Por el Senador Ivan Duque Márquez
El pasado domingo triunfó la democracia colombiana. Triunfó porque quedó claro que todos los colombianos queremos la paz, tanto los que votaron por el ‘No’ como los que votaron por el ‘Sí’.
Lo que experimentó el país ha sido un pronunciamiento de millones de ciudadanos, en el que sobresalió el sentimiento de corregir unos acuerdos que tienen graves elementos de impunidad y evitar que las 297 páginas que lo integran sean incorporados a la Constitución.
El sentimiento mayoritario de los ciudadanos defendió las instituciones y rechazó un procedimiento abreviado para modificar la Constitución y la Ley, al igual que las facultades extraordinarias no precisadas para el Presidente de la República, la limitación del Congreso a la voluntad del gobierno y la limitación del control de constitucionalidad.
Es evidente que el sentimiento del ‘No’, fue claro en los correctivos que deben ser planteados. La elegibilidad política que se ha brindado a quienes han sido condenados por delitos de lesa humanidad, la ausencia de prisión, o medida equivalente, para quienes aun habiendo cometido delitos de lesa humanidad digan ‘la verdad’, o la falta de precisión frente a la reparación económica efectiva por parte de las Farc, fueron puntos centrales del pronunciamiento popular. Sin dejar de lado las preocupaciones que existen sobre delitos graves que quieren ser llevados al plano de conexidad con el delito político para su amnistía.
El sentimiento del ‘No’ también manifestó preocupaciones sobre múltiples fracturas institucionales en materia de justicia y el sector rural, que hubieran detonado incertidumbre. Durante varios años, muchos de los colombianos que votaron por el ‘Noo expresaron estas preocupaciones, sin que su voz fuera escuchada para ser incorporada en los acuerdos. Se cometió el error de negociar sin haber intentado unir al país frente a un proceso con las Farc.
Hoy, es el momento de escuchar a esos millones de colombianos y abrir el camino para un gran Acuerdo Nacional. En este proceso se debe brindar protección a las Farc mediante la activación de las zonas de concentración, solicitando el respaldo de las Naciones Unidas.
La comunidad internacional, por su parte, debe entender lo que ocurrió el pasado domingo y rodear la voluntad del pueblo colombiano que quiere la construcción de la paz sobre mejores bases de legalidad y justicia.
Colombia está frente a una gran oportunidad de permitir que las voces del ‘Sí’ y el ‘No’ se unan para construir unos acuerdos que reflejen la unidad del país. Las Farc, entretanto, deben entender que si de verdad tienen voluntad de paz, hay que escuchar al pueblo colombiano que se pronunció en las urnas.
Ha llegado el momento de entender que el mecanismo plebiscitario que se exploró, le dio un mandato al Presidente para rectificar el camino y construir unos acuerdos con las correcciones institucionales que el país anhela. Estas correcciones son claras, precisas, en armonía con la Constitución y los tratados internacionales que Colombia ha suscrito.
Ha llegado el momento de entender que el mecanismo plebiscitario que se exploró, le dio un mandato al Presidente para rectificar el camino y construir unos acuerdos con las correcciones institucionales que el país anhela. Estas correcciones son claras, precisas, en armonía con la Constitución y los tratados internacionales que Colombia ha suscrito.
Somos un país que vio fortalecida su democracia en las urnas y recuperó el debate político en los hogares, las universidades y los espacios de participación. Ahora, tenemos que unirnos, respaldados por la voz soberana del pueblo.}
Portafolio, Bogotá, 05 de octubre de 2016
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