Saturday, April 18, 2015

SERVIDUMBRE POR DECRETO

por Jaime Galvis V.

Las teorías marxistas tuvieron muy amplios estudios acerca del proletariado urbano, el tema del proletariado campesino solo fue tratado marginalmente o abiertamente soslayado. Por tanto cuando el Marxismo entro a gobernar países, la política agraria fue un infierno de improvisación que costó millones de vidas.
El régimen comunista en la Unión Soviética sacrificó millones de campesinos para confiscar las tierras y establecer el sistema de los koljozes y sovjozes, los cuales nunca pudieron producir los alimentos necesarios, además la confiscación de la producción agropecuaria de Ucrania en el año 1933 causó una hambruna que mató millones de personas de hambre. Los koljoses en el fondo fueron una imitación de los grandes latifundios de la era zarista, administrados por una burocracia inepta. Los campesinos de los koljozes fueron unos siervos similares a los que describió Gogol en su libro “Almas muertas”; les estaba prohibido trasladarse, estaban atados al establecimiento agropecuario, no podían migrar a las ciudades, su horizonte era totalmente limitado. Todo esto ocasionó qué la Rusia que fue el granero de Europa se convirtiera en un importador neto de alimentos.
El experimento agrario de China fue un colosal disparate que causó millones de muertos y casi lleva al País a un total colapso. Esa pesadilla fue magistralmente descrita por Lucien Bodard en su obra “La Chine de la Cauchemar” y por algunos escritores chinos tales como Mo Yan o Yu Hua, este último en su gran novela “Vivir”. En semejante desastre llegaron a presentarse situaciones tales como la exportación a Hong Kong de carne de pollos alimentados con cadáveres, innumerables casos de canibalismo y una generalizada desesperación por lo cual devoraban hasta las hojas de los árboles. Todo esto amenizado con la orden oficial de fundir hierro hasta en las estufas de las viviendas campesinas.
El desastre agrario se ha repetido en menor escala en países tales como Corea del Norte, Cuba y Venezuela.
En Colombia, la actividad de las guerrillas izquierdistas ha tenido como principales víctimas a los pobladores del campo. Los agricultores han sufrido la extorsión o boleteo, las minas quiebrapatas, los secuestros, el reclutamiento forzado de sus hijos menores de edad, los desplazamientos forzados y miles de asesinatos. A tanto ha llegado la sevicia, que en un comunicado de las Farc expedido en Samaniego (Nariño), publicado en el diario El País de Cali, aparece la orden de cobrarles a las víctimas de las minas quiebrapatas el valor del explosivo que los dejó lisiados. Hace poco circuló en el Putumayo otro ukase de las Farc prohibiendo a los habitantes de determinadas poblaciones y veredas viajar a otros lugares o departamentos sin solicitarles permiso.    
Ante todo esto se encuentra el observador desprevenido con un Gobierno que pretende negociar la población campesina con las guerrillas, creando un adefesio denominado “Zonas de Reserva Campesina” en las cuales la autoridad sería el movimiento subversivo. ¿Será que nuestros estadistas se han tomado el trabajo de consultar a la población campesina al respecto? El Señor Presidente y sus asesores creen que están manejando un hato de ganado. Francamente esto puede constituir uno de los atropellos más atroces de nuestra historia. Los ideólogos de cafetería pretenden jugar con los compatriotas más humildes convirtiéndolos en siervos de la gleba de cualquier experimento absurdo o peor aún del narcotráfico.
Para el habitante de la ciudad pintar palomitas de la paz y hacer frases idiotas es un juego frívolo, porque los que están predestinados al sacrificio son otros.



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