Monday, January 11, 2010

Venezuela paga el chavismo

Enero 11 de 2010

Editorial del Diario El Pais de Cali

En lo que parecería un contrasentido, Venezuela, un país que nada en riqueza petrolera y que se benefició de los altísimos precios del combustible durante varios años, ha alcanzado la proeza de convertirse en la nación con la segunda inflación más alta del mundo, después de la República del Congo.

Con un 28%, los precios cambian de un día para otro y afectan gravemente al ciudadano común, cuyos recursos no alcanzan para adquirir los bienes indispensables. De acuerdo con la Central de Trabajadores el costo de la canasta familiar básica se encuentra en los 3.913 bolívares, mientras el ingreso familiar promedio es apenas de 1.918 bolívares. El hambre amenaza, por lo tanto, a millones de venezolanos.

En un intento por hacer frente al problema el Gobierno devaluó su moneda y creó dos tipos de cambio frente al dólar: uno de 2,6 bolívares por dólar y otro de 4,3 bolívares, que se corresponde con el llamado ‘dólar petrolero’. A juzgar por las consecuencias que puede llegar a producir, el remedio puede ser peor que la enfermedad.

Para Miguel Ángel Santos, profesor del Instituto de Estudios Superiores de Administración en Venezuela, el problema parte del excesivo gasto público y la ausencia de inversión en la economía. En un país donde el Gobierno se ha dedicado a perseguir a los empresarios privados, bien sea estatizando sus empresas o regulando los precios hasta hacer imposible su subsistencia, la producción se ha paralizado y no llega un solo dólar del extranjero interesado en inversión productiva.

La situación, luego de nacionalizaciones como la de los molinos del arroz, es tan dramática que hoy el 90% de los alimentos que consumen los venezolanos son importados. Y, aunque al devaluar la moneda se incrementa el valor de los artículos importados abriendo posibilidades para los de producción nacional, lo cierto es que ningún productor nacional se verá incentivado a trabajar en el campo mientras existan precios controlados. Peor aún cuando los que exportan a Venezuela se enfrentan con las medidas gubernamentales que retienen los pagos en dólares, como le ha sucedido a un buen número de exportadores colombianos.

Para Santos no hay medida monetaria que sirva en un país que no produce nada, que vio caer sus exportaciones en un 42% y al cual no llega la inversión productiva en virtud de la inseguridad jurídica reinante. Y mientras venda más petróleo a mayores precios, más verá inundada su economía de bolívares sin que haya una oferta adecuada de bienes y servicios, con lo que la inflación puede alcanzar cifras estrafalarias.

Es la economía del socialismo del Siglo XXI, capaz de producir el absurdo de empobrecer a un país riquísimo para satisfacer la vanidad y la ambición de poder de un déspota, desconociendo la economía de mercado. Que ahora está comprometida en no perder las próximas elecciones para la Asamblea Nacional, por lo cual decreta una devaluación con la cual generará los bolívares para pagar su campaña.

Así, con los recursos de los más pobres Venezuela, está pagando el costo de la aventura chavista, lo mismo que la permanencia continuada de Hugo Chávez en el poder.

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