Saturday, June 25, 2011

Ley y justicia en la sociedad celta irlandesa


por Murray Rothbard

El ejemplo histórico más notable de una sociedad con leyes y cortes libertarias, sin embargo, ha sido descuidada por los historiadores hasta muy recientemente. Esta fue también una sociedad donde no sólo habían cortes y leyes libertarias, sino que éstas funcionaban dentro de una sociedad sin gobierno y puramente libertaria. Ésta era la Irlanda antigua -una Irlanda que persistió en esta trayectoria libertaria por unos mil años hasta su conquista brutal por parte de Inglaterra en el decimoséptimo siglo. Y, en contraste con muchas tribus primitivas de funcionamiento semejante (tales como los Ibos en África del oeste, y muchas tribus europeas), la Irlanda de antes de la conquista no era en ningún sentido una sociedad “primitiva”: era una sociedad altamente compleja que fue, por siglos, la más avanzada, la más aprendida, y más civilizada en toda la Europa Occidental.

Entonces, por mil años la Irlanda céltica antigua no tuvo ningún Estado o cualquier cosa parecida. Como escribió la autoridad principal en la ley irlandesa antigua: “no había legislatura, ningunos administradores, ninguna policía, ninguna aplicación pública de la justicia… No había rastro de justicia administrada por el Estado. “

¿Cómo era asegurada entonces la justicia? La unidad política básica de la antigua Irlanda era el tuath. Todos los “hombres libres” que poseyeran tierras, todos los profesionales, y todos los artesanos, podían ser miembros de una tuath. Los miembros de cada tuath formaban una asamblea anual que decidía todas las políticas comunes, declaraban la guerra o la paz a otra tuath, y elegían o deponían a sus “reyes.” Un punto importante es que, en contraste con las tribus primitivas, nadie era apegado o limitado a una tuath dada, así sea debido a el parentesco o a la localización geográfica. Los miembros individuales eran libres, y a menudo, se separaban de una tuath y ensamblaban una tuath competidora. A menudo, dos o más tuatha decidían combinarse en una sola unidad, más eficiente. Como afirma el profesor Peden, “el tuath es un cuerpo de personas unidas voluntariamente para propósitos sociales beneficiosos y la suma total de los terrenos de sus miembros constituía su dimensión geográfica.” En pocas palabras, ellos no tenían al estado moderno con su demanda a la soberanía sobre un área territorial dada (que generalmente se expandía), divorciado de los derechos de propiedad de sus sujetos; por el contrario, los tuatha eran asociaciones voluntarias que solamente abarcaban los territorios propios de sus miembros voluntarios. Históricamente, cerca de 80 a 100 tuatha coexistieron en un momento dado a través de Irlanda.

¿Pero qué hay del “rey elegido”? ¿Constituía él una forma de gobernante de estado? Principalmente, el rey funcionaba como un sumo, presidiendo los rituales de adoración de la tuath, la cual funcionaba como un voluntariado religioso, así como una organización social y política. Como en los sacerdocios paganos y pre-cristianos, la función real era hereditaria, extendiéndose esta práctica a las épocas cristianas. El rey era escogido por la tuath de un grupo de estirpe real (el derbfine), que llevaba la función hereditaria sacerdotal. Políticamente, sin embargo, el rey tenía funciones estrictamente limitadas: él era el líder militar de la tuath, y él presidía sobre las asambleas de la tuath. Pero él solamente podía conducir las negociaciones de guerra o paz como agente de las asambleas; y él en ningún sentido era soberano ni tenía algún derecho de administrar justicia sobre los miembros de la tuath. Él no podía legislar, y cuando él mismo era parte de algún pleito, tenía que someter su caso a un árbitro judicial independiente.

Entonces de nuevo, ¿cómo fueron desarrolladas y mantenidas la ley y la justicia? En primer lugar, la ley en sí misma estuvo basada en un cuerpo de costumbres antiguas e inmemoriales, pasadas de generación en generación primero de forma oral y después escrita por una especie de juristas profesionales llamados brehons. Los brehons no eran en ningún sentido funcionarios públicos o gubernamentales; eran seleccionados simplemente por las partes del conflicto en base a su reputación en sabiduría, conocimiento de la ley-costumbre, y la integridad de sus decisiones. Como indica el profesor Peden:

“. . .los juristas profesionales eran consultados por las partes involucradas en los conflictos para consejos sobre cual era la ley que debía aplicarse en casos particulares, y estos mismos hombres actuaban a menudo como árbitros entre los demandantes. Seguían siendo siempre personas privadas, no funcionarios públicos; su funcionamiento dependía de su conocimiento de la ley y de la integridad de sus reputaciones judiciales.”
Mucho más importante aún, los brehons no tenían conexión personal alguna con la tuatha individual o con sus reyes. Eran totalmente privados, nacionales en alcance, y fueron utilizados por las partes en conflicto a través de Irlanda. Por otra parte, y éste está un punto vital, en contraste al sistema de abogados romanos privados, el brehon era todo lo que había para ese entonces; no habían otros jueces, ningunos jueces “públicos” de cualquier tipo, en la Irlanda antigua.

Eran los brehons que fueron enseñados en la ley, y que agregaron lustres y usos a la ley para adaptarlas a las condiciones cambiantes. Además, no había monopolio en sentido alguno de los juristas del brehon; en lugar de ello, varias escuelas competentes de jurisprudencia existían y competían por la costumbre de la gente irlandesa.

¿Cómo se hacían cumplir las decisiones de los brehons? A través de un elaborado sistema de “seguro” o de garantes/fiador, voluntariamente desarrollado. Los hombres estaban ligados por una variedad de relaciones de seguridad por las cuales se garantizaban el uno al otro el reparo de los males cometidos, de la aplicación de la justicia y de las decisiones hechas por los brehons. En pocas palabras, los brehons no estaban implicados en la aplicación de las decisiones, se valían de los individuos privados ligados a través de garantes. Había varios tipos de seguridad. Por ejemplo, los garantes garantizarían con su propiedad el pago de una deuda, para después unirse al demandante y exigir el cumplimiento de un juicio de deuda si el deudor rechazaba pagar. En ese caso, el deudor tendría que pagar daños dobles: uno al acreedor original, y otro como remuneración a su garante. Y este sistema se aplicó a todas las ofensas, agresiones y asaltos así como contratos comerciales; es decir, se aplicó a todos los casos de lo que hoy llamaríamos “ley civil” y “penal”. Todos los criminales se consideraban “deudores” que debían la restitución y la remuneración a sus víctimas, que se convertían así en sus “acreedores.” La víctima juntaría a sus garantes y procedían a aprehender al criminal o proclamar su demanda en público y exigir que el demandado sometiese su pleito al juicio de los brehons. El criminal podía entonces enviar a sus propios garantes para negociar un arreglo o para acordar someter el conflicto a los brehons. Si él no hacía esto, era considerado “forajido” por la comunidad entera; no pudiendo hacer cumplir más cualquier demanda propia en las cortes, tratándolo como oprobio en toda la comunidad.

Habían “guerras ocasionales” en los mil años de la Irlanda céltica, pero eran reyertas de menor importancia, insignificantes comparadas con las guerras devastadoras que atormentaron el resto de Europa. Como precisa el profesor Peden, “sin el aparato coactivo del estado que pudiese con impuestos y el reclutamiento forzado movilizar cantidades grandes de soldados y de mano de obra, los irlandeses no podían sostener cualquier fuerza militar de gran escala en el campo por un largo tiempo. Las guerras irlandesas. . . eran simples reyertas y peleas de ganado según los estándares europeos.”

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  • Extraído del Libro “For a New Liberty”. Capitulo 12 Sobre el Sector Público: la policía, las leyes y las cortes. Traducción de Ricardo D. Flores. Capítulo en versión digital:http://mises.org/rothbard/newliberty11.asp

Monday, June 06, 2011

El desarrollo sustentable: aportaciones de la Escuela Austriaca de Economía (1)

Por Edgar Piña O. (2)
Licenciado en economía egresado de la Facultad de Economía
de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Master en Ciencias; profesor universitario; consultor de empresas.

“La ciencia económica tiene que ver con los problemas
fundamentales de la sociedad, concierne a todos y se involucra
en todo. Es el estudio principal y más propio de todo ciudadano.”

Ludwig von Mises


Introducción

Tanto en la literatura como en el discurso de los especialistas del ambiente prevalece la opinión de que la racionalidad económica es contraria a los procesos espontáneos de la naturaleza y existen aún los que confundiendo la ciencia económica con los procesos de la economía llegan al extremo de cuestionar los conocimientos de esta rama de las ciencias sociales, llamándola, entre otras cosas, anquilosada, unidimensional, parcelaria, estrecha y opuesta a la sabiduría de la naturaleza (3). La satanización de los procesos económicos es la que lleva a considerar a la “capitalización de la naturaleza”, como la causante de los grandes males del ambiente, cuando por el contrario es este fenómeno lo que asegura su conservación y mejora, en la misma forma y por las mismas razones por las que un propietario cuida y mejora su propia casa.
En este trabajo se parte de la premisa que la praxeología, ciencia de la acción humana, y la economía no son de ninguna manera contrarias a la naturaleza y al ambiente; que no están anquilosadas, no son unidimensionales y que por el contrario pueden proveer fundadamente de los marcos teóricos y conceptuales que las diversas corrientes de ambientalistas y ecologistas requieren para llevar adelante el enfoque relativamente nuevo de la sustentabilidad.
Se sostiene en este ensayo que muchos años antes de que alguien diera el grito de alerta sobre los riesgos ambientales, un destacado miembro de la escuela austriaca de economía,Ludwig von Mises (1881-1973), en su brillante y genial obra sobre la acción humana, publicada en 1949, ya había considerado a la naturaleza como un factor de producción finito y destructible que debía ser manejado en la misma forma y bajo similares criterios a los utilizados para el resto de los factores que constituyen los procesos productivos (Mises, 1963)
Con el propósito de contextualizar esta aportación al análisis económico, en este documento se revisan brevemente algunos antecedentes de la escuela austriaca de economía y se proporciona una semblanza sobre el autor aludido, para luego examinar el capítulo correspondiente de La Acción Humana, Un Tratado de Economía, en el cual Mises reflexiona sobre la naturaleza y la producción económica y sobre el mito de la Madre Tierra.

La escuela austriaca de economía

Parece haber coincidencia entre los especialistas en que la escuela austriaca de economía nació en el segundo tercio del siglo XIX, fundada en 1871 por Carl Menger (1840-1921) con su libro Principios de Economía Política (Menger 1950) dando origen a la revolución marginalista, continuada por Eugen von Böhm Bawerk (1851-1914) con su libro Karl Marx and the Close of his System (Böhm-Bawerk 1949).
Carl Menger fue el verdadero y único fundador de la escuela austriaca de economía. El merece este título por haber creado la teoría del valor y los precios que constituye el corazón de la escuela. También se distinguió por originar y aplicar consistentemente el método praxeológico para la investigación teorética en economía. La preocupación intelectual de Menger fue establecer una conexión causal entre los valores subjetivos subyacentes en las decisiones de los consumidores y los precios objetivos usados en los cálculos de los empresarios.
El mayor logro y la esencia de su “revolución” en la ciencia económica fue la comprobación que los precios son ni más ni menos que la manifestación objetiva de procesos causales voluntariamente iniciados y dirigidos a la satisfacción de deseos humanos. Por ello se considera que la teoría de los precios es el corazón de la escuela austriaca de economía.
Después de estudiar a David Hume, Adam Smith y David Ricardo, entre otros clásicos, y junto a los escritos de sus contemporáneos Leon Walras y Stanley Jevons, Menger estableció las bases subjetivas del valor económico y, por primera vez, explicó la teoría de la utilidad marginal. Con su libro Principios de Economía, publicado en 1871, estableció las bases de la “revolución marginalista” en la historia de la ciencia económica. Al igual que sus predecesores en la tradición liberal clásica, Menger fue un individualista metodológico que entendió la economía como la ciencia de la elección individual.
De Eugen von Böhm-Bawerk se dice que estuvo en el lugar correcto en el momento preciso para contribuir en forma importante al desarrollo de la escuela austriaca. El primer volumen de su libro Capital e Interés, titulado Historia y Critica de las Teorías del Interés, publicado en 1884, es una investigación exhaustiva de los tratamientos alternativos dados al fenómeno de la tasa de interés. Sin embargo, lo más significativo de este trabajo es la crítica devastadora a la teoría de la explotación, tal como la expusieron Carlos Marx y sus seguidores. Para Böhm-Bawerk los capitalistas no explotan a los trabajadores, sino que los emplean y les pagan un salario anticipadamente sobre la ganancia del producto que ellos ayudan a producir. Posteriormente, en el libro Karl Marx and the Close of His System, estableció que la cuestión de la distribución del ingreso entre los factores de la producción es fundamentalmente un asunto de la economía más que de la política (Böhm-Bawerk 1959).
Como ahora todos podemos apreciar, el siglo pasado se distinguió porque el marxismo y el keynesianismo se impusieron en todo el mundo. Los hechos históricos así lo demuestran. Algunos de ellos bastan para no abundar sobre esta declaración. La revolución de Mao Dze Dong en China (1905), la revolución Mexicana (1910), la revolución rusa (1917), el movimiento nazi de Hitler (1934), la revolución cubana (1959), fueron todas ellas ni más ni menos que el triunfo del colectivismo, mientras que el estatismo y el proteccionismo, lamentablemente aun presentes en nuestra realidad, son prueba del predominio keynesiano en América Latina.
Incluso países que se han distinguido por su respeto a los derechos humanos y a la libertad de los individuos, como lo son Estados Unidos, Inglaterra y Francia, aunque no se declaran socialistas y más aún, se alinean en el hemisferio ideológico del mundo libre, se han hecho partidarios, en diversas épocas de su historia, de la intervención estatal en la vida económica, política y social de sus naciones.
En este ambiente global, sólo los austriacos encabezados por Ludwig von Mises, con obras como Socialismo: Un Análisis Económico y Sociológico (Mises 1981) y Human Action: A Treatise on Economic y Friedrich von Hayek (1889-1992) con The Road to Serfdom (1944) advirtieron que los sistemas comunistas, socialistas, fascistas y nazis tendrían que fracasar porque todos ellos se basan en la eliminación de la propiedad privada, de las libertades económicas y en la abolición del mercado. Tarde o temprano las estructuras autoritarias donde el Estado se transforma en el amo y señor de la economía tienen que caer, llevando toda clase de perjuicios a la sociedad.
La razón del fracaso radica en que ningún aparato burocrático, aún cuando esté formado por hombres genios, doctos y honestos, es capaz de asimilar la información de los gustos, preferencias, anhelos y necesidades de la gente. Todos los sistemas autoritarios pretenden manejar la economía como si un país fuera una sola empresa encabezada por un grupo, una familia o un solo líder. Los gobiernos socialistas o nazis organizan la producción a través de monopolios encabezados por un burócrata que debe obedecer órdenes centrales.
Naturalmente, se genera una enorme descoordinación que conduce a aumentar sin límites la burocracia de cada unidad productiva; la producción es poco diversa y onerosa; se genera derroche de recursos, y sobre todo, se desperdicia el talento de millones de personas. El caos que genera el estatismo llega a ser de tal magnitud que no hay fuerzas humanas que lo corrijan y el sistema se colapsa. Las desafortunadas experiencias vividas en nuestro país, [México] durante todo el siglo veinte, son prueba de la validez de esta afirmación.
Estas ideas defendidas por los economistas de la escuela austriaca, nunca fueron del gusto de los gobernantes. Muchos de ellos se creían con conocimientos y poderes sobrenaturales y no estaban dispuestos a escuchar a los teóricos de la escuela austriaca. Por el contrario, autores como John Maynard Keynes (1957), Vladimir I. Lenin (1966), Oscar Lange (1970), Paul Baran (1966) y Gunnar Myrdal (1990) llegaron a ser muy apreciados por la academia y los hombres del poder porque justificaban “desde el punto de vista teórico” el por qué el Estado debía ejercer el control de la economía.
A los pensadores austriacos en cambio se les aisló, se les persiguió y se les condenó en el olvido. Sólo a finales del siglo XX, cuando las crisis económicas derivadas de las recetas marxistas y keynesianas provocaron las peores crisis económicas de la historia humana, el mundo empieza a voltear hacia los pensadores liberales.
Lamentablemente Ludwig von Mises, Friedrich von Hayek y otros inscritos en la escuela(4) ya no viven, pues de otra manera serían testigos de que la historia les está dando la razón y que ahora se empieza a apreciar y estudiar toda su teoría, lo cual no está exento de la grave dificultad que implica la pesada carga filosófica y metodológica del marxismo y el estatismo presente en la ideología de los empresarios, burócratas y políticos que toman las decisiones de política que afectan la economía y la sociedad de nuestros días.

¿Quién fue Ludwig von Mises?

Como se dice en uno de los sitios web dedicados a promover las obras de la escuela austriaca (5) cuando Ludwig Heinrich Edler von Mises murió en la ciudad de Nueva York en 1973 a la edad de 92 años, no hubo obituarios de primera plana en los diarios de la ciudad. Sin embargo, los creyentes en la libertad y la economía de mercado supieron que un gigante había caído.
Mises nació en 1881 en Lemberg, ciudad en ese entonces perteneciente al imperio Austro-Húngaro y fue hijo de un exitoso ingeniero. A la edad de 19 años ingresó a la Universidad de Viena obteniendo su doctorado en leyes a la edad de 27.
De entre una prolífica obra sobre teoría monetaria y del crédito, epistemología y metodología económica, permítaseme destacar por ahora su libro titulado Socialism: An Economic and Sociological Analysis (Mises 1981), escrito en 1922 en plena materialización del fantasma comunista en Europa. Desapercibido e incomprendido en su tiempo, este libro es reconocido ahora como un clásico dónde Mises predijo el rotundo fracaso del experimento comunista.
Él argumentó que el socialismo no podía funcionar en una economía industrial porque no habría un mercado de capitales y en consecuencia no existiría un sistema de precios para calcular pérdidas y ganancias. El resultado dijo, será el caos y el estancamiento. En la misma forma, él mostró que las economías mixtas no pueden funcionar eficientemente, debido a que los impuestos, las regulaciones y el gasto público, distorsionan el sistema de precios y la asignación de recursos hacia su máxima redituabilidad.
En oposición a las filosofías colectivistas, Mises presenta una persuasiva defensa de la sociedad civil como estructura mediadora entre el individuo y el Estado. La cooperación social, dijo, descansa sobre la desigualdad humana, la división del trabajo y las jerarquías institucionales.
No satisfecho de trabajar en las áreas de la ciencia económica, historia y sociología, Mises también se dedicó a reconstruir metodologías y los fundamentos de la economía. En su tiempo, la disciplina económica estaba cayendo en el convencimiento del institucionalismo y el positivismo. El primero niega la ciencia económica, mientras que el segundo no distingue entre las ciencias físicas y las sociales. La gran respuesta de Mises a esta situación fue la praxeología, la ciencia de la acción humana, la cual ve a cada actor económico individual como sujeto que tiene sus propios propósitos y metas.
Mises apreció el positivismo como especialmente peligroso, no sólo por ser científicamente inválido sino porque trata a las personas como objetos inanimados que pueden ser manipulados a voluntad, lo que les da los “ingenieros sociales” el marco perfecto para justificar sus actividades.

La sustentabilidad de la escuela austriaca

Un análisis precursor de la sustentabilidad que debe caracterizar a la actividad económica de acuerdo a los enfoques recientes (6), lo encontramos en el capítulo XXII de la obra máxima de Mises, Acción Humana, relativo a “Los factores originales no humanos de la producción”. Publicado por primera vez en 1949 por Yale University, en este libro Mises analiza la teoría de la renta de David Ricardo (Ricardo 1821), a partir de la cual argumenta desde un punto de vista económico sobre la explotación de los recursos naturales y sobre el Mito de la Tierra, con base en una visionaria e irrefutable percepción de la agotabilidad de dichos recursos, con lo cual mejora la concepción ricardiana consistente en considerar a los poderes de la tierra originales e indestructibles.

La naturaleza y la producción

Inicia Mises su análisis con algunas observaciones generales concernientes a la teoría de la renta de los factores de producción. Dice que en el marco de la economía ricardiana la idea de la renta constituye claramente un intento de enfocar este tipo de aspectos con lo que hoy conocemos como análisis de la utilidad marginal. La teoría de Ricardo, escribe el economista Austriaco, luce más bien insatisfactoria si se juzga con el conocimiento disponible hoy en día, ya que el método de la teoría subjetiva del valor es con mucho superior.
No hay razón, dice, para que la historia del pensamiento económico se avergüence de la teoría de la renta de Ricardo, ya que sobre ella se construyeron los cimientos de las nuevas concepciones. El hecho de que tierras de distinta calidad y fertilidad rindan diferente utilidad por unidad de insumo, no es ningún problema de entendimiento actual, ya que la generación de renta de los recursos naturales, cae dentro del mismo tipo de análisis para los otros factores de la producción (Mises 1963, p. 635)
La teoría moderna del valor y los precios, dice Mises, no está basada en la clasificación de los factores de la producción como la tierra, el trabajo y el capital, sino en la distinción fundamental entre mercancías de un orden mayor o menor, es decir entre bienes para la producción o para el consumo. Cuando se clasifican los factores de la producción como originales de la naturaleza y producidos por el hombre, y luego todavía se clasifican los primeros como humanos (trabajo) y no humanos (recursos naturales); y los segundos, los producidos, como intermedios y de capital, no se rompe la uniformidad del razonamiento concerniente a la determinación de los precios de los factores de la producción.
El hecho de que diferentes rendimientos generados por los factores de la producción sean valorados, apreciados y tratados en forma diferencial, solo puede asombrar a las personas que no distinguen las diferencias en servicialidad de dichos factores (Op. Cit., p.636).
A ningún agricultor, dice Mises, le asombra que un comprador esté dispuesto a pagar más por una tierra fértil que por una que no lo es. La única razón por la cual los primeros economistas estaban intrigados por este hecho empírico es que ellos usaban el concepto general de tierra sin distinguir entre diferentes productividades. El gran mérito de David Ricardo, continúa explicando Mises, fue su conocimiento de que la tierra marginal no produce ningún rendimiento. De este concepto al principio de la teoría subjetiva del valor, solo hay un paso.
Sin embargo, cegados por la noción del costo real ninguno de los economistas clásicos ni sus seguidores dieron este paso. Para sustanciar este argumento el autor de Acción Humana, toma el ejemplo de los vinos en Europa. Así, se pregunta porqué el precio de un Borgoña es mayor que el de un chianti de Toscania. No es porque los viñedos de Borgoña se coticen más alto que los de Toscania, sino al revés, la preferencia del consumidor asigna más valor al Borgoña que al Chianti y es eso lo que aumenta el valor de la tierra en Borgoña (Ibidem, p. 637).
Así el error de la economía clásica, de acuerdo a la argumentación de este autor, fue que asignó a la tierra un lugar distinto en el esquema teórico, mientras que ahora la tierra, en el sentido de los recursos naturales, es un factor de producción que se somete a las mismas leyes que determinan la formación de precios de los otros factores de la producción.
El primer punto de la enseñanza de la economía concerniente a la tierra es, dice Mises, la distinción entre dos clases de factores originales de la producción: humanos y no humanos. Tratándose del problema económico del valor del factor original no humano, esto es, los poderes de la tierra -los recursos naturales-, el analista deberá hacer una clara distinción para separar el punto de vista cosmológico del praxeológico.(7)
La primera reflexión de Mises sobre la teoría cosmológica es que según esta concepción, prevaleciente todavía a mediados del siglo XX (tiempo en que se publicó por primera vez su libro), es que la acción del hombre no alcanzaría a afectar los poderes de la tierra o que el daño en el peor de los casos sería de poca importancia en la esfera de la acción humana. Era claro que todavía entonces se actuaba en el convencimiento de que los recursos naturales, excepto los no renovables, se regeneraban por sí mismos periódicamente. (8) Frente a esta concepción, Mises advierte que: “eso de la auto-recuperación de los recursos naturales ante el efecto de la acción humana, está por verse, ya que es posible que el uso humano de la tierra sea en tal forma devastador que los procesos de regeneración de sus poderes productivos sean tan lentos que requieran largos períodos o, lo que es peor, que se destruyan y que sólo puedan ser restaurados mediante un uso considerable de capital y trabajo.” (Ibidem, p.638).
Es aquí donde nuestro autor, se coloca en la línea del tiempo como el primer filósofo, praxeológo y economista que trata científicamente el problema de la necesidad de dar sustentabilidad al desarrollo, aún cuando este concepto en su tiempo no se utilizaba.
Más adelante, Mises continúa su argumento, diciendo que tratándose de los recursos naturales, el hombre tiene para escoger entre varios métodos, diferentes unos de otros, en relación a la preservación y regeneración de su poder productivo. No menos que en cualquier otra rama de la producción, el factor tiempo entra también en las actividades de explotación de la tierra: caza, pesca, ganadería, agricultura, silvicultura y utilización del agua (Ibidem, p. 638) Aquí también el hombre debe escoger entre la satisfacción ahora o en el futuro, de acuerdo a los prerrequisitos (9) de la acción humana, tal como se explica en el capítulo 1 de la Primera Parte de Acción Humana (Ibidem, p.35).
Existen condicionantes institucionales, agrega Mises, es decir generadas por la sociedad, que causan que las personas prefieran la satisfacción de necesidades en el futuro cercano y no en futuros distantes. Si los recursos naturales, por un lado, no son propiedad de individuos concretos, y por otro, son concesionados como privilegios especiales a ciertos otros individuos, entonces éstos son libres de hacer uso temporal de ellos para su propio beneficio, sin ningún compromiso de pago para el futuro.
Lo mismo sucede cuando el propietario, cuando existe, vive con la expectativa de ser expropiado de un momento a otro. En ambos casos, los actores actúan exclusivamente en el intento de exprimir tanto como sea posible para su beneficio inmediato, sin interesarse por el futuro. Ellos no consideran las consecuencias de los métodos de aprovechamiento utilizados en su acción. El mañana no cuenta para los no propietarios (Ibidem, p. 639) Las consecuencias de esto son visibles en los casos del agua, la caza, la pesca, la madera y muchos otros ejemplos de explotación de los recursos naturales.
Examen aparte merecen, a nuestro juicio, los casos de propiedad comunal en los que la organización lograda por los miembros del grupo facilita el aprovechamiento de los recursos naturales sin deteriorar sus propiedades y sin sacrificar a las generaciones futuras. En todo caso, lo interesante de estas experiencias sería el análisis de las motivaciones o restricciones que dicha organización implica para sus miembros, lo cual se aleja de los propósitos de este ensayo.
Desde el punto de vista de las ciencias naturales, dice Mises, el mantenimiento de los bienes de capital y la conservación de la naturaleza pertenecen a dos categorías completamente diferentes. Agrega que cuando se trata de los bienes de capital, el productor se preocupa por reponerlos sino quiere acabárselos en el proceso productivo, pero cuando se trata de la naturaleza el hombre actúa como si fuera eterna. Pero tal actitud, solo tenía sentido bajo la concepción cosmológica superada por Mises, misma que en la actualidad luce completamente fuera de toda lógica.
Sin embargo, para la praxeología lo mismo se consumen los factores creados por el hombre que los originales de la naturaleza, respecto a los cuales los actores deben optar entre seleccionar procesos de producción que rindan mayores beneficios ahora a expensas del futuro –aún cuando éste sea el de la aniquilación-, o sacrificar ahora la ganancia para asegurar la conservación del recurso (Ibidem, p.640). Los economistas de ahora, concluyó Mises en su tiempo, a diferencia de los de la época de Ricardo, deben de valorar en la misma forma los factores creados por la acción humana y los originados en la naturaleza.

El mito de la Madre Tierra

Con un sentido de asombrosa actualidad, el fundador de la praxeología se refiere a los románticos (10) que se autonombran defensores de la Madre Natura. Ellos, dijo, condenan las teorías económicas concernientes a la tierra por su reducida mentalidad utilitaria. Según los románticos, los economistas miran a los recursos naturales desde el punto de vista del despiadado especulador que degrada los valores eternos a términos de dinero y ganancia.
La naturaleza, sin embargo, dicen ellos, es mucho más que un factor de producción. Es por el contrario la fuente inagotable de vida y energía humana. La agricultura no es simplemente una rama de la producción entre otras, sino la única natural y respetable actividad del hombre, la única que dignifica la existencia humana. Es malévolo, en consecuencia, tratarla como el factor al que hay que exprimir para sacarle el mayor beneficio. La naturaleza, continúan argumentando los románticos, no sólo provee los frutos que nutren nuestro cuerpo, sino que primero que todo produce las fuerzas morales y espirituales de la civilización. Las ciudades, las industrias, y el comercio, son fenómenos de depravación y decadencia; su existencia es parasitaria y son actividades que destruyen lo que el cultivador debe crear una y otra vez (Ibidem, 644).
Ante este discurso romántico, dice Mises que hace miles de años, cuando los antiguos pescadores y cazadores empezaron a cultivar la tierra, la nostalgia romántica era desconocida. Pero si los románticos hubieran vivido en esas épocas, ellos hubieran elogiado los altos valores morales de la caza y la pesca y habrían estigmatizado al cultivo de la tierra como un fenómeno de depravación. Ellos habrían reprochado al productor agrícola por explotar la tierra que los dioses dieran al hombre como campos de cacería y recolección. Pero en las eras prerrománticas nadie consideraba a la naturaleza como algo más que una fuente de bienestar humano, un medio de vida.
Los ritos mágicos y costumbres concernientes a la naturaleza, continúa el economista austriaco, estaban dirigidos a nada más que el mejoramiento de la fertilidad y al incremento de los frutos cosechables. Aquella gente no buscaba la unión mística con los poderes misteriosos y fuerzas ocultas de la tierra: todo lo que ellos querían era más y mejores frutos.
Ellos acudían a rituales mágicos y abjuraciones porque en su opinión ese era el método más eficiente de obtener los fines buscados. Son sus sofisticados descendientes, opinó Mises, quienes yerran al interpretar aquellas ceremonias con un punto de vista idealístico. Un campesino de la vida real no se da el lujo de extasiarse con plegarias a la tierra y sus poderes misteriosos. Para él la naturaleza es un factor de producción, no un objeto de emociones sentimentales. El quisiera más y mejores recursos naturales porque anhela incrementar y mejorar su nivel de vida. Los agricultores compran y venden tierras; las hipotecan y las arriesgan, porque ellos producen y venden cosechas y por lo mismo se indignan cuando los precios de sus productos no se venden de acuerdo a sus expectativas (Ibidem, 644).
Continuando con su argumentación sobre el mito político de la Madre Tierra, nuestro autor dice que el amor a la naturaleza y la apreciación del paisaje eran en cierta forma diferente en la población rural. Fueron los habitantes urbanos quienes empezaron a valorar a la naturaleza en forma distinta a como los granjeros la entendían. Mientras que los pobladores del campo aprecian la naturaleza desde el punto de vista de su productividad para la agricultura, la ganadería, la caza y la selvicultura, para los residentes en las ciudades el paisaje merece apreciarse con fines artísticos, de descanso y contemplación.
Desde tiempo inmemorial, recuerda Mises, las rocas y glaciares de los Alpes fueron solo un desperdicio de tierra a los ojos de los montañeses y fue cuando los citadinos se aventuraron a escalar los picos y llevaron dinero a los valles, cuando los nativos cambiaron su punto de vista. Los primeros montañistas y esquiadores fueron ridiculizados por los granjeros hasta que se percataron que podían obtener ganancias de su excentricidad.
No fueron pastores, sigue diciendo Mises, sino sofisticados aristócratas y habitantes urbanos los autores de la poesía bucólica. Dafnis y Cloe (11) son creaciones fantasiosas alejadas de la ruda realidad rural y no menos extraño a la naturaleza es el moderno mito políticode la Madre Tierra. Este mito, no emergió del musgo de los bosques y de la hierba de los campos, sino de los pavimentos de las ciudades y de las alfombras de los salones. Los agricultores de ahora se adhieren a la moda porque es una forma práctica de obtener consideración política y de aumentar los precios de sus productos, nada más, escribió este autor (Ibidem, Pág.644).
En nuestra época esta corriente romántica de pensamiento sigue estando bien representada, como puede comprobarse con la lectura de los textos mencionados en el pie de página 1 de este documento. Nuestra posición, al respecto, es que esta tendencia tradicionalista tiene, sin lugar a dudas, un espacio importante en los medios académicos y políticos de forma tal que sus propuestas sobre cultura ecológica, justicia étnica, conservación de valores y saberes consuetudinarios, y otros aspectos, están siendo considerados seriamente en el diseño de las políticas ambientales.

Conclusiones

Los economistas clásicos del siglo XVIII fundaron las bases de la ciencia económica imbuidos del conocimiento prevaleciente en su época, consistente en que la energía no se consume solo se transforma y en consecuencia los poderes de la tierra, esto es los recursos naturales, al ser inagotables, jugaban un papel distinto a los otros factores de la producción.
Fue David Ricardo, quien al estudiar la renta de los factores de la producción, estuvo a punto de descubrir el concepto de productividad marginal de la tierra, con lo cual hubiera estado en condición de considerar a los recursos naturales como un factor de producción finito y vulnerable.
Ludwig von Mises, de acuerdo con esta investigación, es el primer economista que al colocar a la naturaleza como factor de producción agotable y susceptible de deterioro, se sitúa como uno de los primeros en advertir la necesidad de que el crecimiento productivo tenga el carácter de sustentable, esto es que el empresario ante los recursos naturales tenga la opción económica implícita en los otros factores de la producción-trabajo y capital- que consiste en sacrificar o no su uso presente en previsión de un potencial uso futuro.
El desarrollo económico con sentido humano, sustentable, democrático, equitativo social-mente, sectorial y regionalmente balanceado, es un problema primordial de la praxeología y la economía, las cuales encuentran en la ciencia política, ecología, sociología, psicología, antropología y otras un apoyo indispensable en su búsqueda de soluciones dentro de la complejidad del tema.
Enfocar demasiado la atención y los esfuerzos de la investigación, la academia y la acción pública hacia debates y teorías sobre un mundo idealizado y cuya existencia pasada o presente es difícilmente comprobable, sólo contribuyen a complicar, a nuestro juicio, una problemática de por sí compleja.
Las visiones románticas e idealistas de una sociedad primitiva en armonía con la naturaleza, alejada de la tecnología y de las relaciones de intercambio del mercado, no son congruentes con la realidad de nuestra época.
No hay duda que lo que la población de un país, una región o una localidad, desea es contar con alimentos, empleo, ingreso, salud, vivienda, educación y servicios para el bienestar material y moral y sólo una vez logrado lo anterior y excepcionalmente buscará satisfacer inclinaciones místicas conectadas con la naturaleza y los saberes ancestrales.
Por supuesto, que los casos de supervivencia cultural existentes en nuestros días, encarnados en grupos indígenas, merecen el respeto a su diversidad y a sus creencias, así como la igualdad ante la ley, exactamente por las mismas razones y en la misma forma que cualquier otro grupo humano contemporáneo.
El desarrollo sustentable es alcanzable mediante la acción organizada de la sociedad, sobre los factores de la producción. Cualquier otra racionalidad que se le intente imprimir al proceso lo desvía de su factibilidad. Las características complementarias que se le señalen al proceso, ya sea que se trate de la equidad social, el equilibrio regional, la igualdad de género, la justicia étnica, la conservación del patrimonio cultural, la solidaridad con grupos en desventaja, o cualquier otro, deberán de integrarse sinérgicamente a los procesos productivos generados por una economía de mercado, libre de ataduras intervencionistas y barreras artificiales.
Finalmente, digamos que cualquiera que sea el enfoque con el que se quiera abordar la problemática del desarrollo, el interesado encontrará en la Praxelogía y en la Economía, insustituibles herramientas de conocimiento. Considérese al respecto que la primera es el estudio de la acción humana y la segunda es la que estudia los fenómenos de la producción, el empleo, el ingreso y el bienestar. El ingreso y el bienestar de todos, incluyendo a los que no creen o no desean saber de ellas.

Notas:
1. Publicado en Estudios Sociales, Revista de Investigación Científica, Vol. XIII, número 25, enero-junio de 2005, Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, A. C., Hermosillo, Sonora, México.
2. El autor es licenciado en economía egresado de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México. Tiene Maestría en Ciencias y es profesor universitario y consultor de empresas.
3. 3. Es prolífica la literatura dedicada a descalificar, bajo una variada perspectiva, la ciencia económica en general y al sistema de mercados en particular. Considérense las siguientes referencias: En el Límite: La vida en el capitalismo global, Hill Hutton y Anthony Giddens, eds., Kriterios Tusquets Editores, Barcelona, España 2001; Globalización, imperialismo y clase social, John Saxe-Fernández y James Petras, Grupo Editorial Lumen Humanitas, México 2001; La transición hacia el desarrollo sustentable. Perspectivas de América Latina y el Caribe, Enrique Leff, coordinador, PNUMA, México 2002
4. Mencionemos a Frank Fetter, Gottfried von Haberler, Heny Hazlitt, William Harold Hutt, Ludwig Lachmann, Fritz Machlup, Oskar Morgenstern, Wilhelm Röpke, Richard von Strigl, Friedrich von Wieser y Murray N. Rothbard.
5. www.mises.org/mises.asp
6. Son abundantes los escritos que discuten en torno a los nuevos paradigmas del desarrollo sustentable. Véase al respecto Desarrollo a Escala Humana: Una opción para el futuro, Manfred Max.Neef y otros, CEPAUR-Fundación Dag Hammarskjold, Suecia 1980; Desarrollo y Libertad, Amartya Sen, Ed. Planeta, S.A., Barcelona 2000; Fundamentos Teórico-Conceptuales del Desarrollo Regional Sustentable, Pablo Wong González, en La Economía Sonorense y sus Regiones, CIAD, 2001.
7. Mises da al término cosmológico el significado de que los eventos cósmicos tienen un sentido de permanencia y conservación de la masa y la energía. Praxeología, por su parte, es el estudio de la acción humana, tal como la concibió nuestro autor, como una ciencia más general que la economía, no obstante el mayor desarrollo alcanzado por esta última. Para una argumentación sobre estos términos y sus precisos significados véase la introducción de Acción Humana.
8. De acuerdo con los antecedentes disponibles el primer grito de alerta sobre la destrucción del ambiente fue dado en 1962 por Rachel Carson en su libro la Primavera Silenciosa, Houghton Mifflin Company, 2002
9. . La acción del hombre se da condicionada por tres requisitos: Primero, un estado de insatisfacción, segundo, la imagen de un estado más satisfactorio y, tercero, la expectativa razonable de que la acción desarrollada logre el cambio deseado.
10. Se conoce como romanticismo al movimiento filosófico, literario y artístico que a comienzos del siglo XIX creo una estética basada en la ruptura con la disciplina y reglas del clasicismo y el academicismo. El subjetivismo romántico produjo un intenso cultivo de la lírica, una valoración creciente del paisaje, un gusto retrospectivo por las cosas de la edad media, y un amor a lo folklórico y local. Schiller, Byron, Rousseau (precursor del siglo anterior), Lamartine, Chateaubriand. Hugo, Pushkin, Emerson y Melville son algunos apellidos de la larga lista de románticos.
11. Célebre novela pastoril escrita en el siglo IV por Longo.

Bibliografía
1. Mises, Ludwig von (1966), Human Action: A Treatise on Economic, Revised Edition 1963, Fox and Wilkes, San Francisco, Disponible en E-text en www.mises.org También: La Acción Humana: Tratado de Economia Third Spanish language edition: translation made from 3rdEnglish language edition. Madrid: Unión Editorial, 1980.
2. ______ (1981). Socialism: An Economic and Sociological Analysis. London: Jonathan Cape. Reprint 1982.Indianapolis: Liberty Press. También: Socialismo: Análisis Económico y Sociológico. 3rd Spanish edition. Translation of Luis Montes de Oca. With a new Preface by Alberto Benegas Lynch. New York: Western Books Foundation, n.d. (1989). Published under the auspices of the Centro de Estudios sobre la Libertad (Buenos Aires).
3. Menger, Carl. (1950), Principles of Economics. Glencoe, Ill.: Free Press. Reprint 1994, Grove City, Penn. Libertarian Press.
4. _______ (1981), Problems of Economics and Sociology, James Dingwall and Bert Hoselitz, trans., New York: New York University Press.
5. Böhmm-Bawerk, Eugen von (1949), Karl Marx and the Close of His System. Translated by Alice McDonald. London: T. Fisher Unwin, 1898. Reprinted in Karl Marx and the Close of His System. New York: Augustus M. Kelley,
6. ______ (1959), Capital and Interest (3 vols. in one). South Holland, IL: Libertarian Press. Trans. By George D. Huncke and Hans F. Sennholz.
7. Hayek, F. A. (1944), The Road to Serfdom. Chicago: University of Chicago Press.
8. _______ (1945), “The Use of Knowledge in Society." American Economic Review 35 (September, 519-30. Reprinted in Hayek, 1948a, pp. 77-91.
9. _________ (1948). Individualism and Economic Order. Chicago: University of Chicago Press 10. John Maynard Keynes (1957), The General Theory of Employment, Interest, and Money, A Harvest Book, Harcourt Brace and Co., San Diego, CA.
10. Vladimir I. Lenin (1966), El Estado y la Revolución, Ediciones en Lenguas Extranjeras. Pekín.
11. Lange, Oscar (1970), On the Economic Theory of Socialism, Augustus M. Kelley Publisher, USA
12. Baran, Paul A., Sweesy, Paul (1966), Monopoly Capital: An Essay on the American Economy and Social Order, USA.
13. Myrdal, Gunnar (1990), Political Economy of Growth, Transaction Publishers, USA.
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15. Rachel, Carlson (1962), La Primavera Silenciosa, Houghton Mifflin Company, 2002
16. Hutton, Hill y Giddens, Anthony (2001), En el Límite: La vida en el capitalismo global, Kriterios Tusquets Editores, Barcelona, España
17. Saxe-Fernández, John y Petras, James (2001) Globalización, imperialismo y clase social, Grupo Editorial Lumen Humanitas, México
18. Leff, Enrique, coordinador (2002): La transición hacia el desarrollo sustentable. Perspectivas de América Latina y el Caribe, PNUMA, México
19. Max.Neef, Manfred y otros (1980), Desarrollo a Escala Humana: Una opción para el futuro, CEPAUR-Fundación Dag Hammarskjold, Suecia 20.
20. Sen, Amartya, Desarrollo y Libertad, Ed. Planeta, S.A., Barcelona 2000;
21. Wong González, Pablo (2001), Fundamentos Teórico-Conceptuales del Desarrollo Regional Sustentable, en La Economía Sonorense y sus Regiones, CIAD.

Saturday, June 04, 2011

Carta al Presidente Santos sobre el tema ambiental

Por Jaime Galvis Vergara - Geólogo

Junio 3 de 2011

Señor Presidente de la República
Doctor Juan Manuel Santos
Estimado Doctor Santos:

El tema ambiental en Colombia tiende a convertirse en una especie de rueda loca, creando toda clase de obstáculos al desarrollo del País. Todo el tinglado ecológico se maneja con un despliegue mediático desmesurado y sin un a base científica seria. Esto está llevando a actitudes francamente delirantes, tales como la orden de la CAR de suspender el suministro de agua de la planta de Tibitó a la ciudad de Bogotá. Las extralimitaciones de las autoridades ambientales y grupos ecológicos han llegado a extremos francamente ridículos tales como decomisarle unos insectos disecados a un pequeño almacén de implementos biológicos que funciona frente a la Universidad Javeriana.

Los funcionarios de las diversas corporaciones legislan a su antojo, en lugares tales como Mitú o Puerto Inírida hacen que la policía decomise hasta muestras de roca. En Utría le decomisan a los turistas hasta las conchas de moluscos colectadas en la playa, porque según ellos esta actividad priva al agua de mar de carbonato de calcio ¡Vaya disparate!

Los movimientos ecológicos paulatinamente se alejan de concepciones científicas, tornándose en grupos de activistas fanáticos muy parecidos a los extremistas de los años sesenta.

Han logrado que en Colombia se crearan un número exagerado de parques nacionales cuya única función es servir de refugios a la mafia y la subversión. No hay estudio científico alguno que justifique la existencia de una extensión tal de parques, más del doble de los que tiene Argentina.

El bombardeo mediático del ambientalismo evita discutir sus dogmas, conceptos tales como la “biodiversidad”, carecen de una base seria. El punto de partida de dicho concepto son las taxonomías zoológica y botánica, estas están quedando totalmente desvirtuadas con la biología molecular. Los conceptos de especie, familia, etc., presenta bases muy dudosas.

Otro de los motivos de alharaca ambientalista es la liberación de CO2 en la atmósfera por el consumo de combustibles fósiles. Bien puede informársele a los ambientalistas que dicho CO2 ya estuvo antes en la atmósfera, de allí lo tomaron los organismos que dieron lugar a los grandes depósitos de carbón, petróleo, gas y calizas. ¡La Tierra es un sistema cerrado! Pretenden que toda superficie debe estar cubierta de bosques, ignorando que antes de la aparición del Hombre, la tierra no era una inmensa selva de polo a polo, siempre hubo praderas, estepas, desiertos etc.

La histeria ambiental tiende a convertirse en un serio obstáculo para el desarrollo del País, según los ecólogos en Colombia no deben existir fábricas, minas, carreteras, hidroeléctricas, puertos, etc., se habrán dado cuenta que Colombia tiene 45 millones de habitantes a los cuales no se les puede garantizar un mínimo bienestar con embelecos tales como el “desarrollo sostenible”.

Un concepto absolutamente falso, muy publicitado en los medios ambientalistas, sostiene que loe páramos no se pueden tocar porque son la principal fuente de recursos hídricos del País. Los páramos no son áreas de alta pluviosidad. Si se analiza la información acerca de los caudales relativos de los ríos Chicamocha y Suárez, muy documentados en el proyecto de la hidroeléctrica del río Sogamoso, se encuentra que el caudal del río Chicamocha es muy inferior al del río Suarez. Cabe anotar que el Chicamocha es el río que desagua mayor extensión de páramos en Colombia y su cuenca hidrográfica es más extensa que la del Suárez, de este último desagua en su mayor parte áreas con alturas topográficas inferiores a 2.500 metros sobre el nivel del mar. Cabe anotar que las cuencas del Oriente Antioqueño que producen los recursos hídricos para el mayor complejo hidroeléctrico de Colombia se encuentran en cotas topográficas inferiores a las de los páramos. Cualquier observador que conozca los campos colombianos sabe que la mayor condensación y por tanto la mayor pluviosidad se presenta a 2.000 metros de altura sobre el nivel del mar. ¿Por qué se limitan las actividades económicas en los páramos basados en conceptos falsos? Las grandes minas del Perú, Chile y Bolivia se hallan en alturas superiores a 3.000 sobre el nivel del mar. En dichos países no se esta impidiendo la minería ni criminalizando a los cultivadores de papa y criadores de llamas y alpacas.

Estos temas requieren un mínimo de sentido común, por favor más sensatez y menos histeria.

Cordialmente:

Jaime Galvis Vergara C.C. 17053070