Wednesday, March 27, 2013

Según Lord Acton

Marzo 27 tomado de Mises Hispano (Lord Acton, sobre la Libertad y el Gobierno)


En todo tiempo, los amigos de la libertad han sido raros.
En todas las épocas, el progreso [de la libertad] se ha visto asediado por sus enemigos naturales: por la ignorancia y la superstición, por el ansia de conquista y por el amor a la indolencia, por el deseo de poder del hombre fuerte y del deseo de alimento del hombre pobre.
Por libertad me refiero a la garantía de que todo hombre será protegido para hacer lo que crea que es su deber, contra la influencia de autoridad y mayorías, costumbres y opiniones.
La libertad es impedir el control por otros. Esto requiere autocontrol.
La libertad solo reclama, para su realización, la limitación de la autoridad pública, pues la libertad es el único objeto que beneficia a todos por igual y no provoca una oposición sincera.
La libertad y el buen gobierno no se excluyen entre sí y hay excelentes razones por las que deberían ir juntos. La libertad no es un medio para un fin político superior. Es en sí misma el máximo fin político. No se requiere para tener una buena administración pública, sino para la seguridad en la búsqueda de los objetivos superiores de la sociedad civil y de la vida privada.
La libertad no es el poder de hacer lo que queramos, sino de derecho a ser capaces de hacer lo que tendríamos que hacer.
La libertad no permite cumplir con nuestro deber sin intromisiones del estado, la sociedad, la ignorancia y el error. Somos libres en la medida en que estemos libres de estos impedimentos.
Una ética oscura implica una libertad imperfecta. Pues la libertad no viene con cualquier sistema ético, sino con uno muy desarrollado.
Santificar la libertad (…) enseñando a los hombres a apreciar las libertades de los otros como la propia y defenderlas por amor a la justicia y la caridad más que como una reclamación de un derecho, ha sido el alma de lo que es grande y bueno en el progreso de los últimos doscientos años.
Por nacimiento, todos los hombres son libres.
La conciencia demanda imperativamente una medida correspondiente de libertad personal (…) Con esto no puede permitirse que interfiera ninguna autoridad humana. Estamos obligados a extender al máximo, y a guardarnos de cualquier intromisión, la esfera en que podemos actuar en obediencia a la sola voz de la conciencia, independientemente de cualquier otra consideración.
El interés de los individuos está por encima del interés exclusivo del estado. El poder del todo no ha de ponerse en la balanza ni por un momento con la libertad (es decir, la conciencia del sujeto) y quienes actúan sobre otro principio son los peores criminales.
Es más fácil encontrar gente apropiada para gobernarse a sí misma que gente para gobernar a otros. Todo hombre es el mejor y más responsable juez de sus propio provecho.
La gran cuestión es descubrir, no lo que prescriben los gobiernos, sino lo que tendrían que prescribir, pues ninguna prescripción es válida contra la conciencia de la humanidad.
La mayor oportunidad nunca dada al mundo se desperdició porque la pasión por la igualdad hizo vana la esperanza de libertad.
El peligro no es que una clase concreta no sea apropiada para gobernar. Toda clase es inapropiada para gobernar.
Siempre que un objetivo concreto se convierte en el fin supremo del Estado, ya sea el beneficio de una clase, la seguridad del poder del país, la mayor felicidad para el mayor número o el apoyo a cualquier idea especulativa, el Estado se convierte con el tiempo inevitablemente en absoluto.
Las leyes se hacen para el bien público (…) El bien público no tiene que considerarse si se consigue a costa de un individuo.
La voluntad del pueblo no puede hacer justo lo que es injusto.
Hay muchas cosas que no puede hacer el gobierno, muchos buenos propósitos a los que debe renunciar. Debe dejar esto a las empresas de otros. No puede alimentar al pueblo. No puede enriquecer al pueblo. No puede enseñar al pueblo.
El poder popular puede podrirse con el mismo veneno que el poder personal.
El mal que impregna la democracia es la tiranía de la mayoría o que un partido, no siempre la mayoría, consiga ganar las elecciones por fuerza o fraude.
Es malo verse oprimido por una minoría, pero es peor verse oprimido por una mayoría.
La prueba más segura por la que juzgamos si un país es realmente libre es la cantidad de seguridad de la que disfrutan las minorías.
De entre todas las causas que degradan y desmoralizan a los hombres, el poder es la más constante y la más activa.
Quienes tienen más poder son culpables de pecar más, ningún teorema geométrico es más cierto que este.
La posesión de poder ilimitado (…) corroe la conciencia, endurece el corazón y confunde el entendimiento.
No hay error tan monstruoso que no consiga encontrar defensores.
Hay principios que se anteponen a los precedentes (…) existe una ley superior.
Toda la legislación debe conformarse [bajo una ley de la naturaleza] (…) por la voz de la razón universal (…) un principio que abarca toda la humanidad (…) Un espíritu generoso prefiere que su país sea pobre y débil y sin historia, pero libre a que sea poderoso, próspero y esclavizado.

Traducido por Mariano Bas en Mises Hispano

Monday, March 25, 2013

El Problema de la Autoridad


25 Marzo, 2013


Sam tiene un problema. Tiene varios sobrinos muy pobres. Trabaja con una organización benéfica para ayudarles, pero la organización necesita más fondos. Así que Sam empieza a exigir dinero a sus vecinos para dárselo a la caridad. Si alguien se niega a contribuir, Sam secuestra a esa persona y la encierra en una celda.
Aunque donar a la caridad es algo admirable, así como el esfuerzo de cuidar de sus sobrinos, casi todos los que escuchan esta historia encuentran impermisible el programa de extorsión de Sam. Esto incluye tanto a Demócratas como a Republicanos, a gente que cree en una obligación moral personal de donar a la caridad, e incluso a gente que tiene una teoría de la “justicia distributiva”, que dice que la distribución actual de riqueza en nuestra sociedad es injusta porque los pobres tienen demasiado poco.
Curiosamente, no obstante, muchas de las personas que están de acuerdo en la impermisibilidad del comportamiento de Sam apoyan comportamientos aparentemente análogos por parte de cierto otro Tío Sam. Algunos piensan que no es sólo permisible sino obligatorio que el estado se apropie coactivamente de fondos para ayudar a los pobres.
Esta es sólo una de las muchas actividades del gobierno que son generalmente aceptadas a pesar del hecho de que un comportamiento aparentemente análogo sería condenado si otro lo llevase a cabo. Otros dos ejemplos: aquellos que matan a gran cantidad de personas para tratar de lograr algún cambio político son llamadas “terroristas” y son ampliamente condenadas, sin importar si sus objetivos son o no deseables… salvo que trabajen para un gobierno, en cuyo caso se les llama “soldados” y pueden ser aclamados como héroes. Cuando un individuo es obligado a trabajar para otro, hablamos de “trabajo forzado” o “esclavitud” y la mayoría lo considera injusto… salvo que sea algo impuesto por un gobierno, en cuyo caso puede llamarse “conscripción”, “servicio militar” o “deber de ser jurado”.
Las cuestiones filosóficas con las que comienzo mi libro The Problem of Political Authority, pues, son éstas: ¿Qué da al gobierno el derecho a comportarse de maneras que consideraríamos malas si fuese otro agente el que se comportase así? ¿Y por qué deberíamos obedecer los mandatos del gobierno?

Teorías Fallidas de la Autoridad

La primera parte del libro trata las que considero las respuestas más importantes a estas preguntas. Por ejemplo, suele decirse que el gobierno obtiene sus poderes de un “contrato social”, mediante el cual el pueblo le concede estos poderes especiales al gobierno. El único problema con esta teoría es que es absolutamente falsa. No he acordado tener un gobierno, pagar impuestos, u obedecer las leyes del gobierno.
Se han sugerido varias maneras por las que, a pesar de mis protestas, realmente he dado mi consentimiento para todas esas cosas. Aquí mencionaré una, porque es la que suele escucharse más a menudo al tratar este tema. Me refiero a la idea de que he acordado “implícitamente” tener un gobierno simplemente al residir dentro del territorio del gobierno. (“¡Si no quieres un gobierno, simplemente vete a la Antártida!”) En pocas palabras, el problema con esta idea es que presupone que el estado posee todo el territorio sobre el que se arroga jurisdicción, o que por alguna otra razón tiene el derecho a excluir gente de esa área. Pero no hay manera de establecer que el estado tenga ese derecho, salvo que uno ya haya mostrado que el estado tiene autoridad legítima. Esto por tanto no puede presuponerse en un argumento destinado a establecer la autoridad del estado. En este caso, la afirmación del estatista parece análoga a la del líder de una pandilla de extorsionadores que afirma que sus víctimas han aceptado voluntariamente pagarle dinero simplemente al vivir en sus propias casas. Hay otras maneras por las que los entusiastas del contrato social afirman que hemos aceptado el contrato social, pero como explico en el libro, cada una de ellas sucumbe ante objeciones igualmente demoledoras, que muestran que el contrato social no satisface los principios generalmente aceptados de los contratos reales y válidos.
Otra idea popular es que, en las naciones democráticas (la mitad del mundo hoy en día), el proceso democrático confiere autoridad al gobierno. La motivación detrás de esta visión es inicialmente intrigante. Recordemos que el problema es explicar por qué el estado puede llevar a cabo acciones que se considerarían violaciones de derechos si cualquier otro las llevase a cabo. Típicamente, si algún tipo de acción viola los derechos de alguien – por ejemplo, robos, secuestros o asesinatos – la acción no se convertirá en éticamente permisible y no violadora de derechos si un gran número de personas apoyan la acción en vez de oponerse. Si estás en un grupo de amigos y cinco de ellos deciden robarte, mientras que sólo tres se oponen a ello, el voto mayoritario no hace éticamente permisible robarte. Igualmente, incluso si toda ley fuese directamente autorizada por un referéndum popular de todos los afectados por la ley, no está claro por qué esto legitimaría una ley que de otra manera hubiese sido una violación de derechos. Las cosas se vuelven más complicadas en una sociedad en la que vota una minoría de la gente, y votan simplemente para elegir a representantes que pueden o no cumplir sus promesas, y hacer o no lo que sus votantes querían.
¿Pero no tiene el gobierno que coercionarnos de la manera en la que lo hace para poder existir, tal que puede proporcionar ley y orden? ¿Y sin gobierno no degeneraría la sociedad en una guerra constante de todos contra todos? Lo primero que hay que decir de este argumento es que como mucho justificaría una pequeña minoría de todos los poderes que se arroga cualquier estado moderno. Quizá el gobierno pueda hacer leyes contra la violencia y el robo y proporcionar un sistema judicial para resolver disputas para prevenir una guerra Hobbesiana de todos contra todos. ¿Pero por qué debe el gobierno controlar qué drogas puedes meter en tu cuerpo, qué salarios puedes pagar a tus empleados, cuánto trigo puedes cultivar en tu granja y si debes comprar o no un seguro médico? ¿Por qué debe subsidiar a los gigantes agrícolas, enviar cohetes a Marte, subvencionar las artes, dar préstamos escolares y mantener su propio sistema educativo? La pregunta no es “¿Por qué esos programas son beneficiosos?” La preugunta es,” ¿Cómo se justifican esos programas a partir de la amenaza de la guerra Hobbesiana que supuestamente resultaría de la anarquía?”.
Cierto, a veces es necesario emplear la coerción para evitar que ocurra algún desastre. Pero al hacerlo, uno no tiene éticamente permitido continuar usando la coerción más allá del mínimo necesario para evitar ese desastre. Si realmente estamos bajo la amenaza de algún tipo de guerra Hobbesiana, entonces el estado tendría justificado el empleo de la mínima violencia necesaria para evitar que ocurra el estado de guerra. Esto no justificaría su continuado empleo de la coerción cuando le apetece, o cuando cree que puede lograr algún beneficio al hacerlo.
No puedo discutir aquí todas las teorías de la autoridad tratadas en el libro. Pero lo arriba expuesto debería dar una idea general del método seguido.
Ahora, si como afirmo, toda teoría de la autoridad política falla, ¿Qué conclusión política deberíamos extraer? Si no hay autoridad política, esto no significa que debamos abolir el estado. Dado que este punto suele malinterpretarse, vale la pena repetirlo: la pregunta de la autoridad política no es “¿Deberíamos tener gobierno?” La pregunta es: ¿Debería el gobierno estar sujeto a las mismas restricciones morales que se aplican al resto de agentes privados? El fracaso de las teorías de la autoridad política significa que debemos aplicar al estado los mismos estándares morales que aplicamos a agentes privados. Si un agente privado no tiene justificación para usar la coerción para lograr una meta particular, entonces el estado tampoco tiene justificado emplear la coerción para lograr ese objetivo. Así, por ejemplo, si es impermisible para un individuo o empresa privada secuestrar y encarcelar gente por consumir sustancias perjudiciales para la salud, entonces también es impermisible para el estado hacer eso.
Como el ejemplo anterior sugiere, el rechazo de la autoridad conduce a una visión política esencialmente libertaria. Esto es porque la moralidad del sentido común – compuesta por los principios éticos que casi todo el mundo aplica a agentes no gubernamentales – tiende a oponerse fuertemente a la coerción en una gran variedad de circunstancias. Si aplicamos al estado las mismas limitaciones éticas que aplicamos a los demás, casi todo el mundo sería un libertario.

Anarco-capitalismo

Pero la mayoría de la gente, si rechazan la idea de la autoridad política, se convertirían sólo en libertarios minarquistas; no se convertirían en anarquistas. Esto es porque la mayoría de la gente tiene una serie de creencias factuales del estilo de “la anarquía nunca podría funcionar” y “la anarquía conlleva constante violencia y caos.” Muchos de aquellos que rechazan directamente la anarquía, no obstante, no saben lo que de hecho dicen las teorías anarquistas.
En la segunda mitad de The Problem of Political Authority, considero cómo podría funcionar una sociedad anarquista, concretamente una sociedad “anarco-capitalista”. En esta sociedad, los servicios hoy provistos por la policía gubernamental serían provistos por agencias de protección competitivas, contratadas tanto por individuos como por asociaciones de propietarios. Las agencias de protección, sabiendo que la violencia es la forma más cara de resolver disputas, requerirían que sus clientes buscasen soluciones pacíficas a sus disputas con otros individuos. Las agencias evitarían proteger a aquellos que iniciasen a propósito conflictos con otros o se negasen a buscar soluciones pacíficas; cualquier agencia que actuase de manera contraria se encontraría incapaz de competir en el mercado debido a los crecientes costes provocados por sus problemáticos clientes. Los servicios hoy provistos por juzgados gubernamentales podrían ser provistos por arbitradores privados, contratados por individuos que tienen disputas entre sí. La ley, en vez de ser hecha por un legislativo, sería hecha por los arbitradores, de igual manera en la que se desarrolló el sistema de la common law Británica.
En el libro contesto a varias objeciones a esta visión de la sociedad, que no puedo desarrollar en este espacio. Aquí sólo quiero enfatizar unas observaciones muy generales. Para empezar, el sistema anarco-capitalista no está tan lejos de nuestro sistema como inicialmente podría pensarse. En concreto, los anarquistas libertarios no proponen un mundo sin ley, ni proponen eliminar las funciones de la policía y los juzgados. Los libertarios anarquistas simplemente creen que la provisión de ley y orden podría estar mejor estructurada de una manera diferente. El mecanismo anarco-capitalista para proporcionar ley difiere del gubernamental en dos puntos clave. La primera diferencia es la voluntariedad en contraposición a la coercividad: en el sistema anarco-capitalista, la gente elige contratar agencias de protección y arbitraje, firmando contratos de verdad con ellos. En el sistema gubernamental, simplemente se fuerza a los individuos a comprar los servicios estatales. La segunda diferencia es una de competición en contraposición a monopolio: en el sistema anarco-capitalista, los protectores deben competir con proveedores alternativos del mismo servicio. En el sistema gubernamental, un proveedor posee un monopolio. El fundamento central práctico del anarco-capitalismo es que un sistema voluntario y competitivo para proporcionar seguridad es superior a un monopolio coercitivo.
Muchos encuentran la visión anarco-capitalista problemática, especialmente por desconfianza hacia las grandes empresas. Haré una sugerencia para reflexionar. Imaginemos que alguien propone que la clave para establecer la justicia social y mantener a raya la avaricia corporativa es establecer una empresa muy grande, mucho más grande que cualquier empresa conocida – una con beneficios en el orden de los trillones de dólares. Una empresa que tuviese un monopolio sobre algún mercado extremadamente importante dentro de nuestra sociedad. Y que usase ese monopolio en ese mercado para extender su control a otros mercados. Y contratase hombres armados para obligar a sus clientes a comprar sus productos a cualquier precio que quisiera. Y que periódicamente bombardease a los empleados y clientes de las empresas en otros países. ¿En base a qué teoría podríamos confiar en que esta empresa, entre todas las demás, sirviese a nuestros intereses y nos protegiese tanto de los criminales como de otras empresas? Si alguien propusiese establecer una empresa así, ¿Te tranquilizarías en el momento en el que descubres que cada adulto recibirá una acción de la empresa, dándoles derecho a votar a los miembros del equipo directivo? Si no, ¿Es el sistema gubernamental realmente tan diferente de ese escenario para explicar por qué podemos confiar en un gobierno nacional para que sirva y proteja desinteresadamente al resto de la sociedad?

Publicado originalmente en Cato Unbound. Traducido del inglés por José Luis Ricón Fernández. Veasé también el libro de Michael Huemer, The Problem of Political Authority: An Examination of the Right to Coerce and the Duty to Obey.

Thursday, March 21, 2013

Por qué Venezuela va a estar mejor sin Chávez

Autor: Juan Fernando Carpio

I. Latinoamérica: un caldo de cultivo para caudillos de toda clase 

Latinoamérica es una eterna promesa sin realizarse. En el siglo XIX, una serie de pensadores liberales o al menos socio-liberales y filo-liberales empuñaron la idea de repúblicas independientes para buscar su propio camino histórico. Por supuesto ciertas élites criollas, conservadoras o simplemente acomodaticias, también vieron en la Independencia una ocasión para el gatopardismo: cambiar de rostros sin que nada cambie. Estas dos facciones lucharon hasta bien entrado el siglo XX por el poder político y la influencia cultural al interior de los países. Parecía claro quiénes eran progreso y quiénes, estancamiento. Sin embargo el ideario socialista llegaría a patear el tablero y colocar a liberales y conservadores en "la derecha" para autodenominarse "la izquierda" a pesar de que ésta incluyó en su momento a liberales como Bastiat o anarquistas como Spooner y Spencer. No sólo eso: insufló al socialismo de modificaciones e incluso una estética en lo que se conoce como altermundismo por sus proponentes y tercermundismo por sus detractores.
Siguiendo la estrategia de Gramsci, los tercer/altermundistas buscaron y lograron infiltrar las instituciones clave para la toma de lo que el eurocomunista detrás de esta idea llamó "el poder cultural". Pero esa batalla de ideas (el paso de un eje liberal-conservador a un trípode liberal-conservador-socialista, el devenir de pensadores y escuelas, los avatares de la política local, etc.) no ocurre en un vacío cultural. Justamente es eso lo que hace al altermundismo lo que es. Recoge lo peor (o mejor) de ciertas tradiciones locales y toma distancia de lo mejor (o lo peor) de los sinuosos avances de 2.500 años de Occidente.
Latinoamérica es coto feudal, tribu errante, hacienda aislada, mitimaes, apátridas, traiciones y lamentos a la vez que alegría, fiesta, ingenuidad, sencillez, esperanza, sabor y fraternidad. Una especie de telar gigante de talantes e intereses donde quienes hacen las reglas han sido siempre los primeros en romperlas en su propio beneficio.
No es el entorno más propicio para el surgimiento de instituciones, es decir, prácticas comunes impersonales que permitan la sofisticación de la civilización. Pero es la calidad de las instituciones (en este sentido sociológico) lo que determina la calidad de vida en un territorio.
Sí es en cambio un entorno muy propicio para el surgimiento de caudillos (de “derecha” como se agrupó anteriormente, o de “izquierda” más recientemente) que encarnen tanta mano dura y altivez como sea necesaria contra los “destructores de la patria, único obstáculo entre el resto de nosotros y un futuro radiante”. Estos han sido por su supuesto y por turnos, los liberales, los conservadores (incluyendo a socialcristianos y a los democristianos según país) y ambos (agrupados por alguna extraña razón en “la derecha” por quienes quieren acaparar la etiqueta de “izquierda, como ya se dijo) o llegado su turno, los socialistas de diversas variantes.
El grupo más impaciente de cada bando vive esperanzado de que llegue un caudillo “de los suyos” y ponga en orden a los otros dos grupos o a cualquiera que no pliegue a la visión única que-esta-vez-si-nos-sacará-de-hoyo. Tanta fe en la política desde luego no hace sino generar la demanda de personajes variopintos que por turnos intenten sacar países enteros de la –percibida- postración a punta de carisma, discursos, política popular y reformas incesantes a los órganos y leyes del Estado. Mientras tanto y gracias a ello los empresarios que reciben privilegios, salvatajes y proteccionismo -así como las pobladísimas castas burocráticas- hacen de las suyas –especialmente en países con algún recurso natural monopólicamente gestionado por el Estado- por medio de la corrupción. Frecuentes devaluaciones que pauperizaban a los habitantes del agro así como a grandes sectores populares, deuda externa, sistemas judiciales torpes y parcializados, culturas de la desconfianza, machismo y autoritarismo desde la familia fueron el pan de cada día para los latinoamericanos.
Todo eso fue receta para el fracaso y bomba de tiempo por partes iguales.

II. Hugo Chávez: el hijo aventajado del Foro de Sao Paulo 

Hugo Rafael Chávez Frías aparece en la escena política mediante un golpe de Estado contra uno de esos gobiernos a los que los latinoamericanos estamos tan habituados: lleno de promesas al principio pero lo suficientemente inofensivo como para no arruinarle los negocios protegidos a nadie. Es decir, una especie de Lucio Gutierrez que en vez de traicionar a sus aliados marxistas (MPD) y altermundistas (Pachakutik) y apoyarse en economistas pro-mercado, fue volviéndose más socialista con el tiempo. Ahí donde Gutierrez firmó una carta de intención con el FMI, Hugo Chávez fue a armarse de directrices con los representantes del Foro de Sao Paulo (FSP).
El FSP fue un cónclave de partidos de izquierda dura que 1990 y al ver el bloque soviético desaparecer del mapa, interpreta muy sagazmente los tiempos y busca una nueva forma de toma del poder. Y es que ya las revoluciones violentas eran mal vistas en vista del mal sabor de boca histórico que dejaron los Lenin (injustamente santificado por contraste con su sucesor), Stalin, Mao Tse-Tung, Pol-Pot y demás genocidas del socialismo. La mejor forma era, desde luego, ganar las elecciones y hacer reformas graduales que vayan generando apoyo popular al margen de sus efectos menos visibles, hasta –con ese capital político acrecentado- asestar el golpe final a los enemigos del progreso. Es decir, leninismo con mecanismos políticos fabianos pero empaque populista. Nacía el socialismo del siglo XXI.
El Foro de Sao Paulo planteaba una receta, resumida así por sus opositores más tempranos:
1.- Ganar elecciones con apoyo logístico, simbólico -y de ser posible financiero- del resto de grupos agremiados en el FSP, lo cual incluía poderosos –y ricos- sindicatos brasileros y del Cono Sur, así como al menos dos grupos guerrilleros tremendamente lucrativos gracias al secuestro, la extorsión y el tráfico de drogas. Dividir al país histórica y poblacionalmente entre “nosotros, lo nuevo” y “ellos, lo viejo” como ejercicio de propaganda y campaña permanentes.
2.- Llamar a una Asamblea Constituyente.
3.- Escribir una constitución que concentre el poder en una cúpula (aparatchiks de extracción popular y tutela de viejos ideólogos de la corriente, pero sobre todo que genere socialismo del lado de la demanda. Es decir, que la gente asuma una visión estatizada del logro de derechos, para que entonces vivienda, salud, educación y empleo sean responsabilidad primaria del Estado y sólo subsidiariamente –y ultrarreguladamente- de los mercados y la sociedad civil.
4.- A través del afecto popular inevitable –el Efecto Santa Claus, podría llamársele sin demasiado cinismo- más reformas legales y económicas que incluyan paulatinamente nacionalizaciones y confiscaciones hasta donde cada escenario permita.
5.- Reelección indefinida. Bucle de pasos 4 y 5.
Por supuesto no todos los líderes políticos latinoamericanos han plegado al programa plenamente –lo cual es un alivio dependiendo de cada país- pero en líneas generales esa es la visión. En el fondo está un desprecio por las “instituciones burguesas” (como si no fueran instituciones a secas, antropológicamente hablando), la democracia liberal (multipartidista) y en general cualquier cosa que resulte demasiado “occidental” como si Occidente fuera una región y no un cúmulo de nociones históricas judeo-arábigo-indoeuropeas.
Hugo Chávez fue el representante más estridente del filo-castrismo, el anti-imperialismo (entendido a veces político-militarmente, a veces culturalmente) de izquierdas, el populismo (en el sentido norteamericano del término según sus simpatizantes y en el sentido latinoamericano –de irresponsable, de adulador de los apetitos de “las masas”- por sus detractores). Fue, desde ese eje político, tanto hito como personaje pues permitió a todo un país y toda una región posicionarse políticamente alrededor de su divisiva figura.

III. La Venezuela de Chávez en cifras 

Una vez establecidas ciertas líneas generales dentro de la batalla de las ideas y del poder en nuestra región -entendiéndose que no hay dos personajes políticos ni procesos idénticos- pasemos a discutir las cifras del régimen. Por supuesto el legado de cualquier político va más allá de cifras pero de todos modos muchos factores cualitativos pueden ser traducidos indirectamente a índices comparativos entre países.
•En los últimos años han cerrado más de 107.000 empresas, que constituyen un 15% del total.
•En el Índice 2013 de Libertad Económica de la Heritage Foundation, Venezuela aparece en el puesto 174 sobre 176 países considerados.
•Comparte con Cuba el dudoso honor de ofrecer la menor seguridad jurídica de todo el continente. Eso ahuyenta las inversiones que le traerían know-how, tecnología, empleos muy bien remunerados y prácticas empresariales de talla mundial.
•Su inflación ha excedido el 30% anual en ocasiones. Esto provoca redistribución de poder adquisitivo desde los pobres y clases medias hacia las élites financieras, burocráticas y los contratistas estatales. ¿De qué sirve tanto plan de vivienda, educación y salud si en términos de ingreso lo que se da con la mano derecha se quita con la izquierda?
•Cuando Chávez llegó al poder, el barril de petróleo costaba 9 dólares. En 2011 ya estaba en 160 dólares. Casi 1800% de incremento en algo que representa el 96% del ingreso por exportaciones del país. •En 14 años de gobierno chavista, se estima que ingresaron 980.000 millones de dólares por petróleo (parte de lo cual fue a parar al régimen Cubano y otros socios del FSP). Como nos hace notar Agustín Laje: “Si aquel número no le dice mucho, considere que Estados Unidos destinó en su Plan Marshall para la recuperación de 18 países, la suma de 12.741 millones de dólares”.
•Con una tasa oficial de 48 homicidios por cada 100 mil habitantes, Venezuela supera a México, cuya tasa se ha mantenido estable en 18 asesinatos por cada 100 mil habitantes, a pesar del conflicto armado con el narcotráfico. También está por encima de Colombia, que logró bajar ese indicador a 41,8% en 2 décadas, en medio de una guerra de grupos irregulares y una lucha encarnizada entre carteles de la droga.
•Venezuela tiene las cifras de muertes violentas de un país en guerra. Esto no es mera casualidad. Un régimen violento en el discurso y precarizante frente a la protección de propiedad y contratos, crea precisamente la altísima preferencia temporal que lleva a comportamientos sociales así de violentos (¡consumismo!). La sociología económica explica por qué un gobierno que otorga “gratis” (al usuario final y en apariencia apenas) tantos servicios públicos puede a la vez destruir el tejido social de confianza y largoplacismo que requiere la cooperación voluntaria para que un país crezca no sólo material sino culturalmente. Una aparente paradoja pero los gobernantes bien aprenderían del juramento hipocrático que más allá de buenas intenciones y obras, “primero que nada, no dañar”.
•Una economía socialista incluso parcialmente se vuelve productivamente esclerótica y se vuelve –de la mano de los abundantes petrodólares- importadora de todo lo que deja de producir, incluyendo alimentos.
•En 14 años la deuda venezolana per cápita se incrementó en más de 5 veces, la deuda total en más de 6 veces y de ocurrir una devaluación superior al 40% -lo cual acaba de ocurrir hace un par de meses- la deuda sería prácticamente igual al PIB. Todo esto ocurrió en medio de los mayores ingresos petroleros de su historia.
•Los hospitales funcionan al 50% o hasta al 30% de su capacidad pues en un esquema que resulta ser de “lo que es del común, es del ningún” es habitual y –lamentablemente esperable- que los insumos y máquinas sean saqueados por particulares. Un sistema “gratuito”, sea en Canadá o en Venezuela, va a estar lleno de colas de semanas y meses pues los casos menores saturan el sistema. En este como en otros temas, lo barato sale caro.
•Hay una masiva fuga de cerebros que no es sobre-compensada, ni compensada siquiera, con la formación de profesionales excelentes en las ultrarreguladas o estatales universidades venezolanas.
•En todos los indicadores importantes, salvo en paz social (violencia en las calles y en el discurso político, en los cuales la Venezuela de Chávez ha sido campeona indiscutible), ese país ha ido exactamente igual que el resto de Latinoamérica y sin tanto show. Ver aquí, aquí, aquí, y aquí. Al parecer se puede hacer el bien por las buenas: malas noticias para nuestros atolondrados regionales.
•La reducción de pobreza cuando hay entrega de subsidios (“bonos”) es tan drástica como una ficción estadística: si le damos el equivalente mensual a $1,10usd diarios a una persona, ya no aparece en las cifras de pobreza que la contabilizan como percibir menos de 1usd diario. De todos modos los factores culturales para la pobreza y la desigualdad no se transforman sin un giro radical hacia la excelencia en la educación, especialmente a nivel básico.
Recordemos que el investigador sueco Johan Norberg halló que los países más capitalistas tenían una diferencia de 14 veces entre el ingreso de su 20% de mejores ingresos y su 20% de ciudadanos de peores ingresos. Suena a mucho. Hasta que lo comparamos con los países más socialistas (orientados al Estado y no a los mercados): la diferencia es de 32 veces.

IV. Conclusión 

La Venezuela de Chávez como experimento social ha sido un rotundo fracaso. Incluso si descontamos la concentración de poder como una mera diferencia ideológica (el Foro de Sao Paulo vs. la democracia liberal (“burguesa”), los atropellos (ver caso Fiuni o Simonovis) a cientos y miles de opositores, y medida simplemente por dos parámetros: paz social y mejora de calidad de vida, es un fracaso completo. Mientras tanto Venezuela se ha perdido de la posibilidad de crecimiento real del 7% al año con unas pocas reformas, seguridad jurídica y estabilidad macroeconómica como hizo Perú (que, seamos sinceros, no es el gran ejemplo de audacia reformista para los economistas liberales), reducción más rápida de la pobreza –que por cierto, se ha reducido en toda la región pero mucho más rápido en los países y etapas distantes del socialismo del siglo XXI. Sin instituciones sanas y transparentes, no hay progreso real ni de largo plazo. Con tantos vientos a favor gracias al precio elevado de las materias primas y un entorno mundial más favorable que nunca –internet, journals y cooperación científica online- al efecto convergencia con los países de avanzada, la Venezuela de Chávez ha sido un experimento doloroso, costosísimo y divisivo. A pesar de que soplan vientos inciertos sobre el futuro, Venezuela estará mucho mejor sin Hugo Chávez. Especialmente –porque así son los legados políticos caudillistas- cuando termine verdaderamente de irse. Publicado originalmente en GKillCity

Friday, March 15, 2013

Carta del Geólogo Jaime Galvis V. al Sr. Procurador de la Nación



Doctor Alejandro Ordóñez M.
Procurador General de la Nación
Estimado Doctor Ordóñez:

Durante la mayor parte de la presente administración se ha paralizado la tramitación minera en forma casi total. Curiosamente a esta “locomotora” del desarrollo le aplicaron los frenos en una forma absurda. Con el pretexto de reglamentar y organizar la actividad, le están cerrando las posibilidades económicas a una serie de actividades industriales y artesanales que significan el sustento de miles de personas. No se trata de las 3 o 4 compañías internacionales que buscan oro, son la  multitud de pequeños mineros de arenas, yesos, barita, caliza, grafito, caolines, bentonitas, colorantes minerales, gravas, abrasivos, fluorita, o a pequeños mineros de carbón, a los cuales se les está coartando sus posibilidades de trabajo, además actividades artesanales e industriales se están perjudicando con esa medida absurda. ¿Así se pretende combatir el desempleo?
Castigar al ciudadano común por el desgreño y corrupción de unos cuantos burócratas es algo absolutamente estúpido, es algo así como que para poner en ejecución la ley de tierras y reparación de víctimas paralizaran todas las actividades de notariado y registro.
Señor Procurador a la burocracia no la escoge la ciudadanía y lo que están demostrando con una tardanza de más de un año para organizar el Catastro Minero  es simple y llanamente ineptitud. Labores similares las realizan las cámaras de comercio, las oficinas  de notariado o el Instituto Agustín Codazzi sin mayores traumatismos. Si el Ministerio de Minas y Energía no es capaz de organizar esas actividades bien podría pedir asesoramiento a los servicios geológicos de países como Panamá, Ecuador, Paraguay o Tanzania donde eso funciona. El zarandeo que ha sufrido la actividad minera en Colombia por obra de la incapacidad y corrupción a lo largo de muchos años es inconcebible y todo indica que seguirá igual. Todas esas reorganizaciones hechas a espaldas de la opinión pública siempre han resultado iguales, léase Ecominas, Minercol, Mineralco, Ecocarbón etc.
Como una peste se presentan los funcionarios desconocedores del tema tomando decisiones y los corruptos aprovechando.
Para evitar todo esto el País podría cancelar la actividad minera, así no se estaría sometiendo una cantidad de ciudadanos a las eternas tomaduras de pelo al continuo cambio de reglas de juego, a los periódicos chantajes. En fin de cuentas hay toda una serie de naciones sin minería, tales como Lichtenstein, Mónaco, San Marino, Holanda, Singapur y las Islas Vírgenes.
Ateniéndome al derecho de petición, solicito respuesta a la presente comunicación.
Atentamente.

Jaime Galvis Vergara
C.C. 17053070
Transversal 21 bis No. 61b-33 Bogotá      

Fomento del Tribalismo


Por Jaime Galvis V - Geólogo y Experto en Minería

En la vida política de Colombia en los últimos años se ha fomentado una mentalidad tribal cuyas consecuencias en el futuro del País pueden ser funestas. Tradicionalmente Colombia ha sido un país plurirracial en el cual se pueden observar todos los matices del mestizaje. En los conflictos nunca fue un factor determinante el racismo y el alto grado de mestizaje determinó que entre los colombianos nunca se presentara una verdadera segregación racial.
Desde hace varias décadas se ha presentado un verdadero bombardeo mediático por parte de entidades internacionales, algunas agencias estatales criollas, medios universitarios, medios de comunicación e “ideólogos” con el firme propósito de fomentar diferencias raciales y sus consecuentes odios. Por influencia de ONG internacionales y algunas presiones diplomáticas se crearon numerosas reservas indígenas para aislar cada grupo racial del entorno nacional, algo muy similar a los bantustans que creó el Imperialismo Británico en Africa. Dichas reservas se consideran exclusivas para cada grupo linguístico indígena, dándoles el aspecto de pequeñas nacionalidades. Además en dichas zonas no operan las leyes del Gobierno Nacional, “Los Resguardos” aplican sus propias leyes. Por otra parte sus habitantes están exentos de deberes tales como el pago de impuestos o el servicio militar. Las reservas indígenas son áreas enormes en relación al volumen de población que las habita y presuntamente las usufructúa.

Hay toda una serie de gabelas paternalistas que han convertido a los “indígenas” en grupos privilegiados, lo cual ha generado resentimientos y odios en comunidades campesinas pobres que por no llevar el membrete de “indígenas” no gozan de esos privilegios. El favoritismo  por los habitantes de los “resguardos” no ha engendrado en ellos apego y lealtad a la nacionalidad, todo lo contrario esto solamente ha generado una continua exigencia de más privilegios y tierras (generalmente amenizada con motines y cierre de carreteras); además de actitudes hostiles hacia las autoridades del Pais. Frecuentemente se han aliado a grupos guerrilleros y de delincuencia común. Se ha generalizado un rechazo a la construcción de obras públicas en sus “territorios”, en resumen en ellos no hay un sentido de pertenencia a la nacionalidad. Esto muchas veces ha llevado a actitudes francamente ridículas tales como las protestas por el descubrimiento de América y cosas por el estilo. Es francamente absurda la existencia de esas reservas o resguardos, cuando países de gran población indígena como México, Perú, Bolivia o Paraguay  no han establecido esa clase de cotos territoriales.

La legislación de Colombia es aún más absurda en lo que respecta a la población de raza negra. Establecieron unas zonas de “negritudes” las cuales tienen unas reglamentaciones económicas y sociales especiales. Todo esto lo rige una “ley de negritudes” originada en la constitución de 1991, en la cual curiosamente no hubo representantes de las gentes de raza negra, ni en lo que se sabe se les consultó al respecto. Debido a esto la vertiente del Océano Pacífico, donde se halla la mayor parte de la población afroamericana o negra como ellos prefieren que los denominen. Se establecieron una serie de normas absurdas como aquella de la propiedad “comunitaria” en vez de propiedad privada y otras genialidades por el estilo que han contribuido a acentuar el aislamiento y la miseria de las poblaciones del Litoral Pacífico, con esto la región se convirtió en una base de delincuencia en Colombia. Al vedarse las actividades económicas lícitas, allí prosperó el narcotráfico hasta niveles increíbles. Al depender de actividades ilícitas, la población negra ha tomado actitudes hostiles a la presencia de forasteros, una xenofobia en pequeña escala acentuada por la escasa o nula inversión gubernamental en infraestructura.

Debido a toda esa serie de legislaciones disparatadas, la delincuencia domina el Litoral Pacífico y  zonas indígenas como las del Cauca son un polvorín, con o sin presencia guerrillera. Es increíble que al mismo tiempo que países como Suráfrica o Namibia están suprimiendo los bantustanes con el fin de favorecer la integración racial y grandes estados plurirraciales y plurilinguisticos tales como La India hacen grandes esfuerzos para integrar los diversos grupos humanos, en Colombia agencias estatales, ONG y muy numerosos “ideólogos” procuren fomentar un tribalismo suicida. Ahí se está gestando el próximo conflicto de consecuencias impredecibles.

Simpleza

Jaime Galvis V. Geólogo y Experto en Mineria



El Sábado 24 de Noviembre del presente año, apareció en el diario  El Tiempo una noticia que produce al mismo tiempo tristeza y rabia, bajo el titular “Petróleo sigue afectado por licencias”, según el texto de la mencionada noticia “La demora en el otorgamiento de las licencias ambientales mantiene atrapados (sic) alrededor de 100.000 barriles de crudo en producción promedio (sic) mensual.””Así lo sostuvo el Ministro de Minas y Energia, Federico Rengifo, quien señaló que frente a esta situación, se trabaja en el diseño de unos manuales en los que se definirán los requisitos que deben cumplir las empresas.” “No se quiere (sic) que esté al libre albedrio de los funcionarios solicitar, en algunos casos, requisitos más allá de los que normalmente se deben pedir”. 
Es bien triste corroborar que en Colombia no hay gobierno, ¿Qué tal un ministro pidiéndole a funcionarios del mismo gobierno que no saboteen la actividad económica más importante que se realiza en Colombia actualmente? Del petróleo depende la mayor parte del ingreso de divisas al País. Es increíble que en la flamante Agencia de Licencias Ambientales los funcionarios actúen así ¿porqué? ¿Ignorancia, desconcierto o corrupción? Acaso al crear una entidad como esa no se nombra gente idónea para las funciones que le asignen. ¿Los manuales son para que las empresas se defiendan de los abusos de los funcionarios? ¿Son para educar a los funcionarios en sus funciones? Todo esto tiene un tono de majadería increíble.
¿Porque han paralizado la actividad exploratoria de petróleos? Se pudiera pensar que la dichosa Agencia está llena de ambientalistas fanáticos y como se sabe muchos de ellos viven obsesionados por todo lo que sea de color verde incluyendo los dólares.
No más simpleza por favor!    

Desempleo


por Jaime Galvis Vergara  Geólogo y Experto en Mineria

En el Tiempo del primero de Noviembre de 2012 aparece el siguiente titular “El desempleo sube tras 19 meses de caída”. Usualmente el desempleo disminuye en vísperas de Navidad por la cantidad de ocupaciones transitorias que se presentan con las festividades, hoy estamos viendo una situación inversa que puede acentuarse y en esto el Estado Colombiano en sus diversas entidades e instancias es un causante directo. Desde que comenzó el actual gobierno se inició una campaña propagandística respecto a la llegada de la prosperidad. El Presidente repetidamente habló de 5 “locomotoras” del progreso, las cuales iban esparcir riqueza para todos los colombianos. Todo esto se quedó en simple retórica, una de las “locomotoras”, la minería, está paralizada por cuenta de una serie de funcionarios ineptos, cabe recordar que la tramitación minera lleva paralizada dos años y los pocos proyectos en marcha están siendo saboteados por los grupos ambientalistas enquistados en el Gobierno, respecto a esto cabe anotar las eternas demoras en la expedición de licencias ambientales para los pozos petroleros ante poblaciones urgidas de puestos de trabajo. La pretendida “locomotora” de la agricultura no despega, dirigida por un banquero transmutado a experto agrícola, pretende revivir esquemas superados desde los años cincuenta del Siglo XX.
La agricultura en faldas de las cordilleras es una fuente de miseria y erosión, pero esta práctica continua ya que en ese aspecto coinciden los intereses de la vieja clase dirigente con los de las guerrillas; a los primeros les conviene mantener esos labriegos paupérrimos porque ese es su electorado cautivo y a los segundos porque esa es la carne de cañón para sus conflictos. Planes como el de la Orinoquia tienen mucho de improvisación y además cuentan con el sabotaje de una de nuestras inefables e impredecibles cortes. La fenecida Unión Soviética le enseñó al Mundo que la agricultura no se puede manejar por decreto.
La cacareada “locomotora” de la innovación no aparece por ninguna parte, la burocracia no genera ideas ni descubrimientos, nombraron un personaje meritorio para dirigir Colciencias y luego lo aburrieron a base de disparates, por lo cual renunció. ¡Qué tal los proyectos científicos propuestos por los alcaldes! El investigador científico en Colombia no cuenta con posibilidades de divulgación, ya que las publicaciones de ciencia y tecnología están manejadas por roscas y compadrazgos.
Esto en gran parte es consecuencia de un sistema educativo en el cual se valoran más los títulos que los logros, la parte formal es más importante que el mérito investigativo, por lo cual hay muchos doctores y muy pocos sabios. La principal actividad de los profesionales no es la investigación científica y tecnológica, es la tramitología.  La “locomotora” de la infraestructura es otro chiste flojo, llevan dos años remediando los desastres de la temporada de lluvias sin lograrlo, hasta ahora los habitantes de Gramalote no han recibido una mísera teja de zinc. Se anunció con bombo y platillos el gran plan de construcción de carreteras, el País lleva más de dos años esperando las licitaciones y nada, tres ministros y las obras públicas paralizadas. Las pocas que se encuentran contratadas, están siendo debidamente saboteadas por los grupos ambientalistas.
Colombia es deficitaria en puertos pero solamente hay anuncios, obras nada. Por último cabe mencionar la “locomotora” de la vivienda, esta se convirtió en una descarada compra de opiniones y votos, ofreciendo casas gratuitas, en un plan improvisado se están creando expectativas que pueden resultar en frustraciones. Muy curioso pretender dotar de casas a quienes no tienen empleo, porque la economía no está generando puestos de trabajo estables. Esto se parece mucho al populismo que ha llevado al desastre a la Europa Mediterránea.
Una actividad económica sólida como la industria no ha merecido la más mínima atención del Presidente y su gobierno, el antiguo Ministerio de Fomento Industrial terminó convertido en un ministerio de hotelería. ¡Otro ejemplo de  manejo económico de la Europa Mediterránea!  

La economía del gobierno mundial


14 Marzo, 2013 tomado de Mises Hispano


[Transcrito de un discurso realizado en la Universidad Mises de 2009]
Para empezar, quiero repetir unos pocos apuntes que he realizado en mi lección previa sobre derecho y economía y luego quiero ocuparme de un tema completamente distinto del que traté en esa lección previa.
Porque hay escasez en el mundo podemos tener conflictos respecto de estos recursos escasos. Y porque los conflictos pueden existir donde y cuando exista escasez, necesitamos normas que regulen la vida humana. Normas: el propósito de las normas es evitar los conflictos. Y para evitar los conflictos relativos a los recursos escasos, necesitamos reglas de propiedad exclusiva de dichos recursos escasos o, por decir exactamente lo mismo, necesitamos derechos de propiedad para determinar quién tiene derecho a control qué y quién no tiene derecho a controlar qué.
Estas reglas, he defendido en mi lección previa, las reglas que los austriacos consideran como reglas capaces de hacer esto, evitar el conflicto y, al mismo tiempo, siendo reglas justas son las siguientes. Una es que toda persona se posee a sí misma, su propio cuerpo físico. Tiene control exclusivo sobre su propio cuerpo físico. La segunda regla se refiere a cómo adquirimos la propiedad, el derecho de control exclusivo de los recursos escasos fuera de nuestro cuerpo en el mundo externo. Previamente, inicialmente, el mundo exterior no tiene dueño y adquirimos propiedad sobre objetos fuera de nuestro cuerpo siendo los primeros en poner en uso ciertos recursos y, por tanto nos convertimos en propietarios. A esto se califica a veces como apropiación original u ocupación. Las reglas número tres y cuatro están implícitas en las dos previas. Quien usa su cuerpo físico y aquellas cosas de las que se apropia originalmente para producir algo, para transformar cosas a un estado más valioso de cosas, se convierte, por tanto, en el propietario de lo que ha producido. El producto posee el producto. Y finalmente, también podemos adquirir propiedad por transferencia voluntaria de un propietario previo a otro posterior.
De nuevo solo destacamos en esta lección que hay reglas intuitivamente sensatas: quién debería poseernos salvo, quién debería poseernos, excepto nosotros mismos. Que alguien deba poseernos suena absurdo. ¿Deberá el segundo en llegar ser el propietario que no ha hecho nada a un recurso, en lugar del primero? De nuevo esto suena absurdo. ¿El productor no posee el producto, sino alguien que no lo ha producido debería poseer el producto? De nuevo esto suena absurdo. Y evidentemente, regla número cuatro, si fuera posible simplemente tomar algo de otra gente contra su consentimiento, la civilización sería destruida al instante.
Además, también os dais cuenta de que si seguís estas reglas, en líneas generales, se maximizará la riqueza. Y si seguimos estas reglas, entonces pueden evitarse todos los conflictos.
Ahora la cuestión es que hay, por supuesto, gente que dice ¿y qué? Aunque podamos justificarlas y demostrar que son económicamente beneficiosas de seguir y que todos los conflictos pueden evitarse si la gente siguiera estas reglas, habría delincuentes. Habrá criminales, mala gente mientras exista la humanidad. ¿Qué hacemos con esta gente? ¿Cómo aplicamos estas reglas? Exponerlas simplemente no significa que la gente actúe realmente de acuerdo con ellas bajo cualquier circunstancia. Siempre habrá mala gente.
Los liberales clásicos dieron la siguiente respuesta a la pregunta de cómo aplicamos estas reglas. Dijeron que es tarea del gobierno, tarea exclusiva de un estado. Un estado no hace nada más que asegurarse de que todo el que incumple estas leyes será golpeado en la cabeza y devuelto a la razón.
¿Qué tenemos que hacer ahora con esta respuesta de los liberales clásico? Incluye también en este caso a Ludwig von Mises. Y la postura de Ludwig von Mises era precisamente que estas reglas son las reglas de una sociedad justa y es la tarea del estado ver que la gente siga estas reglas y castigar, y amenazar con castigar a los potenciales delincuentes.
Ahora, el si esta respuesta es correcta o equivocada, es decir, el si es tarea del estado y el estado la realizará eficientemente, eso depende, por supuesto, de cuál sea la definición de un estado. Y no os estoy dando una definición original del estado, sino esa definición que es más o menos aceptada por todo el que haya escrito acerca del estado. Es la definición estándar del estado. Y esa es que el estado es un monopolista territorial de la toma última de decisiones o del arbitraje definitivo en cierto territorio. Es decir, siempre que aparezca un conflicto, el estado es el árbitro definitivo que decide quién tiene razón y quién se equivoca. No hay apelación más allá del estado. Es la palabra final: tú tienes razón, tú no. Y esto implica asimismo que el estado es el árbitro final, el juez final, el que toma la decisión final incluso en casos de conflictos que impliquen al estado o a sus propios agentes. Veremos en un momento que es una implicación muy importante de lo que es un estado y, a partir de ahí, se deducen muchas consecuencias.
Un corolario de esto es que el estado es por tanto la única agencia a la que se permite fijar impuestos al pueblo, determinar unilateralmente el precio que debemos pagar por prestarnos este servicio, es decir, aplicar estas reglas.
Ahora, dada esta definición del estado, quiero demostrar que es una ilusión creer que el estado tenga éxito en hacer lo que, según los liberales clásicos, es su única y exclusiva tarea de aplicar estas reglas.
El primer argumento contra esta postura de un estado mínimo es decir, mirad, en economía siempre decimos que un monopolio es malo desde el punto de vista de los consumidores. Destaco “desde el punto de vista de los consumidores”. Desde el punto de vista de un productor, un monopolio es siempre estupendo y la competencia es siempre terrible. Pero desde el punto de vista de los consumidores, la competencia es buena y el monopolio malo, por la sencilla razón de que siempre que tenemos un monopolio el precio del productos será superior del que sería en otro caso y la calidad del producto será inferior de la que sería en otro caso porque está protegido ante la competencia de otra gente que entre en el mercado ofreciendo precios inferiores u ofreciendo productos de calidad superior. Si tenemos libre competencia, hay intentos constantes de los productores de producir con los menores costes de producción posibles, lo que se traduce en forma de precios inferiores para los consumidores y de producir el producto de la máxima calidad. De otra manera, simplemente perderíamos en la competencia contra otros. De otra manera, invitaríamos, por decirlo así, a competir contra uno mismo.
Así que el primer argumento sería sencillamente, ¿Por qué no debería ser esto también verdad para proporcionar servicios de protección de nuestra propiedad privada? ¿Por qué no debería ser bueno un monopolio en esta área, ya que en todas las demás decimos que es malo? No solo esto, cuando se refiere, por ejemplo a un monopolio en la producción de leche, entonces todos podemos decir, sí, un monopolista de la producción de leche ofrecerá un producto comparativamente malo a precios comparativamente altos. Así qua así obtenemos un producto malo.
Pero cuando se refiere a un monopolio de ley y orden, de toma de decisiones finales, la situación es realmente mucho peor. No solo pueden producir, por decirlo así, un producto malo, lo que un monopolista de toma de decisiones finales puede producir es que puede producir males de la siguiente manera.
Mirad, si soy el que toma la decisión final en cualquier estado de cualquier conflicto que pueda producirse, ¿qué puedo hacer? Lo que puedo hacer es causar un conflicto yo mismo y luego ser el árbitro de mi propio caso. Puedo así determinar quién tiene razón y quién no. Si yo mismo he causado el conflicto, entonces, por supuesto, es fácil predecir lo que decidirá un monopolista. Decidirá que estoy completamente justificado para hacer lo que hice a esta parte demandante y tengo razón.
Un policía te golpea en la cabeza, te quejas de esto. ¿Quién decide luego quién tiene razón no? Tal vez no el policía directamente, sino otra persona que está contratada por exactamente la misma agencia que también emplea al policía. Así que lo que puedes predecir en esta situación es que, en lugar de tener una situación en que existe una cooperación pacífica entre varios individuos, puedes predecir que habrá constantemente conflictos generados por parte de esa gente que supuestamente protege nuestras vidas y propiedades. Y así se tomará una decisión que le favorece por encima de aquella gente que ha sido agredida por los propios agentes del estado.
Y para empeorar las cosas, pueden asimismo decidir que tienes que pagarles por este tipo de justicia que se te impone. Es decir, primero te golpean en la cabeza, luego deciden que estaba completamente justificado: miraste hacia el lado contrario o lo que sea. Y luego te dicen para este servicio por favor págame 100$ y no puedes decir que no.
En caso contrario, te encarcelaremos. Repito que esto se deduce, por decirlo así, automáticamente de lo que es la definición de un estado, un árbitro de conflictos incluso en casos en que haya generado dicho conflicto.
Y para rematarlo, los argumentos habituales antimonopolio también son aplicables, por supuesto. Habrá una tendencia constante a que la calidad de la justicia se deteriore y, en paralelo, una tendencia constante a que aumenten los precios de esta justicia de cada vez peor calidad. Debes paga más y más y más por conseguir menos y menos y menos en términos de justicia.
Así que es un argumento completamente fallido hasta donde puedo ver en defensa de un estado mínimo. La idea de un estado mínimo es una especie de absurdo.
Punto siguiente, además de esto, los liberales clásicos cometieron otro error catastrófico, los defensores de los estados mínimos. Cuando los liberales clásicos desarrollaron su programa y vieron enfrente estados que eran, en general, estados monárquicos, reyes y reinas y todo eso, y los liberales clásicos cometieron entonces un error catastrófico. Dijeron que los estados monárquicos era instituciones malas por la razón de que los monarcas, reyes o reinas, tienen privilegios. Reyes y reinas son, por decirlo así, una violación del principio de igualdad ante la ley. El rey puede hacer ciertas cosas que otra gente simplemente no puede hacer y debemos instituir una sociedad en la que se aplique la igualdad ante la ley.
¿Y qué solución propusieron? Propusieron la democracia como solución. Repito, no todos los liberales clásicos, pero sí la mayoría. Y dijeron que la democracia es de alguna manera compatible con la idea de igualdad bajo la ley, porque todos pueden ahora convertirse en rey o reina o senador o primer ministro, en lugar de solo una clase hereditaria de personas.
Ahora quiero demostrar, primero, que es, de nuevo, un error catastrófico creer que la democracia implica igualdad ante la ley. De hecho, todo lo que pasa por sustituir la monarquía por la democracia  es que reemplazamos los privilegios personales por los privilegios funcionales. En democracia, nuestros gobernantes democráticos también tienen privilegios comparados con los que tienen los ciudadanos normales.
Os daré solo un ejemplo. Y este privilegio se refleja, por así decirlo, en el hecho de que tenemos una separación o una distinción entre, por un lado, lo que se llama derecho público que se ocupa de la relación entre los gobernantes, los gobernantes democráticos y la ciudadanía y, por el otro, el derecho privado que se ocupa de las relaciones entre ciudadanos privados.
Bajo el derecho público, es decir, si eres un cargo público, puedes hacer cosas que, bajo el derecho privado, nunca podría hacer. Si te robo el dinero de tu cartera, seré castigado como ciudadano privado. Sin embargo, si lo hago como agente de Hacienda, esto no se considerará como un delito, aunque desde el punto de vista de la persona robada no hay absolutamente ninguna diferencia. El derecho público permite robar.
Bajo el derecho privado, si te detengo y te obligo a trabajar en mi jardín durante 16 horas, a esto se le llama secuestro, esclavitud, etcétera y, de nuevo, es un delito punible. Por otro lado, si lo hago como funcionario público y te recluto para el ejército y te envió a morir, a luchar por la democracia en algún lugar, entonces este tipo de cosa sencillamente se llama: estás obligado a prestar un servicio público.
Si tomo tu dinero y se lo doy a otro como ciudadano privado, a eso se le llama robar y tráfico de bienes robados. Si lo hago como funcionario público, se llama política social.
Tomar de alguien y luego pretender ser un generoso benefactor para otros. Basta con mirar a nuestros políticos, van por ahí gastando millones es este y aquel país y los dan a esa gente e incluso consiguen una medalla por hacer estas cosas. No es su propio dinero el que entregan. Así que es tráfico de bienes robados.
Por cierto que podríamos incluso decir que lo que hacen los estados es incluso peor de lo que hacen los delincuentes privados, ya que, como criminales privados, al menos se conforman con su maldad, al menos desaparecen. La próxima vez puedes prepararte para un ataque así y tal vez golpearles cuando vuelvan. Sin embargo los estados hacen eso con una base institucional. Te roban y a la semana siguiente otra vez puedes esperar otra visita de esa gente.
Así que es un error creer que bajo la democracia tienes, por decirlo así, igualdad ante la ley. Solo que los privilegios funcionales ocupan el lugar de los privilegios personales, pero existen privilegios igual que bajo la monarquía.
La situación es incluso peor. Si veis la transición entre, una transición de monarquía a democracia, en la que todos pueden alcanzar cualquier tipo de puesto en el gobierno y no existe ningún privilegio hereditario, lo que tiene lugar aquí es que reemplazamos  a alguien que considera al país como su propiedad privada por alguien que es un encargado temporal de un país. Y esto tiene efectos dramáticos.
Para mostrar esto, imaginemos por un segundo que os doy una casa a cada uno. Os hago propietarios de la casa. Ahora podéis traspasarla a vuestros hijos o hijas o a quien queráis y podéis venderla en el mercado y quedaros con el dinero de la venta. En el otro caso, os doy la casa y, digamos, por cinco años o cuatro años tendréis el control exclusivo de esta casa, pero no su propiedad, no podéis determinar quién será el sucesor, ni podéis vender la casa en el mercado y quedaros con el dinero de la venta, pero podéis tratar de maximizar vuestra propia renta utilizando la casa durante cuatro o cinco años. ¿Supondrá eso una diferencia en término de cómo trataréis la casa? Y la respuesta es, por supuesto, que será una diferencia drástica.
En el caso uno, os interesará conservar el valor de la propiedad. No trataréis, si sois el propietario no trataréis de arruinar la casa muy rápidamente. Después de todo, si lo hacéis, conseguiréis menos en el mercado. Caería el precio de la casa. O podría interesaros dar algo que sea aún decentemente valioso a la siguiente generación. Por otro lado, si sois solo encargados temporales, ¿cuál es vuestro incentivo? Entonces vuestro incentivo es quiero maximizar todo lo que pueda conseguir de esta casa en cuatro o cinco años, independientemente de lo que ocurra con el valor de capital que encarne la casa. Aunque la casa esté entonces en ruinas, por decirlo así, al menos tuviste cuatro o cinco años gloriosísimos. Pudiste hacer todo tipo de amigos con tu renta que recibiste. Pueden meter lo que sea, 20, 30 personas en la casa, cada uno pagando una renta. El papel pintado se cae después de un tiempo, los baños se atascan, los grifos ya no funcionan, las alfombras están arruinadas, etcétera, pero ¿qué te importa? Después de todo, no tienes que solo… no eres tú el que tiene que pagar el precio por este comportamiento por tu parte en forma de precios más bajos de los que habrías conseguido por la casa. Después de todo, no es tuya. No es de tu propiedad.
Así que lo que tenéis aquí es, por decirlo así, la diferencia entre monarquía y democracia a gran escala. El monarca tiene la perspectiva a largo plazo. En general, quiere conservar el valor de su reino para transmitir algo valioso a la siguiente generación. Un político demócrata, como sabe que solo estoy en el poder durante unos pocos años, su incentivo es tengo que ordeñar la vaca tan rápidamente como sea posible y luego abandonarla, sean cuales sean las consecuencias. Los políticos, los políticos demócratas son precisamente los cortos de miras. Los monarcas son personas con visión a más largo plazo, comparativamente, por así decirlo. Así que hay un erro adicional en creer que la democracia es una forma ventajosa de organización social.
Quiero daros asimismo un tercer argumento contra la democracia que habla de alguna manera favorablemente de la monarquía. Y este es que cuando la gente dice, mira ¿no estás siempre a favor de una entrada abierta y no tenemos que adoptar la democracia porque hay una entrada abierta a los cargos, hay competencia, mientras que, en caso contrario, si tenemos gobernantes hereditarios, no hay entrada abierta, no hay competencia? Ahora, el argumento así expresado, es perfectamente correcto, excepto en que es aplicable solo a la producción de bienes, Es decir, si quieres tener competencia en el área de producir cosas que son consideradas como bienes por la gente. Pero no quieres tener competencia en el área que se refiere a la producción de males. Pero es producción de males si puedes causar conflictos y luego decidir a tu propio favor. Es una producción de bienes si pones impuestos a la gente, le dices que no tienes alternativa, no puedes negar mi derecho a gravarte, les dices que tenéis que pagar por mis servicios.
En la producción de males, es bueno que no haya competencia. Solo en la protección de bienes queremos que haya competencia. No queremos tener competencia en quién es el mejor en golpear a otra gente, quién es mejor dirigiendo un campo de concentración.
Aquí, estamos encantados si tenemos incompetencia dirigiendo el cotarro.
Así que queremos incompetencia en el poder. No queremos tener gente eficiente gravándonos y causando conflictos.
Así que el argumento era, la entrada abierta sí funciona exactamente de forma contraria cuando consideramos con precisión lo que hacen los estados en comparación lo que el productor de bienes genuinos demandados por consumidores, lo que quieren los consumidores.
Y tenemos aquí unas pocas consideraciones. Mirad, un rey llega al poder por accidente de nacimiento. Ahora, esto no impide que el rey pueda ser un mal tipo. Sin embargo, si es un mal tipo, normalmente hay una dinastía, es decir, una familia de la que es miembro. Si es un mal tipo y arruina el país, los miembros de su familia estarán muy preocupados de que pueda perder el poder por este tipo de comportamiento. Y lo que hacen frecuentemente es rodear a este mal tipo con gente que le controle. Y si esto no funciona, frecuentemente recurren a los medios de sencillamente hacer que alguien mate al tipo, lo que, por supuesto, sería algo bueno.
Por otro lado, como llega al poder por accidente de nacimiento, tampoco puedes descartar que pueda ser un tipo decente, que pueda ser una especie de buen abuelo que se preocupa por su pueblo y todo eso. No puedes descartar que pueda ser en realidad un buen hombre. Después de todo, esta gente está educada así. Están preparados para este puesto. Y más a menudo que no, son personas decentes.
Preguntaos ahora qué ocurre bajo la democracia cuando tenemos competencia para este tipo de campo. Primero de todo, os dais cuenta de que si tenemos malos gobernantes democráticos, la probabilidad de que se mate a esta gente es comparativamente baja. ¿Por qué es baja? Porque toda la gente dice: vale, es solo por cuatro años y luego, por supuesto, vendrá a gobernar el lugar un tipo realmente bueno de mi partido. Y así hay cierta vacilación en matar al tipo porque todo lo que decís es que tenemos que esperar cuatro años y luego las cosas irán mejor. Así que menos muertes de gobernantes y creo que esto es algo malo.
En segundo lugar, preguntaos ahora si un buen tipo puede llegar al máximo en una democracia. Es decir, ¿puede un tipo que diga: no gravaré a los ricos para dárselo a los pobres, aplicaré estrictamente los derechos de propiedad privada, la gente rica no es gente mala ni la gente pobre es gente buena, no haré absolutamente nada, seguiré una política de laissez faire, puede una persona como esta llegar alguna vez a lo más alto del gobierno? Y os estoy diciendo que es absolutamente imposible. Tratad de realizar una campaña con este tipo de cosas. Tal vez podáis ganar en algún pequeño distrito, tal vez podáis ganar si las elecciones son en alguna pequeña villa en la que todos conocen a todos, pero sin duda no podéis hacer esto en una sociedad con millones de personas en las que cada una tiene, por supuesto, la tentación de robar a la gente, mediante el voto, su propiedad y beneficiarse personalmente de estos ejercicios de robo. Así que incluso en este caso, repito, creo que las monarquías son claramente superiores. No estoy defendiendo las monarquías.
Ahora llego a lo que es por tanto la respuesta correcta a la pregunta inicial de cómo aplicar estos tipos de leyes. Y la respuesta correcta es que tenemos que abolir el monopolio. Es decir, esta tarea debe asimismo ser asumida por personas o agencias que cumplan exactamente los mismos principios que todos los demás. Solo entonces tenemos, por supuesto, igualdad ante la ley. Es decir, aquellas instituciones, aquellas personas que proporcionen este servicio concreto de proteger nuestras vidas y nuestra propiedad deben ellas mismas cumplir exactamente las mismas reglas que requerimos que cumplan otras personas. Y llamamos a esto una sociedad pura de derecho privado, una sociedad en la que solo existe el derecho privado. Esta distinción entre derecho público, de un lado, y derecho privado, de otro, sencillamente desaparece.
Ahora, ¿cómo funcionaría una sociedad como esta? Primero, esto implica, por supuesto, que toda persona es perfectamente libre de actuar en defensa propia. Apenas diré algo más acerca de esto. Debería estar claro que igual que, en una sociedad compleja, no fabricamos nuestros propios zapatos o cosemos nuestros propios trajes o nos cortamos nuestro propio pelo, sino que confiamos en la división del trabajo, en una sociedad compleja, también confiamos en la división del trabajo en lo que se refiere a esta tarea concreta. Pero sin embargo, debería destacarse desde el principio que sí, por supuesto, cada persona tiene el derecho absoluto a la legítima defensa contra gente que agreda sus derechos de propiedad privada. Y no debería haber dudas en nuestra mente de que esto es un medio muy eficaz para alcanzar este objetivo. Sabemos, por ejemplo, que en el Salvaje Oeste, cuando el poder del gobierno federal no se extendía realmente hasta todos los rincones del país, que… y cuando casi todos estaban fuertemente armados la tasa criminal era realmente significativamente más baja que la actual. En las películas del Oeste, a veces tienes una impresión distinta, pero es un completo error. Se han hecho muchos estudios sobre esto.
Imaginemos, por ejemplo, lo probable que es que te conviertas en ladón de bancos si vas a un banco en el que todos los cajeros están armados. Antes de salir del banco, serás un hombre muerto.
La violencia que se producía en el Salvaje Oeste era, en la mayoría de los casos, realmente violencia entre participantes voluntarios. Es decir, si vas a un bar y luego te emborrachas y luego empiezas una pelea con otro y luego, vale, vamos fuera y vemos quién tiene razón y luego uno o ambos yacéis muertos en la calle. No es un delito. Es, después de todo, algo como, igual que una pelea de boxeo.
Esas dos personas simplemente decidieron que quería hacer eso. Nadie excepto esas dos personas tiene que preocuparse acerca de esto. Si no ibas a bares ni te emborrachabas, estabas bastante seguro en el Oeste.
Un libro muy importante en esta área lo ha escrito John Lott: More Guns, Less Crime. Da una enorme cantidad de datos empíricos que demuestran que, por supuesto, si la gente es libre para defenderse, las tasas de criminalidad tienden a bajar.
Pero, como dije, en una sociedad compleja esto es solo una pequeña parte, una pequeña contribución a nuestra defensa. Confiaremos en agentes y agencias especializados para proporcionarnos este servicio. Y un papel especialmente importante en todo esto probablemente lo desempeñen agencias aseguradoras.
Y quiero explicar cómo se prestaría este servicio por agencias aseguradoras en competencia. Y repito, no penséis en agencias aseguradoras como las que hoy existen. El sector asegurador es uno de los sectores más regulados actualmente. Pero pensad en empresas aseguradoras que tuvieran realmente libertad para competir en el mercado por clientes dispuestos a pagarles por sus servicios y a las que se permitiera cambiar su proveedor de servicios de seguridad si no estuvieran satisfechos con lo que está haciendo por ellos su agencia concreta.
¿Qué podemos esperar entonces en esa situación en la que agencias de seguro de defensa en competencia y similares nos proporcionen estos servicios? Lo primero que podemos esperar es que, como en todas las áreas en que tenemos libre competencia, los precios tenderán a caer y la calidad del producto tenderá a aumentar, como ocurre también en cualquier otra área. Ahora bien, si tenemos monopolistas haciéndolo, tendremos probablemente dependencia de precios mayor de la que habría en otro caso y la calidad del producto será menor de la que habría en otro caso.
La segunda cosa, en esa situación, es que podemos evitar la superproducción e infraproducción de seguridad. ¿Cuántos recursos deberían dedicarse a la producción de cerveza, a la producción de leche, a la producción de coches? En el mercado, son los consumidores los que deciden cuántos recursos se dedican a este propósito o a aquel. Los consumidores hacen que crezcan ciertas empresas o las hacen encogerse o finalmente desaparecer del mercado. Si tienes un monopolista proporcionando este servicio, nadie puede competir con él. ¿Cuáles serían sus respuestas, cuántos recursos deberían dedicarse a este propósito concreto? Y la respuesta es que cuantos más recursos dediquemos a esto, mejor nos irá como productores de este servicio concreto. ¿Debería haber un policía o debería haber 10 policías o 100 policías? ¿Deberían los policías llevar solo una porra o deberían llevar una ametralladora?
¿Deberían tener tanques para proporcionar este tipo de servicio?
Podéis imaginar que casi todos los recursos en una sociedad se utilizaran para protegeros, pero apenas os quede nada para comer.
El gobierno no tiene respuesta a cuántos recursos deberían dedicarse a este tipo de cosas. Pero deberíais daros cuenta de que la cantidad de seguridad que queremos, la cantidad de dinero que gastaríamos en sentirnos seguros es muy distinta de persona a persona y asimismo de región a región. Hay ciertas regiones en las que no necesitarías ningún proveedor especializado de seguridad en absoluto. Si vives solo en lo alto de una montaña, te puedes defender perfectamente por ti mismo. Si vives en regiones urbanas densamente pobladas, podrías querer pagar más por esto. Si eres una mujer anciana, podrían tener más miedo y gastar más de tus recursos en esto que si eres, quien sea, Arnold Schwarzenegger, que se siente capaz de lo que puede hacer por sí mismo o con unos pocos guardaespaldas.
Así que este problema se resolvería automáticamente si tuviésemos libre competencia en el área de la seguridad. Consigues tanto como quieras. Puedes aumentarla, disminuirla, pero no es que otra entidad te diga: esto es lo que yo digo que necesitas. Y, por supuesto, esta siempre piensa que más es mejor. Esto no significa que proporcione mejores servicios, sino que los gastos que se permite son cada vez más altos.
Luego, siguiente ventaja: delitos sin víctima. Sabéis que actualmente se dedican una gran cantidad de recursos a combatir delitos sin víctima, en particular, por supuesto, toda la guerra contra las drogas. Hay millones de personas en Estados Unidos encerradas porque no han nada más que, lo que sea, fumar marihuana o tomar cocaína o lo que sea, sin haber cometido ningún delito que tenga una víctima a la que puedas apuntar.
¿Podéis imaginar que una empresa aseguradora que os asegure u os proteja contra delitos sin víctimas os cobre evidentemente más que una agencia que se abstenga de ofrecer ese servicio? Es fácil predecir que, por supuesto, la mayoría de la gente, como no se ve afectada por delitos sin víctima porque, después de todo, no son víctimas de ellos, diría, no quiero pagar dinero extra porque haya una prostituta en algún lugar teniendo un cliente donde sea y detenerlos, por supuesto, requiere recursos extra. Después de todo, no realizo nunca actividad como esa. Solo quiero que me protejan en mi casa y en mi propiedad. Así que las empresas que ofrezcan esos tipos de servicios probablemente cierren instantáneamente. Actualmente, como dije, se desperdicia una enorme cantidad de recursos en cosas como esta, yendo contra delitos sin víctima.
Entonces, incluso más importante, las empresas de seguro tendrían que indemnizarte en caso de que te ocurriera algo. Os dais cuenta, actualmente, con la provisión en monopolio de estos servicios, dicen: protegemos tu vida y tu propiedad. ¿Qué pasa si alguien mata a alguien o entra en su casa? ¿Dice entonces el estado, mira, fallamos en hacer lo que se suponía que haríamos y como hemos fallado te debemos una indemnización? No he oído casos como este en el que el gobierno diga: me siento tan mal por lo que te ha pasado, y realmente fallé en mis obligaciones para contigo, y por esto, aquí tienes una indemnización.
Y como las compañías de seguros te habrían indemnizado en caso de… Imaginad que vais a una compañía de seguros y decís: vale, esta es la prima, vale, pago mi prima. Y luego decís: ¿qué pasa si me ocurre algo? Y luego ellos dicen: Bueno, mala suerte.
Podéis ver de inmediato que ninguna compañía de seguros despegaría si tuviera este tipo de actitud.
La gente quiere tener tres cosas en concreto. ¿Prevención? ¿Qué hay de la prevención? ¿Cuál es el incentivo de un policía pagado con impuestos para ser bueno en prevenir el delito? La respuesta es que prácticamente cero. Su salario no depende de si es bueno en prevenir o en no prevenir. En realidad, prevenir el delito sería algo peligroso. Es mejor dejarlo, poner multas de estacionamiento, exceso de velocidad y ese tipo de cosas. El peligro de que te disparen es relativamente bajo haciendo este tipo de cosas.
¿Por qué serían buenas las compañías de seguros en la prevención? La respuesta es, cualquier cosa que puedan prevenir, no tendrán que pagarla. Es decir, es un elemento de reducir el coste de operación para ellas, así que tienden a ser mejores en ello.
¿Qué es lo siguiente que quiere la gente? Lo siguiente que querría la gente es que, por supuesto, se recobrara todo lo que se haya robado o roto o lo que sea. Ahora, ¿qué probable es que si alguien roba algo en tu casa, tu coche o tu estéreo, que la policía encuentre esta cosa? La respuesta es que puedes olvidarte.
No encontrarán prácticamente nada salvo por casualidad.
Por otro lado, ¿cuál es el incentivo de los detectives de las aseguradoras, por decirlo así? El incentivo, por supuesto, es: trato de encontrar todo lo que pueda, porque lo que encuentre no lo tendré que indemnizar a la víctima. Un ejemplo: tengo unos amigos cuyo VW fue robado en Italia. Así que fueron a la policía italiana y dijeron: me han robado el coche y luego la policía tomó nota. Y dijo, ¿qué van a hacer ahora? Y dijeron: lo archivaremos.
Así que después fue a su aseguradora alemana y dijo: me han robado el coche. El detective del seguro era alemán y el coche fue robado en Italia. El detective del seguro lo encontró después de tres días. Sí, había daños graves en el coche y todo eso, pero, en todo caso, hubo una recuperación del objeto por una razón evidente: Le interesaba financieramente esto como agencia. No hay incentivo financiero por parte de las fuerzas de policía monopolizadas para hacer algo remotamente similar.
Por supuesto, lo último que queremos es que tengamos que atrapar al tipo y tengamos que castigarlo. Ahora, una compañía de seguros, por supuesto, tendría un incentivo para atrapar al tipo y luego obligarle a indemnizar a la víctima; lo repito, para reducir sus propios costes de operación.
Ahora, ¿qué hace actualmente el estado? Primero, casi nunca los encuentran, excepto para delitos capitales. Y si los encuentran, ¿Qué hacen? ¿Recibe la víctima del crimen alguna vez indemnización? La respuesta es que yo no he oído acerca de casos como ese. Así que no consigues indemnización.
Para rematarlo, a esta gente se la encarcela después. ¿Y quién paga por su encarcelamiento? La víctima es una de aquellas personas que tienen que pagar después por el encarcelamiento del perpetrador del delito. Y el alojamiento de delincuentes en prisiones estadounidenses es una empresa cara. No apostaría sobre estas cifras, pero he leído, hace tiempo, que cuesta casi 70.000$ anuales por hombre solo alojar a esta gente. Porque entretanto, por supuesto, pueden tener su buffet de desayuno y quejarse por los lavabos poco limpios. Pueden jugar al ping-pong, ver TV, hacer ejercicio, para que l próxima vez estén más fuertes cuando salgan. Incluso pueden estudiar derecho, hasta donde yo sé, de tal manera que la próxima vez sepan defenderse mejor.
Punto siguiente, las empresas de seguros definitivamente no te pedirán que te desarmes. Imaginad que vais a una compañía de seguros: quiero protegerme y cuál es la prima y todo eso. Y luego os dicen, sí, pero para poder protegerte mejor, primero debemos asegurarnos de que nos entregas todas tus armas.
Si tienes en casa un arma de fuego o un martillo o un cuchillo o algo así, todo me lo tienes que entregar y así podré protegerte mejor. Si os pidieran algo así, sabríais de inmediato que aquí pasa algo raro.
Sin embargo esto es, por supuesto, precisamente lo que hacen los estados en todas partes. En algunos casos, ya han ido más allá en esta vía. Y en otros países, han avanzado menos en esta vía. Pero en todas partes el intento es exactamente el mismo, desarmaros. Y, por supuesto, esto es lo que haría cualquier agencia que se dedique a robar a otra gente. Sí, por supuesto, si yo estuviera en el negocio del robo, me encantaría saber que ninguno de vosotros tiene cuchillos afilados, martillos, hoces, cualquier cosa así, por no hablar de revólveres o ametralladoras en casa, porque entonces puedo entrar libremente en vuestras propiedades. Soy el único que tiene armas y me es fácil dedicarme la actividad a la que me dedico.
Habría asimismo un sistema en el que tendrías una provisión competitiva de seguridad, un intento de todas las compañías de seguros de hacer que sus clientes cumplan con ciertas normas de comportamiento civilizado. Una empresa de seguros no te cubrirá, no te ayudará si provocas a otra gente. Solo te asegurará si ha sido provocado, si has sido agredido, pero no si acabo de golpearte en la cabeza y tú me respondes y luego corro a mi aseguradora: ayudadme, este tipo me está atacando, si este fuera el caso yo fui el que inició todo. Es decir, quieren que se eviten los conflictos. Y para evitar conflictos, todo cliente que sea aceptado por una compañía se verá forzado, se verá obligado a cumplir con: “Tienes que comportarte de una manera no provocadora. Solo entonces, por supuesto, te proporcionaremos este servicio. Pero si te comportas como una bestia salvaje, no te aceptaremos como cliente”. En realidad habría listas negras, listas de gente que no será asegurada porque sea considerada un riesgo demasiado alto. Y si no tienen seguro, la vida es muy peligrosa.
Así que los justicieros también desaparecerían en buena medida, porque los justicieros, por supuesto, son también caros. Si te dedicas a las represalias o algo parecido, es algo caro para las aseguradoras. Solo si los ataques inmediatos se hacen contra ti, se te permitiría, por decirlo así, defenderte. Si ya se ha acabado y sabes quién es el tipo e inmediatamente vas a por él y luego, como represalia de su familia y todo el resto, todo esto, en general, desaparecería instantáneamente en un libre mercado de provisión de seguridad.
Y lo que es más importante, habría contratos que se os ofrecerían. Mirad, actualmente no tenemos contrato alguno con el estado: ellos dicen: os protegemos. ¿Pero tenemos algo a lo que podamos acudir, qué ocurriría en qué tipo de caso en qué situación? La respuesta es que no en absoluto. Repito, id a una aseguradora y dirán: esta es la prima que cobramos. Y luego les preguntaréis: ¿qué ofrecéis a cambio? Dicen: No lo sé, depende de las circunstancias. Se os ofrecerá un contrato y el contrato, atendiendo, por decirlo así, a varias contingencias, qué ocurrirá en esta y aquella situación.
Y, por supuesto, el contrato no puede cambiarse. Es decir, la empresa de seguros no puede decir, mira, te ofrecemos este contrato pero nos reservamos el derecho por nuestra parte de cambiar unilateralmente el contrato mientras dure. Eso es precisamente lo que, sin embargo, hacen los estados. Los estados cambian constantemente las leyes, hacen que algo que ayer era todavía legal mañana sea ilegal y viceversa. Así que las reglas se cambian constantemente. Ningún contrato ofrecido por las compañías de seguros estipularía nunca: podemos cambiar unilateralmente las reglas, declarar que esto es legal y eso ilegal y, mañana, cambiar de idea y redefinir las cosas.
Y el hecho de que se ofrezcan contratos tiene ahora las siguientes ventajas adicionales. Podemos imaginar tres escenarios. Podemos imaginar que dos individuos tienen un conflicto entre sí que están protegidos por la misma agencia, por la misma agencia de seguros. Todos saben que puede producirse este caso, que yo tenga un conflicto con alguien que sea cliente de la misma compañía. Evidentemente, sabiendo esto, toda empresa, en sus contratos, tendrá una cláusula de que lo que ocurra en ese caso de que uno de mis clientes tenga un conflicto con otro de mis clientes. Y luego describe, por decirlo así, el procedimiento que se pondrá en marcha. Ambos clientes están de acuerdo en este procedimiento desde el principio y luego sencillamente se aplicará, Igual que hay un fin para ello como pasa ahora.
El segundo caso que podemos tener es que yo tenga un conflicto con alguien que esté asegurado en una compañía distinta de la mía. De nuevo toda compañía ofrecería a sus propios clientes un contrato con una cláusula de qué ocurrirá en este caso, porque todos sabemos que, por supuesto, puede pasar, que tenga un conflicto con otro asegurado por otro. Así que repito, hay cláusulas en el contrato que dicen qué pasará en ese caso. Si estas dos compañías de seguros llegan a la misma conclusión, yo soy el culpable o tú eres el culpable, no hay problema. Y sea lo que sea lo que decidan, llegan a un acuerdo unánime. Podría haber audiencias y todo esto. De nuevo estará exactamente estipulado lo que pasará. Luego esto se aplicará. No hay problema.
Ahora llegamos al caso más complicado, pero, en cierto modo, el más interesante. ¿Qué ocurriría en el caso de que dos personas estén aseguradas en una compañía diferente, tengan un conflicto y lleguen a juicios diferentes? Es decir, mi compañía dice que tengo razón y tu compañía dice que tú tienes razón. Bueno, entonces desempatarían. Repito, todos saben, por supuesto, que esta situación puede producirse y, de nuevo, que cada compañía tiene un incentivo, por decirlo así, para decir exactamente qué ocurriría en este caso. No estamos de acuerdo en quién tiene razón y quién no, ¿qué hacemos en este caso? Ahora, ¿diría la compañía entonces: vale, en este caso una compañía decide, tiene la última palabra, y la otra será desautorizada? Ninguna empresa ofrecería un contrato así. Nadie querría estar asegurado con una compañía que siempre pierde. No. En este caso, lo que harían es apelar a terceros independientes. Es decir, a agencias de arbitraje que también competirían en el mercado, que ofrecerían precisamente este servicio, que no son, por decirlo así, parte de la Compañía A, ni parte de la Compañía B, sino una parte completamente independiente. Ahora sumirían este tipo de caso. Y podría haber distintos niveles de esto, pero ¿cuál sería el incentivo de esa tercero árbitro, cuál sería el incentivo financiero para que actuara? La respuesta es que ninguna agencia de arbitraje independiente de terceros tiene garantías de que se acudirá a ella en el próximo caso. Para mantenerse en el negocio, lo que deben hacer es llegar a una sentencia que se considere un juicio justo por parte de ambas aseguradoras y, por implicación, también por los clientes de ambas empresas aseguradoras. Y esto significa, por supuesto, que lo que será el juicio es un juicio que incorporaría, por decirlo así, el mayor grado posible de consenso sobre los principios de la justicia.
Para explicar esto un poquito más, podemos imaginar, por ejemplo, que tenemos agencias que siguen internamente el derecho canónico o la ley mosaica o el derecho islámico o lo que sea. Esto se refiere solo a gente que sean ambos miembros de este grupo. Ahora, ¿qué pasa si hay un conflicto entre, lo que sea, un cristiano y alguien que esté asegurado como musulmán, una organización islámica o alguien que es del derecho canónico comparado con la ley mosaica? La respuesta, por supuesto, es que las agencias de arbitraje que se ocupen de esos casos deben llegar a principios de justicia que sean generalmente universales, es decir, que son tan generales que todos ellos, en su código legal interno, distintas agencias y clientes puedan estar de acuerdo. Así que tendríamos una mayor variedad de derechos, además de una tendencia constante a crear un legal universal, un código universal de derecho. Y este código universal de derecho probablemente sería este tipo de derecho legal que podría existir como máximo común denominador de todos los distintos sistemas legales.
Debería mencionar, ya sabéis, cuando termino, que en lo que se refiere a las relaciones internacionales, ya hay algo como esto hasta cierto punto. Por ejemplo, ¿qué pasa si un canadiense tiene un conflicto con un estadounidense? ¿Os dais cuenta de que a veces canadienses y estadounidenses pueden vivir muy cerca unos de otros? Al otro lado de la calle, por decirlo así. ¿O un conflicto entre un suizo y un alemán? Solo una calle los separa. No hay juez monopolista en este caso. Es decir, esta gente, el alemán y el suizo, el canadiense y el estadounidense viven en un estado de anarquía entre sí. La primera observación: ¿hay más conflictos entre canadienses y estadounidenses estadounidenses, dos estadounidenses que vivan cerca? No lo creo. ¿Hay más conflictos entre ciudadanos suizos y ciudadanos alemanes que vivan cerca entre sí que entre gente suiza, dos tipos suizos que vivan cerca o dos tipos alemanes? No lo creo. ¿Qué hacen, qué pasa en este caso? El suizo va al tribunal suizo. El alemán va al tribunal alemán. Si están de acuerdo, no hay problema. Si no están de acuerdo, aparecerá de nuevo el arbitraje en este caso. Y este arbitraje en el sistema actual son, por supuesto, también tribunales de arbitraje semiestatales porque, después de todo, incluso estos tribunales supranacionales están, otra vez, ocupados por gente que este o aquel estado envía a estos tribunales. Pero sin embrago, podéis ver que, al menos en lo que respecta a la frecuencia y viabilidad de las operaciones, el hecho de que no hay un juez en monopolio no causa ningún problema. Y lo que estoy proponiendo, el mismo tipo de cosa podría, por supuesto, funcionar también dentro de cualquier país concreto.
Con esto termino y os dejo que penséis sobre esto.

Publicado el 11 de marzo de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.