Entre el pueblo de Colombia fueron muy populares los cuentos de espantos, de tesoros ocultos, de seres fabulosos. Cuando no existía la iluminación eléctrica y el acceso a los libros era muy limitado, las familias se reunían por las noches en las aldeas o en la haciendas a relatar historias. El fabulario popular fue muy variado, personajes como la Llorona, la Mancarita, el Silbón, el Anima Coy, el Jinete sin Cabeza y muchos más fueron conocidos en casi todo el País. En las zonas selváticas del Pacífico el imaginario popular fue mucho más variado y se mezcló con leyendas y tradiciones africanas.
Las historias de aparecidos, de almas en pena surtieron la imaginación de generaciones enteras, esto, a veces mezclado con algunas creencias religiosas poco ortodoxas. En general trataba de una población en su mayor parte analfabeta. Con el tiempo surgió la superchería propiamente dicha, los maleficios, la magia en sus diversas formas, la brujería, los cultos satánicos, las invocaciones a los muertos, las diversas formas de adivinación y toda una serie de mistificaciones muy apropiadas para esquilmar ingenuos. Proliferaron los consultorios de taumaturgos que solucionaban y solucionan toda clase de problemas por medio de sus contactos con el más allá.
Al multiplicarse los medios de comunicación y su influencia, surgió un nuevo estilo de superchería, curiosamente la ignorancia se expandió, los miedos populares se multiplicaron y lógicamente aparecieron nuevos taumaturgos. Los espantos y la patasola fueron reemplazados por toda una serie de engendros tales como los metales pesados producidos por la minería los cuales amenazan con extinguir la humanidad. El plomo, el bismuto, el cobre, el antimonio, el galio, el germanio, el arsénico, el selenio, el telurio, el cadmio, cromo, el vanadio, etc., se tornaron los enemigos de los seres humanos y parece que es un serio peligro no solamente tocarlos, sino aún mirarlos! A la Tabla Periódica de los Elementos la transformaron en una especie de sopa diabólica! Algunos compuestos usados en la industria minera, tales como el cianuro cuya toxicidad es conocida le atribuyen una ubicuidad maléfica que le permite llegar a los acueductos, a pesar de que dicho compuesto es altamente inestable en ambientes ácidos, como son las corrientes que desaguan las minas, cuyos pH son muy inferiores a 7. La exploración petrolera se volvió otro duende maléfico que destruye los acuíferos, envenena las aguas y produce movimientos telúricos que desestabilizan los terrenos. Las centrales hidroeléctricas son engendros que producen terremotos, desestabilizan los cauces fluviales y perjudican la fauna acuática. Las estaciones repetidoras de televisión y telefonía celular generan radiaciones peligrosísimas que producen cáncer y otras enfermedades.
Toda esta serie de consejas, no solamente se refieren a la infraestructura. El mercurio se convirtió en una especie de ente maléfico que se halla en los peces, por lo cual el consumo de estos es un peligro. El gluten es una sustancia altamente nociva por lo cual se debe abandonar su consumo (se halla en el pan y las pastas). El nivel del colesterol (¿sabe que es eso?) debe controlarse. Los triglicéridos ¿qué son? son fundamentales en el buen comportamiento del organismo. Se deben evitar los conservantes, las grasas insaturadas, las grasas saturadas, el glutamato de sodio, sulfitos, nitritos, benzoato de sodio, la tartrazina, el ácido propiónico, las carnes de animales alimentados con esteroides, los vegetales de cultivos transgénicos y mil cuentos más que mantienen a la población en el desconcierto.
Los grandes demonios de la mitología moderna tales como los gases de efecto invernadero, el calentamiento global, las radiaciones cancerígenas etc., reemplazaron a Belcebu, Belfegor, Asmodeo y demás actores de las misas negras.
Jaime Galvis V.
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