Por Jaime Galvis
En algunos medios de Norteamérica han criticado la resolución del Gobierno de La India de vedar el acceso a dicho país de las ONG. Esto nos lleva a analizar las actividades de dichas “instituciones” en Colombia.
En algunos medios de Norteamérica han criticado la resolución del Gobierno de La India de vedar el acceso a dicho país de las ONG. Esto nos lleva a analizar las actividades de dichas “instituciones” en Colombia.
Las ONG surgieron en el Mundo con el propósito de remediar falencias de los gobiernos y atender necesidades y problemas de toda clase. Sin embargo estas organizaciones proliferaron en tal forma que han llegado a convertirse en una verdadera plaga, como se evidenció en el terremoto de Haití. A raíz del desastre afluyeron a dicho país más de 5.000 ONG. Fue tal el caos que generaron, que los damnificados pedían que los libraran de sus “salvadores”. Gran parte de la ayuda internacional fue a parar a los bolsillos de miembros de las ONG, algunas de ellas llegaron a establecer verdaderos campos de concentración con las víctimas del desastre, en Puerto Príncipe, tres años despues del sismo era aberrante observar el contraste entre las casuchas improvisadas de los damnificados y los relucientes vehículos de los miembros de las ONG. Más de 5.000 millones de euros de la ayuda no se notaban. ¿Quién controló el manejo de esos dineros? Hay miles de estas organizaciones (solamente en Brasil hay más de 300.000) que se han convertido en negocios de la caridad sin dar cuentas a nadie de las donaciones que reciben. Viven del usufructo de las calamidades y de la ingenuidad de los donantes.
Además de las miserias humanas otras ONG se dedican a proteger el medioambiente, los derechos humanos, las minorías étnicas y mil cosas más. En estos aspectos se han creado unas poderosas ONG con financiaciones de grandes empresas o de gobiernos de determinados países, son verdaderas transnacionales que pretenden cogobernar los países subdesarrollados. Un verdadero neocolonialismo. Organizaciones tales como Human Rights Watch, Amnistía Internacional, Greenpeace, WWF, Ceres, Common Ground, Habitat for Humanity, Global Footprint Network, Rain Forest Alliance y muchísimas más. La arrogancia de fundaciones tales como Human Rights Watch o Amnistia Internacional es proverbial, pretenden darle órdenes a los gobiernos (aquellos que lo toleran), se inmiscuyen en aspectos de las fuerzas armadas, de policía, de minorías étnicas y otros aspectos generalmente con un sesgo político.
Entre las ONG de asuntos ambientales también hay algunas muy poderosas y generalmente pretenden infiltrarse en los entresijos de las agencias gubernamentales. Vetan proyectos de desarrollo con pretextos ecológicos. Desatan escándalos mediáticos contra actividades mineras y petroleras. Se ha llegado a extremos tales como el arribo de un barco de Greenpeace a protestar por una mina de carbón en un páramo de Boyacá. Son intervenciones odiosas y abusivas. EL sabotaje de las ONG logró la cancelación de los proyectos de la carretera Animas-Nuquí y del puerto de Tribugá en el Litoral Pacífico. El proyecto hidroeléctrico del río Micay también fue cancelado por acción de fundaciones ambientales. Carreteras fundamentales tales como la que conduce de Mocoa a Pasto o la que comunica a San Vicente del Caguán con Villavicencio han tenido aplazamientos continuos por las actividades de las ONG. Estas entidades no solamente obstaculizan los proyectos, además con intensas campañas mediáticas generan rechazo de las comunidades hacia cualquier obra de progreso.
Las ONG han influido en la creación de un área exagerada de parques nacionales y sistemáticamente se oponen a los proyectos de desarrollo de la Vertiente Pacífica, para esas fundaciones son más importantes las ballenas que esos seres humanos paupérrimos que allí habitan.
Países con un sentido de dignidad nacional, no admiten ese neocolonialismo.
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