Wednesday, July 26, 2017

FORMACIÓN PROFESIONAL

En Colombia existen un número bastante grande de instituciones con denominación de universidades, son más numerosas que en países que duplican y aún triplican la población de este País. Se cuentan más de 200 “universidades”; si se quiere tener una idea de la educación técnico-científica, cabe anotar que el número de patentes aprobadas de personas o entidades nacionales por año no alcanza a 300. Las universidades colombianas no se distinguen por sus laboratorios y talleres, predomina ampliamente la enseñanza de tablero y tiza. La investigación científica es muy reducida y poco promocionada. En general predominan las carreras de orientación humanística. Una característica adicional de la educación superior en Colombia es la excesiva politización en las universidades estatales. Además hay una cierta congelación mental de los ideales políticos, ya que continúan presentándose la oratoria, las consignas, las proclamas y documentos de la Izquierda de los años sesenta de siglo XX, Los “revolucionarios” son impermeables a las ideas nuevas¡En cincuenta años ha evolucionado más la Iglesia Católica!    


El limitado interés en ciencias y tecnología, tiene un agravante adicional en la mediocre calidad de la educación en estos aspectos, además del énfasis que hay en la simple acumulación de información, sin darle impulso a la creatividad y la inventiva. La ciencia experimental es ajena a nuestro ámbito universitario.


Por otra parte, cabe observar cual es el futuro del profesional en ciencias naturales, físicas y tecnológicas. En una economía raquítica como la nuestra, la actividad privada absorbe un número limitado de profesionales y mucho de ellos para actividades rutinarias como tramitología ante las diversas agencias del Estado o las ventas. Para muchos el futuro se encuentra en el ingreso a la burocracia, generalmente a ese proceso de esterilización mental que es el ingreso a la carrera administrativa. Otras posibilidades de realización se encuentran en las numerosas empresas consultoras dedicadas a contratar con el estado, las cuales se convierten en apéndices de la burocracia estatal, en estas actividades no tiene importancia la innovación y menos la imaginación. Generalmente la Ingeniería Nacional se ha limitado a la ejecución de estudios y obras del Gobierno, en lo cual la inventiva se limita a sortear licitaciones y a dar explicaciones acerca del desarrollo o subdesarrollo de estudios y obras, para lo cual las empresas mantienen un nutrido equipo de profesionales del derecho. Hay aspectos anecdóticos dignos de traer a colación, como el de alguna compañía cuyos diseños generalmente fallaban, pero se ganaba casi todas licitaciones. En todo ello, el papel del profesional raso se parece al de los peones del ajedrez.


Como consecuencia de los aspectos anotados, la mayor parte de los profesionales en ciencia y tecnología terminan siendo burócratas o tramitadores de permisos, licencias, autorizaciones, informes ambientales y toda una serie de documentos inútiles que el Estado Colombiano ha ideado para hostigar al ciudadano  que pretenda emprender cualquier actividad productiva. Además de los tramitadores se han creado los profesionales rémoras. A muchas actividades económicas se les ha establecido la obligatoria contratación de profesionales innecesarios. Las droguerías deben pagar a un químico farmaceuta para que les firme periódicamente. A la exploración minera y petrolera se les está exigiendo la contratación de arqueólogos, sociólogos, ecólogos etc. Para la construcción de cualquier mediagua requieren la firma de un arquitecto.


El verdadero progreso necesita que los profesionales sean empresarios y debieran educarse para eso. Muchos de los grandes consorcios mundiales tienen la denominación del inventor que los inició, tales como Siemens, Ford, Bayer, Ferrari, Honda, Peugeot, Bosch, Dupont, Suzuki, Michelin,etc. No hay una gran empresa en el Mundo que lleve el apellido de un tramitador o de un burócrata. Hay que tener en cuenta que el desarrollo es una sumatoria de ideas, inventos e iniciativas, no de decretos ni de consignas políticas.


Jaime Galsis V

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