Thursday, November 20, 2008

Producción Mundial de Inflación - Fondo Monetario Internacional

Por Henry Hazlitt

Tomado de The FREEMAN, Agosto 1971

La última crisis monetaria ilustra una vez más la poca solidez inherente al sistema del Fondo Monetario Internacional. Esto debería haber sido obvio cuando fue implantado por primera vez en Bretton Woods, N. H. en 1944. El sistema no sólo permite y fomenta sino casi obliga a la inflación mundial.
A continuación reproduzco un articulo que escribí en Newsweek del 3 de Octubre de 1949, durante otra de las grandes crisis monetarias. Hago esto para enfatizar el hecho de que la crisis actual pudo haberse previsto hace más de veinte años. No es sólo el resultado de errores en las recientes políticas económicas y monetarias de las naciones individualmente, sino una consecuencia inherente a las instituciones inflacionarias creadas en 1944 bajo la dirección de Lord Keynes de Inglaterra y Harry Dexter White de los Estados Unidos.
En un epílogo discuto las medidas necesarias para que salgamos de la presente crisis monetaria internacional y para evitar su repetición.
EL TERREMOTO MONETARIO INTERNACIONAL
[1]
Newsweek, 3 de Octubre, 1949
En una sola semana veinticinco naciones deliberadamente han recortado el valor de sus monedas. Nada comparable a esto ha sucedido antes en la historia del mundo.
Este terremoto monetario mundial conllevará muchas lecciones. Debería destruir para siempre la moderna supersticiosa fe en la sabiduría de los planificadores económicos gubernamentales y en los administradores monetarios. Este repentino y violento revés que estamos sufriendo prueba que los burócratas monetarios no entendían lo que estaban haciendo durante los cinco años anteriores. Desafortunadamente, lo sucedido está lejos de representar una buena base para suponer que entienden lo que están haciendo ahora.
Esta columna ha estado insistiendo por años sobre las dañinas consecuencias de sobre-valorar la moneda. El 18 de Diciembre de 1946 el Fondo Monetario Internacional afirmó que los déficits comerciales de los países europeos «no se verían reducidos, en forma apreciable, por cambios en la paridad de su moneda.. En Newsweek del 3 de Mayo de 1947, escribí: «Es precisamente porque sus monedas están ridículamente sobrevaloradas que las importaciones de estos países están más que estimuladas y sus industrias de exportación no pueden comenzar a funcionar». En la edición del 8 de Septiembre de 1947, así como en mi libro ¿Podrá el Dólar Salvar al Mundo?, Escribí: «Casi todas las monedas del mundo (con pocas excepciones como el Franco Suizo) están sobre-valoradas en términos de Dólar. Es precisamente esta sobrevaloración la que produce la llamada escasez de Dólares».
Aun así, hasta el 18 de Septiembre de 1949, los burócratas europeos persistían en que sus monedas no estaban sobrevaloradas, y aunque así fuera, esto no tendría nada que ver, o insignificantemente poco que ver, con sus déficits comerciales y la «escasez de Dólares», por lo que continuamente culpaban a los Estados Unidos. La tragedia fue que el Secretario de Estado Marshall, el Presidente y el Congreso, malentendiendo completamente la situación real, aceptaron esta teoría Europea y vertieron billones de dólares de los contribuyentes norteamericanos en las manos de los gobiernos europeos para financiar sus déficits comerciales que ellos mismos se estaban produciendo por su socialismo y controles cambiarios con monedas sobre-valuadas.
Con el tiempo, los administradores del Fondo Monetario aprendieron la mitad de la lección. Reconocieron que la mayoría de las monedas Europeas estaban sobre-valuadas. Reconocieron que esta sobre-valuación era el factor real causante de la llamada «escasez de Dólares» y del desbalance del intercambio internacional. Pero propusieron el remedio errado.
Ellos no pidieron sencillamente la abolición de los controles cambiarios. (Su propia organización desde su origen estaba ligada al mantenimiento de controles cambiarios). En vez de eso ellos propusieron que las valuaciones oficiales de moneda se hicieran «realísticamente»,. Pero la única valuación «realista» (mientras la moneda no tenga libre convertibilidad a una cantidad definida de peso en oro) es la valuación que el mercado libre le dé. La tasa de mercado libre es e único precio que mantiene la oferta y demanda en constante balance. Es la única tasa que permite la completa y libre convertibilidad entre los papeles moneda, todo el tiempo.
Sir Stafford Cripps, luchó hasta el final contra la idea que la tasa de la Libra Esterlina tuviera algo que ver con la cada vez más profunda crisis en Inglaterra. Tratando lo más posible de asemejarse y hablar como Dios, descartó esos temas con un desdén celestial. Pero a última hora experimentó un cambio intelectual que fue casi completamente aterrador. Nosotros, dijo, «debemos tratar de crear condiciones en las que el área esterlina no se vea imposibilitada para obtener los dólares que necesita. Este cambio en la tasa de intercambio es una de esas condiciones y la más importante.. Y siguiendo la teoría que lo que vale la pena hacer hay que hacerlo mejor, cortó la paridad de la Libra Esterlina, de la noche a la mañana de $ 4.03 a $ 2.80.
Existen fuertes razones (que el espacio no me permite enunciar en este momento), para concluir que la nueva paridad que él adoptó para la Libra Esterlina estaba muy por debajo de la paridad real que con el nivel de mercado libre se hubiera establecido el día que hizo el cambio. Lo que hizo, en otras palabras, no fue simplemente ajustar la Libra Esterlina a su valor de mercado el 18 de Septiembre sino una verdadera devaluación.
La primera consecuencia fue provocar una confusa devaluación competitiva de monedas, algo nunca visto en los años 30. La mayoría de las naciones ajustaron a nuevas tasas de cambio inferiores a lo que sus precios reales y costos indicaban. Estos países, por lo tanto, ahora tendrán que sufrir otra epidemia, la de supresión de inflación. Sus precios internos y sus costos de vida empezarán a subir. Los sindicatos entrarán en huelgas para mejorar salarios. Si el pasado (o si la declaración de Sir Stafford del 18 de Septiembre) sirviera de guía, el gobierno trataría de combatir esta situación con más controles internos de precios, racionamientos, aumento en los subsidios de productos alimenticios, presupuestos desbalanceados y fijación de salarios.
En este país, por el contrario, la tendencia será hacia tratar de bajar nuestro nivel de precios en alguna forma reduciendo el precio, expresado en dólares, de los bienes importados y forzando reducciones en el precio, también expresado en dólares, de los bienes exportados. Esto aumentará nuestros problemas precisamente en el momento que los sindicatos están presionando por aumentos de salarios en forma disimulada haciéndolo aparecer como un beneficio de seguro de pensión.
Será necesario re-examinar toda nuestra política económica exterior a la luz de los nuevos tipos de cambio. El plan Marshall de ayuda a los países europeos con moneda sobrevaluada era fútil; y el de ayuda a los países con moneda minus-valuada debiera ser innecesario. En efecto, puede que muy pronto seamos testigos de la reversión mundial de afluencia de oro. Por primera vez desde 1933 (sin contar los años de guerra 1944 y 1945), la afluencia de oro puede ser hacia afuera en vez de hacia nosotros.
Pero, haber eliminado las monedas sobre-valuadas aunque sea en la forma errónea, es, no obstante, un triunfo. La barrera principal que ha obstaculizado el intercambio mundial durante los últimos cinco años ha sido al fin derribada. Las principales excusas parar mantener esa red de controles y restricciones al intercambio han sido al fin destruidas. Si no fuera por los rumores sobre la explosión atómica en Rusia, el panorama hacia la libertad económica mundial sería, por lo menos, alentador.
El mejor comentario británico que he leído desde la devaluación, proviene del London Daily Express: «Dejemos que todos los países paguen lo que consideren que vale la Libra Esterlina... Pero los socialistas nunca permitirán liberar la Libra. Esto significaría el abandono de su sistema de controles... Si se libera el dinero, se libera a las personas..
EPILOGO 1971 [1]
Las predicciones hechas en este comentario de 1949 y que el ingreso de oro se revertiría, resultaron correctas. El déficit en nuestra balanza de pagos principió, en efecto, en 1950. Nuestra reserva de oro en 1949 de cerca de 25 billones estaba a su nivel más alto. Después, empezó a declinar. En 1957, cuando el déficit de nuestra balanza de pagos adquirió mayores proporciones, la declinación de nuestras reservas se aceleró.
Pero todo lo anterior no debería haber sido difícil de predecir porque adicionalmente a las revaluaciones mundiales de monedas en 1949, nuestras autoridades comenzaron a inflar nuestra propia moneda a una tasa altamente elevada. La «escasez» de dólares desapareció y fue rápidamente sustituida por «inundación de dólares». Lo que en otra forma hubiera sido una ligera tendencia hacia la disminución de nuestros precios fue distorsionado por una expansión en nuestra existencia de dinero. En Septiembre de 1947, dos años antes de la crisis de 1949, la existencia de dinero en los Estados Unidos (dinero en poder del público más depósitos bancarios) era $ 111.9 billones. En Septiembre de 1949, era sólo de $ 110 billones. Pero en Diciembre de 1950 había llegado a $115.2 billones. Las cifras al final de Mayo de 1971 eran de $225 billones.
Es importante recordar que el sistema monetario mundial no es de origen natural como el anterior patrón oro internacional, sino un plan arbitrario elaborado por un puñado de burócratas monetarios que ni siquiera estaban de acuerdo entre ellos mismos. Algunos de ellos querían papel moneda inconvertible, libre para fluctuar en los mercados cambiarios internacionales y «dirigidos» por los propios burócratas de cada país, solamente de acuerdo con «las necesidades de la economía doméstica». Otros querían «estabilidad cambiaria», que significaba valores fijos de cada moneda en relación a las otras. Pero ninguno de ellos quería una convertibilidad constante de su propia moneda, por cualquier persona, a presentación, a una cantidad fija de peso en oro. Esa había sido la naturaleza del patrón oro.
Así pues, se adoptó un compromiso. Únicamente el dólar americano sería convertible por oro contra demanda, a una paridad fija (un treinticincoavo de onza), pero sólo contra demanda de las bancas centrales y no de personas privadas. En realidad, a los ciudadanos privados se les prohibió pedir o inclusive tener oro. Las naciones restantes, con excepción de los Estados Unidos, deberían fijar una «paridad» de su unidad monetaria en términos de dólar y se obligaba a mantener esta paridad conviniendo en vender o comprar dólares hasta la suma que fuera necesaria para mantener su moneda en el mercado dentro de un margen del uno por ciento de la paridad fijada.
La carga de la responsabilidad De este modo se creó un sistema que aparentaba «estabilizar» todas las monedas ligándolas a través de cambios fijos; e indirectamente ligándolas a una proporción fija de oro a través del dólar. Este sistema aparentaba también tener la virtud de «economizar» oro. Si a esto no podría llamársele Patrón Oro, por lo menos podría llamársele Patrón de Cambio-Oro o Patrón de Cambio-Dólar.
Pero el sistema, precisamente porque «economiza reservas», permite una enorme expansión inflacionaria en la existencia de casi todas las monedas. Aun esta expansión podría haber tenido un limite definido si los administradores monetarios de los Estados Unidos hubieran constantemente reconocido las pesadas cargas y responsabilidades que sobre el Dólar impuso el sistema. Otros países podían caer en una espiral inflacionaria sin perjudicar más que a ellos mismos; pero el nuevo sistema asume que, por lo menos los administradores monetarios norteamericanos siempre deberían estar conscientes. Se deberían abstener de todo, hasta de la más moderada expansión para poder mantener la conversión del Dólar a oro constantemente.
Pero el sistema no era tal que mantuviera a los administradores en el ejercicio de su responsabilidad. Dentro del antiguo Patrón Oro, sí un país sobre-aumentaba sus créditos y su dinero y bajaba sus tasas de interés, inmediatamente comenzaba a perder su oro. Esto forzaba a subir nuevamente las tasas de interés y a contraer su dinero y su crédito. El «déficit en la balanza de pagos» era rápidamente, y casi en forma automática, corregido. El país deudor perdía lo que el país acreedor ganaba.
Sólo impriman otro billón
Pero, bajo el Patrón Cambio-Oro, el país deudor no pierde lo que el país acreedor gana. Si los Estados Unidos debe $1 billón a Alemania Occidental, simple y sencillamente les remite más de un billón en Dólares de papel. Los Estados Unidos no pierden nada, porque en efecto, o imprime un billón de Dólares o reemplaza los remitidos imprimiendo otro billón. El Banco Central Alemán entonces usa estos Dólares de papel, estos pagarés norteamericanos, como «reservas» contra las cuales puede emitir más Marcos.
Este sistema de «Patrón Cambio-Oro» comenzó a crecer en 1920 y 1921, pero el acuerdo de Bretton Woods de 1944 empeoró aún más las cosas. Dentro de este acuerdo, cada país se compromete a aceptar monedas de otros países a una paridad. Cuando los tenedores de Dólares los envían a Alemania, el Banco Central Alemán tiene que comprarlos sin importar la cantidad, a la par fijada para el Marco. En efecto, Alemania puede hacer esto imprimiendo más Marcos-papel para comprar más Dólares-papel. Esta transacción aumenta tanto las «reservas» como el medio circulante de Alemania.
Así pues, mientras nuestras autoridades monetarias argumentaban que la inflación norteamericana era por lo menos menor que algunas en Europa o en otras partes, se olvidaban de que por lo menos algunas de estas situaciones de inflación eran, en parte, resultado de nuestra propia inflación. Parte de los Dólares que imprimíamos no presionaban el aumento de nuestros precios porque salían fuera del territorio y presionaban el aumento de precios en otros países.
El sistema del Fondo Monetario Internacional, en resumen, ha sido parcialmente responsable de la inflación mundial en los últimos veinticinco años y de sus fatales y progresivas consecuencias políticas y económicas.
¿Qué se debe hacer ahora?
Mientras que las monedas mundiales continúen basadas en papel inconvertible, no tiene ningún objeto ajustar nuevamente las paridades. Lo que ahora se considera como valor «realista» de una moneda (en términos de otra) mañana ya no será real porque cada país llevará su inflación a diferente tasa.
El primer paso que hay que tomar es el que Alemania Occidental y algunos otros han tomado. Ningún país debería ya ser obligado a mantener la paridad de su moneda por medio del sistema de comprar o vender Dólares o cualquier otro papel moneda, a la par. El papel moneda debería poder «flotar» y su precio determinarse por la oferta y demanda del mercado. Esto tendería a mantener un «equilibrio» y el mercado, diariamente, indicaría qué monedas se están fortaleciendo y cuáles debilitando. El cambio diario en precios serviría como una alerta anticipada tanto para los habitantes del país como para sus administradores monetarios.
Los cambios flotantes serán, hasta cierto punto, desordenados e inciertos, pero lo serán menos, en un futuro, que las paridades estancadas apoyadas en compras y ventas secretas de los gobiernos. Los cambios flotantes, más que todo, probarán ser un sistema de transición. Es muy improbable que los hombres de negocios de las naciones principales toleren, por mucho tiempo, un papel moneda con valor fluctuante diariamente.
El segundo paso en la reforma monetaria debería ser que las bancas centrales de todos los países acordaran, por lo menos, no aumentar sus tenencias de papel-dólar, libras o cualquier otra moneda considerada como reserva.
Permitir a los ciudadanos la tenencia de oro
El próximo paso se aplica únicamente a los Estados Unidos. Parece no haber otra alternativa para nuestro gobierno que permitir francamente y de jure lo que ha estado sucediendo por los últimos tres años en forma inconsulta y de facto: Se debe anunciar abiertamente la no convertibilidad de dólares a oro al precio de $35.00 la onza. Se posee únicamente $1.00 en oro por cada 45.00 dólares-papel en circulación. Las obligaciones en dólares a los bancos centrales, únicamente, son más del doble de sus tenencias de oro. Si se permitiera verdaderamente la convertibilidad, en una semana se agotarían sus reservas totales de oro.
El gobierno debería anunciar, adicionalmente, que hasta nueva orden no compraría ni vendería oro.
Simultáneamente, no obstante, el gobierno debería suprimir todas las prohibiciones que existen de vender, poseer, comprar o celebrar contratos en oro. Esto significaría el re-establecimiento de un verdadero mercado libre de oro. Incidentalmente, debido a la desconfianza en las flotantes monedas de papel, los intercambios e inversiones internacionales se empezarían a expresar en términos de oro, con un peso específico de oro como unidad. El oro, aunque no sea monetizado por ningún gobierno, se volvería dinero internacional, si no el dinero internacional. En los mercados cambiarios del extranjero, el papel moneda se estaría cotizando en términos de oro. Aun en la ausencia de un convenio formal internacional, esto preparará el camino para el retorno de las monedas internacionales, país por país, al Patrón Oro.
Frenar gastos de gobierno que producen inflación
Todo esto atañe a la técnica. Lo que verdaderamente importa es la política, nacional y la política monetaria. Lo que es indispensable es parar la inflación tanto en los Estados Unidos como en cualquier otra parte. Los gastos gubernamentales deben cortarse; el presupuesto debe balancearse continuamente; a los administradores monetarios así como a los bancos privados se les debe quitar el poder que les permite constante y descuidadamente aumentar la cantidad de dinero.
Sólo absteniéndose de la inflación se puede conseguir que el Patrón Oro funcione; pero a su vez, el Patrón Oro provee la disciplina necesaria para facilitar la abstención de la inflación.
David Ricardo hace más de 160 años resumió esta relación recíproca: Aun cuando el papel moneda no tenga valor intrínseco, limitando su cantidad, su valor de cambio es igual al de una moneda de la misma denominación...
«La experiencia, no obstante, nos enseña que ni el estado ni los bancos han tenido alguna vez el poder irrestricto de emitir papel moneda sin haber abusado de dicho poder; en todos los estados, por lo tanto, la emisión de papel moneda debe estar sujeta a algún control, y ningún control es tan adecuado para este propósito como el hecho de sujetar a los creadores de papel moneda a la obligación de pagar sus notas en oro o en moneda de oro».
Tomado de FREEMAN, Agosto 1971
[1] [i] Traducido por CEES. Derechos de Autor Newsweek Inc. Octubre 3, 1949

[2] [ii] Agradecemos al autor el permiso para publicar este artículo

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