La repulsión es un rechazo a determinados actos o situaciones que avergüenzan o perjudican, es algo casi instintivo. En la historia de Colombia ha habido una serie de sucesos que han producido repulsión colectiva. Desde esa Colombia pastoril que sufrió la amputación de Panamá, hubo un rechazo al despojo en sí y a la actitud del mandatario de turno. Esa repulsión existió también en algunos círculos bien informados respecto a la negligencia criminal de los gobiernos respecto al extenso territorio de la Amazonia Colombiana que duro más de treinta años bajo soberanía de Perú.
Posteriormente fueron repulsivas esas incitaciones a la violencia política que fomentaron los altos heliotropos de la aristocracia criolla. En esto se sacrificaron miles de vidas humildes, ya que los jefes de todo aquello mantenían sus amistosas relaciones en los clubes de Bogotá. En un momento dado con una generosidad infinita decidieron hacer “la Paz”. Para sellar ese acto sublime crearon por medio de un plebiscito el “Frente Nacional” y establecieron una paridad burocrática que fue modelo de descaro en el Mundo. Además se pactó por 16 años la alternación de los dos partidos en la Presidencia. De todo esto lo más repulsivo fue el trato que recibieron las gentes del pueblo que sirvieron de tropas en la violencia política, fueron liquidados en forma graneada con muy poco ruido.
La ciudadanía de Colombia ha sido obligada a tragarse numerosos y aberrantes sapos, un ejemplo de esto fue el fraude electoral de 1970. Otros episodios repulsivos fueron el “proceso de paz” del Gobierno de Belisario Betancur que le dio impulso a los movimientos guerrilleros, varios episodios del Gobierno de César Gaviria tales ese falso “clamor popular” pidiendo una nueva constitución política, dicho clamor solo existió en los titulares de los periódicos, a esto se puede agregar el caso de Pablo Escobar y su “prisión” en la Catedral o una apertura económica improvisada e innecesaria que casi logra erradicar la industria del territorio de Colombia. Todas estas maniobras fueron realizadas sin tener en cuenta la opinión popular.
Luego se presentó algo que no solamente fue repulsivo, se puede decir que fue un verdadero revulsivo, todo ese negro proceso de la narco-candidatura de Ernesto Samper y las maniobras sucias del Proceso 8.000. Ante ese desgobierno se presentó la candidatura y elección de Andrés Pastrana, la bandera electoral de este caballero fue un nuevo proceso paz, el cual empezó con el pié izquierdo por cuenta del desplante de la silla vacía. La opinión pública rápidamente se desilusionó de ese proceso.
Al presentarse la candidatura de Alvaro Uribe, con un proyecto de combatir a las guerrillas, el apoyo popular fue masivo, el programa de gobierno coincidía con la opinión pública, algo poco frecuente en el devenir histórico de Colombia. A pesar de sus indudables éxitos este gobierno pecó en la calidad de varios de sus colaboradores inmediatos, especialmente por haberse plegado a las presiones periodísticas.
Posteriormente, a través de maniobras bastante oscuras, sobrevino la elección de Juan Manuel Santos personaje manifiestamente impopular. Con esto comenzó un gobierno totalmente incoherente en el cual parece que la administración se hubiera dedicado a llevarle la contraria a la opinión pública y a una política de persecuciones judiciales y abusos manifiestos de poder. El Gobierno se dedicó a un publicitado “proceso de paz” con las Farc descuidando totalmente las demás funciones gubernamentales, esto durante 4 años. Con la firma de un documento absolutamente absurdo culminó el proceso. Dicha guerrilla declara tener un poco más de 5 000 efectivos. Los negociadores aspiran a recibir el premio Nobel de Paz, pero de pronto solo van a recibir el ridículo internacional.
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