Los vaivenes gubernamentales mantienen al País en una parálisis que está tomando dimensiones de catástrofe, Casi semanalmente surgen iniciativas de “reformas” en la administración pública, lo que genera en el ciudadano una incertidumbre total, por lo cual nadie quiere iniciar proyectos. La economía se está desplomando y hay una carencia total de iniciativas. Nadie emprende un negocio ante la posibilidad que las autoridades o alguna de las “Cortes” lo declaren una actividad ilícita o le inventen toda una serie de normas y reglamentos que lo hagan inviable.
En Colombia cualquier actividad manufacturera, comercial, agrícola o de cualquier índole no se puede proyectar según la conveniencia económica para el país, lo más importante es saber si es “exequible” o “inexequible” para unos tribunales cuyos magistrados se atribuyen la facultad de intervenir en todo lo divino y lo humano, generalmente sin conocimiento de los diversos temas. La burocracia reparte decretos, disposiciones y multas por cualquier motivo o sin motivo, por tanto el ciudadano raso está continuamente expuesto al atropello. Cualquier pretexto sirve parta cometer los abusos, el medio ambiente, las comunidades, las venganzas y generalmente todo se adoba con un sartal de mentiras y la intervención de la cofradía de los falsos testigos. Para las actividades de los más humildes vendedores ambulantes solamente hay golpes y abusos.
La inverosímil maraña de leyes que existen en Colombia es el ambiente ideal para el ejercicio de la corrupción, hay tantas prohibiciones, tantos trámites absurdos, tantas “disposiciones”, tantos reglamentos, que difícilmente el ciudadano conoce toda la tramoya, por tanto siempre hay la pequeña omisión para que el policía o el funcionario abusen. El nuevo Código de Policía llegó al colmo, un agente de la policía puede ingresar a un hogar sin orden judicial. Algo parecido a la Cheka soviética. ¡En un País de autoridades corruptas esto está llegando al extremo!
Las dificultades geográficas, las endemias tropicales, el aislamiento son pamplinas ante toda esa serie de talanqueras legales que mantienen el País paralizado, esa mentalidad de papel sellado hace que cualquier trámite pueda durar años y esto, en un Mundo que está cambiando continuamente se torna inmanejable. La Constitución de 1991 multiplicó los procedimientos burocráticos creando muchos más problemas de los que pretendió solucionar. Todo esto está perjudicando gravísimamente al país y solamente hay un gremio que se beneficia de todo ese caos, los abogados. Ante tantas complicaciones se multiplican los pleitos y para todo se necesita estar respaldado por un apoderado.
Las consecuencias de todo ese “legalismo” están a la vista, la mayor actividad económica de Colombia es el narcotráfico, este negocio no está sujeto al viacrucis burocrático por tanto innumerables ciudadanos lo ejercen como un medio de lograr la movilidad social que les impide la burocracia. La minería de los metales preciosos es un renglón económico que pudiera ser muy valioso para el País pero la nomenclatura de Colombia lo está transformando en un delito. La mayor parte de la explotación aurífera es ilegal, porque poquísimos inversionistas disponen del dinero y la paciencia para actuar legalmente, la legislación minera es un galimatías de disposiciones absurdas. La política petrolera es otro maremágnum de reglamentaciones insensatas, por tanto el ingreso de compañías petroleras a Colombia está prácticamente paralizado. La política agraria, generalmente manejada por abogados es un continuo ir y venir ideándose legislaciones que no aseguran estabilidad alguna y como van las histerias ambientalistas, algunos cultivos tales como la papa, se tornaran ilícitos.
El tema de la infraestructura es algo risible, el mismo Estado ha creado un maraña de trámites que estorban la construcción, y favorecen ampliamente la formación de nidos de corrupción. Un buen ejemplo de esto es la historia del túnel de La Línea.
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