Alguien
dijo alguna vez que “indeciso es aquel que entre dos males los
escoge a ambos”. Si hay algo que ha caracterizado el devenir de
Colombia ha sido la indecisión. La historia de Colombia ha sido una
senda tortuosa sin derrotero definido. El Siglo XIX, fue un período
de la historia nacional absolutamente anodino durante el cual los
gobiernos oscilaban entre el librecambismo y el proteccionismo, entre
el centralismo y el federalismo, entre el clericalismo y el
anticlericalismo, sin tomar posiciones definidas, ya que esto eran
temas de discusiones chocolateras, en el fondo el País nada
emprendió con seriedad y constancia. Se presentó el problema de
Panamá y la indecisión llevo al gobernante de turno a la peor
situación.
Con
los dineros recibidos como indemnización por la pérdida de Panamá
se iniciaron obras civiles en especial ferrocarriles, proyectos que
siempre estuvieron marcados por la indecisión, por tanto fueron una
serie de vías férreas truncas, un ferrocarril de Bogotá al
Pacífico que no pasó de Ibagué, una línea férrea pomposamente
denominada ferrocarril Tolima-Huila-Caquetá el cual solamente llegó
a Neiva, una vía férrea a Bucaramanga que se interrumpió en
Barbosa. Una línea férrea de Medellín a Puerto Berrio cuya
vacilante construcción tomó más de sesenta años, otra de
Bucaramanga a Puerto Wilches de dudosa rentabilidad. Un ferrocarril
de Tumaco a un caserío insignificante llamado El Diviso, sin
continuidad. Similarmente una vía de Cúcuta a Puerto Villamizar
aspirando a llegar al lago de Maracaibo. Otra vía de mayor longitud
y continuidad de Buenaventura a Cali y de allí a Popayán, Pereira,
Armenia, Manizales y Medellín. Otras vías tales como
Bogotá-Tunja-Sogamoso, Santa Marta-Fundación, Cartagena-Calamar,
Barranquilla-Puerto Colombia, Ibague-Honda, Bogotá-Dorada, etc,.
Todo esto constituyó un enredo de ramales férreos inconexos. Para
vertebrar el sistema férreo se construyó el Ferrocarril del
Atlántico, con la característica indecisión se hizo una vía de
trocha angosta y especificaciones pobres. Después de inaugurado y un
corto período de servicio, aproximadamente 30 años, el Ferrocarril
del Atlántico suspendió servicios y fue prácticamente abandonado,
en medio de vacilaciones acerca de darlo en concesión,
rehabilitarlo, en resumen nada, indecisión. En los años sesenta, el
Gobierno Nacional decidió prohibir la generación de energía
eléctrica por parte de particulares, esta caprichosa resolución
casi acaba con la industria de la Costa Atlántica, posteriormente el
Gobierno se dedicó a promover la inversión privada en energía
eléctrica. En los años sesenta establecieron control de cambios y
una poderosa oficina de planeación nacional que controlaba hasta la
instalación de una panadería o una fábrica de escobas en el
territorio nacional. Estas medidas copiadas de los regímenes
políticos de países de Europa Oriental tuvieron el mismo resultado
que en Bulgaria o Rumania. Por tanto luego fueron suspendidas.
Después de la Segunda Guerra Mundial hubo un impulso industrial,
errado, pero por lo menos existió, Se creó Acerías Paz de Rio, un
verdadero disparate empresarial, cuya protección contra toda
competencia, causó el total estancamiento de la siderurgia en
Colombia. La metalurgia colombiana se limita a fundir chatarra. El
impulso industrial se estancó ante las indecisiones del gobierno y
una torpe apertura sin contraprestación que casi acaba con las
manufacturas de Colombia. Actualmente se está presentando una serie
de quiebras y retiros de empresas manufactureras sin que le Gobierno
se manifieste al respecto. En la década de los años 40 se creó la
Flota Mercante Grancolombiana, en Compañía con Venezuela y Ecuador,
en 1953, Venezuela vendió su participación, con lo cual Colombia
quedo dueña del 90 % de la mencionada empresa naviera, durante los
años 70 llego a tener en actividad más de 100 barcos, propios y
alquilados. En los años 90 la empresa fue vendida sin pena ni
gloria, finalizó la actividad naviera mercante del País.
La
exploración y producción petrolera ha sido una actividad sujeta a
continuos vaivenes en la legislación; cuando alguna empresa logra un
éxito exploratorio, automáticamente el gobierno cambia las reglas
de juego, endureciendo las múltiples exigencias, para luego, al
presentarse un descenso en la producción volver a la política de
puertas abiertas. Este tira y afloje lleva años, ya que Ecopetrol
nunca ha tenido conocimiento real del potencial petrolero del país,
todo ha sido malicia y adivinación. La minería no ha tenido mejor
suerte, generalmente manejada por altos funcionarios sin
conocimientos del tema, ha sido un campo de especulaciones
periodísticas y alharaca ambientalista, en el cual las decisiones se
toman sin criterio científico alguno y los proyectos naufragan en la
indecisión.
El
tema agrario ha sido otro campo de ensayos e indecisiones sin sentido
alguno. Construyeron un embalse en la Guajira para irrigación al
cual no le hicieron conducciones para llevar el agua a las zonas de
cultivo, por lo cual se encuentra prácticamente abandonado. Armaron
un proyecto agrícola de grandes dimensiones (naturalmente teórico)
en la altillanura de la Orinoquia y cuando los empresarios empezaron
a invertir y actuar, el Gobierno paralizó totalmente las inversiones
y obras.
Francamente
el Estado Colombiano funciona como ciertas marchas fúnebres en Nueva
Orleáns un paso para delante y otro para atrás. ¡Bien venidos al
pasado!
Jaime
Galvis V.
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