Sunday, January 22, 2012


¿Por qué los Estados tienen que pagar 600 veces más?

Traducción C.G. Alvarez

Opinión, Le Monde - Enero 2/2012

La reserva federal prestó secretamente a los bancos en problemas la suma de 1.200 millardos de dólares a la increíble tasa del 0,01%. Reuters/Bredan

Michel Rocard, Político socialista francés, Antiguo Primer Ministro de François Mitterrand, y Pierre Larrouturou, economista.

Son cifras increíbles. Ya se sabía que a finales de 2008, George Bush y Henry Paulson habían aportado 700 millardos de dólares para el salvamento de bancos estadounidenses. Una suma colosal. Pero un juez estadounidense le dio la razón hace poco a periodistas de Bloomberg que solicitaban a su banco central ser trasparente sobre la ayuda que éste había aportado al sistema bancario.

Tras haber analizado 20.000 páginas de diversos documentos, Bloomberg muestra que la Reserva Federal (FED) prestó secretamente a los bancos en dificultades la suma de 1.200 millardos a la increíble tasa del 0,01%.

Al mismo tiempo en numerosos países los pueblos padecen planes de austeridad impuestos por gobiernos, a los cuales los mercados financieros sólo aceptan prestarles unos cuantos millardos a tasas de interés entre el 6,7 o 9%! Asfixiados por semejantes tasas de interés, los gobiernos son “obligados” a congelar las pensiones, los subsidios familiares o los sueldos de los empleados públicos y a recortar las inversiones, lo que aumenta el desempleo y nos sumirá pronto en una recesión muy grave.

¿Es normal que, en caso de crisis, los bancos privados, que se financian usualmente al 1% ante los bancos centrales, se puedan beneficiar con tasas del 0,01%, pero que, también en situación de crisis, ciertos Estados sean obligados, por el contrario, a pagar tasas 600 u 800 veces más elevadas? “Ser gobernado por el dinero organizado es tan peligroso como por el crimen organizado” decía Rooselvelt con razón. Estamos a punto de vivir una crisis del capitalismo desregulado que puede ser suicida para nuestra civilización. Como se lo preguntaban Morin y Hessel, en Le Chemin de l’esperence (Fayard, 2011) ¿nuestras sociedad deben escoger: la metamorfosis o la muerte?

¿Vamos a esperar que sea bien tarde para abrir los ojos? ¿Vamos a esperar que sea también tarde para entender la gravedad de la crisis y escoger juntos la metamorfosis antes de que nuestras sociedades se desintegren? No tenemos la posibilidad de desarrollar acá las 15 o 20 reformas que hagan posible esta trasformación. Solo queremos mostrar que Paul Krugman está equivocado cuando dice que Europa está encerrada en una “espiral de muerte”. ¿Cómo darle oxígeno a nuestras finanzas públicas? ¿Cómo actuar sin modificar los tratados, lo que requeriría meses de trabajo y se volvería imposible, cuando Europa está más y más odiada por los pueblos?

Angela Merkel tiene razón cuando dice que nada debe animar los gobiernos para mantener una “fuga hacia adelante”. Ahora, lo esencial de las sumas de dinero que nuestros Estados deben prestar suma unos 400 millardos: 100 que corresponden al déficit presupuestal (que sería casi nulo si se eliminaran las rebajas de impuestos concedidas hace diez años) y 300 que corresponden a deudas viejas que se vencen y que no lograríamos pagar si no nos endeudamos de nuevo por los mismos montos unas horas antes de su vencimiento.

Hacer pagar tasas de interés colosales por deudas acumuladas hace cinco o diez años no hace más responsables a los gobiernos sino que contribuye a asfixiar nuestras economías en beneficio único de algunos bancos privados; con el pretexto de la existencia de un riesgo, prestan a tasas elevadas, siempre sabiendo que tal riesgo no es real porque el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), está constituido para garantizar la solvencia de los Estados prestatarios.

Hay que terminar con la práctica odiosa de dos varas de medir; debemos seguir el ejemplo de la FED para salvar el sistema financiero; proponemos que la “deuda vieja” de nuestros Estados se pueda financiar a tasas próximas al 0%.

No se requiere modificar los tratados europeos para implementar esta idea; es cierto que el Banco Central Europeo (BCE) no está autorizado a prestar a los Estados miembros, pero si puede prestar sin límite a los organismos públicos de crédito (artículo 21.3 del estatuto del sistema europeo de bancos centrales) y a las organizaciones internacionales (artículo 23 del mismo estatuto). El Banco puede pues prestar al 0,01% al Banco Europeo de Inversiones (BEI) o a la Caja de Depósitos, las cuales pueden prestar al 0,02% a los Estados que se endeuden para pagar sus deudas viejas.

Nada impide activar esos préstamos desde enero! No se ha dicho con suficiente fuerza: el presupuesto italiano presenta un superávit primario. Estaría pues en equilibrio y no debería pagar gastos financieros más y más elevados. ¿Hay que dejar pues a Italia ante la amenaza de la recesión y la crisis política?, o, ¿se debe aceptar que se termina con las rentas de los bancos privados? La respuesta debería ser evidente, para actuar en la búsqueda del bien común.

El papel que los tratados le asignan al BCE el papel de velar por la estabilidad de los precios. ¿Cómo se puede mantener paralizado cuando ciertos países ven el precio de sus bonos del Tesoro duplicarse o triplicarse en unos pocos meses? El BCE debe también velar por la estabilidad de nuestras economías. ¿Cómo se puede quedar indiferente cuando el precio de la deuda nos amenaza con caer en una recesión “peor que la de 1930” según la opinión del Banco de Inglaterra?

Si nos atenemos a los tratados, nada prohíbe al BCE actuar con fuerza para hacer bajar el precio de la deuda. No sólo nada la impide actuar sino que, por el contrario, todo lo incita a hacerlo. Si el BCE es fiel a los tratados, debe hacer todo lo posible para rebajar el precio de la deuda pública. Es claro además, que según la opinión general la inflación es muy inquietante.

En 1989, tras la caída del Muro, les bastó menos de un mes a Hemult Khol, Francoise Mitterand y otros jefes de Estado europeos para decidir la creación de la moneda única. Tras cuatro años de crisis, ¿qué más esperan nuestros dirigentes para darle oxígeno a nuestras finanzas públicas? El mecanismo que proponemos se podría aplicar de manera inmediata tanto para disminuir el costo de la deuda vieja como para financiar las inversiones fundamentales para nuestro porvenir, por ejemplo, el plan europeo de economía energética.

Los que solicitan la negociación de un nuevo tratado europeo tienen razón: con los países que lo desean, se necesita construir una Europa política, capaz de actuar sobre la mundialización; una Europa realmente democrática como lo proponían Wolfgang Schäuble y Karl Lamers en 1994 o Joschka Fischer en 2000. Se necesita un tratado de convergencia social y una verdadera gobernanza económica.

Todo ello es indispensable. Pero ningún nuevo tratado se podrá adoptar si nuestro continente se hunde en una “espiral de la muerte” y se logra que los ciudadanos detesten todo lo que viene de Bruselas.

Es urgente enviar a los pueblos una señal muy clara: Europa no está en manos de los “lobbies” financieros. Está al servicio de los ciudadanos.

Michel Rocard es también el presidente del consejo de dirección científica de Terra Nova desde 2008. Pierre Larrouturu es el autor de “ Pour éviter le krach ultime”( Nova Editions, 256p, 15€)






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