por Jaime Galvis V. - Geólogo
La minería ha sido una actividad ignorada en
las altas esferas del poder en Colombia, por tanto las políticas respecto a
esta actividad han sido improvisadas y erráticas. Debido a esto la explotación
de minerales en Colombia, es demasiado pobre si se compara con la de los demás
estados andinos y con países de dimensiones similares en otros continentes.
Todo lo referente a minería termina en unas barahúndas mediáticas de gentes desconocedoras del tema. En medio
del barullo esta noble actividad ha sido satanizada hasta el punto de
considerarla un delito.
El primer factor negativo que afecta la
minería en Colombia es el desconocimiento del territorio, grandes zonas del
territorio nacional son casi tan desconocidas como la Antártida y las políticas
oficiales son hostiles respecto a la exploración privada; los programas
exploratorios oficiales son muy
limitados y absurdos. En un País que carece de cartografía geológica creíble,
donde no hay estudios metalo-génicos dignos de mención, solo existe una entidad cuyo propósito, al
menos teórico es la investigación geológica básica, el Servicio Geológico
Nacional. Esta entidad tiene una nómina técnica mínima, hay más cargos
administrativos dedicados a manejar licitaciones. Las directivas de dicha
entidad consideran que el trabajo geológico investigativo debe contratarse,
olvidando que la geología es una ciencia y la investigación científica no se
puede cuadricular. Para licitar investigaciones que requieren poder descubrir
nuevos conceptos y tener ideas novedosas no se pueden usar los parámetros de
metros cuadrados y kilómetros lineales con que se contrata la pavimentación de
calles y carreteras. Esto lo están demostrando los resultados, multitud de
mapas y muestreos geo-químicos sin conclusiones, durmiendo en los anaqueles. Las
rutinas nunca han llevado a lograr hallazgos de depósitos minerales ni de
hidrocarburos. ¿Cuantos yacimientos minerales encontró el Instituto de
Investigaciones Geológico-Mineras en más de 40 años de existencia?
En Colombia, la tramitación minera durante el
Siglo XX y lo que ha transcurrido del Siglo XIX, se ha caracterizado por ser un
proceso farragoso, complicado y anti-técnico. Sin temor a equivocación se puede
afirmar que este ha sido un factor determinante en la atrofia de la actividad
minera en el País. Se han improvisado toda clase de organizaciones, en un
tiempo la tramitación minera estuvo a cargo de la División de Minas del
Ministerio de Minas y Energia, allí un grupo de funcionarios sin experiencia ni
conocimiento de la actividad improvisaron toda una serie de trámites,
implementaron una serie de formularios cuyo contenido era un monumento a la
estupidez, en ellos el solicitante debía especificar cuantas picas y palas iba
a usar en la mina. Cuantos metros de cable y sandeces por el estilo. Diseñaron
un formulario central (el cual curiosamente subsiste) el PTO, Programa de
Trabajos Y Obras, por el cual el solicitante presenta un minucioso programa de
actividades para cumplirse durante la existencia de la empresa minera (lo cual
puede durar 20 o 30 años), especificando producción, consumos, personal
empleado, balances económicos, etc. Algo absolutamente absurdo, no hay empresa
alguna que pueda garantizar sus actividades a tan largo plazo. Total esta es
una espada de Damocles que se cierne sobre el empresario, ya que los
funcionarios pueden inspeccionar la mina a los 12 o 18 años y si los parámetros previstos no se están
cumpliendo puede multar a cerrar la empresa (una excelente ocasión para ejercer
el chantaje).
Hay toda una serie de requisitos absurdos
tales como la póliza de seguros ¿Eso para qué? Es tan absurdo que las compañías
de seguros son renuentes a expedir las mencionadas pólizas. Carece de sentido
la exigencia de nombrar un apoderado. ¿Se justifica la intervención de un
abogado en una solicitud minera? frecuentemente esto lleva a que el apoderado
termine apoderándose del derecho minero; hay que ver la cantidad de títulos
mineros en cabeza de abogados. ¿Acaso los profesionales del derecho hacen
exploración minera? En más de una ocasión el mayor detentador de títulos
mineros en Colombia ha sido un abogado.
Otro tema odioso para la actividad minera es
el del canon superficial. Esta es una exacción absurda para la exploración
minera. ¿En un país como Colombia, donde el Gobierno no puede garantizar la seguridad en la mayor parte del
territorio nacional, que garantías tiene el inversionista grande o pequeño de
poder llevar a cabo una labor exploratoria? De por sí, la exploración minera es
un trabajo costoso cuyos resultados son aleatorios, puede hallarse o no mineral o puede ser de un volumen o de
un tenor que no permita su explotación económica, en estos casos la inversión
está perdida, por tanto, muchos inversionistas mineros pierden su patrimonio,
si a esto se agregan cuantiosas sumas de cánones superficiales, eso significa
la ruina, el des-estímulo a la exploración es total. Pero a lo anteriormente
anotado se agregan otros agravantes; con demasiada frecuencia los proyectos
mineros se ven obstaculizados por el ambientalismo, una serie de corporaciones
ambientales y el Ministerio de Medio Ambiente pueden paralizar indefinidamente
los proyectos por cualquier pretexto y mientras tanto el empresario debe pagar
los cánones superficiales. Por otra parte surge la oposición de las
comunidades, grupos indefinidos que puede estancar un proyecto y hundirlo en un pantano de pleitos hasta
que se satisfagan sus intereses extorsivos, mientras tanto el empresario debe pagar
los cánones. Los alcaldes también pueden declarar zonas de reserva donde hay un
proyecto minero y el empresario pierde los cánones superficiales sufragados.
Por último y quizás, lo más grave, el empresario paga-cánones puede ser
secuestrado, extorsionado o asesinado y de esto no lo salvan el apoderado, ni
la póliza de seguros ni los cánones superficiales sufragados.
Es muy triste comprobar que el dinero de los
cánones superficiales no se destina a mejorar la actividad minera, ni a obras
de infraestructura. Según informan en la Agencia Nacional de Minería esos
dineros tienen como fin sufragar unas oficinas lujosas y la costosa burocracia
de dicha Agencia. Desde hace muchos años se sugirió en el Plan de Desarrollo
Minero Nacional que la tramitación minera se hiciera a través de las cámaras de
comercio o de las notarías, evitando que como ocurrió en la División de Minas
del Ministerio y luego en Ecominas y en Ingeominas se formen focos de
corrupción.
Dentro de las reglas absurdas que han
menudeado en la legislación minera se presentó últimamente una disposición
exigiendo capacidad económica a quien hace una solicitud minera. Da la
casualidad que en Colombia y en el Mundo la mayor parte de los hallazgos
mineros los han realizado buscadores de fortuna, exploradores pobres y
arriesgados que buscan mejorar sus vidas. Las grandes compañías mineras no
buscan yacimientos por sí mismas, compran hallazgos. Pero la burocracia criolla
quiere cerrarle esa posibilidad de movilidad social a nuestro garimpeiros.
En países tales como Chile y México hay una interesante clase media minera, pequeños y medianos empresarios criollos que constituyen un importante amortiguador de las tensiones sociales. En Colombia por la forma absurda como se ha manejado el tema, la actividad minera no ha tenido desarrollo y lo poco que hay se reduce a dos o tres empresas grandes y de resto solamente ratoneras. En los últimos veinte años no hay un proyecto minero digno de mención, solamente un estruendoso fracaso “El Descanso”, en cambio se presenta una obsesiva satanización de la minería por parte de los ambientalistas, con un eco desmedido en los medios de comunicación.
En países tales como Chile y México hay una interesante clase media minera, pequeños y medianos empresarios criollos que constituyen un importante amortiguador de las tensiones sociales. En Colombia por la forma absurda como se ha manejado el tema, la actividad minera no ha tenido desarrollo y lo poco que hay se reduce a dos o tres empresas grandes y de resto solamente ratoneras. En los últimos veinte años no hay un proyecto minero digno de mención, solamente un estruendoso fracaso “El Descanso”, en cambio se presenta una obsesiva satanización de la minería por parte de los ambientalistas, con un eco desmedido en los medios de comunicación.
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