logré si hiciera los mismos esfuerzos y cultivara la misma esperanza y la misma fe.

Queridos amigos, queridos muchachos, para terminar hago mías las palabras de George Bernard Shaw: “¡Este es el verdadero goce de la vida!, ese ser utilizado con un propósito que uno reconoce como importante, ese ser una fuerza de la naturaleza y no un montecito febril y egoísta de malestares y molestias que se queja de que el mundo no se consagra a hacerlo feliz.

Soy de la opinión de que mi vida pertenece a toda la comunidad y que mientras viva, es mi privilegio hacer por esta todo lo que pueda. Cuando muera quiero estar completamente agotado, pues cuanto más duramente trabajo, más vivo.

Gozo de la vida, por la vida misma; para mí, la vida no es una pequeña vela, es una especie de antorcha espléndida que por el momento sostengo con fuerza y quiero que arda con el mayor brillo posible, antes de entregarla a las futuras generaciones”

Muchas Gracias

Sunday, November 18, 2007