Hay
desastres periódicos que producen destrucción y dolor en los países, en
Norteamérica son los tornados, en Japón y Chile los terremotos, en la India los
monzones, en Africa tropical las epidemias, en Colombia son las conversaciones
de paz. Cada vez que el mandatario de turno decide embarcarse en un proceso de
paz, la administración pública se anarquiza, la inversión extranjera se
espanta, la extorsión y otras actividades delictivas se multiplican, el Estado
entra en un proceso de desconcierto y parálisis
inverosímiles, debido a los posibles cambios y traumatismos que va a
traer la paz. La experiencia ha demostrado que esos procesos terminan en
debacles tales como el episodio del Palacio de Justicia o la culminación del
sainete del Caguan. El actual proceso de paz ha avanzado más que los
anteriores, por lo tanto no solamente se ha presentado el caos y desgobierno
internos, también se han afectado las relaciones exteriores, para satisfacer a
la insurgencia, Colombia cambió sus alianzas, se alejó de Estados Unidos a
pesar que este país le ayudó a recuperarse del anterior proceso de paz. Se
estableció una alianza con Venezuela y demás países de Unasur. Esto ha llevado
a que en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia se hayan convertido
en mandaderos del gobierno de Venezuela. Además es una alianza en la cual los
señores de Unasur apoyan abiertamente a Nicaragua en su pleito territorial
contra Colombia. Son unos aliados tan desdeñosos que no asistieron a la
posesión del actual mandatario, ni han invitado a Colombia a ser miembro del
Alba.
Ante
estos traumatismos periódicos que son los procesos de paz, cabe pensar en la
posibilidad que el Estado Colombiano maneje el proceso de paz como una política
de Estado y no como eventos periódicos manejados según la voluntad y vanidad
del mandatario de turno. La solución sería crear una comisión de muy alto nivel
que maneje el tema por encima de los intereses políticos y del orgullo personal
de los mandatarios. Solamente así se emprendería un proceso serio y definido,
con derroteros claros. Esto reemplazaría las caóticas conversaciones en las
cuales cada presidente improvisa políticas y procedimientos. Nunca debe
olvidarse que la subversión ha manejado el mismo discurso así sea errado y
anacrónico, durante más de 50 años, mientras los mandatarios cambian
continuamente de ideas y planteamientos.
Hay
un ejemplo muy interesante respecto al manejo de un tema fundamental por encima
de los periódicos cambios de gobierno; Es el caso de la cancillería de Brasil,
a lo largo del Siglo XIX y parte del Siglo XX, dicho superministerio actuó por
encima de los gobernantes de turno con unos derroteros y políticas muy
definidas. Su eficacia fue tan grande que Brasil conquistó la mitad del
territorio de Suramérica sin disparar un tiro. Gran diferencia con gobiernos
como los de Bolivia donde los caudillos bárbaros regalaban a pedazos el
territorio nacional.
Solamente
el manejo de altura, por encima de gobernantes e intereses políticos pueden
tener algún resultado favorable, estos procesos episódicos solamente han
llevado a montar comedias grotescas y a que los gobernantes se pongan en
ridículo.
Jaime
Galvis V.
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