Sunday, July 26, 2009

Religión y Liberalismo

por Manfred F. Schieder

"La verdad es que, empero, sólo existe una realidad."
(de "A quién debemos creer?", por Wafa Sultan 12 de junio de 2009)
http://www.hudsonny.org/2009/06/who-should-we-believe.php

"Quién podría sobreestimar al progreso del mundo si todo el dinero malgastado
en la superstición pudiera ser usado para iluminar, elevar y civilizar a la humanidad?"
(Robert Green Ingersoll – 1833-1899)

No me cabe duda que el contenido de este artículo provocará no poco escozor en aquellos lectores no familiarizados con la filosofía del Objetivismo de Ayn Rand.
Empero, es inevitable e imperioso tratar el tema, ya que afecta centralmente a quienes defienden las ideas del liberalismo político y su expresión económica del mercado libre pero adhieren a las premisas filosófico-morales erradas.
Los intelectuales liberales que no adhieren al Objetivismo o desconocen sus premisas, se encuentran inmersos en una contradicción en términos compuesta, por una parte, por el liberalismo político y económico y, por la otra, por un sistema "moral-místico" de índole irreal y, en consecuencia, irracional totalmente opuesto al liberalismo. Este es el tema a tratar.
Ayn Rand indicó en sus escritos que las contradicciones sólo pueden surgir cuando al menos una de las premisas que la forman es falsa o errada. Corregida o desechada la premisa que produce la contradicción se resuelve la misma. Rand desarrolló la filosofía del Objetivismo a partir de la realidad y como ésta revela y denuncia de inmediato toda incoherencia, evitó cuidadosamente caer en contradicción alguna.
No sucede así con quienes han tratado de fundar los conceptos del liberalismo y su sistema económico, el Capitalismo, en premisas contrarias al liberalismo o, incluso, han tratado de dejar de lado la cuestión, en el entendimiento de que las ideas económicas liberales alcanzan para solucionar la cuestión del bienestar humano. No es así y las iras que se han abalanzado contra ellos desde los más diversos sectores políticos, sociales y económicos lo han demostrado. Entienden que las ideas económico-liberales que promulgan alcanzan para elevar el bienestar humano y se preguntan, pues, por qué tienen tantas dificultades para transmitir al público verdades que deberían ser autoevidentes.
El motivo de su fracaso es la parcialización de su actuación, ya que intentan conjugar sus ideas económico-liberales con un concepto moral directamente opuesto a las mismas. Tal conciliación es imposible. El ser humano es un ser ético, ya que su supervivencia depende de una norma valorativa, una guía moral que le permite evaluar sus acciones. Empero, en las estructuras sociales hasta hoy en día vigentes debe adherir a un sistema de valores irracionales, lo cual crea una contradicción en términos que se encuentra en la base de la totalidad de los problemas sociales que aquejan a la humanidad desde el momento en que el ser humano alcanzó el nivel de la característica que lo define como tal, la capacidad de la razón.
Nuestro desarrollo fue avanzando por la evolución natural; durante la misma heredamos de nuestros antecesores irracionales una forma social y, en consecuencia, también económica, y un fundamento de comportamiento que denominamos moral, adecuado a nuestros ancestros pero que de manera alguna corresponde ahora al avance intelectual, científico y técnico, es decir al nivel cultural que hemos alcanzado como seres racionales. El tipo de sociedad tribal y sus motivaciones éticas todavía nos encierran en su rígido marco, pero ese patrón social y "moral" es obsoleto, por corresponder al colectivismo y a creencias irracionales que son propias de toda sociedad primitiva y que no corresponden, por lo tanto, a la sociedad humana moderna.
La humanidad llegó al punto en que debe enfrentar el reconocimiento de la contradicción fundamental y emprender su corrección, si quiere evitar su desaparición como especie, la cual constituye una evidente probabilidad dada la posesión de armas nucleares y bacteriológicas en poder de estructuras teocráticas y colectivistas. De hecho, si la humanidad se niega a resolver conscientemente la contradicción existente, será ésta la que se encargará de corregir la premisa que, desde su punto de vista, es falsa: la existencia de una especie de seres dotados de la característica de la razón que todavía adhieren a antiguas creencias irracionales. La Naturaleza, que no permite la continuidad de contradicción alguna en el universo, eliminará a la especie humana, origen mismo de la civilización, y solucionará así la existencia de la contradicción en sí.
"No es la inmoralidad de los hombres la responsable del colapso que amenaza ahora con destruir al mundo civilizado, sino el tipo de moralidad que se impuso a los seres humanos," escribió la eximia filósofa Ayn Rand. "La responsabilidad es de los filósofos del altruismo. Ellos no tienen motivo para sentirse horrorizados por el espectáculo del éxito que han tenido, ni derecho de condenar a la especie humana: los hombres les obedecieron y llevaron sus ideales morales a la práctica… En aras de un retorno a la moral se sacrificaron todos aquellos males que los hombres consideraron como causante de sus desgracias. Sacrificaron la justicia a favor de la piedad, sacrificaron la independencia a favor de la unidad, sacrificaron la razón en favor de la fe. Sacrificaron la riqueza a favor de la pobreza, sacrificaron la autoestima a favor de la negación del Yo, sacrificaron la felicidad en favor del deber. Destruyeron todo lo que consideraron ser malvado y alcanzaron todo lo que tenían por bueno. Por qué se horrorizan ahora ante el mundo que los rodea? Ese mundo no es el producto de vuestros pecados, sino el producto y la imagen de vuestras virtudes. Es su ideal moral llevado a la realidad en su forma total y perfecta. (de "La Ética Objetivista" y "La Rebelión de Atlas")
Intrínsecamente explica esto el éxito logrado por el marxismo en sus diversas variantes políticas, mera secularización de dogmas morales que trajimos como lastre en esa lenta evolución que nos alejó de los animales irracionales. El Marxismo y sus derivados, dice P. T. Bauer en su obra “Desacuerdo con el Desarrollismo”, ofrece una fe o creencia mesiánica que cubre los aspectos de la vida y promete la salvación, si bien en un futuro indefinido, o sea aquí pero no ahora. Esta atracción como religión secular, mesiánica, permite a quienes adhieren a ella, sentir que participan de un movimiento destinado a lograr la victoria.
El hecho de que el sistema abunda en inconsistencias internas que aseguran su autodestrucción y que sus predicciones hayan sido refutadas por los hechos, el que mentes geniales como Bastiat, Menger, Böhm Bawerk, von Mises, Hayek, George Reisman, Ayn Rand, etc. demolieron la estructura demostrando que es opuesta a la naturaleza de las cosas y no menos a la naturaleza humana y que es irreconciliable con la realidad e intelectualmente insostenible, no fue tomado en consideración por sus adherentes. Al igual que las religiones y junto con ellas, ofrece el marxismo premisas morales dogmáticas y, por ello, falsas. Como el ser humano puede arrastrase a lo largo de su vida casi sin alimento pero no carente de estructura moral, el Marxismo avanzó.
Frente a tal embate los liberales retrocedieron balbuceando que querían las mismas metas a través de otros métodos, se aferraron a dogmas y conceptos establecidos por el misticismo y traducidos a su expresión social, el colectivismo, e intentaron convertir a éstos en sus propios fundamentos válidos.
Como no podía ser de otra manera – y merecidamente – fracasaron. Aquellos dogmas no les correspondían, esas premisas altruistas no eran su fundamento, esos conceptos morales ancestrales no respondían a las exigencias racionales alcanzadas. La gente, que ya había aceptado y se sentía “segura” sobre el basamento moral hábilmente construido por los ideólogos colectivistas a partir de los preceptos místicos enquistados desde hacía milenios en las mentes sencillas, los rechazó, pues preferían una moral imposible a un bienestar carente de una ética correspondiente.
El que los intelectuales del liberalismo estén descubriendo que el colectivismo conduce a la destrucción de la especie se debe a que estamos viviendo ahora, a nivel mundial, las desastrosas consecuencias de ese futuro en el que, según las hipócritas expresiones de Keynes, de todas formas estaríamos todos muertos. Porque nosotros somos ese futuro, nosotros somos los hijos de esos muertos, pero esto será de poca ayuda para los liberales si no comprenden urgentemente la necesidad del por otra parte inevitable sinceramiento de su postura valorativa, eso es, de la moralidad a la que muchos todavía adhieren.
El descubrimiento de la contradicción fundamental misma se remonta aproximadamente 200 años en el pasado, si bien la gestación de la revelación de la existencia de la contradicción comenzó mucho antes, en la Antigua Grecia, cuando Parménides (-540 a –470) desarrolló sus deducciones sobre la existencia de la existencia, a la que se agregaron posteriormente las inquebrantables leyes de la lógica de Aristóteles que Kant quiso quebrar para poder evidenciar la existencia de un "ser superior". Naturalmente le fue imposible destruir las deducciones de Aristóteles y esto lo llevó a rechazar a la razón para poder dar sustento a las creencias irracionales. La evidencia de la contradicción cuajó plenamente cuando Alfred Russell Wallace y Charles Darwin descubrieron independientemente el mecanismo de la evolución de las especies. Darwin se vio inspirado en su trabajo por deducciones realizadas previamente por su abuelo y más tarde se agregaron muchos otros detalles adicionales que completaron la labor, tales como el descubrimiento de las leyes de la genética por Gregor Mendel y los desarrollos científicos de Miller, Crick, Watson, etc.
Podríamos citar aquí muchos más pasos intermedios, tales como las deducciones sobre el universo realizadas por Giordano Bruno y Galileo Galilei entre otros, pero no es necesario citar tantos datos relacionados que, por otra parte, se encuentran en todo buen libro de la historia de las ciencias, para poder hablar de la contradicción esencial que todas estas labores científicas revelaron.
Sí es necesario, en cambio, citar el renovado impulso hacia el creciente establecimiento de la libertad individual, que se había iniciado ya en la Grecia Antigua y que fuera prohibido, en Occidente, por el surgimiento del Cristianismo, porque ese impulso brindó la base para los descubrimientos científicos relacionados con la contradicción aquí tratada.
El primer toque de atención al respecto fue el establecimiento del derecho al Habeas Corpus ad subjiciendum, la presencia del acusado en todo proceso, arrancado por una agrupación de nobles al poder del rey de Inglaterra en el siglo 12. Esta semilla habría de crecer con gran vigor en los siglos siguientes, a pesar de los denodados esfuerzos de religiosos, pseudofilósofos y políticos por sostener la subyugación de la población ejercida con férrea brutalidad. Entre otros puede citarse a Campanella, Tomás Moro, Hobbes, Saint Simon y Marx como traidores del empeño humano en pos de la libertad individual.
El Habeas Corpus es sólo el ejemplo puntual de una rebelión no declarada pero que de hecho había comenzado a surgir en los cerebros de ciertos pensadores y científicos, en aquel entonces alquimistas que, a través de muchas veces casuales descubrimientos, habrían de significar el comienzo de la ciencia de la química y otras áreas del saber científico.
Todo ello colaboró a que, inevitablemente, se hiciese evidente la contradicción existente.
Pero fue recién con la llegada de Ayn Rand (1905-1982) que los intelectuales y políticos liberales – y crecientemente también algunos intelectuales colectivistas, lo que explica el cada vez más notable cambio de posición en muchos de ellos -, comenzaron a darse cuenta que no sólo diferían los métodos sino que también eran distintas las metas perseguidas. Fundamentalmente, lo distinto es la base misma del liberalismo: nuestros valores, metas, conducta, deberes morales, las relaciones con nuestros semejantes, o sea todas y cada una de las columnas que constituyen la filosofía. Dicho en otros términos la filosofía es la base de toda realización humana. Repito: la filosofía es la base de todo lo demás.
Lo explicaré en otros términos. Si usted entiende que vive en un universo gobernado por leyes naturales y que, en consecuencia, es estable, firme, absoluto y comprensible, si piensa que el ser humano adquiere sus conocimientos por medio de un proceso de razonamiento, si entiende que las dos premisas citadas permiten deducir un sistema moral que señala el derecho a existir para uno mismo, la felicidad, la autoestima, el orgullo por las obras realizadas, como valores, y que esta ética necesariamente lleva a un sistema social donde el gobierno no tiene derecho alguno de intervenir en los quehaceres humanos (siempre y cuando éstos no signifiquen un acto de violencia contra otras personas), evidentemente tendrá una óptica objetiva de su relación con la existencia y, como resultado, una sensación de confianza y optimismo que será radicalmente distinta a la inseguridad que experimenta quien acepta que vivimos en un caos incomprensible, que las ideas nos son implantadas por vía de seres o entes sobrenaturales, que somos ciegos pasajeros de un mundo que “no hicimos“, sometidos a cumplir las órdenes de quienes se nos presentan como superiores y que nuestra existencia se justifica únicamente si vivimos para los demás.
Más aún, la mayoría de las personas ni siquiera se ha tomado todavía el trabajo de diferenciar tan nítidamente ambas posiciones, ambos “sentidos de vida“. En general existe en su cerebro un horroroso “collage” de indiscriminadas y aun insospechadas contradicciones absorbidas al paso o aceptadas subconscientemente a partir de escritos y peroratas de así llamados intelectuales no menos confundidos si no evidentemente malvados. Si usted se pregunta de donde vino la economía “mixta”, lo que antecede le proveerá una buena pista.
No creo necesario puntualizar que el liberalismo como sistema social – y su expresión económica, el Capitalismo de “Iaissez faire” total – ha tenido tantas dificultades en convencer de sus evidentes ventajas de libertad, derechos individuales y bienestar porque la mayoría de sus proponentes se limitó o bien en mantenerlo en un vacío filosófico o a empantanarlo en contradicciones sin fin por el temor de tener que enfrentar dogmas y conceptos morales establecidos pero falsos.
El sistema liberal es distinto de raíz, como lo demostró Ayn Rand a través de la filosofía del Objetivismo, donde dedujo que el hombre tiene una sola herramienta de supervivencia: la facultad de la razón y que debe usar la misma para adaptar el medio ambiente a sus necesidades en lugar de adaptarse él al medio ambiente como lo hacen los animales irracionales, meta que desean alcanzar los falsos adoradores de la naturaleza, enemigos del progreso técnico: los ecólogos y ambientalistas. El hombre carece del código instintivo que los animales tienen incorporado en sus genes y esto lo obliga a usar su cerebro para deducir un código de valores racionales, labor ya efectuada por Ayn Rand, quien dedujo los valores que sirven como sustento del hombre y las virtudes que permiten obtener aquellos. Pero todo esto hace necesario un sistema social fundamentalmente distinto al tribal, que prevalece entre las demás especies, un sistema social racionalmente individualista donde la vida de cada hombre sea un fin en sí misma y no un medio para los fines de los demás; donde la felicidad de cada hombre, en ésta, su única vida, sea su meta moral más elevada y el objetivo de su esfuerzo productivo; donde su libertad y sus derechos estén sólo limitados por iguales derechos de sus pares, los demás seres humanos.
Propiciar, promover o adherir a religión alguna es, para los liberales, desacertado por incongruente. Las religiones son la antítesis directa de la libertad del individuo, son las camaradas y defensoras de todas las doctrinas colectivistas que han llevado tanto mal a las poblaciones del mundo entero. Es preciso que los liberales que no adhieren al Objetivismo o que desconocen sus premisas, comprendan que adherir a una religión como fundamento moral de sus ideas es cometer una trágica contradicción en términos. Ninguna religión fundamenta a las ideas liberales, por más que haya habido y todavía existan quienes quieran adherir a tal despropósito. Es profundamente lamentable que muchos liberales aún no lo hayan comprendido.
El fundamento de las religiones es la veneración de la pobreza, todo esto más allá de la evidente contradicción con el fausto que los "defensores de los pobres" acumulan y mantienen para sí mismos, una postura que, por otra parte, sólo podrán mantener mientras sometan a los pobres a su condición de miseria. El pensamiento liberal es totalmente contrario a tal posición. El liberalismo promueve el bienestar económico y, en consecuencia, sus esfuerzos se encaminan hacia la creación de riqueza y el desarrollo personal hasta donde cada individuo pueda o quiera. Pero por ello mismo no puede el liberalismo reducir su programa meramente a la promoción de la riqueza económica. Si bien esta tarea es importantísima, ella sola, sin una declaración de principios morales basados en la razón y la realidad, no llevará al ser humano en general a renunciar a su adherencia a un fundamento moral falso por irracional.
El liberalismo posee un fundamento moral propio que debe difundir pero que es completamente contrario al que promueven las religiones. Mientras los liberales no entiendan y acepten esta cuestión de integridad en todas sus consecuencias actuarán con evidente si bien inconsciente hipocresía y no obtendrán las adherencias mayoritarias que desean y necesitan. No podrán convencer. Las personas en general son bien intencionadas pero no por ello tontas. Su "sentido de vida" les indica la falsa postura moral pretendida por el liberalismo que, por una parte, acepta tácitamente la doctrina de pobreza que predican las religiones en general, mientras, por la otra, se opone a ella con sus propuestas de productividad y bienestar. La incompatibilidad es evidente y, en consecuencia, también insostenible. Toda contradicción provoca descrédito.
La moral correspondiente al ser humano no es la fantasía que han inventado los jerarcas místicos con la finalidad de dominar al ser humano, sino aquella deducida de la realidad, la lógica y el análisis de la naturaleza humana por la genial filósofa Ayn Rand: el Objetivismo. Pretender unir al liberalismo con las religiones en cualquiera de sus numerosas variantes, es una contradicción en términos.
Si las religiones hubiesen sido eliminadas hace milenios, se habría evitado la muerte de millones y millones de productivos seres humanos de todas las edades que perecieron en inútiles guerras religiosas, y ya se habría prácticamente eliminado en el mundo la pobreza y las plagas físicas y sociales que las acompañan. El dinero malgastado en edificar templos inútiles, en mantener a los mismos y a las organizaciones y personas relacionadas con ellos, se hubiera podido invertir en actividades productivas privadas que habrían solucionado los problemas económicos y de salud de innumerables poblaciones. Se hubieran evitado guerras y se hubiera establecido la libertad y, en consecuencia, la felicidad humana. Esto no es ninguna fantasía ni anhelo imposible, pero no haber actuado en su consecución es imperdonable y muchos liberales no parecen haber entendido todavía como se traza el camino que lleva al bienestar y la felicidad, a pesar de que ya existen los fundamentos filosóficos, ideológicos y políticos para hacerlo. Así no se construye el futuro! A todo ello se agrega ahora el fanatismo islamita a tan descorazonante situación y si ellos lograran la victoria ella sería el fin de la existencia humana, lo cual no es ni bondadoso, ni benevolente ni deseable.
Existe una sola idea moral que respalda a las ideas de la libertad individual y fue Ayn Rand quien la dedujo a partir del análisis de la realidad. No se puede combinar incompatibles, porque de la mezcla de fundamentos opuestos resulta una mezcla carente de sentido. "No puede haber compromiso alguno en relación con los principios morales," indicó Ayn Rand en su artículo "No requiere compromisos la vida?", y en "La Rebelión de Atlas" reforzó esta declaración al escribir: "En todo compromiso entre el bien y el mal, solamente es el mal quien obtiene beneficios." Intentar mezclar religiosidad con libertad es una contradicción monstruosa que jamás permitirá a quienes dicen defender la libertad lograr la victoria, pues ésta no se alcanzará jamás respaldando las ideas económicas liberales sobre bases "morales" irracionales. Las ideas económicas correctas se basan en ideas filosóficas correctas pero éstas, precisamente por ser correctas, son fundamentalmente distintas a las que sostienen las religiones. Mientras que las mismas defienden en todas sus formas al colectivismo altruista, cimenta el Objetivismo las ideas económicas correctas (el Capitalismo) estrictamente en el contexto filosófico-moral que le corresponde. No existe otra solución.
Una sociedad de hombres libres no se podrá basar jamás en leyes bíblicas o similares, según la variante religiosa, que consagren la importancia de seres o entes imaginarios y obliguen al ser humano a vivir de acuerdo a las reglas impuestas por tales imposibles. Lo sagrado es la existencia del ser humano y no fantasías absurdas, y es esencial para los liberales entender esto. El sistema social del Capitalismo es la función económica de una forma de sociedad definidamente basada en el uso de la razón y que, por lo tanto, es irreligiosa, es decir atea, en oposición al comunismo que es la expresión secular de toda teocracia.
Es pues, imperioso que los liberales que aún no han adoptado la moral deducida de la realidad por la filósofa Ayn Rand, acepten y promuevan la misma por ser la única que corresponde al liberalismo político y económico. Ella elimina la contradicción existente en sus conceptos fundamentales. Sin ella carecen de toda posibilidad de sembrar con éxito sus ideas.

Nota: El original en inglés del presente artículo fue publicado en las páginas del Web de "Rebirth of Reason"
Traducción al castellano del autor.

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