Saturday, July 18, 2009

Quo vadis, Empresarios?

por Manfred F. Schieder

"Los empresarios son el símbolo de una sociedad libre - el símbolo de los Estados Unidos. Si perecieran, la civilización perecería."
(de "La Minoría Perseguida de Estados Unidos: las Grandes Empresas", por Ayn Rand, en "Capitalismo: El ideal Desconocido")

Envidiados, despreciados y difamados por doquier, hallados culpables de todos y cada uno de los problemas que aquejan al mundo, maldecidos por la población en general como "hombres ricos" y "barones del robo" y utilizados como chivos expiatorios cuando los gobiernos o cualquier grupo político, ideológico o intelectual necesita liberarse de los inevitables y desastrosos resultados de sus incontables actos de irracionalidad, y sintiendo una pesada carga de culpa por saber, subconscientemente, que no viven ni de acuerdo con el camino trazado ni conforme al sistema "moral" existente, constituyen los empresarios la nueva minoría racial que sirve como víctima propiciatoria en esa "moderna" cacería de brujas que los intelectuales, los místicos y los políticos incitan para alejar a la furia popular de si mismos.
Cuando hablo de los empresarios no me refiero, claro está, a aquellos mandatarios burocráticos de aventuras económicas estatales o mixtas que solamente son los usuarios de los privilegios, subsidios y proteccionismos estatales que resguardan su ineficacia e incapacidad, a costa de la población en general, de todo riesgo que los empresarios privados deben enfrentar en relación con toda decisión tomada. La población en general ha sido convenientemente y por acción psicológica acallada para que no se queje del colosal robo al que la someten los gobiernos con las permanentes pérdidas cargadas sobre sus hombros mediante lo que los gobiernos llaman "empresas estatales" con "sentido social".
Desafortunadamente todavía hay demasiado pocos empresarios dispuestos a alzarse y enfrentar la situación y aún muchos menos que sí lo hicieron y estén además dispuestos a defender sus derechos como verdaderos benefactores de la humanidad. Demasiados de ellos prefieren acudir en multitud para solicitar "ayuda estatal", o sea dinero extraído a la población en general mediante impuestos obligatorios, para rescatar a sus empresas apenas el camino se torna escarpado. General Motors es un caso bien conocido hoy en día, con Opel, su hija alemana, colgando lloronamente de sus faldas. La cuestión es: por qué ha de ser "rescatada" una empresa si es incapaz de producir los coches que desea el público, o si insiste en continuar fabricando automóviles que nadie quiere comprar ahora, en tiempos difíciles, cuando los compradores temen gastar su dinero, ganado con gran esfuerzo y prefieren conservarlo para enfrentar quién sabe qué dificultades que todavía vendrán? Hay quienes dirán: Pues, para ayudar a los técnicos, a los operarios, a los empleados, los vendedores, empleados que quedarían sin trabajo, etc. Pero ésta no es la solución.
Ludwig Erhard, el constructor del "milagro alemán" después de la 2da. Guerra Mundial, demostró la manera correcta de proceder cuando la fábrica de automotores Borgward fracasó en su época. Todos los socialistas reclamaron ayuda en ese momento pero el obeso fumador de cigarros Erhard, quien se parecía un tanto a la cómica figurita del cerdo capitalista, denegó toda ayuda, indicando que sería injusto "rescatar" a una empresa que no era capaz de mantenerse por sus propias fuerzas. Adicionalmente agregó que sus trabajadores y empleados, todos ellos gente capaz, encontrarían rápidamente otros empleos en fábricas de coches bien dirigidas y en millares de otras empresas que elaboraban productos que atraían compradores. La historia demostró que tenía razón. Los gobiernos actuales aparentemente no aprendieron la lección… ni lo hicieron los "empresarios" ahora involucrados en las demandas de rescate.
A lo largo de los tiempos no solamente permitieron los empresarios que los gobiernos interfiriesen en sus negocios sino que fomentaron tales interferencias, solicitando primero favores y promesas de reyes y señores feudales y, más tarde, como sucede en Estados Unidos y otros lugares, mediante "generosos" grupos influyentes y/o de presión, personas con poder político, asociaciones empresarias con conexiones políticas, etc. etc. Más adelante y a su debido tiempo, se convirtieron las concesiones y favores en órdenes directas por parte del gobierno, ya que ésta es la marcha natural de los sucesos si nadie se opone a su mecánica. Bajo tales condiciones le es fácil a los gobiernos poner en funcionamiento una poderosa maquinaria que obliga a los bancos y las instituciones financieras a proveer créditos a compradores de bienes cuyos ingresos los convierten ya desde el principio en receptores que no serán capaces de devolver el dinero recibido; este proceso funciona especialmente cuando el gobierno se sabe respaldado por los lamentos de los izquierdistas que reclaman "ayuda para los pobres". En muy poco tiempo los prestatarios rebasados en su capacidad de pago alcanzan el momento en que ya no podrán pagar sus deudas. Una vez que el esperado desastre tiene lugar (ya hubo un ensayo previo de tales desastres en 1929), recaen las consecuencias, que nadie quiso prever ni estaba dispuesto a evitar, injusta pero también inevitablemente sobre la parte productiva de la población mundial, generando, como sucede en la actualidad, una enorme cantidad de gente capaz ahora desocupada.
Los actuales sucesos económicos y, en consecuencia, políticos, ya están expandiendo sus desagradables resultados. Las operaciones de "rescate" demandadas por los bancos y las instituciones financieras al actual presidente de los Estados Unidos, y la concesión de tales rescates, rápidamente revelaron los adicionales propósitos políticos que las acompañan: un inexorable control estatal que llevará al mundo primeramente a un regreso al socialismo y luego al comunismo, tal como Marx previó y yo mencioné en mi reciente escrito "La sociedad como fin y la sociedad como medio". Aunque un poco tarde y ya muy avanzados en ese camino parecen comenzar a darse cuenta los empresarios financieros de lo que se halla oculto entre bambalinas, y se apuran ahora a devolver al estado el dinero recibido y quizá también están aprendiendo las sabias palabras de George Washington: "El gobierno no es razón, no es elocuencia; es fuerza. Como el fuego, es un servidor peligroso y un amo amedrentador."
Los medios periodísticos naturalmente siempre favorecieron al popular colectivismo y, en consecuencia, favorecen todas las reglamentaciones estatales, ignorantes o sin importarles el hecho de que los fundamentales derechos individuales, tal como se hallan anclados en la Constitución de los Estados Unidos, también cesarán para ellos mismos. Pocos intelectuales supieron señalar esto, entre ellos Ayn Rand y sus Objetivistas, Ludwig von Mises, George Reisman (cuyo artículo "El Mito de que el Mercado Libre es Responsable de Nuestra Crisis Financiera" es extraordinariamente revelador en la materia), Friedrich A. Hajek y Murray N. Rothbard y sus seguidores y, tal como ese medio omnirevelador que es el Internet indica, incluso algunos intelectuales izquierdistas. Conocer la verdad oculta detrás de los hechos desafortunadamente parece quedar reservado a los menos.
Cuando hablo aquí de empresarios me refiero, naturalmente, a empresarios libres, libres hasta donde pueden actuar como tales en medio del pantano de leyes e impuestos de todo tipo echados sobre sus hombros, imposiciones que ahogan mundialmente a la sociedad misma y pueden provocar su desintegración total. Nuevamente me refiero a empresarios LIBRES, libres hasta donde es actualmente posible, dadas las condiciones imperantes, esa especie compuesta, como dijera Ludwig von Mises en su colosal obra "La Acción Humana", por "aquéllos que tienen un empeño especial en ganar ajustando la producción a los previsibles cambios de condiciones, aquéllos que tienen mayor iniciativa, mayor espíritu de aventura y un ojo avizor más alerta que la multitud; esos pioneros del empuje y la promoción del mejoramiento económico (3ra. Parte, Cap. 14, Subcap. 7)".
Los empresarios son los constructores del futuro. Obsérvese que el "Gran Salto hacia Adelante", el momento en que comenzó el progreso humano, se relaciona directamente con la Revolución Industrial del siglo 18. Qué es lo que hizo tan extraordinario al lugar donde tuvo lugar y al tiempo en que sucedió? Descubrimientos o inventos de alguna importancia particularmente sensacional? De ninguna manera. Hasta ese entonces ya habían hecho los seres humanos muchos descubrimientos y realizado extraordinarios inventos, todo lo cual se acumuló a lo largo de los siglos. Quienes quieren ocultar al factor fundamental que "disparó" el proceso señalan a la máquina de Watt como iniciadora del proceso. Pero el principio que había hecho posible esa máquina ya era conocido por los antiguos griegos y, sin embargo, nada sucedió en ese momento que iniciase el gran empuje. De hecho, el origen de muchos logros científicos pueden seguirse hasta la Antigua Grecia, pero eran vistos, aún hasta y más allá del Renacimiento, como meros juguetes ingeniosos, conjuntos físicos y químicos imaginativos.
Hasta la segunda mitad del siglo 18 prevaleció el concepto místico de que todo esfuerzo humano es inútil, incluso carente de sentido, por ser la existencia humana solamente la preparación para la "verdadera" vida que será alcanzada para toda la eternidad en otra, desconocida "realidad". Los teólogos declaraban esto, y lo continúan haciendo aún hoy en día, como un dogma indiscutible e innegable de sus "enseñanzas". Los filósofos, comenzando con los presocráticos hasta nuestros días - a excepción del genial Aristóteles -, funcionaban y funcionan como meros servidores del misticismo, secularizando esta versión de la existencia (por ejemplo, Platón con su mundo bidimensional de formas e imágenes, Kant con sus objetos noumenales y fenomenales, etc.). Esta obligación de creer que la existencia humana no puede ser mejorada, necesariamente incluye un sentimiento profundo de que todo lo que se haga será una pérdida de tiempo.
Empero, llegó el momento en que el cerebro de algunos hombres se rebeló, consciente o subconscientemente, contra esta creencia. Hombres con metas prácticas tomaron en sus manos la labor de llevar los logros científicos a aplicaciones prácticas. Hombres como James Brindley, Josiah Wedgwood, John Wilkinson, Matthew Houlton y docenas más, aprovecharon la mayor libertad existente en Inglaterra para convertirse en "hacedores de dinero" cambiando, como segunda consecuencia, la vida de los pobres, una existencia frustrada en pocilgas de horrible pobreza y falta de esperanzas. "Es cómico pensar que ropa interior de algodón y jabón puedan producir un cambio en la vida de los pobres," escribió el brillante Jacob Bronowski en su libro "El Ascenso del Hombre" (Cap. 8). "Sin embargo fueron las cosas simples - carbón en el hogar, vidrio en las ventanas, una selección de comidas - las que provocaron el maravilloso ascenso en el standard de vida y en la salud. De acuerdo con nuestros standards actuales, los pueblos industriales eran barracas, pero para la gente que había llegado de una choza, vivir en una vivienda significaba una liberación del hambre, de la suciedad y de las enfermedades; una nueva riqueza de selección se les ofrecía."
Los hombres que apostaron su dinero a la confianza de que tanto pobres como ricos habrían de comprar los productos que ellos ofrecían al mercado, fueron los hombres de negocio. Los empresarios, naturalmente movidos por su interés personal y al mismo tiempo benefactores sociales de dimensiones colosales, crearon mercados masivos para que todo producto pudiese alcanzar todo nivel social, aún el más bajo imaginable. Su maquinaria aumentó la labor humana y, en consecuencia, elevó el premio económico de su labor. "Al organizar el esfuerzo humano en empresas productivas," escribió la extraordinaria filósofa Ayn Rand, "creó (el empresario) empleo para los seres humanos en incontables profesiones. Él es el gran liberador que, en el breve lapso de un siglo y medio, liberó a los seres humanos de la presión de sus necesidades físicas, de la terrible esclavitud de un día de 18 horas de trabajo manual para obtener meramente la subsistencia mínima; el que los liberó de hambrunas, pestes y de la estancante falta de esperanza y el terror en que la mayoría de los seres humanos vivieron en todas las centurias precapitalistas - y en las cuales la mayoría continúa viviendo en los países no-capitalistas." (de "Para el Nuevo Intelectual")
Los mismos Marx y Frederic Engels confirmaron su monstruoso propósito de querer devolver a los seres humanos a las edades prehistóricas de la ignorancia, las pestes y la prisión intelectual y física del comunismo, cuando reconocieron en su "Manifiesto Comunista" que "La burguesía (el nombre dado en su época a los capitalistas), mediante el rápido mejoramiento de todos los instrumentos de producción, mediante los medios de comunicación inmensamente facilitados, llevan a todos, incluso los países más atrasados, a la civilización. Los precios baratos de sus productos son la artillería pesada con la que destruyen a todas las murallas chinas, con las cuales obligan a capitular el obstinado odio de los países subdesarrollados contra los foráneos. (El Capitalismo) ha creado ciudades enormes… rescatando así a una considerable parte de la población de la imbecilidad de la vida rural… La burguesía, durante su imperio de apenas cien años, creó fuerzas productivas más masivas y más colosales que todas las generaciones anteriores juntas… En la misma proporción en que la burguesía, o sea el capital, se ha desarrollado, en la misma proporción se desarrolló (mi énfasis) el proletariado, la moderna clase trabajadora."
Pero los intelectuales se negaron a reconocer esta transformación. Tanto los filósofos como los pensadores en general, evadieron la responsabilidad de explicar a la población cómo podía haberse convertido tal "milagro" en realidad, cuál era el origen de tan asombroso avance humano, cómo podía ser que la Revolución Industrial y su sistema económico, el Capitalismo (un sistema social basado en el reconocimiento de los derechos individuales, incluidos los derechos a la propiedad, en el cual toda propiedad se encuentra en manos privadas, como definiera Ayn Rand en su artículo "Qué es el Capitalismo?") pudiese producir un resultado tan asombroso.
La mayoría de los intelectuales permanecieron sumergidos en el pantano de su propio retroceso mental. Buscando la protección de los poderes y temiendo la ira de monarcas y teócratas, no se atrevieron a analizar el fenómeno. Todavía atados a los conceptos dogmáticos del medioevo, se vieron incapacitados de descubrir qué había posibilitado el heroico triunfo capitalista.
Sería recién en el siglo 20 cuando quedaría develado el nuevo y extraordinario logro intelectual. Ayn Rand dedujo, a partir de los hechos de la realidad, el fundamento que sustenta a los empresarios y su labor, un fundamento que la mayoría de los hombres de negocio mismos desconocían. Ellos estaban ocupados en producir y, sin saberlo, construir, el futuro. Ayn Rand reunió las piedras angulares en una sola e indestructible unión conocida actualmente con el nombre de Filosofía del Objetivismo.
Lo único que se encuentra a disposición de las personas mientras vivan dentro de las premisas del altruismo, la demanda de existir para el prójimo como justificación de la propia existencia, es el estancamiento y la resignación y nada dentro de tal sistema cambiará jamás para mejor, tal como la historia demostrara incontables veces. El altruismo es la noción de que cada uno debe sacrificarse por los demás, o sea la "moralidad" de los caníbales.
El altruismo es, pues, totalmente irreconciliable con el Capitalismo, ya que éste representa el continuo esfuerzo de cada uno por mejorar su propia vida satisfaciendo sus necesidades y deseos. La práctica de la resignación, la adoración del sufrimiento y el auto-sacrificio, la supervivencia a partir de la caridad y los redrojos, es la típica existencia de la sociedades tribales, colectivistas, lugares donde la población se halla sujeta a los caprichos de príncipes y caciques tribales. "Aquí se encuentra la profunda brecha entre los empresarios y el altruismo," indicó Ayn Rand en su artículo "La Sanción de las Víctimas", "pues los hombres de negocio no se sacrifican por los demás - si lo hiciesen fracasarían en sus quehaceres en pocos meses o días - ellos obtienen beneficios, ellos se enriquecen, ellos son recompensados, tal como ellos merecen. Es esto lo que los altruistas, los colectivistas y otros "humanitarios" odian en el empresario, ya que los verdaderos hombres de negocio persiguen una meta personal y tienen éxito en la misma. No se engañe a sí mismo pensando que los altruistas son motivados por la compasión hacia el que sufre. Ellos son motivados por el odio al exitoso."
Los empresarios sufren una profunda sensación de culpa por encontrarse inmersos en la dicotomía formada por las premisas de una "moral" antigua que se les ha enseñado a respetar y lo que la realidad les dice que deben hacer, y esa culpa se encuentra intensificada por el hecho de que los empresarios no pueden adherir a lo arbitrario, lo caprichoso, lo irracional, ya que dependen plenamente de la facultad que es exclusiva del cerebro humano: la razón. En consecuencia ellos representan al ser humano como lo que es: un ser racional.
Son los empresarios libres y sus hermanos de sangre, los Nuevos Intelectuales, quienes, a partir de la filosofía del Objetivismo de Ayn Rand colocan el fundamento y defienden la existencia del Capitalismo como la única sociedad humana racional posible, y quienes llevan la responsabilidad directa de rescatar a la humanidad de su auto-inmolación, una humanidad que no parece estar dispuesta a renovarse filosófica y moralmente a sí misma.
Nada intermedio puede proveer la solución adecuada. La solución a medias es un elemento inestable, radioactivo, cuyo tiempo ha pasado. La confrontación final se decidirá entre el Objetivismo y los actualmente existentes tipos de comunismo y sus similares, las teocracias de todo tipo, una decisión que deberá tomarse entre dos alternativas: una sociedad racional de seres humanos racionales y un campo de servidumbre esclava hostigada por los latigazos de sus bestiales dirigentes. La confrontación se decidirá entre una moralidad racional, basada en el derecho humano de existir para sí mismo y el altruismo, lo que significa existir, quiérase o no, para quienes mandan, una tribu de seres cuyo único parecido con el ser humano es su apariencia física.
Pero "el mundo que ustedes desean puede ser obtenido; existe, es real, es posible y es vuestro," escribió Ayn Rand en su obra cumbre "Le Rebelión de Atlas", "pero para lograrlo se requiere la dedicación total y un quebramiento completo con el mundo del pasado, con la doctrina de que el ser humano es un animal de sacrificio que existe para el placer de los demás. Luchen por el valor de vuestra persona. Luchen por la virtud de vuestro orgullo. Luchen por la esencia de lo que es el ser humano: por su soberana mente racional. Luchen con la radiante certeza y la absoluta rectitud de saber que la vuestra es la Moralidad de la Vida y que vuestra es la batalla por todo logro, todo valor, toda grandeza, toda bondad y toda alegría que haya existido jamás en el mundo."
A partir de esta base le será muy fácil a los empresarios decidir el "quo vadis" de su camino.
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Nota: El original en inglés del presente artículo fue publicado en las páginas del Web de "Rebirth of Reason" (http://rebirthofreason.com/Articles/Schieder/Quo_vadis,_Businessmen.shtml). Traducción al castellano del autor.

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