Wednesday, April 19, 2017

MODELO PARAGUAYO

Colombia no ha tenido un derrotero claro en su desarrollo económico, una continua serie de avances y retrocesos ha mantenido el País en notable estancamiento. Realmente la economía de Colombia se ha mantenido flotando al vaivén de las circunstanciassean estas unas heladas en el Brasil, una guerra internacional, una subida especulativa de determinado producto, tal como sucedió con el petróleo, la desaparición de determinado rubro económico como paso con el añil, un auge del consumo de narcóticos o cualquier otro fenómeno que produzca una bonanza o un descalabro, todo han sido circunstancias aleatorias. 


La decadencia de la agricultura colombiana, especialmente la de las vertientes cordilleranas, ha llevado a un empobrecimiento muy acentuado del campesinado y esto ha generado un éxodo masivo hacia las ciudades. Estos desplazamientos han tenido lugar en varios países y ese conglomerado campesino ha sido gradualmente absorbido por la industria. Esto en países con una actividad manufacturera fuerte como varios de Europa y del Oriente. 


En Latinoamérica la migración campesina creo extensos núcleos de pobreza, ante la escasez de empleo, las ciudades se llenaron de toda clase de ventorrillos que ocupan barrios enteros, en ellos la actividad artesanal ha sido mínima, se impuso un mini-comercio de toda clase de baratijas. El vendedor ambulante se constituyó en dueño de calles y plazas buscando la subsistencia.  No se presentó la producción de artesanías y pequeñas manufacturas como en ciertos zocos y bazares de ciudades musulmanas, con la excepción de algunos núcleos andinos en Ecuador, Perú y  Bolivia.


En Colombia se generalizó un comercio de contrabando muy similar al que se presenta en Paraguay, país cuya economía depende en gran parte de esa actividad. En las ciudades colombianas se encuentran mercaderías de contrabando de casi cualquier parte del Mundo, pero aquí no se produce nada. Esta clase de comercio ha sido financiada en su mayor parte con el lavado de dinero. 


Toda esa masa de población que depende de actividades no legalizadas, se encuentra al margen de sistemas de salud, de posibilidades de educación y sometida a frecuentes batidas policiales. Esta situación fue analizada en el Perú por Hernando Soto en un interesante libro titulado “El Otro Sendero”. 

En Colombia nadie ha hecho un verdadero balance de lo que significa esa economía informal,  pero cabe anotar que el Bogotá actual, presenta características del Lima de los años 70, la población dedicada al rebusque está aumentando en las principales ciudades del País, los vendedores en los semáforos, los saltimbanquis de esquina, los expendedores del transporte urbano. Los vendedores ambulantes ya han invadido algunos campus universitarios. 


La formalización de pequeñas actividades comerciales requiere acabar con esa cantidad de trámites que crean una especie valla entre actividades legales e ilegales. A todo esto se agrega un problema adicional, el micro-tráfico de estupefacientes. Esto se ha extendido en Colombia en una forma espeluznante, no solamente se presenta en las ciudades, sino en pequeñas poblaciones, alguien aventuró una cifra del valor del tráfico de narcóticos dentro del País en 6.000 millones de pesos anuales. 


La única posibilidad de separar el narcotráfico y la prostitución callejera,del mundo del rebusque no delicuencial, es  permitir que los comerciantes de semáforo, los curtidores de San Benito, los latoneros, los mecánicos de barriada,  los vendedores callejeros de comidas y bebidas sean respetados y se les facilite la formalización de sus actividades. 


Entre el contrabando y la economía del rebusque hay un movimiento de dinero que no produce ingresos al erario y mantiene una gran parte de la población al margen del desarrollo del País y sin las ventajas del empleo formal.


Jaime Galvis Vergara  

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