Por Jaime Galvis V.
En medio de la alharaca de la paz en el año 2013 se presentan episodios que evidencian el desgobierno, estalla un paro agrario del cual el Presidente declara que no existe, pero las movilizaciones campesinas paralizan gran parte del País. El Alcalde de Bogotá es destituido por el Procurador de la Nación debido a su calamitosa administración que afectó gravemente las finanzas de la ciudad. El Presidente lo restituye en su cargo, favor que posteriormente será compensado. El gasto del Gobierno Nacional se encuentra desbordado sin prever que se avecina el derrumbe de los precios del petróleo. La exploración petrolera se ve semiparalizada por las exigencias ambientales y la ineptitud ministerial. La ronda petrolera que se realizó en el año 2014 constituyó un rotundo fracaso. La fuga de empresas industriales lleva a la desaparición de varias factorías por lo que se afecta el empleo.
En medio de ese desbarajuste se presenta le proceso electoral en el cual el Presidente aspirante a la reelección es derrotado en la primera vuelta. El desespero lo lleva a hacerle una guerra sucia al contrincante, a aliarse con los más hábiles compradores de votos de la Costa Atlántica y a recibir ayuda del restituido Alcalde de Bogotá y su “Bogotá Humana”. Con este atropello a la legalidad empieza a gestarse la “Comedia Humana”. Por otra parte la campaña recibió aportes económicos ilegales de empresas tales como Odebrecht.
Como consecuencia del “triunfo” electoral se presentan cambios importantes, los colaboradores del Presidente en el proceso electoral obtienen el manejo de importantes entidades del Estado que les aportan ingentes ingresos. El Alcalde de la “Bogotá Humana“, recibe un cheque para financiar el Metro. Se creó La Vicepresidencia de obras públicas y vivienda cuyo titular se dedica a inaugurar primeras piedras y al papel de Papá Noel repartiendo casa gratis y coscorrones.
El Gobierno se dedica a convencer al País de ceder ante las exigencias de las Farc, las cuales se propone transformar en leyes. Mientras tanto una parlamentaria crea una nueva modalidad de oratoria, no de plaza pública sino de plaza de mercado y sus berridos e insultos resuenan en el Capitolio.
Los escándalos menudean, el Fiscal le da a una amiga suya, FrauSpringer unos contratos cuantiosos y fraudulentos. La Presidencia se dedica a costosos gastos palaciegos, aviones presidenciales, limousinas, cortinas de lujo etc., además de una serie de ceremonias y giras internacionales para recibir galardones y preseas que recuerdan los periplos de Haile Selassie que arruinaron a Etiopia.
Mientras las torpezas de la Canciller claman al cielo, sobreviene una nueva ola de escándalos, el destape de los sobornos de Odebrecht paraliza las obras públicas, los desafueros del Cartel de la Toga nos abochornan ante el Mundo, los magistrados cobran por engavetar los procesos, el chantaje impera en el ejercicio de la justicia. Al mismo tiempo proliferan las falsas imputaciones y los juicios arbitrarios contra los desafectos al régimen. La corrupción al menudeo pulula surgen desfalcos como el de la refinería de Los Llanos en cabeza del Exgobernador Jara, el dinero de alimentación de los escolares de la Guajira y otras regiones se esfuma. Surgen pintorescos carteles regionales tales como el de la hemofilia.
Se presentan grandes episodios de corrupción tales como el de la refinería de Cartagena, los desfalcos del Sena que le costaron el puesto a quien los denunció, el caso de Fonade, La dudosa venta de Isagen. Mientras tanto el señor Presidente prepara para la gran mascarada de la firma del Proceso de Paz. Con un País en serios aprietos económicos se repartieron invitaciones a multitud altos burócratas internacionales pero nunca se auscultó la opinión de los colombianos.
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