por Jaime Galvis V.
Las
teorías marxistas tuvieron muy amplios estudios acerca del proletariado urbano,
el tema del proletariado campesino solo fue tratado marginalmente o
abiertamente soslayado. Por tanto cuando el Marxismo entro a gobernar países,
la política agraria fue un infierno de improvisación que costó millones de
vidas.
El
régimen comunista en la Unión Soviética sacrificó millones de campesinos para
confiscar las tierras y establecer el sistema de los koljozes y sovjozes, los
cuales nunca pudieron producir los alimentos necesarios, además la confiscación
de la producción agropecuaria de Ucrania en el año 1933 causó una hambruna que
mató millones de personas de hambre. Los koljoses en el fondo fueron una
imitación de los grandes latifundios de la era zarista, administrados por una
burocracia inepta. Los campesinos de los koljozes fueron unos siervos similares
a los que describió Gogol en su libro “Almas muertas”; les estaba prohibido
trasladarse, estaban atados al establecimiento agropecuario, no podían migrar a
las ciudades, su horizonte era totalmente limitado. Todo esto ocasionó qué la
Rusia que fue el granero de Europa se convirtiera en un importador neto de
alimentos.
El
experimento agrario de China fue un colosal disparate que causó millones de
muertos y casi lleva al País a un total colapso. Esa pesadilla fue
magistralmente descrita por Lucien Bodard en su obra “La Chine de la Cauchemar”
y por algunos escritores chinos tales como Mo Yan o Yu Hua, este último en su
gran novela “Vivir”. En semejante desastre llegaron a presentarse situaciones
tales como la exportación a Hong Kong de carne de pollos alimentados con
cadáveres, innumerables casos de canibalismo y una generalizada desesperación
por lo cual devoraban hasta las hojas de los árboles. Todo esto amenizado con
la orden oficial de fundir hierro hasta en las estufas de las viviendas
campesinas.
El
desastre agrario se ha repetido en menor escala en países tales como Corea del
Norte, Cuba y Venezuela.
En
Colombia, la actividad de las guerrillas izquierdistas ha tenido como
principales víctimas a los pobladores del campo. Los agricultores han sufrido
la extorsión o boleteo, las minas quiebrapatas, los secuestros, el reclutamiento
forzado de sus hijos menores de edad, los desplazamientos forzados y miles de
asesinatos. A tanto ha llegado la sevicia, que en un comunicado de las Farc
expedido en Samaniego (Nariño), publicado en el diario El País de Cali, aparece
la orden de cobrarles a las víctimas de las minas quiebrapatas el valor del
explosivo que los dejó lisiados. Hace poco circuló en el Putumayo otro ukase de
las Farc prohibiendo a los habitantes de determinadas poblaciones y veredas
viajar a otros lugares o departamentos sin solicitarles permiso.
Ante
todo esto se encuentra el observador desprevenido con un Gobierno que pretende
negociar la población campesina con las guerrillas, creando un adefesio
denominado “Zonas de Reserva Campesina” en las cuales la autoridad sería el movimiento
subversivo. ¿Será que nuestros estadistas se han tomado el trabajo de consultar
a la población campesina al respecto? El Señor Presidente y sus asesores creen
que están manejando un hato de ganado. Francamente esto puede constituir uno de
los atropellos más atroces de nuestra historia. Los ideólogos de cafetería
pretenden jugar con los compatriotas más humildes convirtiéndolos en siervos de
la gleba de cualquier experimento absurdo o peor aún del narcotráfico.
Para
el habitante de la ciudad pintar palomitas de la paz y hacer frases idiotas es
un juego frívolo, porque los que están predestinados al sacrificio son otros.
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