Sunday, August 23, 2015

Frivolidad

La frivolidad ha sido una característica de la decadencia, las naciones se tornan superficiales en su declinación. Un país en ascenso es serio, es austero y trascendental, el circo surge con la decadencia.  Colombia es un país especial, se ha transitado del  parroquialismo a la frivolidad. Algo asícomo un individuo que usa sacoleva pero no sabe calzarse unos zapatos.
Durante la primera mitad del siglo XX una Bogotá provinciana y aislada con pésimos servicios públicos, pobre y cundida de analfabetos empezó a lucir presuntuosos y exclusivos clubes sociales, en una absurda imitación del Londres imperial. 
Con el transcurrir del tiempo, surgieron nuevos signos de frivolidad, en el segundo período del Siglo XX a imitación de los achaques de sociedades afluentes y satisfechas, empezaron una serie de campañas  acerca de problemas ajenos, la obsesión por la contaminación ambiental, las chimeneas industriales pasaron a ser un peligro para los seres humanos, en un país donde brillan por su ausencia. Un enorme barullo por la escasez de agua, en una tierra donde las inundaciones son mucho más frecuentes que las sequias. La tala inmisericorde de árboles se volvió un tema iterativo en los medios de comunicación, según el último censo agropecuario más del 50% del territorio de Colombia está cubierto de selvas. Los informes de prensa indican que este país importa más madera de la que exporta.
Según medios oficiales, Colombia presenta la mayor biodiversidad del Mundo, aunque no hay investigaciones taxonómicas que lo prueben, todo es un cúmulo de mentiras de autocomplacencia.
Los verdaderos problemas nacionales tales como la crisis económica que se avecina, la decadencia de la industria, el atraso de la agricultura, el pésimo sistema educativo, el completo caos en los servicios de salud  y la proliferación de mafias, son asuntos secundarios ante temas tan importantes como la aprobación de la dosis personal de drogas psicoactivas, el matrimonio gay, la adopción de niños por parejas homosexuales, la eutanasia y la persecución de los fumadores. En el tema de salud son importantes el papiloma humano, el colesterol, la celulitis, los triclicéridos, la bulimia, el estrés, el surmenage y otros achaques por el estilo. No merecen la atención del gobierno enfermedades que carecen de glamour tales como la amebiasis, la uncinariasis, el paludismo, el cólera, el chagas, el dengue y otras. Además  estas son  endemias de tierra caliente.
A semejanza de los países desarrollados, Colombia debe dedicarse a combatir el calentamiento global, proteger la capa de ozono de la atmósfera, crear una extensión desmesurada de parques nacionales y reservas étnicas y además ingresar a la OCDE.
No importa que el País carezca de vías de comunicación, que haya zonas como el Pacífico de una pobreza aberrante, el Congreso se dedica a banalidades tales como decretar honores a los cientos de “próceres de nuestra historia” a celebrar efemérides de todo lo imaginable.
El poder judicial es otro foco de banalidad, ha creado un increíble enredo de entelequias jurídicas que no tienen relación con la situación del país,para obstaculizar toda iniciativa, en Colombia las cosas no pueden ser necesarias, indispensables o urgentes, lo único importante es que sean exequibles. Para la infinita vanidad de los magistrados las necesidades de la ciudadanía carecen totalmente de importancia. Ante un Mundo que avanza muy rápidamente Colombia permanece anclado en la frivolidad y la ineptitud.
Jaime Galvis Vergara

Tuesday, August 18, 2015

Freno al Progreso

por Jaime Galvis V.

Bogotá como ciudad capital de Colombia ha sido un óbice para el desarrollo nacional. La Gran Colombia, que hubiera sido el segundo país en importancia en Iberoamérica, terminó convertida en un país mediano, con más problemas que proyecciones hacia el futuro. Una aldea intermontana como la Santafé colonial, sin actividades económicas dignas de mención, entregada a las intrigas burocráticas de la administración colonial, con una mentalidad absolutamente parroquial no tenía las capacidades para administrar un gran país.

Luego de la disolución de la Gran Colombia, la Nueva Granada se constituyó como República de Colombia. La situación geográfica de la capital provocó un poblamiento al revés de lo habitual en muchos países, las grandes planicies bajas, los litorales y deltas permanecieron muy poco pobladas y la gran afluencia demográfica se localizó en las cordilleras, principalmente en el Altiplano Cundiboyacense y zonas montañosas de los Santanderes, Antioquia y en vertientes de la Cordillera Central.

Un aspecto importante es observar que Bogotá siempre estuvo distante de las principales actividades agrícolas y mineras del País. La producción de azúcar y café tuvo asiento en el Occidente de Colombia, el tabaco en Santander y el algodón en la Costa Atlántica, el cultivo de palma africana se encuentra en el Valle medio del Magdalena y la Costa Atlántica. La minería de oro se halla en el Noroccidente y Sur del País. Los carbones de exportación se extraen en la Costa Atlántica. 

La ineptitud de la dirigencia capitalina se ha manifestado en muchos aspectos; el manejo de los puertos desde Bogotá cuando existió Colpuertos fue un absoluto desastre. Las ciudades costeras han sabido administrar mucho mejor las actividades portuarias. El sector eléctrico ha tenido un buen desempeño, ya que la mayor parte de las obras han sido dirigidas y administradas desde Antioquia. La industria azucarera es administrada en el Valle del Cauca, con eficiencia, se han librado de la creación de una federación de azucareros en la Capital para desviar recursos y crear privilegios. La industria ha sido una actividad muy perjudicada por la obsesión centralista, en gobiernos del Frente Nacional quisieron centralizar los proyectos de industria pesada en el Altiplano Cundiboyacense, con resultados desastrosos, fue algo tan absurdo como pretender crear un Ruhr en la cumbre de los Andes. La industria del cemento se inició en proximidades de la Capital y su administración fue calamitosa, los dos grandes emporios terminaron sin pena ni gloria. La actividad cementera se consolidó en otros lares.

El manejo de la industria petrolera ha sido francamente decepcionante, desde una sede central opera una frondosa burocracia incapaz de entender la geología de Colombia, por lo cual las realizaciones exploratorias son risibles. Además el manejo económico de todo lo referente a la industria petroquímica es deplorable. No permitieron la instalación de una refinería en Tumaco, lo cual hubiera estimulado la exploración privada en una zona muy promisoria de Colombia, la esquina suroccidental de la Amazonia. El ensanche de la refinería de Cartagena se tornó un cuento de nunca acabar. Se vendió la participación en Monómeros Colombo-Venezolanos perdiendo el control de la mayor planta petroquímica del País. 

Otro aspecto de pésimo conocimiento del País se presenta en lo referente a carreteras, es increíble el abandono del Litoral Pacífico, las vías en la Orinoquia y Amazonia brillan por su ausencia. Es tan miope la visión capitalina del territorio nacional, que hace unos cuantos años un connotado periodista capitalino decía que no se justificaba un puente sobre el rio Magdalena en Barranquilla, porque eran más urgente concluir los puentes dela calle 26 en Bogotá. 

Jaime Galvis Vergara