Con estas dos palabras distinguen en Francia lo que aquí en Colombia se denomina la Izquierda Festiva. Siempre la literatura marxista denostó de la “burguesía”, pero los gustos y gastos de la mayor parte de los izquierdistas muestran una actitud no solamente burguesa sino a veces aristocratizante.
Donde tuvo su mayor expresión la Gauche Caviar fue en Francia y especialmente en la Francia de la post-guerra, allí toda una serie de petimetres se convirtieron en los gurúes de la revolución mundial.
Mientras en Europa Oriental una serie de grises burócratas tiranizaban los respectivos países bajo la férula de la Unión Soviética, los intelectuales franceses teorizaban. La cabeza visible de ese grupo fue Jean Paul Sartre, además se pueden contar personajes tales como Paul Eluard, André Breton, Louis Aragon, Louis Althusser, Regis Debray (quien pretendió redimir a Bolivia), Francois Mitterrand (de triste recuerdo en Ruanda), todos ellos arrogantes y amigos del buen vivir, muy lejos del proletariado.
El Partido Comunista, era dirigido por funcionarios menos vistosos tales como Jacques Duclos y Maurice Thorez. Al mismo tiempo que prosperó esa izquierda de salón en Francia, aparecieron una serie de izquierdistas latinoamericanos quienes llegaron en condiciones modestas pero rápidamente le tomaron sabor a la vida parisina con sus trufas, su caviar y sus chismes. Surgió el “boom” latinoamericano, casi uninánimente, los escritores latinoamericanos se matricularon en esa izquierda gozona y dogmática. Empezaron como una sencilla Gauche Boudin para transformarse en una Gauche Caviar de habla española. Personajes tales como Pablo Neruda, Octavio Paz, Miguel Angel Asturias, Alejo Carpentier, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y otros, tuvieron dos características muy especiales, por un lado su izquierdismo teórico y por otro el amor por la gran vida, algunos de ellos fueron diplomáticos casi vitalicios. Algo en común en todos fue la evasión de su terruño, sus compatriotas les inspiraron tanta indiferencia como los proletarios, tema de su ideario. Algunos abjuraron de su posición política, pero no del hedonismo. Bien se puede afirmar que Tagore y Tolstoi no fueron sus paradigmas.
Hasta aquí tenemos una Izquierda poco sincera pero de indudables méritos literarios, ahora se puede descender a realidades bastante toscas en Colombia.
En Colombia en el Siglo XX hubo una serie de teóricos marxistas, dogmáticos, de poco vuelo y escasa imaginación, pero costumbres austeras, fue una especie de Izquierda de Tamal y Chocolate. Fue la era de Gilberto Vieira, Orlando Fals Borda, Gerardo Molina, Diego Montaña Cuéllar, Eduardo Umaña Luna y otros. Repentinamente surgió un esperpento, los guerrilleros del Chicó. Jóvenes de muy “buena familia”, ligados a grandes empresas periodísticas, se disfrazaron de marxistas. Alternaban costosas especializaciones en universidades del exterior con las predicas de la revolución, una Gauche Caviar criolla.
Cuando se gastó el esquema surgió otro engendro, el marxismo-oportunismo. El heredero de una familia ultraconservadora se tornó un emisario de las Farc, una parlamentaria locuaz y mentirosa se volvió líder y mensajera de la subversión, anda cargada de joyas, desbarrando de Colombia en Venezuela, un parlamentario de dudosa seriedad se dedicó explotar su obituario personal y a inventar masacres para esquilmar el presupuesto nacional, un locutor petimetre se apoderó de los medios del Distrito de Bogotá para divulgar noticias sesgadas, una “politóloga” con apellido prestado cobra millones por escribir perogrulladas, un fiscal codicioso inauguró el sistema radial acusatorio y el mercadeo de falsos testigos y de contratos amañados. ¿Serán estos los futuros gobernantes de Colombia?
Jaime Galvis Vergara
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