Atonía
El departamento de Santander parece estar sufriendo de una crisis de atonía, hay una falta de vigor, de impulso, de propósitos. Parece que impera la ley de la negatividad, la actitud colectiva tiende rechazar lo nuevo y la abulia se apodera de la sociedad. Un ambientalismo fanático e ignorante ha tomado fuerza adoptando actitudes inquisitoriales. Los apóstoles del medio ambiente están obsesionados por la defensa de una naturaleza que desconocen ya que difícilmente salen del medio urbano.
En el departamento es notable la falta de proyectos de desarrollo, el desgreño se ha generalizado y las pocas iniciativas carecen de sentido de las proporciones. Una ciudad con una base industrial muy pobre se dedica a construir rascacielos y viviendas lujosas lo que está llevando a una burbuja inmobiliaria inocultable. Un nuevoriquismoinocultable.
La agricultura en su mayor parte carece de tecnología y en general se practica en suelos y topografías no aptos. El futuro de la agricultura no brilla. Por tanto el departamento presenta una colección de aldeas misérrimas en las que se hace alarde de un futuro turístico. Cada población considera que el salto del Mico, la cueva del Indio o la charca de Las Ranas pueden atraer miles de turistas, todo un parroquialismo desbordado. Una ausencia total de sentido de común.
Ultimamente ha tomado fuerza una oposición cerrera e irracional contra la explotación de los recursos del subsuelo, un fanatismo basado en conceptos absolutamente errados y esto es debidamente aguijoneado desde medios de comunicación y círculos políticos. Por esto es absurdo que en un departamento que dispone de los mayores depósitos de caliza de Colombia no se produzca un bulto de cemento. Las plantaciones de palma africana del Valle Medio del Magdalena traen la cal para esos cultivos desde el Huila. Hay yacimientos de carbón coquizable pero la demagogia irracional ha envenenado a la población rural contra la minería de carbón. La explotación de este mineral permitiría crear en Santander fundiciones de hierro que podrían diversificar la economía. La satanización de la minería del oro es otra de las sandeces que se ha expandido entre la ciudadanía. El Macizo de Santander es el único distrito aurífero en la Cordillera Oriental y la estupidez regional está empeñada en que ese recurso no se utilice. Según los profetas de desastres, la minería de oro va a inundar de cianuro a Santander. ¡Desconocen hasta la fórmula química de dicho compuesto! Respecto a los hidrocarburos, la reacción es muy similar. ¡Al petróleo decidieron atribuirle toda clase de peligros potenciales! ¡La ignorancia es incurable!
La atonía se refleja también en otros aspectos, el desgano por las obras públicas, el departamento está al margen de las grandes obras de ingeniería y la ciudadanía no se da por enterada. La red de carreteras presenta un deplorable abandono. La refinería de Barrancabermeja y Ferticol son monumentos al desgreño oficial. El mayor proyecto realizado en Santander en toda su historia, la hidroeléctrica del río Sogamoso, solamente ha generado indiferencia.
La carencia de una clase dirigente capaz y altruista se refleja en el absoluto estancamiento en que encuentra la región. La gran industria brilla por su ausencia, no hay iniciativas innovadoras y las empresas manufactureras emigran ante un sindicalismo agresivo y politizado. La conexión del departamento con mares y fronteras es deplorable,basta observar esa zigzagueante trocha a Pamplona o la mal denominada carretera de la Soberanía al Arauca, un verdadero camino de herradura. No hay una conexión a los futuros puertos de Urabá. Hasta la comunicación con el río Magdalena es deficiente y azarosa por los problemas geotécnicos de un trazado deficiente. El Aeropuerto de Bucaramanga es un pequeño portaaviones, cuyo entorno topográfico no permite proyectar ensanches.
Jaime Galvis Vergara
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