Saturday, February 12, 2011

Santurban: Se le está buscando un problema a una solución?

por Jaime Galvis Vergara, Geólogo.

Quiero hacer unas observaciones acerca de la polémica referente a los proyectos mineros de California (Santander).

En primer lugar cabe anotar que en la zona de California y Vetas se presenta el único verdadero yacimiento aurífero en la Cordillera Oriental de Colombia, es además el único gran yacimiento minero en el departamento de Santander. Este departamento presenta un relieve topográfico muy accidentado y unos suelos pobres, por lo cual las tierras con potencial agrícola son muy limitadas. La actividad industrial es reducida en su mayor parte, las empresas manufactureras son semi-artesanales.

Se presentan compañías internacionales dispuestas a crear un verdadero complejo minero moderno en California y automáticamente empieza una verdadera campaña ambientalista de desinformación, aseverando insensateces tales como que los proyectos mineros van a envenenar el agua del acueducto de Bucaramanga. La pseudo-ciencia ambiental sostiene que los páramos son los grandes productores de agua en Colombia, algo completamente falso, basta comparar el caudal de un río alimentado por grandes extensiones de páramos, como el Chicamocha con el caudal del río Carare cuyas aguas provienen de zonas topográficamente situadas por debajo de 2600 metros sobre el nivel del mar. La verdadera cota de máxima precipitación pluvial en Colombia, se halla a los 2.000 metros sobre el nivel del mar. Más aún, en los medios ambientalistas se ha impuesto el criterio que todas las áreas situadas por encima de 3000 metros sobre el nivel del mar son páramos y por lo tanto unos paraísos de flora y fauna. Esto es absolutamente falso y sofístico, por encima de esa cota topográfica hay toda clase de ambientes, según variables tales como temperatura promedia, características edáficas y geológicas, pluviosidad promedia, forma del relieve etc. Más aun ¿quién ha definido que es un páramo? El diccionario de la Real Academia de la Lengua presenta estas dos definiciones: 1-“Terreno yermo, raso y desabrigado”. 2-“Lugar sumamente frío y desamparado”. En Colombia, en forma empírica se le ha atribuido a lo que llaman páramos una serie de características tales que los asimila a paraísos terrenales intocables. La realidad es otra, quienes hemos recorrido la región de California y Vetas sabemos que se trata de unos riscos inhóspitos y estériles, donde ha habitado desde la Colonia una población paupérrima arrancando mineral de menas muy duras, con métodos de extracción en extremo rudimentarios. Los precarios túneles de esa minería de subsistencia han sido la tumba de muchos trabajadores. Esto lo dice con conocimiento de causa alguien que recorrió esas galerías de espanto.

Ante esto, unos ecólogos de salón pretenden frustrar proyectos de minería tecnificada que permitan elevar el nivel la vida de esa región y que puede ser una redención económica para el departamento de Santander. En el Perú a lo largo de la cuenca hidrográfica del río Rimac hay numerosas minas grandes y dicha corriente fluvial abastece de agua a la ciudad de Lima con más de diez millones de habitantes y no se conocen casos de envenenamiento. Las minas de hierro de Itabirita son vecinas del área urbana de Belo Horizonte en Brasil, con cuatro millones de habitantes no se sabe de problema alguno. ¿Solamente a Colombia le hace daño el progreso?

Los múltiples dogmas del ambientalismo, tales como aseverar que la etapa de calentamiento global es causada por la actividad humana, carece de fundamentos serios. En la historia de la Tierra ha habido épocas de calentamiento y de glaciaciones por causas en general debidas a la actividad solar. En la Edad media tuvo lugar un calentamiento que permitió la colonización del Sur de Groenlandia por los Vikingos, cabe anotar que la palabra Groenlandia en lenguas escandinavas significa Tierra Verde, dicho calentamiento no es factible que se pueda atribuir a actividades de la humanidad, a menos que consideren que lo causó la caída del Imperio Romano. Estas y otras “verdades” ecológicas tienen tanta sustentación como las Profecías Mayas y pretender que el desarrollo de Colombia esté supeditado a ellas es absolutamente delirante y absurdo.

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