por Jaime Galvis Vergara
Tradicionalmente
el Gobierno Central de Colombia ha menospreciado la región Caribe y sus
habitantes, esto constituye casi una tradición. Históricamente se pueden
enumerar muchos síntomas de este olvido sistemático. Solamente hasta la década
de los cincuenta se hicieron trochas carreteables a la Costa Atlántica; caminos
de herradura amplios para que pudieran transitar vehículos. Al final de dicha
década se emprendió la construcción del denominado ferrocarril del Magdalena,
una obra hecha con mezquindad en la cual
se omitió comunicar las dos principales ciudades de la Costa, Barranquilla y
Cartagena. El propósito de dicho ferrocarril fue facilitar el transporte de
carga de importación para la Capital y algunos centros urbanos del Interior del
País, por tanto el pequeño puerto de Santa Marta bastaba. Para los sucesivos
gobiernos el único interés en la Costa radicaba en sus playas turísticas.
En la época
del Frente Nacional la discriminación regional fue especialmente notoria,
“Planeacion Nacional” impidió la creación de una planta siderúrgica integrada
en Barranquilla. Se construyó ¡por fin! Un
puente sobre el río Magdalena, una obra de dimensiones mezquinas, que por su
altura impidió la navegación aguas arriba. Se creó un parque nacional en la
isla de Salamanca, el cual impedía los desarrollos portuarios en al margen
oriental del río Magdalena ante la alharaca ambientalista. En resumen se
estableció un cerco con el fin de asfixiar a la ciudad de Barranquilla y sus
posibilidades portuarias.
Adicionalmente
el Gobierno decidió nacionalizar la energía eléctrica, estableciendo que la
generación y venta de energía sería un monopolio del Estado. Por tanto la
Compañía Colombiana de Electricidad cuyas plantas abastecían a la región Caribe
fue nacionalizada; El Gobierno no dispuso de fondos para los urgentes ensanches
que el sistema requería, por tanto vinieron los racionamientos, este fue un
traumatismo tan grave para la industria costeña que estancó la actividad
manufacturera por muchos años.
Otro de los
grandes frenos que el Gobierno de Colombia le puso al desarrollo del Litoral
Caribe fue la creación de Colpuertos, un paquidermo burocrático por medio del
cual se administraban los puertos desde Bogotá, hasta la reparación de una grúa
debían hacerla técnicos enviados desde la Capital. Colpuertos logró que las
operaciones portuarias de Colombia fueran de las más costosas del Mundo.
La
principal área agroindustrial en la región, la zona bananera de Santa Marta fue
abandonada e invadida por rastrojos.
Con todos
los problemas mencionados además de pésimas vías de comunicación, la Costa
Atlántica sobrevivió al Frente Nacional. Pero la actitud de desdén persistió,
disminuyó el bloqueo del desarrollo Caribe pero las actitudes hostiles no
desaparecen. La instalación de una planta automotriz de camperos en
Barranquilla fue impedida desde el alto gobierno. Un gran proyecto siderúrgico
de las firmas Vale del Brasil y Acesco de Colombia fue olímpicamente ignorado
por el alto Gobierno, el gas natural que se requería para la reducción del
mineral de hierro, actualmente se exporta a Venezuela. La parte peninsular de
la Guajira fue declarada resguardo indígena Wayu y la salina de Manaure
entregada a los indígenas. Por tanto está prácticamente vetado el
establecimiento de otras explotaciones salinas, además, la que entregaron a los
wayu amenaza ruina. El Gobierno se ha propuesto que en la Guajira peninsular
impere solamente el contrabando. La gerencia de Cerromatoso fue trasladada a
Bogotá. Monómeros, empresa líder en Barranquilla fue vendida
irresponsablemente, convirtiéndola en un triste apéndice del caos venezolano.
Por último
empezaron a aparecer augurios del regreso a las políticas del Frente Nacional.
A finales del año 2010 ocurrieron inundaciones catastróficas en los
departamentos de Bolívar y Atlántico, el Gobierno Nacional, por boca del
Presidente se limitó a anunciarle a los damnificados que les había llegado la
Bendición Papal. Pero ayuda material ninguna, los habitantes de esa región
pasaron más de dos años con sus casas y tierras de cultivo anegadas sin que se
presentara solución alguna. Ni la bendición del papa se repitió. Ante la
espantosa miseria de los municipios de la margen oriental del rio Magdalena el
gobernador del departamento del Magdalena decidió reconstruir una antigua vía
hoy desaparecida abriendo una licitación, la cual desencadenó toda una tormenta
mediática en contra en la Capital del País, los ambientalistas rasgaron sus
vestiduras, los tinterillos le encontraron no sé cuantos vicios de “forma” e
ilegalidades, las asustadurías se alborotaron y en resumen el proyecto parece
cancelado. Algo bien triste, ya que poblaciones tales como Sitionuevo,
Remolino, Guáimaro, Salamina, El Piñón, Cerro de San Antonio, Pedraza, Heredia
y Tenerife son aldeas paupérrimas donde las aguas negras fluyen por las calles
y las viviendas son chozas sin servicios. Las condiciones de vida allí son
comparables a las zonas más pobres del Chocó. En el pomposo Ministerio del
Transporte poco les importa la miseria de esa región.
Curiosamente,
en el desdén por la región Caribe coinciden el Gobierno y demagogos de la
Izquierda festiva, algún parlamentario insidioso “descubrió” un proyecto
agroindustrial que se adelanta en Pivijay con apoyo de capitales brasileños e
israelíes, inmediatamente empezó a satanizarlo diciendo que se trata de una
apropiación indebida de baldios. Es el único proyecto agroindustrial de relieve
en la zona y puede ser una redención económica para la región, pero ahí está el
propósito de sabotearlo. Afortunadamente parece que el marxista de pacotilla no
sabe que hay un proyecto de silvicultura en la cola de la ciénaga de Zapayán,
el cual recibe apoyo económico de una empresa alemana productora de artículos
de oficina, por que inmediatamente puede aparecer denunciando el imperialismo
alemán.
Las
relaciones de funcionarios del alto Gobierno con los problemas de La Costa,
toman a veces un carácter pintoresco, casi estúpido, un ministro de agricultura
recientemente afirmó que la represa de El Cercado en la Guajira era “un
elefante blanco”, así se refirió a la única obra de almacenamiento de aguas e
irrigación, que se ha construido en la región más seca de Colombia. Necesidades
manifiestas tales como un nuevo puente con gálibo alto en Barranquilla,
permanecen en el terreno de los anuncios. Lo único que realmente interesa a los
funcionarios del Gobierno Central es la limpieza de las playas en Santa Marta y
Cartagena para sus vacaciones, que la población viva entre el barro en la
depresión de Mompox o en el bajo Sinú carece de importancia.
Por último
cabe hacer mención a la bofetada que recibió la Costa Atlántica, en lo
referente a las próximas elecciones presidenciales. Para dichos comicios se
presentó la candidatura del doctor Eduardo Verano de la Rosa, con la bandera de
la regionalización del País ante el asfixiante centralismo que está operando.
En unas elecciones anteriores esta propuesta anti-centralista del doctor Verano
recibió en la Costa aproximadamente 3 millones de votos. En esta ocasión el
candidato mencionado reunió las firmas de respaldo para su aspiración pero el
Concejo Electoral no las aceptó. No hay una explicación pública de porqué fue
tomada esa actitud. ¿Hay juego limpio ahí? ¿Los señores del Concejo Electoral
consideran que los ciudadanos del litoral Caribe son menores de edad? Todo
parece indicar que hay una actitud excluyente carente de ética.
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