Esta palabra se ha puesto de moda en Colombia como un concepto abstracto pero en ningún caso como un motor de actividades. Al mirar desprevenidamente la historia y la actualidad colombiana se puede afirmar que este no ha sido un país de inventores y menos aún de científicos. Esta es una tierra simplemente de “doctores”. El espíritu empresarial tampoco ha sido notable. Esto en gran parte se originó en esa mentalidad inquisitorial congelada que quedó de la época colonial.
La organización del Estado en el País siempre tuvo una mentalidad rutinaria y estática. Nunca se alentó la aventura y el riesgo. Tampoco hubo impulso alguno en la investigación y la inventiva. Una creciente burocracia se dedicó a crear trámites, procedimientos y requisitos para cualquier actividad productiva, con lo cual la movilidad social de los miembros más pobres de la sociedad se ha visto represada casi totalmente. Quien inicie una nueva forma de producción industrial, el que explore y localice minerales de uso económico, quien encuentre especies vegetales o animales para iniciar nuevos cultivos o actividades extractivas, el ciudadano que idee nuevas formas de comercio, siempre tendrá que someterse a un viacrucis burocrático oneroso y asfixiante. Es un clima social que frustra las iniciativas.
La frustración y en cierta medida el resentimiento han creado en Colombia una mentalidad muy especial, es un país refractario para recibir inmigrantes, por el contrario, se ha presentado en los últimos años una emigración masiva, la búsqueda de fortuna en el exterior es cada día más acentuada y cabe decirlo, el Gobierno en cierto modo la estimula, el único trámite oficial que tiene agilidad y eficiencia es la expedición de pasaportes.
El otro alivio que han encontrado las clases menos favorecidas ha sido la delincuencia, las prohibiciones absurdas y los eternos obstáculos burocráticos han llevado a mucha gente a apelar a diversas formas de delito. El contrabando se ha multiplicado, la minería de esmeraldas llevo al Qccidente de Boyacá a la creación de una de las mafias más sanguinarias que han operado en Colombia dada la creación de un monopolio oficial para esa actividad extractiva, que nunca funcionó. Los cultivos ilícitos fueron una válvula abierta que permitió movilidad social a miles de colombianos, esta actividad fue en cierto modo la que acabó con ese campesinado paupérrimo y descalzo que caracterizó al País. Pero al mismo tiempo creó mafias y guerrillas que han desestabilizado a Colombia.
Simultáneamente, los gobiernos fueron creando nuevas barreras para la movilidad social a base de prohibiciones y trámites. Antiguamente el campesino se lanzaba a aserrar maderas en las selvas o a abrir tierras de cultivo, estas actividades las convirtieron en delito. Tumbar un árbol sin tramitología lleva a la cárcel. Traer especies exóticas como los auquénidos es causal de castigo. La minería de oro, otra válvula social para mejorar la situación económica también la convirtieron en delito. Si se descubren nuevos depósitos minerales, el Gobierno no estudia su génesis yperspectivas, simplemente prohíbe su aprovechamiento. Otro tanto ocurre con la extracción de plantas medicinales y de frutales exóticos, los miembros de la Expedición Botánica en la actualidad se encontrarían en la cárcel.
En otros países de Latinoamérica la flora y la fauna suministran toda una serie de materias útiles, la cochinilla en el Perú la chinchilla en Bolivia, el quebracho en la Argentina, el guaraná en Brasil, la vainilla en México, la sarrapia en Venezuela, la quinua y el amaranto en los países andinos. En Colombia no hay innovación porque los tabúes que impone el Estado son paralizantes. Este País necesita urgentemente una Perestroika para librarse de una burocracia dictatorial, asfixiante y corrupta.
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